Inicio > Enfermería > Aproximación teórico-didáctica para el desarrollo humanista en la formación del profesional en Enfermería. Capítulo II. Contexto teórico referencial > Página 8

Aproximación teórico-didáctica para el desarrollo humanista en la formación del profesional en Enfermería. Capítulo II. Contexto teórico referencial

ofrecido a una persona en un entorno donde la tecnología es cada vez más sofisticada, como en las unidades de cuidado intensivo, necesita que la enfermera centre ante todo su atención en la persona para la que se han indicado las medidas especializadas.

La enfermera debe asegurar que la persona esté cómoda, se sienta segura, sea bien atendida y además está atenta a que los equipos de monitoreo funcionen correctamente. A pesar de un entorno complejo, la enfermera debe ofrecer un cuidado humanizado. Dar prioridad a la persona antes que a las rutinas de la organización del trabajo, si es necesario modifica el entorno para asegurar un cuidado de calidad y libre de riesgos. Una enfermera que conoce bien a la persona y su contexto de vida puede facilitar las interacciones y decisiones conjuntas con los otros profesionales de la salud y de los servicios con que se cuenta (Keeling y Ramos, 1995:65).

Otro aspecto de la Gestión del cuidado inherente a la práctica de Enfermería y que merece ser señalado, se trata de la colaboración intradisciplinaria que comprende la consulta entre colegas enfermeras, igual que la participación de enfermeras clínicas en el desarrollo de conocimientos y en la formación de futuras enfermeras. La colaboración intradisciplinaria puede tener un impacto importante en la continuidad y la calidad de los cuidados y es algo que poco realizamos las enfermeras. La identificación de enfermeras expertas y las consultas entre colegas enfermeras, los

conocimientos compartidos, refuerzan el potencial y la competencia del grupo profesional, mientras que los conocimientos celosamente guardados en un escritorio o en la mente de alguna enfermera experta no contribuyen a una práctica colaborativa de calidad. El punto de inicio de esta colaboración es reconocernos nosotras mismas como expertas y enriquecer de manera constante nuestros conocimientos y habilidades. A veces nos enfrentamos a situaciones complejas del cuidado y no encontremos respuesta a un problema, entonces es necesario que las enfermeras de servicio compartamos estos problemas y trabajemos en colaboración con las educadoras y las investigadoras de la disciplina, a fin de que en conjunto demos solución a las situaciones de cuidado individual o familiar que se presenten.

Por consiguiente, la enfermera clínica ocupa un lugar privilegiado para preguntar, poner en práctica los resultados de las investigaciones, recolectar nuevos datos y desarrollar sus habilidades en este terreno. Otra forma de enriquecer la gestión y la práctica es la participación en la formación de futuras enfermeras. Explicar ante un aprendiz el qué y el cómo del cuidado y compartir con él el progreso en la creación de un cuidado o en el acto de cuidar, favorecen la reflexión y el cuestionamiento y dan testimonio de una práctica profesional constantemente renovada.

Responsabilidad Ética en el Cuidado de Enfermería

Una mirada histórica al ejercicio de la Enfermería desde los orígenes de la humanidad evidencia que el cuidado de la vida y de la salud en sus dimensiones individuales y colectivas, son la esencia de la profesión; el cuidado en tanto la urdimbre de la Enfermería, ha trascendido los principios de la ley natural y la deontología y se ha adentrado en la convicción de la ética de responsabilidad.

Ahora bien, desde las culturas más primitivas con su saber instintivo, lo mismo que en las modernas y su saber científico y tecnológico y en las Sociedades organizadas por ley natural o por sistemas políticos y de regulación social post modernas; en todas ellas ha estado presente el cuidado de sí mismo y por extensión el

cuidado hacia los demás, sin importar las ideologías, religiones o sexo. La necesidad de proteger nuestra condición humana y normativa es una categoría que ha acompañado la existencia de los seres, mujeres y hombres, desde su génesis misma.

Se pretende en esta investigación y en esta sección del trabajo, mostrar la Enfermería como una profesión que se dedica al acto del cuidado, tanto en términos biológicos, sociales y humanísticos como normativos, y la responsabilidad ética que implica el mismo; esto es, la Enfermería como expresión que reivindica la fuerza moral que caracteriza la profesión.

De modo que, el ejercicio profesional de Enfermería tiene su expresión en el cuidado, como lo plantean las teoristas Watson y Benette entre otras, de igual manera lo comparte y retoma el Tribunal Nacional Ético de Enfermería, en el Proyecto de Ley por el cual se dictan disposiciones en materia de responsabilidad deontológica para el ejercicio profesional de Enfermería.

De acuerdo con la concepción deontológica, cuidar representa una variedad de intervenciones para conservar y mantener la vida, prevenir la enfermedad, participar en los cuidados de curación, rehabilitación, cuidados paliativos y alivio del dolor, que se inician y engloban en la comunicación y relación interpersonal humanizada; en razón a que es la persona, su vida, dignidad, historia social, necesidades y derechos, el sujeto de cuidado, la autenticidad, el respeto a la originalidad y credibilidad mutuas, la libertad, las actitudes de escucha y comprensión, la empatía para penetrar en la intimidad, el respeto a las prácticas culturales, creencias, costumbres y tradiciones, los modos de percibir el proceso salud-enfermedad, son características del cuidado.

Al respecto, Zarate (2004) expone que “cuidar es una experiencia de vida, de interacción recíproca e integral que guía el conocimiento y la práctica de Enfermería, que se fundamenta en las teorías y tecnologías y en los conocimientos actualizados de las Ciencias Biológicas, Sociales y Humanísticas” (p.51). De tal manera, cuidar exige una vivencia tanto individual como colectiva, cuidar es darse a los otros pero también darse a uno mismo. Es una vivencia puesto que es un acto y para que exista tal, debe

existir un agente que lo realice y otro u otros que lo reciben; cuidar es una experiencia que se escenifica en el mundo de la vida de una manera intencional.

Esto significa que, si bien el cuidado es preocupación biológica-somática, también es cierto que el cuidado trasciende los límites de la corporalidad para llegar a los terrenos de la moralidad y la solicitud; quien cuida además imprime en el cuidado parámetros de dignidad, de respeto, de confianza, entre otros, en la interacción cuidador-cuidado. Por su razón ontológica implica y compromete, en una ética de la responsabilidad, que trasciende la ética del mandato y la obediencia que genera una noción de ley natural; y la ética contractual que implica relaciones recíprocas de derechos y deberes frente a los valores de una sociedad.

Al respecto, Goldsborough (1969) define la responsabilidad como “la obligación moral que se acepta cuando se adquiere un compromiso, es