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Un abordaje socioeducativo en las adicciones: Escuela Familia y Sociedad

expresada anteriormente, el hombre es considerado como un ente biopsicosocial con características de totalidad y unicidad en la persona humana, que necesita de la educación para lograr el crecimiento y desarrollo pleno de la personalidad, así como también para aprender estilos de vida saludables o formas de comportamiento, como podrían ser hábitos y costumbres socialmente válidas que favorezcan la salud individual y colectiva. De igual manera la educación facilitaría la adquisición y el fortalecimiento de valores y actitudes, que se comportarán como factores protectores contra el uso y abuso de sustancias psicoactivas.

El abuso en el consumo de drogas produce deterioro físico, psicológico y social en el ser humano. La internalización temprana de estilos de vida asociados al consumo de drogas interfiere en el joven de edad escolar para el logro de una personalidad sana, creando en él las condiciones de riesgo que lo pueden llevar al consumo abusivo de sustancias que producen dependencia, con graves consecuencias para el individuo, familia y la sociedad en general.

De aquí la importancia que las ciencias de la conducta tienen en el fomento de la salud y, por supuesto, en la prevención de las enfermedades. Desde el punto de vista ocupacional, la educación para la salud utiliza el proceso educativo para promover cambios o reforzar las prácticas de salud de los individuos, familias, grupos, comunidades y, en general, en un sistema social determinado. Su intención es generar el conocimiento de la salud de tal manera que el individuo no sólo conozca, sino que sea capaz de aprehender y mantener cualquier combinación de experiencias de aprendizaje diseñadas para facilitar las adaptaciones voluntarias de la conducta que conducen a la salud. (Greene y Col., 1988, p. 50).(8)

El contexto de lo que significa la estrategia del paradigma socioeducativo en el problema del consumo de drogas, el marco conceptual que sirve de sustentación para la formación de estilos de vida saludables en edades tempranas de la vida de un ser humano, es la educación para la salud, luego la acción educativa (denominada por otros intervención educativa) y la incorporación de la promoción de la salud como función primordial del maestro en la formación del educando; para conformar una tríada integrada por las categorías estudiadas como factores protectores contra el consumo de drogas, en relación directa con los espacios sociales como la familia, la escuela, grupos de amigos y la colectividad. Estos espacios sociales revisten especial importancia por las implicaciones que tienen en el problema estudiado. A continuación se hace una referencia a cada uno de estos espacios, según Nowlis (1982).(Ob.cit)

Grupos de Amigos

En lo que se refiere a los grupos de amigos, éstos constituyen un factor muy importante en el proceso de crecimiento; a menudo se les resta importancia, pero en realidad son una institución en el sentido sociológico, ya que tienen una forma y una función, aunque una y otra puedan variar según las edades y los lugares. De esta forma, pueden ser creados por una colectividad o una sociedad para desempeñar funciones específicas como en el caso de los exploradores, los clubes juveniles, los campamentos de verano, los grupos de trabajo temporal, las asociaciones deportivas, y también pueden haber sido creados por los jóvenes en función de sus necesidades y tener un carácter menos formal y estructurado. En uno o en otro caso constituyen un medio en el que se da un aprendizaje y un crecimiento, y resultan especialmente idóneos en lo tocante a la tarea inicial de aprender a relacionarse con toda una serie de personas ajenas a la familia.

Asimismo, los grupos de amigos proporcionan un ambiente, habitualmente seguro y propicio, en el que se puede llevar a cabo las primeras tentativas de independencia e intimidad; establecer una personalidad de grupo, a la vez que sigue desarrollándose lo individual, dan categoría en un momento en que a muchos les resulta difícil afirmarse en el plano individual. Cabe destacar, que para que un grupo pueda serlo y mantener sus funciones, ha de tener unos símbolos, actitudes, valores y comportamientos que diferencien a sus miembros de quienes no lo son. Los modales y los uniformes, las insignias, el lenguaje, la música, los secretos, los ritos o unas experiencias compartidas, contribuyen a mantener la solidaridad del grupo y a poner de manifiesto su singularidad.

En este sentido, el consumo de drogas puede actuar como signo o símbolo, como rito de iniciación o incluso como actividad que otorga categoría en el seno de un grupo, en el que se adquiere categoría cuando se es duro y temerario, cuando se corren los mayores peligros, el uso de droga puede proporcionar esa categoría en la medida en que la sociedad define como peligrosas las drogas y su consumo.

El uso de drogas tiene otras características que atraen a los jóvenes hacia el grupo; sus amigos y compañeros tienen algo que compartir; de ellos aprenden los efectos que cabe esperar e identificar y la reacción adecuada ante unos efectos nocivos. Por medio de ellos consiguen fácilmente sustancias como la droga y esperan llegar a una mejor comprensión e interacción con sus amigos o compañeros y a un mejor conocimiento de su propio ser y de la posición que ocupa con respecto a ellos. Según Nowlis (1996): “Los adolescentes necesitan vivir en grupos homogéneos, esos grupos son parte importante del crecimiento y solamente prosperarán o persistirán mientras cumplan una función relacionada con ese crecimiento” (p.76).

Dinámica Socioeducativa

En definitiva, estas reflexiones pretenden hacer un llamado a la comunidad docente de la Escuela Básica, para que se sensibilicen y capaciten en el tema drogas, específicamente en los valores, actitudes y estilos de vida asociados al consumo de drogas, con la esperanza de llegar a realizar un abordaje multidisciplinario, en una dinámica relacional de los actores que integran la sociedad para