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La depresión en el adulto mayor. Una mirada desde la actualidad

relación, con la capacidad funcional, y la satisfacción vital, 2013

A las dificultades socio-económicas se suman las desigualdades de género y etnia, por ello que al ser el envejecimiento un proceso multidimensional que incide en la persona, familia y comunidad, implica poner en marcha acciones integrales que contribuyan a revalorizar el rol del adulto mayor en la sociedad.

IMPACTO DE LA DEPRESIÓN EN ADULTOS MAYORES

La depresión es considerada la enfermedad mental más frecuente, el impacto de la depresión sobre el funcionamiento social y ocupacional colocan a ésta a la par de las enfermedades crónico-degenerativas incapacitantes como la artritis, diabetes mellitus, hipertensión arterial, entre otras.

Estudios reportan que una de cada cinco personas padecerá un episodio de depresión antes de llegar a los 75 años, tasas más bajas se observan en países de ingresos económicos bajos y medios, en contraste con los de altos ingresos,(Wagner, González-Forteza, Sánchez-García, García-peña, & Gallo, 2012), por lo que está ligado con el desarrollo industrial, tecnológico y todo lo que ello engloba, así como la tecnología ha apoyado y ha surgido con la evolución del ser humano también el ser humano se ha deshumanizado y actualmente está viviendo las consecuencias de esa influencia en el cuerpo humano y en la sociedad, basta ver la gran contaminación mundial que nos agobia ya sea esta invisible o visible.

Salin, 1997, menciona que en la depresión existe una sensibilidad excesiva para percibir eventos negativos, mientras que los positivos pasan desapercibidos, Mendels, 1977, menciona que los síntomas centrales de la depresión son la tristeza, el pesimismo, el descontento, la pérdida de energía, motivación y concentración, así mismo, García, Guridi, Medina y Porta, 2007, considera que la depresión se caracteriza por indiferencia, soledad, pesimismo, afecta todo el cuerpo, el estado de ánimo y sus pensamientos.

El alto grado de discapacidad generado por la depresión impacta, grandemente en la salud pública, las comorbilidades aumentan teniendo como base la depresión, es así que estudios reportan el riesgo dos veces mayor de presentar enfermedades del corazón que las que no tienen depresión (Wagner et al., 2012), esto nos hace relacionar directamente la depresión con el aparecimiento de otras enfermedades.

Encuestas realizadas, en 17 países, muestran que las personas que cursan con un trastorno de ansiedad o depresión tienen cuatro veces mayor probabilidad de presentar discapacidad significativa que quienes cursan con otro padecimiento físico como diabetes, enfermedad respiratoria o artritis (Wagner et al., 2012) ya que la depresión al afectar la esfera psicológica predispone a crear pensamientos negativos que aumenten aún más el riesgo de tener accidentes de toda índole en el trabajo, en el hogar, fuera del hogar con las demás personas que le rodean.

La depresión no solo afecta a quien la padece, sino que también acarrea consecuencias negativas a otras personas ya que al ser considerado el ser humano como un sistema está en permanente interrelación con el medio ambiente que le rodea con personas sean familiares o no, con instituciones, organizaciones las que afectarán positiva o negativamente en el individuo.

Estudios de la Organización Mundial de la salud, mencionan que cerca de la mitad de los casos de ansiedad y depresión no se diagnostican y solo la mitad de los que se identifican reciben un tratamiento que incluye la prescripción médica, en encuestas realizadas en 14 países incluyendo México encontraron que del 76 al 85% de los casos graves de trastornos mentales no recibieron atención en los países menos desarrollados. En otro estudio de la Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica, publicada en el American Journal of Public Health, el 30 % nunca recibieron ayuda pese a haber sido identificados. En este estudio se nota claramente los subregistros en el diagnóstico de depresión y también el poco compromiso de los profesionales en iniciar tratamiento correspondiente en los que fueron diagnosticados como el farmacológico de la mano con la psicoterapia.

Desde el Psicoanálisis Freud conceptualiza a la depresión como una patología similar al duelo, en su escrito duelo y melancolía, como “Una cancelación del interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar, la inhibición de toda productividad y rebaja en el sentimiento de sí, se exterioriza en autorreproches y autodenigraciones y se extrema hasta una delirante expectativa de castigo”. (Freud, 1917/2000, p. 242), podemos notar que la percepción negativa de él mismo está reforzada por lo que percibe también desde fuera del mundo que le rodea y esto se da en un círculo vicioso que ahonda más el problema para la realización de cualquier actividad.

La depresión es un trastorno del estado del ánimo, donde la principal característica es la alteración del humor y según la temporalidad y origen sintomático (sustancias o enfermedad médica) tiene una clasificación particular así tenemos el Trastorno depresivo mayor, Trastorno distímico y Trastornos bipolares como los principales; los criterios se enfatizan por la pérdida de interés y satisfacción por las actividades de la vida diaria, la persona esta desmotivada, con alteraciones emocionales, cognitivas, físicas y conductuales, deterioro de la funcionalidad, según el Manual Diagnóstico y estadístico de los Trastornos mentales DSM-5, Asociación Americana de Psiquiatría 2014, los criterios mayores son:

Al menos 1 debe estar presente

– Bajo estado de ánimo la mayor parte del día, todos los días al menos por dos semanas

– Pérdida de interés y placer la mayor parte del día, casi todos los días por dos semanas

– Irritable, la mayor parte del día, casi todos los días, al menos por dos semanas

Al menos cinco deben estar presentes en las primeras semanas

– Bajo estado de ánimo o irritable.

– Marcada disminución del interés y del placer.

– Aumento o disminución del peso o del apetito.

– Aumento o disminución del sueño.

– Aumento o disminución de la