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Alergia a la proteína de la leche de vaca: Mecanismos, diagnóstico y enfoques terapéuticos

Alergia a la proteína de la leche de vaca: Mecanismos, diagnóstico y enfoques terapéuticos

Autora principal: Dra. Natalie Nicole Quesada Martínez

Vol. XX; nº 08; 340

Cow’s milk protein allergy: mechanisms, diagnosis and therapeutic approaches

Fecha de recepción: 10 de marzo de 2025
Fecha de aceptación: 4 de abril de 2025

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XX. Número 08 Segunda quincena de abril de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 08; 340

 

Autores:

 

Dra. Natalie Nicole Quesada Martínez

Médico general, investigadora Independiente. Cartago, Costa Rica.

Código Medico 18617

 

Dra. Joselyn Andrea Marin Navarro

Médico general, investigadora Independiente. San José, Costa Rica.

Código Medico 18771

 

Dra. Mariana Jiménez Obando.

Médico general, investigadora Independiente. Heredia, Costa Rica.

Código Medico 14321

 

Dra. Sindy Margoth Navarro Rivera.

Médico general, investigadora Independiente. Heredia, Costa Rica.

Código Medico 15944

 

Dra. Tatiana Karina Marín Bonilla

Médico general, investigadora Independiente. Alajuela, Costa Rica.

Código Medico 18623

 

Los autores de este manuscrito declaran que:

Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El manuscrito es original y no contiene plagio.
El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.
Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.
Han preservado las identidades de los pacientes.

Palabras clave: Alergia, leche de vaca, inmunoglobulina E, microbiota intestinal, barrera epitelial, tolerancia inmunológica.

 

Key words: Allergy, cow’s milk, immunoglobulin E, intestinal microbiota, epithelial barrier, immunological tolerance.

 

Resumen:

 

La alergia a la leche de vaca se desarrolla a través de mecanismos inmunológicos mediados y no mediados por inmunoglobulina E, involucrando la activación de células inmunitarias y la alteración de la microbiota intestinal. La disfunción de la barrera intestinal facilita la exposición a alérgenos, mientras que el microbioma intestinal influye en la respuesta inmunológica, destacándose la relación entre ciertas bacterias y la alergia.

 

Las manifestaciones clínicas incluyen síntomas gastrointestinales, como diarrea y vómitos, además de afectaciones cutáneas, como urticaria y eccema atópico. También pueden presentarse síntomas respiratorios, aunque con menor frecuencia, y en casos graves, reacciones anafilácticas.

 

El diagnóstico se basa en la historia clínica, pruebas de punción cutánea y medición de inmunoglobulina E específica para alergias mediadas por esta inmunoglobulina. La prueba de provocación oral se considera el estándar para confirmar la alergia.

 

El tratamiento incluye dietas de eliminación y el uso de fórmulas hipoalergénicas, como las extensamente hidrolizadas o de aminoácidos. La suplementación con probióticos ha mostrado efectos prometedores en la modulación inmunitaria. Estrategias como la reintroducción gradual de leche han demostrado favorecer la tolerancia.

 

La alergia puede resolverse espontáneamente con el tiempo, con tasas de remisión del 50 % a los tres años y hasta el 90 % a los diez. La composición de la microbiota intestinal y estrategias dietéticas influyen en este proceso. Un seguimiento clínico adecuado permite ajustar el tratamiento y evaluar la adquisición de la tolerancia para mejorar la calidad de vida de los pacientes.

 

Abstract:

 

Cow’s milk allergy develops through immunoglobulin E-mediated and non-immunoglobulin E-mediated mechanisms, involving the activation of immune cells and alteration of the intestinal microbiota. Intestinal barrier dysfunction facilitates exposure to allergens, while the intestinal microbiome influences the immune response, highlighting the relationship between certain bacteria and allergy.

 

Clinical manifestations include gastrointestinal symptoms, such as diarrhea and vomiting, as well as skin conditions, such as hives and atopic eczema. Respiratory symptoms may also occur, although less frequently, and in severe cases, anaphylactic reactions.

 

Diagnosis is based on clinical history, skin prick tests, and measurement of specific immunoglobulin E for allergies mediated by this immunoglobulin. Oral provocation testing is considered the standard to confirm allergy.

 

Treatment includes elimination diets and the use of hypoallergenic formulas, such as extensively hydrolyzed or amino acid formulas. Probiotic supplementation has shown promising effects in immune modulation. Strategies such as gradual reintroduction of milk have been shown to promote tolerance.

