Inicio > Enfermería > Cuidado humanizado como esencia en el profesional de Enfermería > Página 3

Cuidado humanizado como esencia en el profesional de Enfermería

mismo autor agregar que debe haber un compromiso subyacente de valores y moral para cuidar y un deseo para hacerlo. Dentro de los valores que el profesional de Enfermería debe luchar por desarrollar para brindar un excelente cuidado, se encuentran muchos. En tal sentido, es importante resaltar los siguientes:

1.- Calidad considerada tanto, desde la vida personal como, profesional.

2.-La dedicación al trabajo permitirá prestar atención al mismo; cuidando el orden y adquiriendo tenacidad y constancia en los encargos que se le hagan, con lo cual siempre podrá vencer la pereza y evitar la improvisación en su quehacer.

3.-La alegría debe ser característica esencial del profesional de Enfermería. Ésta debe traducirse en el optimismo con el que desarrolle su trabajo, el buen humor que se esfuerce por desarrollar en los momentos en los que no sólo el paciente sino también sus compañeros de trabajo lo necesiten. (1)

Así mismo se hace referencia a los componentes del cuidado descritos por Mayeroff entre los cuales se encuentran: conocimiento, ritmos alternados, paciencia, sinceridad, confianza, humildad, esperanza y coraje. (2)

  1. Conocimiento: Para cuidar de alguien, debo conocer muchas cosas. Necesito conocer, por ejemplo, quién es el otro, cuáles son sus poderes y limitaciones, cuáles sus necesidades, y lo que conduce a su crecimiento; preciso saber cómo responder a las necesidades de él, y cuáles son mis propios poderes y limitaciones.
  2. Ritmos Alternados: No puedo cuidar apenas por hábito; debo ser capaz de aprender a partir de mi pasado. Veo cuantos comprenden mis acciones, si ayudé o no, y a la luz de los resultados, mantengo o modifico mi comportamiento de modo de poder ayudar mejor al otro.
  3. Paciencia: La paciencia es un componente importante del cuidado yo dejo al otro crecer en su propio tiempo y de su propia manera. Con paciencia, yo doy tiempo y por lo tanto posibilito al otro encontrarse a sí mismo en su propio tiempo.
  4. Sinceridad: En el cuidado soy sincero al intentar ser verdadero. Al cuidar de otro, debo ver al otro como él es y no como a mí me gustaría que fuese, o como siento que debe ser. Si voy a ayudar a otro a crecer, debo corresponder a sus necesidades de cambio. Pero además de ver al otro como él es, debo también verme a mí como yo soy. Soy sincero al cuidar, no por conveniencia, sino porque la sinceridad es parte integrante del cuidado.
  5. Confianza: El cuidado implica confiar en el crecimiento del otro en su propio tiempo y de su propia manera. Al cuidar de otra persona confío en que él va a errar y a aprender de sus errores.
  6. Humildad: El hombre que cuida es sinceramente humilde cuando se dispone a aprender más sobre el otro y sobre sí mismo, y sobre aquello que el cuidado comprende. Una actitud de no tener nada más que aprender es incompatible con el cuidado. La humildad también está presente al tomar conciencia de que mi cuidado específico no es de forma algún privilegiado. Lo que es significativo en última instancia no es si mi cuidado es más importante que su cuidado, pero sí que el hombre es capaz de cuidar y que tenga algo de que cuidar. La preocupación en saber cuál es el cuidado más valioso me desvía del cuidado.
  7. Esperanza: Existe la esperanza de que el otro crezca a través de mi cuidado. No debe ser confundido con la esperanza irrealizable ni con las expectativas infundadas. Tal esperanza es una expresión de plenitud del presente, un presente vivo con una sensación de posibilidades.

8.-Coraje: Confiar en el crecimiento del otro y en mi propia capacidad de cuidar me da coraje para lanzarme a lo desconocido, pero también es verdad que sin el coraje de lanzarme a lo desconocido tal confianza sería imposible.

Estas últimas características definidas por Mayeroff (2) y Ariza (1), como se pueden observar radicas en una series de aspectos tantos internos como externos que debe poseer el Profesional de Enfermería, para brindar cuidados humanizados de forma efectiva, como es la dedicación al trabajo, la alegría, conocimiento, paciencia, coraje, sinceridad, etc. Todos estos aspectos se derivan de tres ejes centrales; la vocación, los valores y el espíritu de cada Profesional de Enfermería, como se ha mencionado anteriormente, por lo que son las más aceptadas.

Es importante destacar que la parte espiritual tanto del Profesional de Enfermería como la del paciente, que abarca el cuidado de cuerpo, alma y espíritu. La sanación del alma, el sentirse libres de culpas, sin rencor y remordimientos, ayuda al confort del cuerpo a la recuperación de la salud o enfrentar la muerte sin

culpas o temor. Solo una palabra alentadora revive esperanzas, la sanación ayuda a vivir en paz sea en la vida terrenal o espiritual. Por tal motivo es imprescindible proporcionar ayuda espiritual al paciente, respetando sus creencias, religión, raza, en el inicio, trayectoria o final del padecimiento de su enfermedad.

Con respecto a este tema se hace referencia a las cuatros últimas concretizaciones del cuidado descritas por Boff Leonardo (3) presentándose un resumen de las misma.

  1. Cuidado con la cura integral del ser humano.

Propone la visión holística del cuidado que abarca cuerpo, alma y espíritu basándose en la medicina antigua y moderna, como un proceso que no sólo implica a la parte enferma, sino que incluye a la totalidad del ser humano.

  1. Cuidado de nuestra alma, los ángeles y los demonios interiores.

Entendiendo por ésta la capacidad de reflexión y autoconciencia surgida en el hombre como fruto del todo el proceso evolutivo. Es decir es la capacidad del individuo tanto enfermo como sano de buscar el perdón y la paz de su alma, cuerpo y espíritu en momentos cruciales de la vida. También implica aceptar las culpas y los errores cometidos.

  1. Cuidado de nuestro espíritu, los grandes sueños y Dios.

Aporta dos pruebas más para demostrarlo. La primera es que somos capaces de formularnos preguntas sobre nuestra esencia, nuestro lugar en el mundo, nuestro origen y nuestro fin en él. La segunda es que tenemos la habilidad de crear valores y símbolos.

  1. Cuidado de nuestra gran travesía, la muerte.

Entendiendo ésta no como el final del camino, sino como acontecimiento que forma parte de la existencia misma y que al liberarnos de las ataduras del espacio y del tiempo, podría permitirnos alcanzar una plenitud imposible de concebir mientras vivimos.

Esta concretizaciones del cuidado descritas por el filósofo y teólogo Boff Leonardo, son muy importantes anéxalas en el cuidado del Profesional de