Avances robóticos en la cirugía urológica: una década de progreso basado en la evidencia
Autor principal: Carlos Hugo Mora Cevallos
Vol. XX; nº 07; 319
Robotic Advancements in Urological Surgery: A Decade of Evidence-Based Progress
Fecha de recepción: 6 de marzo de 2025
Fecha de aceptación: 8 de abril de 2025
Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XX. Número 07 Primera quincena de abril de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 07; 319
Autores:
- Carlos Hugo Mora Cevallos, Médico Urólogo, Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa, Servicio de Urología, Zaragoza, España
- Veronica Alexandra Villa Ayala, Médico Nefróloga, Hospital Universitario Miguel de Servet, Servicio de Nefrología, Zaragoza, España
- Jerson Andres Alvarado Zelaya, Médico Nefrólogo, Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa, Servicio de Nefrología, Zaragoza, España
- Pablo Estuardo López Gómez, Médico Hematólogo, Hospital de Barbastro, Servicio de Hematología, Zaragoza, España
- Wendy Valeria González Sacoto, Médico Endocrinóloga, Hospital de Barbastro, Servicio de Endocrinología, Zaragoza, España
Resumen
La cirugía robótica se ha convertido en un pilar fundamental de la práctica urológica contemporánea en la última década. Gracias a la mayor precisión, visión ampliada y ergonomía mejorada que ofrecen los robots quirúrgicos, se han facilitado procedimientos complejos al tiempo que se reduce la morbilidad y el período de hospitalización. Inicialmente, el enfoque robótico se popularizó a través de la prostatectomía radical para el cáncer de próstata localizado, pero su uso se ha extendido a la nefrectomía parcial, la cistectomía radical, la adrenalectomía y diversas cirugías reconstructivas.
La evidencia científica señala que la cirugía robótica ofrece beneficios notables en comparación con la cirugía abierta tradicional, como una menor pérdida de sangre, estancias hospitalarias más cortas y, en muchos casos, una recuperación posoperatoria más rápida. Varios metanálisis han confirmado que la prostatectomía radical asistida por robot logra resultados oncológicos comparables a la cirugía abierta, con mejoras en aspectos funcionales como la continencia urinaria y la potencia sexual. En el ámbito renal, la nefrectomía parcial asistida por robot permite resecar tumores con menor tiempo de isquemia, contribuyendo a preservar la función del riñón. Los estudios sobre la cistectomía radical robótica, especialmente con derivación urinaria intracorpórea, evidencian una convalecencia más corta y menos complicaciones de la herida quirúrgica, sin sacrificar el control oncológico.
A pesar de estas ventajas, persisten desafíos. Los elevados costos de adquisición y mantenimiento de los sistemas robóticos pueden sobrecargar los presupuestos sanitarios, y su costo-efectividad continúa siendo materia de debate, especialmente en entornos con recursos limitados. Además, existe una curva de aprendizaje significativa que exige programas de formación estructurados para que los cirujanos dominen la tecnología de manera segura y eficaz. Sin embargo, las innovaciones en curso, como las plataformas de puerto único y la integración de imágenes avanzadas, apuntan a mejorar el acceso y la calidad de la cirugía robótica.
En suma, la última década ha afianzado la cirugía robótica como una herramienta fundamental en urología, respaldada por sólida evidencia clínica. Su desarrollo continuo resulta clave para abordar las limitaciones económicas y optimizar la atención quirúrgica en este campo.
Palabras clave
cirugía robótica, urología, prostatectomía, nefrectomía, cistectomía
Abstract
Robotic surgery has rapidly evolved into a cornerstone of contemporary urological practice over the past decade. With increased precision, enhanced visualization, and improved ergonomics, surgical robots have facilitated complex procedures while reducing morbidity and hospitalization times. Initially popularized through radical prostatectomy for localized prostate cancer, robotics has expanded to include partial nephrectomy, radical cystectomy, adrenalectomy, and various reconstructive interventions.
