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Cuidados de Enfermería al paciente con VIH/ SIDA

gastrointestinal como disfagia, aftas bucales, nauseas, vómitos y diarrea; síntomas neurológicos como mareos, fiebre, parestesias, crisis convulsivas y alteraciones cognitivas; trastornos respiratorios como tos persistente, disnea y otros más generalizados como trastornos en piel y mucosas, astenia, sudores nocturnos, adenopatías, pérdida de peso, mialgias y patologías hemorrágicas (Eloy et al., 1992; Cruz Roja, 2008; Achucarro, 2010).

Según avanzan la enfermedad y el deterioro inmunológico, aparecen las infecciones oportunistas y enfermedades neoplásicas. Éstas no aparecerían (o aparecerían más atenuadas) si el sistema inmune fuese funcional, porque las combatiría eficazmente (Sociedad Andaluza de Enfermedades Infecciosas). Algunos ejemplos son: síndrome de Wasting (fiebre, anorexia, diarrea y decaimiento asociados a una pérdida de peso superior al 10% (Bovadilla et al., 2005), candidiasis, anemia, tuberculosis o neumonía causada por Pneumocystis Jirovecii y meningitis criptocócica. Entre las neoplasias asociadas al VIH destacan el Sarcoma de Kaposi y el Linfoma no Hodgkin (Achucarro, 2010).

Métodos diagnósticos

El diagnóstico de sospecha se establecerá por anamnesis y exploración física. Las manifestaciones clínicas, aunque sean inespecíficas, en su conjunto nos pueden orientar al diagnóstico, que se confirmará mediante pruebas complementarias (Sociedad Andaluza de Enfermedades Infecciosas). Dichas exploraciones son imprescindibles para determinar que un paciente es seropositivo frente a anticuerpos de VIH (es decir, su organismo ha detectado el virus y ha generado anticuerpos) (Eloy et al., 1992).

El profesional de Enfermería debe detectar sectores de riesgo en la población para indicarles la necesidad de un cribado diagnóstico ante VIH. El cribado necesita un consentimiento informado específico para poder llevarse a cabo (salvo urgencias y donaciones de sangre) (Eloy et al., 1992). Para realizar la serología se extrae una muestra de sangre que se envía al laboratorio donde se someterá al test de ELISA (Ensayo por inmunoabsorción ligado a enzimas). Si el resultado del test es positivo, se repetirá otra vez con la misma muestra. En caso de permanecer positivo se realizará la prueba de confirmación (Inmunoblot o Western-blot) u otras pruebas (Sociedad Andaluza de Enfermedades Infecciosas; Díaz et al., 2006). Si la prueba resulta positiva, se confirmará el diagnóstico y se informará de los resultados al paciente para que decida, junto con el médico, qué tratamiento es el más adecuado.

Cuidados de Enfermería en la prevención

Las conductas sexuales de riesgo son estilos de vida que predisponen a la infección por VIH. La enfermera debe ofrecer información a la población acerca de la transmisión de Enfermedades de Transmisión sexual (ETS) entre las que se encuentra el VIH. Este consejo sanitario se debe reforzar en colectivos de riesgo como embarazadas, por el riesgo de contagio al feto, y adolescentes (Sociedad Andaluza de Enfermedades Infecciosas).

Un aspecto que preocupa a las personas recién diagnosticadas y a su entorno, es el riesgo de contagio. La enfermera debe informar a paciente y familia, que el VIH no se transmite por tocar enseres personales, contacto físico como tocar, besar o abrazar al paciente; contacto con lágrimas, sudor u orina; picaduras de insectos o convivir con el enfermo (Cruz Roja, 2008). De esta forma, mediante sencillos consejos de Educación para la Salud, evitaremos el rechazo del entorno, a veces instigado por el miedo al contagio.

Desde el punto de vista de la salud pública y comunitaria, la enfermera debe informar al paciente acerca de los métodos que permiten reducir la transmisión del VIH (como no donar sangre, semen, órganos, ni compartir jeringuillas) y también acerca de las prácticas sexuales de riesgo, para poder evitarlas (Sociedad Andaluza de Enfermedades Infecciosas). Hemos de recordar al paciente que, aunque la terapia antirretroviral permite reducir la carga viral, ésta no se anula, y puede transmitir la infección a su pareja si no se implementan las medidas profilácticas oportunas (Eloy et al., 1992; Cruz Roja, 2008).

