autocuidado y el bienestar, es decir calidad de vida.
La satisfacción de vida ha sido un gran punto de interés en la investigación gerontológico-social por más de 40 años, Aranda, J., y Vara, A. (2006) citan a George (1981) el cual define la satisfacción de vida como una medición cognitiva del ajuste entre los objetivos deseados y los actuales resultados de la vida. Implícito en este punto de vista está la noción de que la satisfacción de vida representa un resumen de la evaluación de las metas y logros, que rodea al curso de la vida entera; además agrega que la amplia literatura ha identificado un conjunto de factores que influyen en ella, involucrando la salud, el estatus económico y las relaciones sociales.
El autoconcepto desempeña un papel importante en el bienestar subjetivo a lo largo de todos los ciclos de vida según Herzog, Franks, Markus, y Holmberg (1998) citados por Vera, J., Domínguez, M., Laborín, J., Batista, F., Seabra, M. (2007). El autoconcepto suele definirse, como el conjunto de imágenes, pensamientos y sentimientos que el individuo tiene de sí mismo. Pensamientos y sentimientos que, consecuentemente, permiten diferenciar dos componentes o dimensiones de los mismos: los cognitivos y los evaluativos, según Rosenberg (1979) citado por Salvarezza, L. (1998). En lo que se refiere a la tercera edad, Corral y Ortiz (1990) citados por Vera, J., Domínguez, M., Laborín, J., Batista, F., Seabra, M. (2007), mencionan que ante las pérdidas biológicas, psicológicas y cambios sociales vividos por los adultos mayores, su autoconcepto puede verse alterado, siendo importante analizar la percepción de sí mismo durante esta etapa de la vida y observar su relación con el bienestar en la tercera edad.
Otro aspecto fundamental, y con el cual existe fuerte relación, es la interacción social que tenga el adulto mayor. La participación en los sistemas sociales tiende a disminuir en esta etapa, reforzando la marginación social y ocasionando la pérdida de satisfacción proveniente de este sistema. De esta manera, el proceso de socialización se ve afectado en esta etapa por la disminución inicial del contacto con familiares y amistades, relacionada con las limitaciones que aparecen a nivel de salud y que pueden perjudicar el contacto con otros; así lo destacan Durán, D., Orbegoz, L., Uribe, A., Uribe, J. (2007), además citan a Zapata (2001) el cual hace referencia que la interacción social se convierte en un factor de protección para la salud, teniendo en cuenta que ello implica vínculos estrechos con otros y un nivel de actividad constante. Además, genera el involucramiento en grupos sociales, permitiendo que el adulto mayor distribuya equilibradamente su tiempo, y contribuyendo así a mejorar su calidad de vida. La socialización en esta etapa permite estar en contacto con otros y desarrollar potencialidades a partir del mismo; igualmente, genera acciones que son necesarias para mejorar la calidad de vida.
Los ancianos en esta etapa de su vida, se enfrentan no sólo a cambios físicos o a cambios que involucran un deterioro cognitivo, sino que también es probable que manifiesten ciertos sentimientos de abandono o soledad. Berger, M. (2009). Como la tristeza, la cual se produce en respuesta a sucesos considerados como no placenteros y denota pesadumbre o melancolía. Se produce ante la pérdida de un deseo apremiante imposible de satisfacer. No siempre es negativa y algunas culturas ni siquiera tienen una palabra que la defina. Es más un estado de ánimo que una emoción aguda. Los desencadenantes son la separación física o psicológica, la pérdida o el fracaso, la decepción o la indefensión; así lo destaca Siverio, M. (2002).
También define la felicidad o alegría como, el estado de ánimo que permite que nos sintamos complacidos en la posesión de algún bien. Mantiene cierta estabilidad temporal, facilita la empatía, favorece el rendimiento cognitivo, la solución de problemas, la creatividad, el aprendizaje y la memorización. Siverio, M. (2002) además describe el temor o miedo como un sentimiento producido por un peligro, advierte de que se aproxima un daño físico o psicológico. Se inserta en las personas por medio del procedimiento de condicionamiento clásico. Para afrontar el miedo se utilizan diversos mecanismos entre los que se encuentran el escape, la evitación o la focalización de la atención. Otra características emocional importante de estudiar es el sentimiento de ira en el anciano; Siverio, M. (2002) la describe como una reacción de irritación, furia o cólera causada por la indignación y el enojo de sentir vulnerados nuestros derechos. Su campo semántico es amplio y también se la identifica como rabia, enojo, resentimiento, furia, exasperación, indignación, animosidad, irritabilidad, hostilidad, odio y violencia.
Se produce cuando nos sentimos heridos, engañados o traicionados. El afrontamiento puede ser por medio del ataque, autodefensa, control de la ira, ira centrípeta o ira centrífuga.
Bienestar Psicológico
Ortiz J., Castro M., (2009), destaca que es de interés conocer la trayectoria evolutiva del bienestar psicológico, con especial atención en los últimos años de vida, serán difíciles para las personas mayores, por estar caracterizados por pérdidas, amenazas y adaptación a nuevos estados psicosociales y físicos; estos acontecimientos pueden limitar la vida en términos cuantitativos y cualitativos. A pesar de estos impedimentos los ancianos se adaptan a todos estos nuevos cambios, replanteándose sus metas y desafíos, adaptándolas a sus nuevas capacidades sociales, psicológicas y físicas; es por esta razón que muchos de ellos informan altos niveles de bienestar, pues sus metas ya no son las misma de hace 10 años, lo que disminuye la frustración al fracaso cuando no se puede llegar a concretar las metas propuestas a esta edad.
Por otro lado, Díaz D., Rodríguez R., Blanco A., Moreno B., Gallardo I., Valle C., Dirk D. (2006) hacen referencia que mientras la tradición del bienestar subjetivo ha mostrado especial interés en el estudio de los afectos y la satisfacción con la vida, el bienestar psicológico ha centrado su atención en el desarrollo de las capacidades y el crecimiento personal, concebidas ambas como los principales indicadores del funcionamiento positivo. Buscando puntos de convergencia entre las diversas formulaciones con respecto al estudio del bienestar psicológico, Díaz D., Rodríguez R., Blanco A., Moreno B., Gallardo I.,