(AGPI-CL). Dentro de éstos, el aporte de ácidos grasos omega-3, en especial el ácido docosahexaenoico (DHA) es el que cobra mayor importancia ya que sumado a otros AGPI-CL, representan la tercera parte de todos los lípidos de la materia gris del cerebro.
El DHA es un componente esencial de las membranas celulares, especialmente en el cerebro y la retina y se incorpora al cerebro desde el embarazo y en la etapa inicial del recién nacido; se lo considera necesario para el desarrollo neurológico infantil, así como para el sistema visual; este último se completa a lo largo del primer año de vida. Un documento de consenso reciente, recomienda que la ingesta promedio de DHA debería ser de al menos 200 mg/día durante el embarazo y la lactancia. Para cubrir esta ingesta, se deben consumir una a dos porciones de pescado de mar por semana, sobre todo de pescados azules, que son buena fuente de ácidos grasos omega-3.
Durante el primer año de vida del niño, las fuentes de AGPI-CL incluyen la leche materna o preparados de continuación enriquecidos con AGPI-CL y alimentos complementarios, tales como el huevo y los pescados grasos. Con la introducción de alimentos complementarios, los niños consumen menos leche materna o de fórmula, y la ingesta dietética total de AGPI-CL puede disminuir a menos que los alimentos introducidos contengan AGPI-CL por lo que sería recomendable regular la ingesta de yema de huevo, pescado, hígado u otros alimentos fortificados con AGPI-CL.
Guías alimentarias americanas publicadas en el 2005, recomiendan que la ingesta total de grasa para niños de 2 a 3 años de edad debe encontrarse entre el 30 y 35% de calorías, y para niños y adolescentes (de 4 a 18 años) entre el 25 y 35% de las calorías totales, con la mayoría de las grasas provenientes de fuentes de grasas poliinsaturadas y ácidos grasos monoinsaturados, tales como pescado, nueces, y aceites vegetales pero no se especifican cantidades precisas. El suministro subóptimo de otros nutrientes durante la etapa pre y pos-natal, por ejemplo yodo y hierro, pueden afectar el desarrollo neurológico. El yodo es un componente esencial de al menos dos hormonas tiroideas necesarias para el neurodesarrollo; la deficiencia de hierro puede retrasar significativamente el desarrollo del sistema nervioso central. Algunas vitaminas como las del complejo B, la vitamina D y el colesterol también pueden ser importantes en el desarrollo cerebral del feto.
- La leche materna como alimento funcional
En el período neonatal precoz, la mayor influencia del medio ambiente sobre el desarrollo neurológico es la nutrición y lo más beneficioso, es la leche materna. El calostro y la leche madura contienen gran cantidad de factores que promueven la adaptación a la vida extrauterina. Hay cierta evidencia de que la lactancia tiene efectos positivos sobre la salud en la edad adulta. La leche humana no sólo consiste en nutrientes, como proteínas, lípidos, carbohidratos, minerales, vitaminas y oligoelementos que son de vital importancia para satisfacer las necesidades nutricionales de los lactantes y garantizar el crecimiento y desarrollo normales, sino que a su vez también contiene numerosos componentes relacionados con la inmunidad que protegen a los lactantes contra las infecciones invasivas. Contiene diversas clases de inmunoglobulinas, como IgG1, IgG2, IgA e IgM. Se ha demostrado que estas inmunoglobulinas son activas y que aglutinan bacterias, neutralizan toxinas e inactivan virus.