 

Allergy can resolve spontaneously over time, with remission rates of 50% at three years and up to 90% at ten years. The composition of the intestinal microbiota and dietary strategies influence this process. Adequate clinical follow-up allows treatment to be adjusted and the acquisition of tolerance to be assessed in order to improve the quality of life of patients.

 

Introducción:

 

La alergia a las proteínas de la leche de vaca (APLV) es una reacción adversa mediada por el sistema inmunitario frente a las proteínas presentes en la leche de vaca. Se diferencia claramente de la intolerancia a la lactosa, que no involucra el sistema inmune y se debe a la deficiencia de lactasa, la enzima encargada de digerir la lactosa. La APLV representa un desafío significativo para la salud pública, especialmente en bebés y niños, ya que su prevalencia varía según el grupo de edad y la población estudiada. Distinguir con precisión esta condición de otras patologías con síntomas similares es fundamental para establecer estrategias de manejo y tratamiento adecuadas (1; 2).

 

La respuesta inmunitaria en la APLV puede manifestarse a través de distintos mecanismos, siendo la reacción mediada por inmunoglobulina E (IgE) una de las principales vías implicadas. Esta respuesta provoca síntomas de diversa gravedad, que pueden afectar el sistema gastrointestinal, la piel y el aparato respiratorio (1). A nivel molecular, se ha observado la activación de vías proinflamatorias, como la señalización de NF-κB, lo que contribuye al desarrollo de la inflamación y la disfunción celular (2).

 

Los avances en transcriptómica y proteómica han permitido identificar alteraciones en cascadas biológicas fundamentales, como las del complemento y la coagulación. Estas alteraciones sugieren la posible implicación de proteínas específicas, como KLKB1, que podrían representar nuevas dianas terapéuticas para la intervención en la APLV. Estos descubrimientos refuerzan la necesidad de seguir investigando los mecanismos subyacentes a la enfermedad para desarrollar enfoques terapéuticos más efectivos (1).

 

El diagnóstico de la APLV se basa en una combinación de evaluación clínica y pruebas de laboratorio. El análisis de síntomas en respuesta a la ingesta de leche es el primer paso en la identificación de la alergia. Posteriormente, se pueden realizar pruebas específicas, como la medición de IgE en sangre y pruebas de provocación oral bajo supervisión médica, consideradas el estándar de oro para confirmar el diagnóstico (3; 4).

 

En los últimos años, la microbiota intestinal ha emergido como un posible biomarcador para el diagnóstico de la APLV. Estudios recientes han identificado taxones bacterianos específicos cuya presencia o ausencia se correlaciona con la patogénesis y la manifestación clínica de la enfermedad. Estos hallazgos sugieren que la caracterización de la microbiota podría complementar las pruebas tradicionales y proporcionar información adicional sobre la evolución de la enfermedad (1).

 

El manejo de la APLV se basa principalmente en la eliminación total de la leche de vaca y sus derivados de la dieta del paciente. En algunos casos, se han desarrollado estrategias alternativas, como la terapia de mejora dietética, que ha mostrado tasas de éxito más elevadas en la reintroducción progresiva de la leche de vaca en pacientes previamente sensibilizados (5).

 

Uno de los enfoques más prometedores es la inmunoterapia oral con leche horneada (IMC). Este tratamiento ha demostrado ser eficaz para desensibilizar a los niños a las proteínas de la leche de vaca, permitiendo una mayor tolerancia con el tiempo. Los cambios inmunológicos observados en los pacientes sometidos a este tratamiento indican que la intervención puede modificar la respuesta inmune, promoviendo la tolerancia a largo plazo (4).

 

El objetivo de este artículo es revisar y analizar los mecanismos inmunológicos, las estrategias diagnósticas y los enfoques terapéuticos actuales para la APLV. Se busca proporcionar una comprensión integral de los avances recientes en la identificación de los mecanismos moleculares involucrados, las técnicas diagnósticas emergentes, como el análisis de la microbiota intestinal, y las opciones de tratamiento, incluyendo la inmunoterapia oral con leche horneada. El objetivo final es contribuir al desarrollo de enfoques más efectivos para el manejo y tratamiento de la APLV, mejorando así la calidad de vida de los pacientes afectados.