Evidence consistently shows that robotic approaches offer significant benefits compared to traditional open surgery, including decreased blood loss, shorter hospital stays, and, in many cases, faster postoperative recovery. Several meta-analyses have confirmed that robotic radical prostatectomy achieves comparable oncological outcomes to open surgery, while often improving functional results such as urinary continence and sexual potency. In the realm of kidney surgery, robotic partial nephrectomy enables precise tumor excisions with reduced ischemia times, contributing to kidney function preservation. Studies on robot-assisted radical cystectomy, particularly those performing intracorporeal urinary diversion, report shorter convalescence and fewer wound-related complications without compromising oncological control.
Despite these advantages, challenges remain. The high acquisition and maintenance costs of robotic systems can strain healthcare budgets, and their cost-effectiveness is still debated, especially in settings with limited resources. Furthermore, there is a significant learning curve, requiring structured training programs for surgeons to master the technology safely and efficiently. Nonetheless, ongoing innovations—such as single-port platforms, advanced imaging integration, and emerging robotic systems—promise to broaden access while refining surgical techniques.
Overall, the last ten years have cemented robotic surgery as a powerful tool in urology, supported by robust clinical evidence. Continued research is crucial for addressing cost concerns, refining surgical skills, and expanding robotic applications to increasingly complex cases. With technological progress and rigorous evaluation, robot-assisted procedures are likely to remain at the forefront of urological surgical practice.
Keywords
robotic surgery, urology, prostatectomy, nephrectomy, cystectomy
Introducción:
La adopción de la cirugía asistida por robot ha supuesto un cambio de paradigma en la urología en las últimas dos décadas los sistemas quirúrgicos robóticos (principalmente el sistema da Vinci, introducido a inicios de los 2000) permiten realizar procedimientos mínimamente invasivos con visión tridimensional ampliada y brazos instrumentales articulados que mejoran la destreza del cirujano en espacios reducidos. (1)
En el campo urológico, la cirugía robótica se ha expandido rápidamente; inicialmente revolucionó el tratamiento quirúrgico del cáncer de próstata con la prostatectomía radical asistida por robot, y posteriormente se ha aplicado a nefrectomías parciales, cistectomías radicales y otros procedimientos complejos. En la última década, su uso se ha generalizado a tal punto que en algunos países la mayoría de las prostatectomías se realizan mediante abordaje robótico (por ejemplo, en EE.UU. ~67% de las prostatectomías radicales ya eran robóticas en 2010)(1-2).
Esta evolución ha estado motivada por los potenciales beneficios clínicos de la técnica robótica –menor sangrado intraoperatorio, estancias hospitalarias más cortas y recuperación más rápida– frente a la cirugía abierta convencional. Asimismo, la robótica ha permitido superar limitaciones de la laparoscopia pura (como la dificultad para suturar intracorpóreamente), facilitando cirugías complejas de preservación de órganos con mayor precisión. Pese a su coste elevado y la falta inicial de evidencia de superioridad absoluta, la demanda de procedimientos robóticos ha crecido apoyada en resultados perioperatorios favorables y la percepción de que la tecnología avanzada brinda mejores cuidados.
En consecuencia, el uso de robots en cirugía urológica se ha consolidado y continúa en expansión, con mejoras tecnológicas constantes (nuevas generaciones de robots, sistemas de puerto único, integración de imagen de realidad aumentada, etc.) que buscan optimizar los resultados quirúrgicos. El objetivo de esta revisión es analizar la literatura científica de los últimos 10 años sobre cirugía urológica robótica, destacando la evidencia disponible en cuanto a avances tecnológicos, beneficios clínicos, limitaciones y comparaciones con las técnicas tradicionales(1-2)TABLA 1.
Metodología:
Se realizó una búsqueda bibliográfica exhaustiva de estudios publicados entre 2013 y 2023 utilizando las bases de datos PubMed, Scopus y Web of Science. Se emplearon combinaciones de términos en inglés equivalentes a “cirugía robótica”, “urología” y nombres específicos de procedimientos urológicos (por ejemplo, roboticsurgery, urology, prostatectomy, partialnephrectomy, cystectomy, etc.), filtrando por tipo de estudio. Se priorizaron artículos originales revisados por pares, en particular revisiones sistemáticas, metanálisis, ensayos clínicos aleatorizados y estudios observacionales comparativos relevantes para el uso de robots en cirugía urológica. Como criterios de inclusión se consideraron estudios que evaluaran resultados clínicos, perioperatorios o evolutivos de procedimientos urológicos asistidos por robot (ya fuera en pacientes oncológicos o benignos), comparándolos preferentemente con técnicas tradicionales (cirugía abierta o laparoscópica) o analizando avances dentro de la cirugía robótica. Se excluyeron expresamente los artículos de opinión, editoriales, cartas al director y comunicaciones breves que no aportaran datos clínicos, así como estudios duplicados o con poblaciones ya analizadas en otras publicaciones de mayor calidad.
