– Si se intentan hacer muchas cosas, se retrasará el traslado de la víctima. El papel del auxiliador no es el de reemplazar a los servicios sanitarios, sino que se ha de limitar a proporcionar aquellas medidas estrictamente necesarias para un adecuado transporte.
Sexto: Mantener al herido caliente.- Evitar, no obstante, un calor excesivo, manteniéndole a una agradable temperatura. Si hace frío, todo el cuerpo debe ser calentado; para ello lo conveniente será envolverlo en una manta.
Séptimo: No dar jamás de beber a una persona inconsciente.- En este estado no podrá tragar y habrá peligro de ahogamiento al penetrar el líquido en las vías respiratorias. Si la víctima conserva la consciencia y no presenta una herida profunda en el vientre, se le puede dar de beber, despacio, y sólo a pequeños sorbos. No darle alcohol, es preferible café o té caliente, sobre todo si hace frío.
Octavo: Tranquilizar a la víctima.- El accidentado está atemorizado. Hay que hablarle ya que está angustiado; el curso de su vida se ha visto truncado de forma brusca y padece por los que le acompañan o por su familia. Hay que tranquilizarle, calmar sus temores y levantarle el ánimo. Hay que decirle que hay gente cerca que se encargará de él, que los servicios de urgencias han sido avisados y que vendrán pronto. No se le debe dejar que vea su herida.
Noveno: No dejar nunca solo al accidentado.- El estado del mismo puede gravarse en cuestión de segundos.
Décimo: No medicar: esta facultad es exclusiva del médico.
Ilustración 1: Actuación en caso de accidente.

Fuente: Elaboración propia.
3. Terminología clínica
Antes de estudiar la forma de valorar el estado de un accidentado es preciso revisar una serie de conceptos que se van a repetir continuamente a lo largo de este curso. Estos son: signos, síntomas, pulso, tensión arterial, respiración y coloración del accidentado.
3.1. Signos y Síntomas
SÍNTOMA: Manifestación de una alteración orgánica o funcional detectable sólo por el paciente. (Por ejemplo: el dolor).
SIGNO: Manifestación de una alteración orgánica o funcional apreciable tanto por el paciente como por el observador. (Por ejemplo: convulsiones, deformación de un miembro…).
Es decir, los síntomas son subjetivos, mientras los signos son objetivos. Ambos van a proporcionar información sobre el estado del herido. Para conocer los síntomas se debe recurrir a un interrogatorio, mientras que para los signos se usará la exploración, esto es, inspección y palpación. La inspección permite valorar mediante la observación el estado general del herido, el color de su rostro, la deformidad de un miembro fracturado, la importancia de una quemadura, etc. Por la palpación se puede apreciar la frecuencia y regularidad del pulso, el dolor localizado en una contusión, etc. Finalmente, ciertos datos de exploración sólo se podrán obtener mediante el uso de aparatos auxiliares, tales como el termómetro, para medir la temperatura, o el esfigmomanómetro, para la toma de presión arterial
3.2. Signos vitales
RESPIRACIÓN
Es el intercambio gaseoso entre el organismo y la atmósfera; la respiración consta de dos fases: la inspiración y la espiración.
Durante la inspiración se introduce el oxigeno en los pulmones proveniente de la atmósfera y por la espiración se expulsa bióxido de carbono.
En la respiración además de los órganos del aparato respiratorio, intervienen la contracción de los músculos del tórax y los movimientos de las costillas. Por eso en caso de lesiones a este nivel, es primordial el control de este signo vital.
CIFRAS NORMALES DE LA RESPIRACIÓN
Hay factores que hacen variar el número de respiraciones, entre estos:
- El ejercicio: la actividad muscular conlleva un aumento temporal de la frecuencia respiratoria.
- El sexo: en la mujer la respiración tiende a ser más rápida que en el varón.
- La hemorragia: aumenta la respiración.
- La edad: a medida que se desarrolla la persona, la frecuencia respiratoria tiende a disminuir.
Cifras normales son:
- Niños de meses: 30 a 40 respiraciones por minuto.
- Niños hasta seis años: 26 a 30 respiraciones por minuto.
- Adultos: 16 a 20 respiraciones por minuto.
- Ancianos: menos de 16 respiraciones por minuto.
CONTROL DE LA RESPIRACIÓN
Para el control de la respiración, el auxiliador debe contar los movimientos respiratorios, tomando la inspiración y la espiración como una sola respiración:
- Colocar al herido en posición cómoda (acostado); en caso de vómito, con la cabeza hacia un lado.
- Desajustar las prendas de vestir. Comenzar entonces el control de la respiración observando el tórax y el abdomen, de preferencia después de haber tomado el pulso, para que el lesionado no se dé cuenta y evitar así que cambie el ritmo de la respiración.
- Calcular las respiraciones por minuto utilizando un reloj con segundero.
- Anotar la cifra para verificar los cambios y dar estos datos cuando lleve al herido al centro asistencial.
PULSO
Es la expansión rítmica de una arteria, originada por el paso de la sangre bombeada por el corazón. El pulso se controla para determinar el funcionamiento del corazón, sufre modificaciones cuando el volumen de sangre bombeada por el corazón es menor o cuando hay cambios en la elasticidad de las arterias; tomar el pulso es un método