 

Metodología:

 

Para el desarrollo de esta investigación sobre el impacto de la proteína de la leche de vaca en las alergias alimentarias, especialmente en la APLV, se llevó a cabo una revisión bibliográfica exhaustiva con el objetivo de analizar la relación entre la exposición a las proteínas de la leche de vaca, las respuestas inmunológicas asociadas y las estrategias terapéuticas para el manejo de esta condición. La revisión se centró en aspectos clave como los mecanismos inmunológicos que subyacen a la APLV, los factores que influyen en la resolución de la alergia, los tratamientos nutricionales, y las terapias emergentes dirigidas a modificar las respuestas inmunológicas.

 

Para garantizar la calidad y relevancia de la información, se consultaron bases de datos científicas reconocidas, como PubMed, Scopus y Web of Science, que son ampliamente utilizadas en la investigación sobre inmunología, alergias alimentarias y dermatología. Se establecieron rigurosos criterios de inclusión y exclusión, seleccionando estudios publicados entre 2020 y 2025, en inglés o español, que abordaran los mecanismos de sensibilización a las proteínas de la leche de vaca, las estrategias terapéuticas actuales y emergentes, y los enfoques nutricionales para la resolución de la alergia. Se excluyeron estudios con datos incompletos, publicaciones duplicadas o aquellas que no habían pasado por una revisión por pares.

 

La búsqueda inicial identificó 18 fuentes relevantes, que incluyeron artículos originales, revisiones sistemáticas, estudios clínicos y directrices de organismos especializados en alergias alimentarias. Con esta información, se realizó un análisis detallado para extraer datos sobre los mecanismos de sensibilización y desensibilización, las variaciones en las respuestas inmunológicas en pacientes con APLV, y las estrategias terapéuticas disponibles.

 

Este enfoque permitió organizar los hallazgos en categorías temáticas y proporcionar una visión estructurada del estado actual del conocimiento sobre la APLV, lo que podría guiar futuras investigaciones y el desarrollo de estrategias terapéuticas más precisas para el manejo de esta alergia alimentaria.

 

Mecanismos fisiopatológicos:

 

Las alergias alimentarias, particularmente la alergia a la leche de vaca (ALV), se desarrollan mediante mecanismos fisiopatológicos complejos que incluyen tanto respuestas inmunitarias mediadas por IgE como no mediadas por IgE. Las respuestas mediadas por IgE se caracterizan por la producción de anticuerpos específicos de IgE, que se dirigen contra los alérgenos presentes en los alimentos. Estos anticuerpos se unen a los receptores de alta afinidad en los mastocitos y basófilos, lo que provoca la liberación de mediadores inflamatorios cuando el organismo se expone nuevamente al alérgeno. Esto da lugar a la aparición de los síntomas alérgicos típicos, como la urticaria o el asma, tras el contacto con el alérgeno. El diagnóstico de este tipo de alergia frecuentemente incluye la medición de los niveles de IgE específicos frente a los alérgenos implicados (6).

 

Por otro lado, las respuestas no mediadas por IgE, aunque menos comprendidas, también juegan un papel crucial en las alergias alimentarias. Estas respuestas implican a otras inmunoglobulinas, como la IgA y la IgG, y se han relacionado con alteraciones en las respuestas humorales y con cambios en la microbiota intestinal. Aunque los mecanismos exactos detrás de estas respuestas no mediadas por IgE no están completamente definidos, se sabe que están asociadas con un desequilibrio en la microbiota intestinal y con una respuesta inmune alterada frente a las bacterias intestinales, lo que puede desencadenar reacciones alérgicas (7).

 

La barrera intestinal y la microbiota intestinal desempeñan roles fundamentales en la modulación y el desarrollo de las alergias alimentarias. Una barrera epitelial intestinal comprometida puede facilitar una mayor exposición a los alérgenos, lo que activa una respuesta inmunitaria inapropiada. Además, el microbioma intestinal influye directamente en las respuestas inmunológicas. Se ha observado que ciertas bacterias, como Ruminococcaceae spp. UCG-002, están asociadas con alergias mediadas por IgE (8). Esto resalta la importancia de un microbioma equilibrado en la prevención de estas alergias. Intervenciones dietéticas, como el uso de prebióticos y probióticos, han demostrado tener un efecto positivo en la modulación del microbioma, lo que puede contribuir a mejorar la tolerancia inmunológica y reducir la incidencia de alergias alimentarias (9).