No se aplicó restricción de idioma en la búsqueda, aunque la mayoría de la literatura relevante se encontró en inglés. Tras la identificación inicial de títulos, se revisaron los resúmenes para seleccionar aquellos estudios pertinentes, obteniendo luego el texto completo de los incluidos. La información de cada artículo fue extraída de forma independiente, poniendo especial atención en los resultados (parámetros perioperatorios, funcionales y oncológicos), los detalles técnicos (p. ej., tipo de plataforma robótica, innovaciones empleadas) y las conclusiones principales. Esta revisión sintetiza los hallazgos de las evidencias más destacadas, con un énfasis en la consistencia de los resultados entre estudios y en las tendencias generales observadas en la última década.
Resultados y Discusión:
El cáncer de próstata localizado fue la primera indicación urológica en adoptar ampliamente la cirugía robótica. Numerosos estudios comparativos han evaluado la prostatectomía radical asistida por robot (RARP) frente a la prostatectomía abierta convencional. En términos oncológicos, la evidencia indica que ambos enfoques logran resultados similares en control del cáncer a largo plazo. Las tasas de márgenes quirúrgicos positivos son comparables entre la cirugía robótica y la abierta en manos experimentadas, y la supervivencia libre de recurrencia bioquímica a mediano plazo no difiere significativamente. Donde la técnica robótica muestra ventajas es en los resultados perioperatorios y funcionales(3-4).
Metanálisis recientes han encontrado que la RARP se asocia con menor pérdida sanguínea intraoperatoria, menor necesidad de transfusiones y estadías hospitalarias más cortas en comparación con la prostatectomía abierta.Asimismo, la tasa global de complicaciones posoperatorias suele ser inferior con abordaje robótico.Un estudio de cohorte poblacional con datos de SEER-Medicare en EE.UU. reportó que las prostatectomías mínimamente invasivas (laparoscópicas o robóticas) presentaron menos complicaciones respiratorias, menos complicaciones quirúrgicas y menor incidencia de estenosis de anastomosis uretral que la cirugía abierta. Por otro lado, en cuanto a la recuperación funcional tras la prostatectomía (principalmente la continencia urinaria y la potencia sexual), la mayoría de series comparativas favorecen al enfoque robótico(5-6).
Una revisión sistemática que incluyó más de 4500 pacientes encontró que a 12 meses de la cirugía la RARP se asoció con menor riesgo de incontinencia urinaria y mayor tasa de recuperación de la función eréctil en comparación con la prostatectomía abierta, aunque con heterogeneidad moderada entre estudios. Es probable que la visión magnificada en 3D y la mayor precisión del robot faciliten técnicas de preservación nerviosa, traduciéndose en mejores resultados funcionales.
No obstante, algunos ensayos clínicos aleatorizados han matizado estos hallazgos, al no encontrar diferencias funcionales significativas a corto plazo entre ambas técnicas cuando la cirugía es realizada por cirujanos expertos. En general, la prostatectomía robótica ofrece al menos resultados equivalentes a la abierta en control oncológico, con beneficios en la reducción de complicaciones y una recuperación más rápida de la continencia, a costa de un mayor costo económico y usualmente un tiempo operatorio más prolongado durante la curva de aprendizaje inicial. Conviene destacar que con la experiencia acumulada en la última década, muchos centros han logrado optimizar los tiempos quirúrgicos con robot y reducir la brecha de costos mediante el alto volumen de procedimientos. La RARP se ha convertido en la técnica de elección para la mayoría de pacientes operables de cáncer de próstata en centros terciarios, siempre evaluando caso por caso las comorbilidades y recursos disponibles (7-8).
