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Cumplimiento de los cuidados y principios bioéticos a pacientes con duelo perinatal

vida, lo que convierte en pérdidas perinatales al embarazo ectópico, al aborto espontáneo o inducido, a la reducción selectiva, a la muerte de un gemelo en gestación, al feto muerto intraútero o intraparto, a la muerte del prematuro, a la del neonato, y también a los bebés nacidos con anomalías congénitas o y los hijos cedidos en adopción.

Entre los tipos de pérdida perinatal se encuentran:

1.- Aborto espontáneo: López (2011), lo define como la terminación natural del embarazo antes de que el feto sea viable. Se estima que entre el 15 y el 25% de los embarazos terminan en aborto, la mayoría de los casos antes de las 12 semanas de gestación. Aunque no siempre resulta traumática, la pérdida puede acompañarse de fenómenos de duelo, de intensidad y duración relacionada con la edad gestacional. El final del embarazo por aborto es una pérdida no reconocida social ni sanitariamente. Si no hay vida, tampoco hay muerte, ni duelo. (ob. Cit).

En este sentido, Moscarello (1989) describe los síntomas tras el aborto espontáneo, a los que deben añadirse los sentimientos de ineficacia que asolan a las madres, y su sensación de ser imperfectas o inadecuadas para gestar un bebé (defectus incubus). Adicionalmente, la mujer se siente traicionada por su propio cuerpo, como si algo fuera mal con su feminidad, generándose sentimientos de auto-reproche y culpabilidad. Afronta su desazón comentando reiterada y detalladamente lo sucedido. Le agrada leer sobre duelo y sentimientos y espera la misma respuesta de su pareja, por lo que si no la obtiene cree que a él no le importa tanto como a ella lo ocurrido. Busca el apoyo grupal, se solidariza con experiencias similares y pierde interés por las relaciones sexuales.

Síntomas tras el aborto espontaneo

Tabla Nº 2

Físicos:

Vacío en el estómago, opresión en el pecho y garganta, dificultad respiratoria, debilidad, fatiga, sudoración.

Sentimientos:

Shock, culpa, vacío, rabia, ansiedad, tristeza, reproche, confusión, incredulidad, desrealización, despersonalización, soledad

Pensamientos:

Reexperimentación del trauma con ideas intrusivas y fantasías sobre el feto, movimientos fetales “fantasmas”, alucinaciones auditivas y/o visuales con el feto, amnesia disociativa, nivel de conciencia situacional disminuida, dificultades de concentración y toma de decisiones.

Conductuales:

Dificultad para dormir, pesadillas, apetito escaso, aislamiento social, uso y abuso de sustancias, evitación de situaciones sanitarias, mujeres embarazadas y niños, funcionamiento social y laboral disminuido.

1. 1.- Interrupción voluntaria de embarazo por problemas del feto o amenaza para la salud materna, al respecto Sloan (2008), expresa que estas pérdidas se producen cuando los padres saben que el feto porta alguna malformación o enfermedad. Las mujeres que toman la decisión de abortar se ven abrumadas por sentimientos de culpa y vergüenza, no sólo por haber gestado un feto defectuoso, sino por haber decidido su muerte.

1.2.- Reducción selectiva en embarazos múltiples: Los embarazos múltiples suelen ser producto de técnicas de fertilidad, lo que implica que las parejas cuentan ya con una historia de pérdidas o frustraciones. Si la supervivencia de todos los fetos es inviable se práctica una reducción entre las semanas 10 y 12, por inyección letal. La reducción permite un mejor resultado del embarazo que, de haber continuado, podría haber acabado con prematuridad extrema, discapacidad severa o la muerte de todos los fetos.

1.3.- La pérdida por feto muerto intraútero, intraparto (mortinato): La muerte fetal, ya sea intraútero o en el parto desencadena, según Stroebe y Schut (1999), varias pérdidas que funcionan como estresores. La principal es el bebé ansiado, pero hay otras pérdidas colaterales importantes:

  1. El momento de convertirse en padre o madre,
  2. El rol de padre o madre si es el primer hijo,
  3. La composición familiar como se imaginaba,
  4. El reconocimiento de ese hijo en la mente de los demás pese al tiempo transcurrido
  5. La confianza en la seguridad de otros hijos,
  6. La inocencia respecto al embarazo y parto,
  7. Los amigos o familiares que no estuvieron a la altura y negaron la relevancia de la pérdida,
  8. El derecho a mencionar ese hijo en ciertos lugares
  9. El contacto y la posibilidad de crear recuerdos

2.- La pérdida del neonato

Según Lindenman (1944), expresa que existen algunos problemas graves del bebé, que comprometen su supervivencia, se anticipan durante el embarazo y no resultan sorpresivos para los padres ni el equipo. Otros, sin embargo, aparecen inesperadamente durante el parto o en las primeras horas o días de vida del neonato. En ambos casos los progenitores y los profesionales se enfrentan a una situación que podría considerarse de duelo anticipatorio dada la gravedad y riesgo de muerte del bebé.

Por un lado elaboran la pérdida del bebé sano fantaseado y por otro, anticipan la posible pérdida por muerte del bebé real. Se debaten entre el apego al bebé enfermo y el temor a que no logre sobrevivir. Esta ambivalencia puede manifestarse por la distancia emocional e incluso física del bebé o por una constante presencia y alerta por todo lo que sucede con su hijo. Su vida cotidiana está condicionada por las visitas hospitalarias y la evolución del estado del niño. La situación puede llegar al punto de desear que el bebé muera y así acabar con el sufrimiento de todos, aunque ese pensamiento conlleva un intenso sentimiento de culpa. Cuando los profesionales plantean limitar el esfuerzo terapéutico los progenitores se ven enfrentados a una dramática decisión.

Sin embargo, para Mander (1994) el duelo perinatal tiene unas características que lo diferencian de duelos de otros tipos: la proximidad entre el nacimiento y la muerte, la juventud de los progenitores para los que supone su primer contacto con la muerte y lo inesperado del suceso. Hay que añadir que se trata de la pérdida de una relación más simbólica que real basada en sus necesidades y deseos. (p s/n)

En este sentido, tras la pérdida perinatal, la persona en duelo experimenta shock e insensibilidad, aturdimiento y dificultades para funcionar con normalidad. Siente añoranza y tiene conductas de búsqueda, con irritabilidad, labilidad,