 

Entre los alérgenos más comunes en la leche de vaca se encuentran la caseína y las proteínas del suero lácteo, como la α-lactoalbúmina y la beta-lactoglobulina. Estas proteínas pueden desencadenar respuestas tanto mediadas por IgE como no mediadas por IgE, lo que subraya la complejidad de las reacciones inmunológicas en la ALV. La presencia de estas proteínas en la dieta puede ser responsable de una gran parte de las reacciones alérgicas en los individuos susceptibles (7; 10).

 

Además de los factores inmunológicos, la genética y el ambiente también desempeñan un papel importante en el desarrollo de las alergias alimentarias. La predisposición genética tiene una influencia significativa sobre la susceptibilidad a las alergias, lo que sugiere que ciertos individuos pueden estar más predispuestos a desarrollar reacciones alérgicas frente a determinados alérgenos alimentarios. Por otro lado, los factores ambientales, como la dieta y las características del microbioma intestinal, tienen un impacto crucial en la aparición y el curso de estas alergias (9; 10).

 

Manifestaciones clínicas:

 

Los síntomas gastrointestinales representan una de las manifestaciones más comunes de la APLV, afectando a una proporción significativa de niños diagnosticados con esta condición. Entre ellos, la diarrea y los vómitos son reacciones frecuentes que indican la respuesta inmediata del organismo ante la presencia de proteínas de la leche de vaca (1). Además, aunque en menor medida, también pueden presentarse calambres y episodios de estreñimiento, lo que sugiere una variabilidad en la respuesta del sistema digestivo de los pacientes (11). Un hallazgo relevante en la afectación intestinal de la APLV es la elevación de la calprotectina fecal, un biomarcador inflamatorio que ha sido identificado en niños con esta alergia. Estudios han demostrado que los niveles de este marcador disminuyen tras una dieta de eliminación, lo que respalda su utilidad para monitorear la inflamación intestinal asociada a la APLV (12).

 

En cuanto a las manifestaciones cutáneas, se ha documentado que más de la mitad de los casos de APLV presentan síntomas como urticaria y eccema atópico. Estas afecciones forman parte del perfil atópico más amplio que caracteriza a muchos pacientes con esta alergia, lo que sugiere una estrecha relación entre la APLV y la predisposición a otras enfermedades alérgicas. El desarrollo de estos síntomas puede estar relacionado con la activación de vías inmunitarias específicas que generan inflamación cutánea y disfunción en la barrera epidérmica (1; 13).

 

Además de los síntomas gastrointestinales y cutáneos, la APLV también puede manifestarse a nivel respiratorio, aunque con menor frecuencia. Se ha observado que aproximadamente una cuarta parte de los pacientes presentan sibilancias y rinitis, lo que indica una posible implicación de la alergia en la aparición de afecciones alérgicas respiratorias. La presencia de estos síntomas refuerza la idea de que la APLV no se limita únicamente a una reacción localizada en el tracto digestivo, sino que puede tener un impacto multisistémico en los individuos afectados (1; 13).

 

Por último, aunque en raras ocasiones, la APLV puede desencadenar reacciones sistémicas graves, como la anafilaxia. Este tipo de respuesta alérgica severa subraya la importancia de un diagnóstico oportuno y un manejo adecuado de la enfermedad. La anafilaxia requiere una preparación especial en los pacientes afectados, ya que puede comprometer la vida si no se trata de manera inmediata con medidas de emergencia, como la administración de epinefrina. Así, la variabilidad en la presentación clínica de la APLV resalta la necesidad de estrategias personalizadas para su diagnóstico y tratamiento, asegurando un enfoque integral que contemple la diversidad de síntomas y su impacto en la calidad de vida de los pacientes (11).

 

Diagnóstico:

 

El diagnóstico de la APLV se fundamenta principalmente en la historia clínica y la evaluación detallada de los síntomas, siendo los gastrointestinales los más frecuentes, con una incidencia reportada en el 83 % de los pacientes diagnosticados. La identificación temprana de esta condición es esencial para establecer un manejo adecuado y evitar complicaciones. Para ello, se han desarrollado diversas estrategias diagnósticas, que incluyen tanto pruebas serológicas como pruebas de provocación oral, dependiendo del mecanismo inmunológico involucrado en cada caso (1).