La nefrectomía parcial para tumores renales pequeños es otro ámbito de la urología que ha sido transformado por la robótica. Tradicionalmente, la nefrectomía parcial laparoscópica presentaba importantes desafíos técnicos (especialmente la sutura de reconstrucción renal bajo isquemia) y una pronunciada curva de aprendizaje. En los últimos 10 años, la adopción de la nefrectomía parcial asistida por robot (RAPN) ha crecido exponencialmente, hasta convertirse en el estándar contemporáneo para cirugía renal conservadora de nefronas. Diversos estudios comparativos respaldan esta transición. En comparación con la nefrectomía abierta clásica, la técnica robótica logra mejores desenlaces perioperatorios manteniendo una eficacia oncológica equivalente. Un metanálisis reciente que incluyó más de 17.000 pacientes reportó que la RAPN se asocia con menor pérdida de sangre intraoperatoria, menor incidencia de transfusiones, menos complicaciones perioperatorias y una estancia hospitalaria más corta que la nefrectomía parcial abierta(1-2).
Además, la cirugía robótica demostró ventajas en parámetros de preservación renal: las tasas de márgenes quirúrgicos positivos fueron más bajas con técnica robótica y la disminución posoperatoria del filtrado glomerular fue menor, lo que sugiere un mejor ahorro de nefronas. No se observaron diferencias significativas en la supervivencia cáncer-específica a 5 años entre la RAPN y la cirugía abierta, confirmando que el control oncológico a mediano plazo es similar. Por otra parte, al comparar la nefrectomía parcial robótica con la laparoscópica pura, también se evidencian beneficios de la robótica, especialmente en casos complejos. Una revisión sistemática enfocada en tumores renales de mayor complejidad (nephrometry score ≥7) mostró que la RAPN logró tiempos de isquemia cálida significativamente más cortos que la laparoscopia, lo que redunda en mejor preservación de la función renal posquirúrgica. En esa revisión, la técnica robótica también tuvo menor tasa de conversiones a nefrectomía radical (es decir, permitió completar más frecuentemente la cirugía conservadora aún en tumores difíciles) y menos complicaciones intraoperatorias que la vía laparoscópica. No hubo diferencias estadísticamente significativas entre RAPN y laparoscopia en variables como la pérdida sanguínea o las complicaciones postoperatorias mayores, indicando que ambas son seguras, pero la robótica facilita la ejecución en casos desafiantes. Es destacable que, pese a un tiempo quirúrgico total que puede ser algo mayor con el robot en algunos series, la robótica simplifica pasos clave como la sutura renal, mitigando la dificultad técnica. De hecho, autores señalan que la curva de aprendizaje de la nefrectomía parcial se acorta con la plataforma robótica en comparación con la laparoscopia convencional(9-10).
En resumen, la evidencia de esta década apoya que la RAPN ofrece resultados perioperatorios superiores (menos sangrado, menos isquemia, recuperación más rápida) manteniendo resultados oncológicos y funcionales excelentes, por lo que ha reemplazado a la técnica abierta en centros con disponibilidad de robot. Innovaciones adicionales, como el uso de imágenes de fluorescencia infrarroja (verde de indocianina) para delinear vasos y márgenes tumorales, o la planificación 3D virtual de la resección, se han incorporado durante la RAPN para maximizar la seguridad quirúrgica. Todo ello contribuye a que la cirugía robótica renal permita abordar tumores más grandes o de localización compleja (hiliares, endofíticos, múltiples, etc.) con intención conservadora, ampliando las indicaciones de la nefrectomía parcial más allá de lo que antes era posible con abordajes mínimos invasivos tradicionales(1-4).
La cistectomía radical con linfadenectomía pélvica y derivación urinaria es uno de los procedimientos urológicos más extensos y complejos. Su abordaje robótico comenzó a difundirse más lentamente que en próstata o riñón, pero en los últimos 10 años ha ganado terreno a medida que surgieron datos de seguridad oncológica y mejoras en resultados perioperatorios. Un hito importante fue el ensayo clínico aleatorizado fase III RAZOR, publicado en 2018, que comparó la cistectomía radical robótica vs. abierta en pacientes con cáncer de vejiga infiltrante. Este estudio demostró no inferioridad oncológica de la cirugía robótica: la supervivencia libre de progresión a 2 años fue prácticamente idéntica entre el grupo robótico y el abierto (72,3% vs 71,6%, diferencia no significativa).
