las mejores condiciones de protección del personal, equipos y lesionados.
La protección en estos casos incluye medidas pasivas (alarmas acústicas y visuales, elementos reflectantes en la uniformidad, cascos…) y activas (mantener la distancia de seguridad, desconexión de equipos eléctricos, prevención de incendios, explosiones o derrumbes…).
Es importante realizar una primera evaluación de riesgos sobreañadidos y la determinación de las rutas y accesos preferentes para posteriores apoyos.
CUARTA FASE: AISLAMIENTO Y CONTROL
Para prevenir nuevos accidentes sobreañadidos al siniestro, impedir el acceso de curiosos y espectadores y evitar la difusión, se acotará el lugar del evento, procediendo a balizar la zona.
Incluimos igualmente el obtener una valoración global de la situación así como la evaluación de nuestras posibilidades asistenciales. Una segunda inspección se hace precisa para dimensionar el alcance real del siniestro y hacer una estimación de las necesidades de apoyo sanitario o de otro tipo.
Una vez obtenida toda la información será transmitida al Centro Coordinador.
QUINTA FASE: TRIAGE
El Triage es la clasificación de los pacientes en el lugar del siniestro. Su objetivo es adecuar las posibilidades asistenciales surgidas, priorizar la actuación, determinar las técnicas de transporte necesarias así como el momento y el medio más idóneo de transporte de cada víctima.
Esta clasificación se realiza en función del número de lesionados, edad, gravedad, distancia y nivel de los hospitales, recursos sanitarios de la zona y medios de transporte disponibles.
Tras realizar el triage, todas y cada de las víctimas tendrán asignada una categoría en función de su criterio diagnóstico y riesgo terapéutico, del mismo modo, se le habrá colocado una etiqueta identificativa
SEXTA FASE: SOPORTE VITAL (BÁSICO Y AVANZADO)
Calificamos como soporte vital al conjunto de maniobras de reanimación indispensables que hacen posible la supervivencia de un paciente, evitando añadir nuevas lesiones. Las medidas inminentes irán encaminadas al control de una respiración y circulación efectivas.
El Soporte Vital puede escalonarse en tres niveles:
A) Soporte Vital Básico (SVB)
Maniobras que pretenden mantener una respiración y circulación eficaz o evitar su empeoramiento. No requieren equipamiento alguno, sólo personal entrenado.
B) Soporte Vital Avanzado (SVA)
Estas maniobras persiguen el restablecimiento de las funciones pulmonares y cardiovasculares o su estabilización. Necesitan equipamiento y personal específicamente formados para ellas.
C) Soporte Vital Avanzado Traumatológico (SVAT)
Este eslabón del soporte vital completa la atención a las víctimas con las siguientes medidas:
– Inmovilización y fijación de la columna: inmovilizadores cervicales, collarines, tablas espinales, colchón de vacío (ver figura 2)
– Tratamiento de lesiones que amenazan la vida: neumotórax abiertos, hemoneumotórax, drenajes pleurales…
– Prevenir la hipotermia: sábanas isotérmicas
– Tracción y alineamiento de las fracturas: férulas neumáticas
SÉPTIMA FASE: ESTABILIZACIÓN
Al conjunto protocolizado de actuaciones dirigidas a conseguir que las funciones ventilatorias y hemodinámicas de un individuo críticamente lesionado están aseguradas durante el tiempo de su traslado a un centro útil, lo denominamos estabilización.
Concluida la fase de Soporte Vital Avanzado (SVA), la víctima puede encontrarse estabilizada o requerir medidas adicionales (monitorización, tratamiento de posibles arritmias, drogas vasoactivas, sondaje gástrico y/o vesical…) antes o durante el transporte sanitario.
En determinadas ocasiones la estabilización prehospitalaria es imposible dadas las características de las lesiones, por lo que se efectuará el transporte inmediatamente al centro útil más próximo tras las maniobras de soporte vital.
OCTAVA FASE: TRANSPORTE
El traslado del paciente lo efectuaremos en el medio más adecuado, con personal cualificado y manteniendo ininterrumpidamente los cuidados que el paciente requiere.
No se debe iniciar un traslado sin haber contestado correcta y racionalmente las siguientes preguntas:
– ¿A dónde? El centro de destino será el centro útil para esa víctima según su patrón lesional, es decir, aquel que garantice su asistencia completa
– ¿Por dónde? Por la ruta más accesible, segura y confortable, que no siempre es la más corta
– ¿Cómo? Con las mejores garantías y soporte asistencial posible
– ¿Cuándo? Una vez resueltas racionalmente las anteriores cuestiones
Iniciaremos el transporte cuando el paciente se encuentre estabilizado, siempre que sea posible
El medio de transporte seleccionado entre los disponibles será aquel que asegure la continuidad de los cuidados para el nivel de gravedad de la víctima, ver figura 3.
NOVENA FASE: TRANSFERENCIA
Una vez llegados al centro útil, se hace necesaria e indispensable la entrega física, oral y documentada del paciente al médico receptor.
La transferencia del paciente supone el solapamiento de la asistencia prehospitalaria y hospitalaria sin fisuras ni interrupciones.
La transferencia debe quedar registrada en una ficha básica de emergencia que contenga: filiación del paciente, historia y patología que presenta, asistencia realizada, controles, incidencias, centro y facultativo receptor, equipo asistencial, fecha y hora.
La trasferencia puede