 

En el caso de la APLV mediada por IgE, las pruebas de punción cutánea y las pruebas específicas de IgE desempeñan un papel crucial en la confirmación del diagnóstico. Estas pruebas permiten detectar la presencia de anticuerpos específicos contra las proteínas de la leche de vaca y se utilizan como una herramienta de apoyo para predecir la probabilidad de una reacción alérgica tras la exposición a este alimento (5). La medición de niveles elevados de IgE específica se ha asociado con un mayor riesgo de reacciones alérgicas graves, por lo que su determinación orienta las estrategias de manejo, incluida la administración controlada de leche bajo supervisión médica para evaluar la tolerancia (5). Sin embargo, estas pruebas no son recomendadas de forma rutinaria para la APLV no mediada por IgE, ya que en estos casos la respuesta inmunitaria no involucra la producción de anticuerpos detectables en sangre (14).

 

Para la confirmación diagnóstica, especialmente en aquellos pacientes en los que los resultados de las pruebas de IgE no son concluyentes, la prueba de alimentación oral se considera el estándar de referencia. Este procedimiento consiste en la administración controlada de leche de vaca en un entorno clínico seguro, con el fin de observar la aparición de síntomas y evaluar la respuesta del paciente (5). En paralelo, las dietas de eliminación juegan un papel esencial en la confirmación y manejo de la APLV, ya que la exclusión de la leche de vaca y sus derivados de la alimentación permite determinar si los síntomas mejoran con la restricción dietética. Además, estrategias de reintroducción gradual, como la denominada «escala de la leche», han demostrado ser prometedoras para inducir tolerancia en ciertos pacientes y reducir la persistencia de la alergia (Hicks et al., 2024).

 

Es fundamental diferenciar la APLV de otras afecciones con manifestaciones clínicas similares, como la enteropatía inducida por proteínas alimentarias y la enterocolitis, las cuales también pueden presentarse con síntomas gastrointestinales pero no están mediadas por IgE. Un diagnóstico preciso evita restricciones dietéticas innecesarias, las cuales pueden afectar el estado nutricional del paciente, y garantiza que se implemente un tratamiento adecuado según la patología subyacente. La correcta identificación de la APLV permite optimizar el manejo clínico y mejorar la calidad de vida de los pacientes, minimizando las complicaciones asociadas a una alimentación inadecuada o a la persistencia de síntomas no controlados (14; 15).

 

Tratamiento y manejo nutricional:

 

Las fórmulas ampliamente hidrolizadas han demostrado ser eficaces en el control de la APLV, ya que la reducción significativa de la antigenicidad de las proteínas de la leche de vaca minimiza la activación del sistema inmunitario. Estudios recientes han señalado que el uso de fórmulas ampliamente hidrolizadas contribuye a disminuir los niveles de IgE y otros marcadores alérgicos, favoreciendo la tolerancia con el tiempo (16). Además, las fórmulas de arroz hidrolizado han surgido como una alternativa bien tolerada, con resultados comparables a las fórmulas ampliamente hidrolizadas en términos de crecimiento y desarrollo infantil. Su composición hipoalergénica y la ausencia de proteínas lácteas las convierten en una opción viable para aquellos pacientes que no toleran las fórmulas basadas en proteínas lácteas hidrolizadas (17).

 

En los casos en los que las fórmulas ampliamente hidrolizadas o de arroz hidrolizado no sean adecuadas o no logren controlar los síntomas, se recomienda el uso de fórmulas de aminoácidos. Estas fórmulas contienen proteínas en su forma más simple, lo que elimina por completo el riesgo de reacciones alérgicas y las convierte en la mejor opción para los pacientes con cuadros graves o múltiples alergias alimentarias (18).

 

Además de la sustitución de la leche de vaca con fórmulas especializadas, se ha explorado el uso de probióticos como estrategia para modular la respuesta inmune y mejorar la tolerancia a las proteínas lácteas. Algunas fórmulas han sido enriquecidas con probióticos, en particular con Lacticaseibacillus rhamnosus GG, con la hipótesis de que podrían favorecer la inducción de la tolerancia oral. Aunque algunos estudios han reportado resultados prometedores, todavía se requieren investigaciones adicionales para confirmar su eficacia y determinar su impacto a largo plazo en la resolución de la APLV (18).

