la responsabilidad de engendrar una nueva vida y de contribuir a su desarrollo; aprender a encontrar un sentido a la vida que trascienda la propia personalidad y la conforte. Todo este proceso tiene lugar alrededor de la las instituciones sociales como la familia, la escuela, la iglesia, grupos de amigos-compañeros, y la colectividad, todo lo cual en su conjunto constituye el escenario fundamental que agrupa los personajes que interactúan con el ser humano para hacer posible ese propósito.
Según Nowlis (1982)(4), en las sociedades antiguas las tareas estaban bien definidas; las funciones laborales, sexuales y de otra índole eran muy precisos y existían cometidos modelos que eran relativamente constantes. Había amplias oportunidades para adquirir y practicar los conocimientos necesarios, a fin de asumir un papel adulto en el futuro pero esencialmente en la misma sociedad. Los ritos de transición no se prestaban a equívoco alguno. Una vez alcanzado el estado adulto, todo el mundo -incluido el propio individuo- sabía que se trataba de un adulto dispuesto para un trabajo como tal. En la actualidad las sociedades modernas son más complejas en su estructura; hecho éste quizás que las hace menos estables pero sin embargo las funciones básicas siguen siendo las mismas.
Por otra parte, la mayoría de las razones que dan los jóvenes para explicar el hecho de que prueben o consuman drogas ocasionalmente o incluso de modo habitual, tiene cierta relación con las tareas que entraña la transformación de ser adulto. Entre esas razones se citan la curiosidad, la competitividad entre compañeros y amigos, la facilitación de las relaciones sociales, rebeldía, afán de tener nuevas experiencias, la búsqueda de sentido a la vida, ansiedad, depresión, que pueden estar presentes en el proceso de aprendizaje y crecimiento. La envergadura de esos problemas está estrechamente relacionada con el modo en que la sociedad define a los jóvenes y se relaciona con ellos.
Retomando la idea del consumo de drogas, todo parece indicar que si se dispone de ellas y los jóvenes las consumen o aprueban su consumo, esto puede considerarse como una manifestación de los problemas planteados en interacción con la droga, el individuo y su contexto.
El consumo de drogas constituye un grave problema social, de implicaciones futuras negativas y que debe ser orientado en la búsqueda de los problemas en el grupo familiar, célula fundamental de la sociedad. Las condiciones económicas, la falta de oportunidades de empleo, de recreación y de desarrollo profesional adecuado a la formación del joven, constituyen causales importantes en la expansión del fenómeno de la droga, cuyo consumo demanda un esfuerzo pluralista de lucha donde converjan las diferentes disciplinas científicas y la participación de la población organizada.
La Colectividad
En relación con la colectividad, es difícil definirla; puede ser grande o pequeña, integrada o difusa, homogénea o heterogénea, formal o no formal; una comunidad es el marco en el cual actúan la familia, la escuela, los grupos de amigos y otras instituciones como la iglesia, la estructura judicial y penal, los organismos sanitarios y sociales y la administración pública, y que da su identidad, su sentido y su prioridad a estas instituciones.
Por medio de sus instituciones, la colectividad define el papel y la función de los niños y los jóvenes; transmite interés y preocupación o irritación y frustración; comunica perspectivas tanto positivas como negativas; respeta o denigra; valora o ignora; se opone a los cambios o se adapta a ellos de un modo constructivo; segrega o aprecia la diversidad; organiza la participación o la excluye; es humana o inhumana. Todas estas actitudes, valores y estilos de vida son influencias importantes sobre la índole y el grado de crecimiento y desarrollo. Según Nowlis (1982) : “La colectividad, consciente o inconscientemente, ofrece unos modelos y define unas metas que constituyen unas importantes influencias, tanto positivas como negativas, sobre los niños y los jóvenes” (p.77).
Paradigma socio-educativo para el abordaje de las drogas
La educación es la llamada a formar a hombres, mujeres y niños para que puedan adquirir las herramientas básicas que les permita como entes productivos de la sociedad, vivir dignamente. Este hecho está claramente expresado de la forma siguiente: “toda persona tiene derecho a la educación… y tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los Derechos Humanos y a las libertades fundamentales”. Por su parte, la Constitución Nacional de la República de Venezuela (1961) (5) establece en el Artículo 76:
Artículo 76.- Todos tienen derecho a la protección de la salud. Las autoridades velarán por el mantenimiento de la salud pública y proveerán los medios de prevención y asistencia a quienes carezcan de ellos. Todos están obligados a someterse a las medidas sanitarias que establece la Ley, dentro de los límites impuestos por el respeto a la persona humana.
También se diseñaron programas educativos para la prevención en la población escolar. La Ley Orgánica de Educación (1980),(6) en sus disposiciones fundamentales establece:
La educación tiene como finalidad fundamental el pleno desarrollo de la personalidad y el logro de un hombre sano, culto, crítico y apto para convivir en una sociedad democrática, justa y libre, basada en la familia como célula fundamental y en la valorización del trabajo; capaz de participar activa, consciente y solidariamente en los procesos de transformación social; consustanciado con los valores de la identidad nacional y con la comprensión, la tolerancia, la convivencia y las actitudes que favorezcan el fortalecimiento de la paz entre las naciones y los vínculos de integración y solidaridad latinoamericana.
De acuerdo a la normativa