constitución para volverse eficaz.
En la mayoría de los casos es posible imaginar una «serie complementaria», según se la llama, en la cual las intensidades decrecientes de un factor son compensadas por las crecientes del otro, pero no hay fundamento alguno para negar la existencia de casos extremos en los cabos de la serie. Lo que tenemos aquí, dice Freud, no es sino una de las tan a menudo mencionadas relaciones de complementariedad; en verdad, es la más extraña de todas las que hemos conocido. Y entonces formulamos un interrogante
¿No habrá también una determinación instintiva que permanece latente y hace su aparición en la senescencia activado por una moción temporal, qué puede o no encontrase con la vivencia, con el nieto de la realidad exterior? Freud, (1918b,) p.110, dice que el factor hereditario es admisible, «[…] cuando el psicoanálisis, obedeciendo al correcto itinerario de instancias, cae sobre la pista de lo heredado tras irrumpir por el estrato de lo adquirido individualmente […]». ¿Podemos admitir como imperativos categóricos, como impresiones de la cultura, el deseo del nieto?, y en éste caso ¿ésta razón adquirida no será la expresión de la pulsión de autoconservación? Freud, (1918b), sostiene que el instinto tiene su influencia sobre los componentes de la vida sexual.
Pero en todo caso el operativo es el procesamiento del fragmento de la conservación de la especie integrante de Eros. Comenzando como espacio psíquico se manifiesta luego con mayor vitalidad, (¿una pulsión?) y necesita de un objeto en la realidad para satisfacerse. O bien puede transmudarse en creatividad o sublimación, acorde a la disposición de cada cual. Surgen los nietos intelectuales, (políticos, artísticos, científicos). Así como al nacer aparece una pulsión de dormir, Freud, 1904b), ¿con el comienzo de la noción de finitud aparecería el deseo del nieto? O quizá el estrechamiento pulsional adquiere otra cualidad y la llamamos pulsión por el nieto, que denuncia a veces por su carácter pasional, que las fuentes no están agotadas. Es más, dice Freud, (1910c,) p. 124, que «[…] durante los primeros años de cumplidos los cincuenta […] no es raro que en el hombre la libido aventure todavía un enérgico empuje […] estratos todavía más profundos de su contenido anímico se vuelven otra vez activos […] en la oscuridad de la vejez que se aproxima […] su intelecto (se refiere a Leonardo), ya se había remontado hasta los supremos logros de una cosmovisión que dejaba atrás a su época […]».
Esta cita es para sustentar la posibilidad del advenimiento una nueva cosmovisión en la senescencia, que incluye la necesidad religiosa, el sentimiento oceánico, y la necesidad del nieto. Este se incluye en una representación grupo más complejas y abarcativa, que exige el desarrollo de ciertas funciones intrapsíquicas, que se refieren a un operador que conduce al yo de un tipo de configuración social más simple a otra más elaborada. Este es el papel de los iniciadores. Más bien podríamos inclinarnos a pensar que el proceso psíquico generado por el instinto, se desarrolla de manera independiente a la vivencia, y que el esfuerzo exige un reordenamiento de los estratos mnémicos y con ello el desarrollo de nuevas lógicas que serán conquistadas por el yo, (1920g.)
El espacio para el nieto, ¿develamiento instintivo?. Con el desarrollo, cada estrato mnémico reordena a los anteriores de un modo más complejo, en una teoría basada en la contrucción. Los criterios lógicos que imponen el reordenamiento pueden atribuirse en parte al instinto y en parte a la construcción. Es consecuencia de una elaboración de traumas imbricada con las actividades derivadas del empuje pulsional. El vínculo con el nieto se presenta primero como relación intrapsíquica del yo con las representaciones, y sólo luego con personas del medio.
En nuestro caso, puede expresarse como la simpatía o la «adopción» de nietos sustitutos, o el desplazamiento en derivados como por ejemplo los animales domésticos. Se trata de representaciones preconscientes, que tienen el valor de una transacción entre los deseos edípicos revertidos, del narcisismo y de la conservación de la especie. Luego, por proyección, busca plasmarse en el mundo. Otros niños ajenos, pueden operar como una suerte de «iniciadores». De la misma manera que nuestros años infantiles, en que jugábamos con muñecos que sustituían el deseo de tener niños, estos nietos iniciadores nos encaminan hacia el nieto propio. El concepto de los iniciadores Freud lo mencionó fragmentariamente en varios trabajos, (1905e, 1908e, 1910h, 1918a, 1928b.) Este iniciador al nieto, ofrece una transacción entre la necesidad y la frustración de la realidad. Los remanentes de libido genital despertada, invisten la representación del objeto, para luego buscarlos en la exterioridad.
2- La preocupación por el envejecimiento con éxito. Concepto: fue definido en 1999 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como «el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen». Dicho concepto también fue adoptado por la segunda Asamblea Mundial del Envejecimiento, celebrada en 2002 en Madrid, El término «activo» se refiere a la participación continua de los adultos mayores en forma individual y colectiva, en los aspectos sociales, económicos, culturales, espirituales y cívicos, y no solamente a la capacidad para estar físicamente en lo laboral o participar en la mano de obra. Ahora bien, en el plano operativo, dicho concepto se refiere al empoderamiento de los adultos mayores en los aspectos biológicos, psicológicos y sociales en los que están inmersos, considerando cambios inherentes a la edad, riesgos ambientales y psicosociales, así como las medidas preventivas que pueden aplicar.
Envejecimiento con éxito y tercera edad, criterios.: El envejecimiento con éxito, es un concepto relativamente nuevo, sinónimo de otros conceptos tales como envejecimiento saludable activo, productivo, óptimo y positivo. Estos conceptos emanan de la variabilidad extraordinaria en las formas de envejecer que Rowe y Khan (1987, 1997) redujeron, sintéticamente, a tres: envejecimiento casual, patológico y con éxito. Con base en esta conceptualización de las formas de envejecer, el envejecimiento con éxito puede ser considerado como una variable categórica, pudiendo llegar a establecer, para una determinada población, que porcentaje de personas envejecen con éxito de la misma manera que se puede establecer la prevalencia de las personas mayores dependientes o de las que presentan un envejecimiento patológico.
El envejecimiento con éxito es considerado como un concepto multidimensional que abarca, trasciende y supera la buena salud y que está compuesto por un amplio conjunto de factores biopsicosociales; por ejemplo, Rowe y Khan lo definen con los siguientes