– Desclampar el sistema.
– Para comprobar que se ha colocado adecuadamente, aspirar con una jeringa para ver si refluye, si es así el acceso está listo para comenzar la infusión y/o realizar extracción de sangre. Si no refluye introducir 2cc de SSF y aspirar nuevamente.
– Sujetar el sistema mediante una gasa estéril doblada impregnada en antiséptico entre las alas o el cuerpo de la aguja y la piel y fijarla bien con apósito estéril de gasa o semipermeable transparente.
Extracción de sangre:
Una vez que tenemos canalizado el reservorio siguiendo la técnica anteriormente descrita nos podemos encontrar con dos situaciones:
1.- Si no se está perfundiendo:
– Desechar la primera muestra de sangre (4- 5 cc), si vamos a realizar estudio de coagulación hay que deshechar al menos 10 cc de sangre.
– Extraer la sangre necesaria con jeringas de calibre pequeño, 5 cc, ya que producen una menor presión negativa que podría colapsar el catéter.
– Lavar con al menos 10cc de SSF.
– Sellar el catéter.
– Poner tapón estéril o quitar la aguja.
2.- Si se está perfundiendo:
– Parar la infusión, conectar la jeringa y lavar la vía con al menos 5 a 10cc de SSF.
– Desechar la primera muestra de sangre (5cc).
– Extraer la sangre necesaria.
– Lavar con al menos 10cc de SSF.
– Continuar la infusión.
Sellado (heparinización del reservorio):
– Preparación de material necesario.
– Lavado higiénico de manos.
– Cerrar el sistema de suero.
– Colocación de guantes estériles.
– Administrar 3cc de la solución preparada anteriormente de SSF + Heparina.
– Lavar con 20 cc de SSF, para arrastrar posibles restos de fibrina.
– Administrar otros 3cc de la solución de heparina, haciendo presión positiva para evitar el reflujo de sangre al sistema, clampar.
CONCLUSIONES
El uso de catéteres venosos centrales de larga duración en pacientes es de gran ayuda para el tratamiento intravenoso prolongado. Sin ellos, las punciones venosas repetidas pueden comprometer en poco tiempo el sistema venoso periférico y hacer necesaria la interrupción del tratamiento.
La implantación de un reservorio subcutáneo permanente a nivel central permite además obtener muestras de sangre, así como administrar toda clase de tratamientos intravenosos. Si bien, además de ello, aporta la ventaja de una baja incidencia de infecciones, la posibilidad de su uso extrahospitalario y una buena aceptación por parte de los pacientes.
Para cualquier enfermo crónico, la diversidad de criterios del personal sanitario es fuente de angustia y desorientación. Este protocolo trata de dar unas pautas sencillas que ayuden al personal de Enfermería a unificar criterios y establecer pautas de actuación en el cuidado de los pacientes que tienen implantado un catéter de este tipo. Entre ellas, cabe destacar que toda manipulación del catéter se realice en condiciones de asepsia absoluta y que la vigilancia, especialmente en las primeras horas tras su implantación, sea constante y rigurosa con el fin de evitar las complicaciones asociadas.
Es de vital importancia que el personal de Enfermería conozca el funcionamiento de los distintos sistemas de acceso venoso permanente, las pautas de cuidados y mantenimiento y las complicaciones que se pueden producir y cómo resolverlas para el adecuado funcionamiento de estos dispositivos. Así, aumenta la calidad y la seguridad de la enfermera a la hora de manejar estos dispositivos, a la vez que disminuye la variabilidad en la práctica clínica.
A pesar de su frecuente uso en la actualidad, dicha técnica no se encuentra totalmente exenta de riesgos, y entre las posibles complicaciones destacan las infecciosas, trombóticas, la migración del catéter, la oclusión, el neumotórax o erosiones vasculares.
BIBLIOGRAFIA
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