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Consideraciones demográficas y bioéticas sobre el envejecimiento en Cuba

–         Incremento de la demanda en la seguridad social.

–         Mayores cargas para las familias.

–         La migración de jóvenes, en muchos casos buscando mejoras de opciones económicas y residenciales, ha incidido en la baja disponibilidad de parientes para las personas mayores con necesidad de apoyo, que en muchos casos han quedado solas a expensas de las políticas del estado.

–         Cambios en el equilibrio del balance intergeneracional con un número mucho más alto de personas no activas y la consiguiente demanda de fuerza de trabajo.

–         Renovación y recalificación de la fuerza de trabajo, donde es conveniente preservar contingentes laborales, inclusive en ciertas edades superiores a la edad de jubilación.

Ante la situación descrita, la dirección de nuestro país ha implementado una serie de programas entre los que cabe mencionar el Programa de Atención Integral al Adulto Mayor, vigente desde la década del 90. La concepción del referido programa tuvo en cuenta varios aspectos fundamentales, entre los cuales resaltan:

–         La atención comunitaria, que promueve cambios de estilo de vida y la prevención de enfermedades y discapacidades, con una intervención oportuna por parte del binomio médico–enfermera de familia, de reconocido protagonismo en la comunidad.

–         La atención hospitalaria, dedicada a resolver los problemas de salud que no fueran posible solucionar en la comunidad, pero con la perspectiva de regreso a esta, en los casos posibles, con planes coordinados en los distintos niveles de atención.

–         La atención institucional, en la que los hogares de ancianos son contemplados como un eslabón necesario dentro del programa social de atención al anciano desvalido o que por otras situaciones requieran de internamiento, previa evaluación. Todo ello, junto a espacios alternativos como las casas de los abuelos con más de dos décadas de fundadas y los círculos de abuelos asociados al nivel primario de atención para la ejercitación física, el intercambio de experiencias y la realización de actividades afines.

–         La formación de recursos humanos especializados en Geriatría, Gerontología, Psicología y Trabajo Social.

–         Las investigaciones de forma cooperada, no solo desde la arista salubrista, sino también desde el deporte, la psicología, la sociología, la demografía y la economía.

Tras las experiencias acumuladas a raíz de la aplicación de este programa, existen otras alternativas que le dan continuidad y lo complementan, entre las cuales se encuentran:

–         La creación de centros especializados en la atención en salud al adulto mayor.

–         La fundación de las Cátedras del Adulto Mayor en distintas universidades del país, diseñadas con la misión de capacitar y preparar a los adultos mayores para enfrentar esa etapa con mayor motivación y calidad de vida.

–         Los cursos de Computación en los Joven Club.

–         La coordinación en estudios y propuestas de políticas y programas, de varios Centros Académicos y de Investigación.

–         La incorporación del programa de los Trabajadores Sociales a la investigación y satisfacción de necesidades y aspiraciones de este sector poblacional.

Los resultados alcanzados muestran que se ha hecho mucho pero que también es mucho lo que falta por hacer y lograr; sin embargo, en este balance no hay dudas acerca del lugar preponderante que ocupan los círculos de abuelos en el programa, cuya contribución a la recuperación de las capacidades físicas, la sociabilidad y la autonomía es una experiencia genuinamente cubana sobre la aplicación de los criterios de promoción de salud en el Adulto Mayor y la consecución del objetivo primordial de la Medicina geriátrica en pos de mantener el autovalimiento o validismo del anciano como indicador relacionado con su estado de salud.

La problemática es objeto de preocupación permanente del estado cubano, por ello en los Lineamientos del PCC se expresa: «Brindar particular atención al estudio e implementación de estrategias en todos los sectores de la sociedad para enfrentar los elevados niveles de envejecimiento de la población». (5)

Consideraciones bioéticas

La explosión demográfica de los siglos XX/XXI es una característica de la contemporaneidad y un problema a enfrentar por los políticos y decisores de los distintos países; ella ha venido acompañada por la geriátrica. Es, incluso, pertinente hablar de una suerte de globalización del envejecimiento, como consecuencia del avanzado proceso de transición demográfica y epidemiológica que se está viviendo, a ritmos distintos y en esta misma dirección, en todas las regiones del globo. Las personas viven en promedio más años que antes y hay un importante crecimiento en el número de personas en edades avanzadas. En todos los países del mundo se reflexiona sobre los deberes y derechos de las personas en relación con su edad, lo que ha planteado el dilema entre vivir más, y tener una vida plena y humanamente vivida, una vida digna, lo que se relaciona con el constructo calidad de vida.

Al reflexionar sobre la vejez y el envejecimiento debe tomarse en cuenta la noción de desvalimiento, relacionado con el proceso de incompetencia, desvinculación o incapacidad progresiva que las sociedades y las personas padecen. Ello es asumido en cada sociedad humana y por cada persona de acuerdo a los referentes culturales y al ideal social que impone un régimen de producción históricamente determinado. En los países occidentales, la retórica habitual consiste en ensalzar la vejez, pero en la práctica es ésta una etapa de soledad, abandono y pérdida, sin descartar aquellos países en que se ha legalizado la eutanasia y los viejos llegan a temer por su propia vida.

En un breve recorrido por las distintas culturas en su devenir podemos constatar la afirmación anterior: Los ancianos prehistóricos no dejaron, por supuesto, registro de sus actividades o pensamientos. Sin embargo, podemos imaginar con cierta seguridad cuál fue su condición al comprobar que todas las culturas ágrafas que conocemos tienen una consideración parecida hacia sus ancianos. Su longevidad es motivo de orgullo para el clan, por cuanto eran los depositarios del saber, la memoria que los contactaba con los antepasados. Muchos de ellos se constituían en verdaderos intermediarios entre el presente y el más allá. No es de extrañar que los brujos y chamanes