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Planificación educativa. El currículo

diferentes algoritmos de resolución de problemas matemáticos que forman parte de tantos currículos formativos. Si en los modelos curriculares tradicionales el aprendizaje de dichos algoritmos, per se, fue siempre el objetivo principal, en un modelo de objetivos por competencias éste se subordina a su empleo como recursos (instrumentos) para el desarrollo de la capacidad de resolver situaciones reales en las que el algoritmo de que se trate cobra sentido y utilidad. Así, pues, los contenidos o materia de enseñanza se conciben en la actualidad como componentes de una determinada capacidad que deben ser aprendidos para el desarrollo de ésta, como ocurre con el conocimiento de las formas de representación del espacio en los mapas topográficos, el manejo de la brújula o la lectura de planos, que son componentes necesarios para el desarrollo de la capacidad de orientarse en el espacio.

Como puede verse en este último ejemplo, además, los contenidos de la enseñanza no se entienden en la actualidad exclusivamente como conocimientos teóricos, sino como saber y saber hacer, es decir, como contenidos conceptuales y contenidos procedimentales. Los contenidos conceptuales, en primer lugar, son el conjunto de conocimientos teóricos que pretendemos que sean adquiridos por el alumnado de un determinado proceso formativo, e incluyen tanto los conceptos propiamente dichos como los principios y teorías en que se organizan esos conceptos. Del mismo modo, la expresión contenidos conceptuales engloba aquellos conocimientos que no son otra cosa que datos que el alumno debe memorizar, aunque hay quien prefiere denominar a éstos últimos contenidos factuales (es decir, “hechos”), con el fin de dejar clara su diferencia con los anteriores.

Para entender la diferencia entre estos contenidos factuales y los demás contenidos teóricos, bastará con pensar en que una cosa es comprender el concepto de planeta o la teoría de la gravitación universal y otra, bien diferente, saber cuántos son los planetas (y cuáles son sus nombres) que forman el sistema solar (este último sería el contenido “factual”, ya que se trata de un simple dato que se memoriza mecánicamente). En cuanto a los contenidos procedimentales, o procedimientos, constituyen el conjunto de saberes prácticos que forman la materia de un determinado proyecto de formación, es decir, no son otra cosa que las técnicas, métodos, estrategias, habilidades o destrezas que pretendemos que alguien adquiera a través de un programa de enseñanza. Lo que en el mundo de la empresa hoy suele denominarse know how o saber cómo.

En el ejemplo anterior sobre la capacidad de orientarse en el espacio, utilizar la brújula, orientar un mapa topográfico con respecto al terreno o “leer” las curvas de nivel de un mapa son procedimientos. Evidentemente, todos ellos implican un conocimiento conceptual, pero son saberes prácticos diferentes a los conocimientos puramente teóricos que, en su caso, emplean: juntos, unos y otros, permiten a un individuo orientarse mejor en el espacio y, llegado el caso, resolver problemas que exigen esa orientación espacial. Hay que decir, sin embargo, que los contenidos conceptuales y procedimentales no bastan por sí solos para desarrollar una capacidad, ya que la actividad humana requiere también ciertos hábitos, ciertos valores, ciertas actitudes… que son lo que conforma los llamados contenidos actitudinales.

Este último tipo de contenidos son necesarios en cualquier currículo formativo no sólo por ese carácter instrumental al que acabamos de aludir (uno no puede orientarse correctamente si no procura ser preciso en sus observaciones, por ejemplo), sino también porque muchos de ellos se precisan durante el proceso de aprendizaje (como es el caso de la constancia en la práctica para llegar a dominar un determinado procedimiento) o porque son valiosos por sí mismos, desde el punto de vista del desarrollo personal y social (como ocurre con el afán de superación, por citar un solo ejemplo). Es por ello por lo que, a veces, algunos se refieren a este tipo de contenidos como los que conforman un saber estar y saber ser, que sería complementario del saber y del saber hacer que representan los conceptos y los procedimientos.

Metodología: Si los objetivos definen el para qué enseñar y los contenidos el qué enseñar, la metodología podríamos describirla como lo que define el cómo enseñar, es decir, constituye aquel elemento del currículum que especifica las actividades y experiencias más adecuadas para que los diferentes tipos de contenidos se aprendan adecuadamente y sirvan, realmente, al desarrollo de las competencias y capacidades que pretendemos desarrollar en el alumnado. Incluye, por tanto, los siguientes elementos al menos:

1) Principios Metodológicos: Llamamos de este modo a una serie de ideas clave que, siendo aparentemente muy teóricas y abstractas, determinan en realidad todas las actividades que se llevan a cabo en cualquier programa de enseñanza. Incluso si no somos conscientes de ello, ya que enseñar supone siempre elegir y toda elección de un material o de un modo de enseñar algo se hace siempre desde un determinado principio que uno asume como adecuado. Por ejemplo, si vemos que un alumno no aprender adecuadamente un contenido; se pueden limitar a hacer que haga más actividades o que estudie más, graduarle los contenidos minuciosamente y dedicar más tiempo a ellos o buscar otra manera de enseñar los mismos contenidos en el mismo tiempo, pero ninguna de estas decisiones se hace al azar, sino que responde a una manera de entender cómo se enseña y cómo se aprende algo, que es lo que definen los principios metodológicos.

2) Métodos, estrategias y técnicas didácticas: Los principios anteriores no son suficientes, ya que no expresan sino ideas fuerza, ideas generales acerca de cómo proceder en la enseñanza, de modo que deben concretarse y un mismo principio puede dar lugar a diversos métodos docentes, que usarán de determinadas estrategias y técnicas didácticas, es decir, procedimientos concretos de enseñanza. Por ejemplo, la idea de que a leer se aprende aprendiendo primero las letras y los sonidos que representan y aprendiendo luego a unir esos sonidos es un principio general, que puede dar lugar a diferentes métodos (los que empiezan por las letras, los que empiezan por los sonidos, los que empiezan por las sílabas…), cada uno de los cuales utilizará determinadas estrategias y técnicas (a veces las mismas en un orden diferente), como exagerar los sonidos al principio, jugar a buscar las palabras que empiezan por el mismo sonido, hacer que el maestro sirva de modelo al niño, etc.

3) Actividades y experiencias de aprendizaje: Todo lo anterior, en la práctica diaria, supondrá además que el docente seleccione o invente actividades y experiencias concretas que propondrá a sus alumnas y alumnos para conseguir lo que desea… que es a lo que uno se dedica directamente cuando desconoce los entresijos el proceso de enseñanza y aprendizaje, aunque debería ser el paso final en un proceso de enseñanza bien organizado.