 

En términos de estrategias para la inducción de la tolerancia oral, se ha propuesto un método escalonado basado en la reintroducción gradual de productos horneados que contienen leche. Esta aproximación ha mostrado tasas de éxito más altas en comparación con la evitación total, ya que permite que el sistema inmunológico se adapte progresivamente a las proteínas de la leche de vaca. Además, se ha observado una menor incidencia de reacciones anafilácticas en los niños sometidos a este protocolo, lo que sugiere que la exposición controlada puede ser una vía segura y eficaz para restaurar la tolerancia inmunológica (5).

 

Evolución y pronóstico:

 

La evolución natural de la alergia a APLV muestra que muchos niños experimentan una remisión espontánea con el tiempo, lo que permite la reintroducción de la leche de vaca en la dieta sin desencadenar reacciones adversas. Las tasas de remisión varían según la edad, con aproximadamente el 50% de los niños superando la alergia a los 3 años, porcentaje que aumenta al 75% a los 5 años y hasta el 90% a los 10 años, lo que sugiere una progresiva maduración del sistema inmunológico y una posible adaptación a la exposición a las proteínas lácteas (13).

 

Uno de los factores clave que parecen influir en la resolución de la APLV es la composición de la microbiota intestinal. Se ha observado que la presencia de determinados microorganismos, como las bifidobacterias, está relacionada con una mejor regulación de la respuesta inmune y una mayor probabilidad de alcanzar la tolerancia. De hecho, un perfil microbiano equilibrado favorece un ambiente inmunológico menos reactivo, lo que podría explicar por qué algunos niños presentan una resolución más rápida de la alergia en comparación con otros (1).

 

Además de los factores biológicos, las estrategias de manejo dietético han demostrado ser fundamentales en la promoción de la tolerancia. La introducción gradual de la leche de vaca mediante protocolos como la escala láctea ha mostrado ser una herramienta eficaz para facilitar la reintroducción alimentaria. Se ha reportado que los niños que siguen esta estrategia tienen mayores probabilidades de recuperar la tolerancia en comparación con aquellos que mantienen una evitación estricta y prolongada de la leche de vaca (5).

 

Otro enfoque prometedor es la inmunoterapia oral con leche horneada, la cual ha mostrado resultados positivos en la inducción de la desensibilización. Se ha documentado que la exposición controlada a proteínas lácteas en su forma horneada puede desencadenar cambios inmunológicos favorables, como el aumento de los niveles de IgG4 y la expansión de células T reguladoras, lo que facilita la tolerancia inmunológica y reduce la intensidad de las reacciones alérgicas (4).

 

El seguimiento clínico periódico es esencial para evaluar la evolución de la alergia y determinar el momento adecuado para realizar pruebas de provocación oral controladas. La alimentación oral controlada sigue siendo el método estándar para reevaluar la adquisición de la tolerancia y ajustar las estrategias de tratamiento en función de la respuesta del paciente (5).

 

Dado el continuo desarrollo de nuevas estrategias terapéuticas y el avance en la comprensión de la modulación inmunológica, la implementación de controles regulares es fundamental para monitorear la seguridad y la eficacia de las intervenciones, minimizando los riesgos asociados a reacciones adversas. La combinación de un adecuado manejo dietético, la modulación de la microbiota y el uso de inmunoterapia emergen como herramientas clave para favorecer la resolución de la APLV y mejorar la calidad de vida de los pacientes afectados (4).

 

Conclusiones:

 

La alergia a la leche de vaca es el resultado de una interacción compleja entre el sistema inmunológico y la microbiota intestinal. Tanto los mecanismos mediados por inmunoglobulina E como los no mediados desempeñan un papel crucial en su desarrollo, con la barrera intestinal y el equilibrio microbiano como factores determinantes en la respuesta inmunitaria frente a los alérgenos alimentarios.

 

El diagnóstico adecuado, basado en la evaluación clínica y pruebas inmunológicas específicas, es esencial para diferenciar la alergia de otras afecciones con síntomas similares. El tratamiento debe adaptarse a cada paciente, incluyendo dietas de eliminación, fórmulas hipoalergénicas y, en ciertos casos, estrategias de inducción de tolerancia mediante la reintroducción controlada de leche.

La alergia a la leche de vaca tiende a resolverse con el tiempo en la mayoría de los casos, con una evolución favorable influenciada por la modulación de la microbiota y la exposición gradual a los alérgenos. Un manejo integral, que combine estrategias dietéticas, inmunológicas y de seguimiento clínico, resulta clave para mejorar la tolerancia y la calidad de vida de los pacientes afectados.

 

Referencias:

 

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