La IgA presente en la leche y el calostro protege frente a patógenos bacterianos, proporcionando una inmunidad pasiva en el neonato hasta que su barrera intestinal se encuentra funcionalmente madura. El componente secretor de la IgA es capaz de neutralizar virus y toxinas bacterianas. Los lípidos son de vital importancia durante este período por varias razones. En primer lugar, son una fuente importante de energía para apoyar el crecimiento apropiado; tanto en la leche materna como en las fórmulas infantiles el aporte de aproximadamente la mitad de sus calorías es en forma de grasa. Además, aportan AGPI-CL (como omega-3 y omega6) que son necesarios para el crecimiento y maduración normal de múltiples sistemas de órganos sobre todo, como se comentó anteriormente, para el cerebro y la retina; los bebés nacen con un sistema visual poco desarrollado, pero durante el primer año de vida, se desarrolla rápidamente. Hay estudios observacionales que encontraron que los niveles de DHA de la leche materna se correlacionaron positivamente con el desarrollo visual en los bebés alimentados con leche materna.
Dentro de las proteínas, la lactoferrina es una de las principales proteínas de la leche humana, constituyendo entre el 10 y el 30% de la proteína total que depende del estado de lactancia (ya que es mayor en el calostro que en la leche madura). La lactoferrina posee actividad antibacteriana, antifúngica, antiviral y antiparasitaria. La mayoría de las funciones de la lactoferrina están avaladas por estudios en niños, por lo que existe la tendencia general de adicionar lactoferrina a las fórmulas lácteas. Por su parte, la lisozima posee también actividad bacteriostática y antiviral, y actúa de manera sinérgica con la lactoferrina. En cuanto al contenido de pro y prebióticos, la leche materna contiene bacterias ácido lácticas y galactoligosacáridos (GOS) que favorecen el desarrollo de una flora bifidogénica.
Los lactantes alimentados a pecho, tienen una microbiota en la que predominan estas bacterias; el contenido de hidratos de carbono (lactosa, oligosacáridos) en la leche materna, es la explicación sobre el patrón diferente de colonización de bacterias intestinales entre los lactantes amamantados y los que reciben una fórmula infantil. La menor incidencia de infecciones gastrointestinales y otras infecciones en los lactantes alimentados con leche materna, puede estar en parte relacionados con la calidad de la flora intestinal. Entre las bacterias aisladas normalmente de la leche materna, existen algunas especies que se incluyen habitualmente entre las potencialmente probióticas. Los probióticos son definidos como bacterias vivas que colonizan el intestino y proporcionan un beneficio para la salud del huésped. Hay estudios recientes que han revelado que los Lactobacillus aislados de leche materna poseen un potencial probiótico similar o superior al de ciertas cepas de Lactobacillus de gran difusión comercial.
En general, las bacterias lácticas aisladas de leche materna parecen mostrar un gran potencial para adherirse a las mucosas y/o para producir sustancias antimicrobianas. La leche humana contiene también más de 130 oligosacáridos diferentes (en mayor concentración en el calostro que en la leche de transición y madura) cuya síntesis se inicia principalmente a partir de restos de lactosa. Los prebióticos son sustancias no digeribles por el ser humano y que, formando parte de los alimentos, pueden aportarle beneficios por estimulación selectiva del crecimiento y/o actividad de un grupo de bacterias intestinales.
Los oligosacáridos de la leche materna demostraron ser resistentes a la digestión enzimática en el tracto gastrointestinal superior, con lo que las proporciones no digeridas pueden servir como sustratos para la fermentación colónica y contribuir a la estimulación del crecimiento de Bifidobacterias en el colon quienes tienen efectos protectores contra infecciones entéricas. Se ha descripto también que podrían proteger a los niños contra las enfermedades diarreicas y quizás, contra las infecciones respiratorias y del oído medio. Inhiben la patogenicidad del Campylobacter jejuni, Vibrio cholerae y enteropatogenos como Escherichia coli y Streptococcus pneumoniae. A menudo, estos carbohidratos no digeribles son considerados como un modelo para la adición de prebióticos a los preparados para lactantes y preparados de continuación, aunque dada la complejidad de su estructura (entre otros factores) no es posible reproducir exactamente el componente de oligosacáridos de la leche materna para estos preparados. El objetivo deseable sería que la lactancia materna exclusiva durase alrededor de seis meses, pero la lactancia materna parcial, así como la lactancia materna por períodos más cortos de tiempo también son valiosas.