Dichos resultados confirmaron que la cistectomía asistida por robot logra un control del cáncer equivalente al método convencional en el seguimiento a corto-medio plazo. Adicionalmente, se observaron ventajas perioperatorias con la técnica robótica, particularmente cuando se realiza una derivación urinaria intracorpórea (es decir, la reconstrucción del conducto ileal o neovejiga dentro del abdomen robóticamente). En 2022 se reportaron los hallazgos del ensayo randomizadomulticéntricoiROC (Realización Intracorpórea vs abierta de la Cistectomía), los cuales mostraron que la cistectomía radical robótica con derivación intracorpórea conllevó una recuperación inicial algo mejor que la abierta(1-2).
Específicamente, los pacientes operados con robot pasaron más días vivos fuera del hospital en los primeros 90 días post-cirugía (mediana 82 días vs 80 días en el grupo abierto, diferencia ajustada de ~2 días, p = 0,01). Además, en el grupo robótico se registraron menos complicaciones postoperatorias tempranas: la incidencia de eventos tromboembólicos (como trombosis venosa o embolia pulmonar) y de complicaciones de herida quirúrgica fue significativamente menor con cirugía robótica que con abierta (1,9% vs 8,3% de tromboembolismo; 5,6% vs 16,0% de complicaciones de herida). También la calidad de vida a las 4–6 semanas de la intervención fue superior en el grupo robótico, con menor grado de discapacidad temporal reportado. Importante es que estos beneficios no parecieron mantenerse más allá de los primeros meses, y las tasas de recurrencia del cáncer y supervivencia global a ~18 meses fueron equivalentes entre ambos brazos(4-2).
Con base en estos datos, los investigadores concluyen que la técnica robótica con derivación intracorpóreamejora ciertos desenlaces perioperatorios a corto plazo frente a la cistectomía abierta, si bien la relevancia clínica de algunas diferencias (ej. 2 días más fuera del hospital) puede ser modesta. Más evidencia proviene de estudios poblacionales recientes: un amplio estudio de registro nacional en Suecia (2011–2018, n=~3.000) comparó cistectomías abiertas vs robóticas con análisis de propensión, hallando que la cirugía robótica se asoció con menor mortalidad posoperatoria y mejores resultados perioperatorios. En ese estudio, la cistectomía asistida por robot mostró una reducción marcada en la pérdida sanguínea intraoperatoria (mediana ~150 mL vs 700 mL en abierta) y en la tasa de transfusiones necesarias. Igualmente, la estancia hospitalaria fue más corta (mediana 9 días vs 13 días) y las complicaciones severas (Clavien ≥ III) a 90 días ocurrieron con menor frecuencia en el grupo robótico (OR ~0,6; p<0,01). Por otro lado, se observó que la tasa de reingreso hospitalario a 90 días fue ligeramente superior tras cirugía robótica (quizá reflejando un alta más temprana o manejo más ambulatorio de algunas complicaciones)(4-2) .
En conjunto, estos hallazgos sugieren que la cistectomía radical robótica (especialmente cuando se optimiza realizando la derivación urinaria dentro de la misma cirugía robótica) puede ofrecer beneficios perioperatorios importantes: menos sangrado, menor morbilidad de herida y recuperación algo más rápida, sin comprometer la eficacia oncológica. Sin embargo, la diferencia en resultados a largo plazo (supervivencia cáncer-específica, calidad de vida duradera) entre la técnica robótica y la abierta no está claramente establecida aún y está siendo investigada con seguimientos más prolongados. Dado que la cistectomía es un procedimiento complejo, su abordaje robótico conlleva una curva de aprendizaje significativa; los mejores resultados publicados provienen de centros de alto volumen con gran experiencia en cirugía mínimamente invasiva. Se requieren más datos de costo-efectividad y resultados a largo plazo, pero la tendencia en esta década ha sido una creciente adopción de la cistectomía robótica en centros especializados, apoyada por las evidencias de menor morbilidad perioperatoria.
