Demandas que no exigen cuidados ni tratamientos inmediatos y pueden ser diferidas a la Atención Primaria habitual. Sin duda, la inmensa mayoría de las consultas de Urgencias Extrahospitalarias (UE). Se consideran como demandas de Atención Primaria fuera de horario, bien por falta de conveniencia para el paciente o por imposibilidad del Centro de Salud para atenderlas.
2. Urgencia no vital, también denominada no grave, definida como un problema de salud que requiere algún tipo de actuación o tratamiento urgente, pero que no supone una amenaza para la vida. Dicha asistencia no requiere cualificación especializada, ni tecnológica, por lo que puede ser resulta en Atención Primaria.
3. Problemas de urgencia vital, también denominadas emergencias, urgencias graves o urgencias verdaderas, en las que existe un peligro inmediato para la vida del paciente, para órganos o funciones vitales, o de secuelas graves si no se recibe atención cualificada sin demora.
Esta definición ya hace una diferenciación objetiva y sencilla que cualquier profesional sanitario puede compartir, pero aún tenemos más definiciones, como la aportada por el Grupo de Trabajo para la Ordenación de las Urgencias en Atención Primaria de la Sociedad Andaluza de Medicina Familiar y Comunitaria (SAMFYC), que propone la siguiente clasificación (6):
1. Urgencia subjetiva: solicitud de asistencia médica inmediata, desde la creencia y los valores propios del ciudadano, paciente o cuidador, según su concepción de la salud y de los servicios sanitarios, que una vez evaluada por un profesional médico se considera injustificada o que puede demorarse.
2. Urgencia objetiva: solicitud de asistencia médica inmediata, desde la creencia y los valores propios del ciudadano, según su concepción de la salud y de los servicios sanitarios, que una vez evaluada por un profesional médico precisa atención sanitaria por comprometer la vida o la salud de la persona.
3. Emergencia vital: situación de riesgo vital para el paciente, que aparece de forma súbita. Es detectada y atendida inicialmente por personas o entidades no sanitarias (transeúntes, policía, etc.), y requiere iniciar asistencia especializada inmediata donde ocurre el evento y durante el traslado. Habitualmente es imprescindible el apoyo técnico en urgencias del hospital, el uso de quirófano o la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Si persiste la gravedad y amenaza de la vida, se considera un enfermo crítico.
La diferencia entre las dos primeras, radica en la necesidad de una evaluación médica, exclusivamente técnica. Pero esta, en muchas ocasiones es imposible en primera instancia, al no acontecer la urgencia cerca de un profesional médico.
En estos casos, toma relevancia quién atiende esta situación. A veces serán profesionales de los cuerpos de seguridad o rescate, bomberos, policías, etc., y otras lo harán personal civil, sin conocimientos médicos específicos. Todos deben ser capaces de evaluar correctamente la situación urgente porque, a veces, situaciones aparentemente banales, clasificadas como urgencias subjetivas, se convierten rápida y peligrosamente en emergencias vitales por un manejo incorrecto de la situación o de la percepción del caso.
Toma importancia en estos casos, el concepto y conocimiento de los primeros auxilios, imprescindibles para profesionales sanitarios y de seguridad y, más que aconsejables en su instrucción, para el resto de la población.
Según los Principios Fundamentales del Consejo de Europa: “…la asistencia a las urgencias y emergencias, es una acción sanitaria, sea quién sea el que administre los cuidados…” (7), resaltando en esta definición la importancia de estos primeros auxilios, independientemente de quién los aplique.
Otra definición, que se acerca más a la mentalidad clínica de nuestro entorno, nos la proporciona el concepto de urgencia sanitaria que se maneja en el marco conceptual del triaje estructurado:
Urgencia es aquella situación clínica con capacidad para generar deterioro o peligro para la salud o la vida de un paciente, en función del tiempo transcurrido entre su aparición y la instauración de un tratamiento efectivo, que condiciona un episodio asistencial con importantes necesidades de intervención, en un corto periodo de tiempo.
De todas estas definiciones, la más aceptada y usada es la definición de urgencia aportada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que define la urgencia sanitaria como:
La aparición fortuita (imprevista o inesperada) en cualquier lugar o actividad, de un problema de salud de causa diversa y gravedad variable, que genera la conciencia de una necesidad inminente de atención por parte del sujeto que lo sufre o de su familia.
Quizás, de las más completas, esta definición se distingue porque abarca aspectos objetivos, como son la gravedad y agudeza del proceso, y aspectos subjetivos, como la conciencia de una necesidad inminente de atención, legitimando de esta manera a los dos intervinientes en la consulta de urgencia, al paciente y al médico.
Teniendo a la vista todas estas definiciones, conviene destacar y separar tres conceptos importantes, que no tienen por qué coincidir a la vez en un mismo episodio de urgencias, como son: la urgencia percibida, la gravedad clínica y la complejidad de la asistencia. Pero es necesario tenerlos en cuenta, porque determinan la vivencia de los pacientes, sus familiares, los profesionales y los gestores acerca del funcionamiento de un Servicio de Urgencias.
Si se logra alcanzar o superar las expectativas que tengan todos ellos acerca de la actuación sobre las urgencias sanitarias, éstas ofrecerán un servicio asistencial con una calidad alta.
- Acceso a la atención urgente extrahospitalaria.
Cuando a cualquier paciente le surge una necesidad sanitaria urgente, su reacción dependerá del nivel de urgencia sentida y de los medios sanitarios que conoce y que están a su alcance para atender dicha atención. Todos estos elementos, dependen a su vez, en nuestro medio, del área geográfica en la que resida el paciente y de la hora