Cuidados de Enfermería en el paciente con infección crónica por VIH

La labor enfermera está fundamentada en la filosofía de apoyo y ayuda al paciente en busca de su bienestar e independencia en el mantenimiento de su propia salud. Algunas intervenciones orientadas a satisfacer las necesidades psicosociales del paciente son brindarle apoyo y fomentar los mecanismos de apoyo familiar, mantener una actitud de aceptación, manejar la información sensible confidencialmente y animarle a participar en terapias de grupo. De esta forma evitaremos el aislamiento social del paciente (Whitehead, 1996; Achucarro, 2010).

En lo relativo a los aspectos clínicos de la enfermedad, la enfermera debe determinar y evaluar el impacto físico y orgánico que tiene sobre el individuo. Para mantener un buen estado de salud, el individuo tendrá que adoptar cambios en su estilo de vida como llevar una buena adherencia al tratamiento (Secretaría de salud, Gobierno de México, 2010) y estar al día en las inmunizaciones necesarias: Streptococcus Pneumoniae, Virus del Papiloma Humano, Hepatitis B, gripe (anual) y Difteria-tétanos (cada 10 años) (Ministerio de Salud, Gobierno de Chile, 2013). La enfermera educará al paciente en autocuidados y evaluará periódicamente que el individuo controla su enfermedad adecuadamente y la terapia funciona (Secretaría de salud, Gobierno de México, 2010).

También es indispensable que la enfermera asesore al paciente en materia de nutrición (Sociedad Andaluza de Enfermedades Infecciosas). El enfermo de VIH tiende a la desnutrición por la sintomatología gastrointestinal, por ello debemos evaluar su estado nutricional e hidratación. Además, la inmunosupresión predispone al padecimiento de infecciones cuya vía de entrada es el tracto gastrointestinal, como toxoplasmosis (Toxoplasma Gondii), salmonelosis (Salmonella Spp.) y Criptosporidiosis (protozoo Criptosporidium). Sencillos consejos como evitar el consumo de comida cruda, lavar fruta y verdura antes de consumirlas, hervir huevos antes de consumirlos e incluso hervir agua antes de beberla, reducirán la probabilidad de que estas infecciones ataquen al organismo (Whitehead, 1996).

El paciente con VIH también puede presentar problemas respiratorios. La enfermera debe actuar frente a problemas respiratorios incapacitantes, administrando oxígeno, realizando cuidados en la ventilación mecánica o estableciendo medidas de aislamiento respiratorio si presentase enfermedades transmisibles como tuberculosis pulmonar (Eloy et al., 1992).

Otra dimensión de la práctica asistencial que no debemos descuidar en este tipo de pacientes, es la relativa a los cuidados al final de la vida. Al ser el VIH una enfermedad incurable, tarde o temprano, la enfermedad avanzará a pesar del tratamiento y de los cuidados, llegando incluso a la terminalidad. La enfermera apoyará psicológica y emocionalmente al paciente y su entorno y pondrá en marcha un plan de cuidados paliativos que incluirá la administración intravenosa de analgésicos, antieméticos y antivirales (por orden médica); aseo en cama o uso de ventiladores para reducir la incomodidad de los sudores nocturnos. Si el paciente lo desea y la situación lo permite, se administrarán cuidados para la muerte en el domicilio. Esta vanguardista modalidad de cuidados paliativos mejora sustancialmente el bienestar del paciente y su familia, ya que este muere en su entorno, rodeado de los suyos y en un ambiente íntimo, poco medicalizado y familiar (Whitehead, 1996).

Tratamiento

El tratamiento antirretroviral es competencia exclusiva del médico, pero la enfermera debe conocer en qué circunstancias se pone en marcha dicho tratamiento. La problemática relativa al control de la pandemia es que dicha terapia es muy costosa y ha de ser administrada de por vida. Por ello, solo una pequeña parte de la población mundial puede beneficiarse del tratamiento (Cruz Roja, 2008).

La terapia antirretroviral está formada por diferentes compuestos farmacológicos que se pueden agrupar en cuatro categorías diferentes: inhibidores de la transcriptasa inversa nucleótidos (ITIN) y nucleósidos (AN), inhibidores de la transcriptasa inversa no nucleósidos (ITINN), inhibidores de la proteasa (IP), inhibidores de fusión (IF), Inhibidores de Integrasa, Inhibidores del Correceptor CCR5. La terapia Antirretroviral de Gran Actividad (TARGA) utiliza tres compuestos diferentes para un mejor control de la patología y evitar la resistencia al fármaco (SESCAM,