Además de los procedimientos oncológicos mayores, la tecnología robótica se ha aplicado en diversos campos urológicos con resultados prometedores. En la cirugía reconstructiva renal, por ejemplo, la pieloplastia asistida por robot para la obstrucción de la unión pieloureteral se ha convertido en una técnica preferida en centros pediátricos y de adultos jóvenes, ofreciendo altas tasas de éxito similares a la cirugía abierta pero con menor dolor postoperatorio y cicatrices más pequeñas. Otra área de expansión ha sido la cirugía de trasplante renal asistido por robot. En el ámbito del donante vivo, múltiples centros han implementado la nefrectomía del donante por vía robótica, reduciendo la morbilidad de la extracción del injerto. Estudios recientes indican que la nefrectomía laparoscópica totalmente robótica es segura tanto para riñones izquierdos como derechos, sin aumento de complicaciones al extraer el riñón derecho (históricamente menos preferido).
Esto sugiere que la robótica puede facilitar la donación renal al minimizar las diferencias técnicas entre lados. Asimismo, se han desarrollado técnicas de trasplante renal robótico en el receptor (implantación del injerto por cirugía robótica), reportándose éxito incluso en pacientes obesos en los que el abordaje abierto es más complejo. En cuanto a la cirugía suprarrenal, las adrenalectomías laparoscópicas son el estándar para tumores benignos y algunos malignos pequeños; sin embargo, la cirugía robótica también ha encontrado un rol. Una revisión sistemática y metanálisis mostró que la adrenalectomía robótica es igualmente efectiva y segura que la laparoscópica, con tiempos operatorios ligeramente mayores pero con ventajas potenciales en casos de tumores grandes o con ubicaciones difíciles. Centros de alto volumen han publicado series donde la adrenalectomía asistida por robot se realiza de forma exitosa incluso en masas suprarrenales desafiantes (por tamaño o invasión local), aprovechando la destreza fina del robot para disecar cerca de estructuras vasculares importantes.
Otra innovación es el abordaje retroperitoneal robótico, que permite acceder al riñón o glándula suprarrenal por detrás del peritoneo, reduciendo la necesidad de movilizar vísceras; plataformas robóticas nuevas han logrado realizar nefrectomías parciales retroperitoneales con éxito.
En la cirugía del cáncer testicular, tradicionalmente el vaciamiento ganglionar retroperitoneal (RPLND) posquimioterapia se hace abierta debido a su complejidad. En años recientes se han explorado series piloto de RPLND asistido por robot en pacientes seleccionados, con resultados alentadores. Por ejemplo, se han reportado linfadenectomías retroperitoneales robóticas unilaterales en tumores testiculares estadio II con tiempos de recuperación más rápidos y sin comprometer la resección adecuada de ganglios. Si bien estos casos aún son pocos y realizados en centros expertos, abren la puerta a manejar de forma mínimamente invasiva a pacientes jóvenes que podrían beneficiarse de menos complicaciones y reincorporación más pronta tras cirugía mayor. En resumen, el espectro de aplicaciones urológicas de la robótica se ha ampliado considerablemente en la última década: desde la extirpación de masas renales complejas preservando nefronas, hasta cirugías reconstructivas y procedimientos antes reservados a la cirugía abierta. Cada nueva indicación viene acompañada de evaluaciones rigurosas para asegurar que la tecnología aporta beneficios tangibles en resultados clínicos(5-6).
La evolución de la cirugía robótica en urología no solo se refleja en más procedimientos realizados, sino también en mejoras de la propia tecnología. En los últimos años se introdujeron sistemas robóticos de puerto único, como el modelo da Vinci SP, que permite operar a través de una sola incisión con todos los instrumentos, reduciendo aún más la invasividad. Este sistema, aprobado en 2018, ya ha sido utilizado en prostatectomías radicales con abordajes novedosos (por ejemplo, vía transvesical) mostrando resultados iniciales favorables. Paralelamente, han surgido nuevos competidores en el mercado de la robótica quirúrgica: plataformas multisistema como el Hugo™ RAS de Medtronic o el Versius de CMR Surgical han obtenido aprobación en diversos países. Experiencias iniciales con el robot Hugo en cirugía urológica (prostatectomías y cistectomías) indican factibilidad y resultados perioperatorios comparables al da Vinci, lo cual es prometedor para democratizar el acceso a la robótica a más hospitales en el futuro.
Otra línea de desarrollo es la integración de realidad aumentada e inteligencia artificial en el quirófano. Por ejemplo, ya se han reportado sistemas de guía visual 3D que, superpuestos a la vista del cirujano, destacan la localización de estructuras como los haces neurovasculares prostáticos o los límites tumorales, asistidos por algoritmos de inteligencia artificial. Estas herramientas podrían mejorar la toma de decisiones intraoperatorias, incrementando la precisión (p.ej., facilitando una disección más conservadora de nervios para preservar la función eréctil). Adicionalmente, la incorporación de imágenes de navegación y planificación preoperatoria en modelos tridimensionales (tipo IRIS™) ha comenzado a emplearse en nefrectomía parcial robótica, ayudando al cirujano a entender la anatomía tumoral específica antes de resecarla. En cuanto a la comparación con técnicas tradicionales, la cirugía robótica mantiene las ventajas inherentes de la laparoscopia (menor trauma parietal, menos dolor y recuperación rápida) y añade mejoras ergonómicas y de precisión.
Desde el punto de vista del paciente, los beneficios más consistentes de la robótica sobre la cirugía abierta que reporta la literatura de la última década incluyen: menor sangrado y menor riesgo transfusional, reducción del dolor postoperatorio y estancia hospitalaria, retorno más rápido a las actividades diarias, y en algunos casos mejor preservación de la función (como se ha visto en potencia sexual y continencia tras prostatectomía).
Frente a la laparoscopia convencional, la robótica ofrece resultados similares en manos expertas, pero ampliando las indicaciones y simplificando procedimientos complejos, lo que se traduce en tasas inferiores de conversión a cirugía abierta y en la posibilidad de realizar cirugías reconstructivas avanzadas que serían muy difíciles laparoscópicamente.
Sin embargo, no todo son ventajas: un punto crítico son los costes. Los sistemas robóticos implican una inversión capital muy alta y gastos de mantenimiento e insumos por caso significativamente mayores que la laparoscopia o la cirugía abierta convencional. Por ejemplo, en una comparación directa se calculó que cada prostatectomía radical asistida por robot tuvo un costo adicional aproximado de $5.600 dólares frente a la abierta en un centro con volumen inicial. Si bien este sobrecoste puede disminuir con el tiempo (debido a menores complicaciones o estancias más cortas), la relación coste-beneficio de la robótica sigue siendo objeto de debate, especialmente en sistemas de salud con recursos limitados. Otra limitación técnica de los robots actuales es la falta de retroalimentación háptica (sensación táctil), lo que obliga al cirujano a confiar únicamente en la visión para juzgar la fuerza de tracción o sutura, aumentando la dependencia de la experiencia. Afortunadamente, la mejora en la calidad visual y la experiencia adquirida han mitigado en parte este inconveniente, y se exploran tecnologías para reintroducir sensación táctil artificial en los mandos.
Respecto a la curva de aprendizaje, si bien la robótica facilita que cirujanos con poca experiencia laparoscópica adquieran habilidades avanzadas más rápidamente, sigue siendo imprescindible un entrenamiento formal y proctoring para alcanzar resultados óptimos. Estudios señalan que se requieren varias decenas de casos para dominar procedimientos complejos (por ejemplo, >30–50 casos para prostatectomía radical) incluso con soporte robótico. Por tanto, los beneficios de la robótica se manifiestan plenamente en centros de alto volumen y con programas de entrenamiento estructurados.
En síntesis, la cirugía robótica urológica en la última década ha consolidado sus fortalezas en eficacia y seguridad perioperatoria, al mismo tiempo que enfrenta desafíos en costos y difusión. Las mejoras tecnológicas en curso –competencia de nuevos sistemas, integración de guía por imagen, sistemas de aprendizaje automático– auguran una reducción de las limitaciones actuales y una potencial optimización adicional de los resultados.
Conclusión:
En los últimos 10 años, la cirugía robótica se ha incorporado firmemente al arsenal terapéutico de la urología, respaldada por un creciente cuerpo de evidencia científica. Los estudios revisados muestran que los procedimientos urológicos asistidos por robot, como la prostatectomía radical, la nefrectomía parcial y la cistectomía, ofrecen al menos una equivalencia en resultados oncológicos comparados con la cirugía abierta, y a menudo aportan mejorías en los desenlaces perioperatorios (menor morbimortalidad a corto plazo, recuperación más rápida y mejores resultados funcionales en ciertos contextos).
Estos beneficios han llevado a una adopción extensa de la robótica, convirtiéndola en el enfoque preferido para muchas cirugías urológicas electivas. Sin embargo, también se han identificado limitaciones importantes: el alto costo de los sistemas robóticos y su mantenimiento puede limitar su disponibilidad; asimismo, la necesidad de entrenamiento especializado y la curva de aprendizaje influyen en la difusión homogénea de la técnica.
No todos los estudios han encontrado ventajas absolutas de la robótica sobre las técnicas tradicionales, lo que subraya la importancia de seguir evaluando críticamente sus resultados a largo plazo, especialmente en oncología (supervivencia cáncer-específica, calidad de vida a varios años). De cara al futuro, es previsible que la cirugía robótica urológica continúe evolucionando y expandiéndose. Las líneas de investigación actuales incluyen el desarrollo de robots más accesibles y con retroalimentación sensorial, la incorporación de inteligencia artificial para ayudar en la toma de decisiones intraoperatorias, y nuevos ensayos clínicos aleatorizados de alta calidad que comparen directamente la robótica con la laparoscopia y la cirugía abierta en diversas indicaciones.
En conclusión, la evidencia de la última década respalda a la cirugía robótica como una herramienta eficaz y segura en urología, capaz de mejorar la experiencia quirúrgica del paciente. La combinación de avance tecnológico continuo y evaluación clínica rigurosa seguirá siendo esencial para optimizar su utilización, garantizar su costo-efectividad y ampliar sus fronteras hacia procedimientos cada vez más complejos en el campo urológico.
Anexo
Tabla 1: Tabla 1.Resumen de sistemas de cirugía robótica, fabricante, país y aprobaciones.
Sistema (Fabricante) | País origen | Aprobaciones (FDA=EE.UU.; CE=Europa; otros) |
da Vinci (Intuitive) | EE.UU. | FDA (2000); CE (~1999); Japón PMDA; usado mundialmente |
Senhance (Asensus) | EE.UU./Italia | FDA (2017, indicaciones laparoscopia general/gineco); CE (2014); Japón (2019) |
Versius (CMR Surgical) | Reino Unido | CE (2019); Australia TGA (2020); India (2019, uso clínico); FDA (2024 de novo) |
Hugo RAS (Medtronic) | EE.UU. | CE (2021, uro/gineco; 2022 general); Canadá (2022); LatAm/Asia (pilotos); No FDA aún |
Ottava (J&J Ethicon) | EE.UU. | En desarrollo (sin aprobar) |
Enos (Titan Medical) | Canadá | En desarrollo (sin aprobar) |
Revo-i (Meere) | Corea del Sur | Corea (2017); No CE/FDA |
Hinotori (Medicaroid) | Japón | Japón PMDA (2020); No CE/FDA |
Avatera (Avateramedical) | Alemania/Suiza | CE (2019); No FDA aún |
Toumai (MicroPort) | China | China NMPA (2022); CE (2024); Brasil ANVISA (2023); No FDA aún |
Remebot (Beijing Baihui) | China | China NMPA (2018 neuro; 2021 odonto); No CE/FDA |
Mako (Stryker) | EE.UU. | FDA (2006 inicial; vigente); CE (sí); usado global en 40+ países |
SSi Mantra (SS Innovations) | India | India CDSCO (2022); Indonesia, Guatemala (2023); No FDA/CE aún |
Referencias
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Declaración de buenas prácticas:
Los autores de este manuscrito declaran que:
Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses. La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS). El manuscrito es original y no contiene plagio. El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista. Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados. Han preservado las identidades de los pacientes.