Figura 1: Curva de Drinker.

Fuente: Elaboración propia.
Justificación
Aunque la mejor aproximación al problema es su prevención, ésta resulta difícil por múltiples razones: en primer lugar, por la diversidad de sustratos, factores de riesgo, factores desencadenantes y mecanismos que originan la muerte súbita; en segundo lugar, por el hecho de que la mayoría de las víctimas no presentan síntomas o signos que permitan su identificación como sujetos de alto riesgo antes del evento; por último, por la dificultad que supone llevar a cabo estudios que analicen el valor de medidas preventivas primarias, así como un registro preciso y seguro de todos los casos de muerte súbita. No obstante, dado que la mayoría de las muertes súbitas de causa cardíaca (MSC) están relacionadas con la cardiopatía isquémica, las medidas de prevención primaria, encaminadas a reducir las tasas de incidencia y mortalidad por cardiopatía isquémica, tienden a reducir las de muerte súbita de causa cardíaca (MSC).
Dadas las limitaciones de las medidas preventivas, otro abordaje del problema consistiría en el tratamiento adecuado y precoz de las víctimas de una muerte súbita extrahospitalaria con objeto de conseguir una mayor supervivencia de las mismas. Para ello son fundamentales una serie de acciones que constituyen la denominada «cadena de supervivencia» y cuyo eslabón principal es la desfibrilación precoz.
Este artículo revisa los principales eslabones de dicha cadena, haciendo especial hincapié en la desfibrilación precoz y en las medidas necesarias para conseguir el llamado «acceso público a la desfibrilación».
Muchas de las víctimas del paro cardíaco súbito pueden sobrevivir si los testigos actúan de forma inmediata. La única forma de tratar eficazmente el paro cardíaco súbito o muerte súbita cardíaca producida por una Fibrilación Ventricular, es mediante un choque eléctrico administrado por un desfibrilador. El desfibrilador impulsa una corriente eléctrica a través del corazón aplicándola mediante unos electrodos situados en el tórax de la víctima. La Fibrilación Ventricular consiste en una actividad caótica del corazón sin latido cardíaco eficaz y la administración del choque eléctrico o desfibrilación restablece un ritmo cardíaco normal y un latido eficaz.
Si no se actúa con prontitud en estos casos, las posibilidades de recuperación serán muy bajas. Está ampliamente demostrado que la desfibrilación es el único tratamiento efectivo de un paro cardíaco súbito causado por Fibrilación Ventricular o Taquicardia Ventricular sin pulso. La evidencia científica indica que la Desfibrilación Temprana es determinante en la recuperación de la víctima. Las posibilidades de conseguir una desfibrilación exitosa se reducen un 10% por cada minuto que se retrase la misma. Esta desfibrilación puede aplicarse de manera eficaz con un desfibrilador semiautomático externo (DESA). La aplicación de las maniobras Resucitación Cardiopulmonar (RCP) Básica, aunque no es un tratamiento definitivo, puede ayudar a mantener a la víctima en las mejores condiciones para que pueda ser revertido posteriormente el paro cardíaco causado por Fibrilación Ventricular o Taquicardia Ventricular sin pulso.
¿Qué es un desfibrilador semiautomático externo (DESA)?
Es un dispositivo portátil utilizado para estimular eléctricamente un corazón que está en Fibrilación Ventricular. Al utilizar un desfibrilador semiautomático externo (DESA) se hacen pasar fuertes choques eléctricos entre los parches situados en el pecho del paciente. Se pueden encontrar instalados en diferentes lugares como edificios administrativos, gimnasios, aeropuertos, estaciones de metro o ferrocarril y se encontrará debidamente señalizada su presencia mediante un signo.
La mayoría disponen de tres simples botones o pasos. 1 encendido, 2 análisis del ritmo cardíaco, 3 descarga o choque eléctrico (Figura 2).
Figura 2: desfibrilador semiautomático externo (DESA)

Programas de acceso público a la desfibrilación
El acceso público a la desfibrilación (APD) y los programas de desfibrilación semiautomática externa (DESA) de primera respuesta pueden aumentar el número de víctimas que reciben resucitación cardiopulmonar (RCP) por los testigos y una desfibrilación precoz, mejorando así la supervivencia del paro cardíaco súbito extrahospitalario. Estos programas requieren una respuesta organizada y practicada, con reanimadores formados y equipados para reconocer emergencias, activar el Servicio de Emergencias Médicas, practicar una resucitación cardiopulmonar (RCP) y utilizar el desfibrilador semiautomático externo (DESA).
Los programas de acceso público a la desfibrilación tienen muchas probabilidades de elevar la tasa de supervivencia a una parada cardiaca si se implantan en lugares donde es probable que se produzcan paradas cardiacas con testigos. Los sitios más adecuados son aquellos lugares donde se pueda producir una parada cardiaca con una probabilidad de al menos una cada 2 años (por ejemplo, aeropuertos, estaciones de tren o metro, casinos, instalaciones deportivas, gimnasios, etc). Aproximadamente un 80% de las paradas cardíacas no hospitalarias tienen lugar en instalaciones privadas o zonas residenciales; este hecho limita, de forma inevitable, el impacto general de los programas de acceso público a la desfibrilación (APD) en las tasas de supervivencia. No hay estudios que documenten la efectividad de disponer y utilizar un desfibrilador semiautomático externo (DESA) en casa.
El European Resuscitation Council hace hincapié en varios aspectos: (7)
La desfibrilación precoz por un primer auxiliador, al igual que por un miembro de un servicio de emergencias médicas, es sólo uno de los componentes de la cadena de supervivencia y los responsables deben asegurar el correcto funcionamiento de otros eslabones de la cadena.
1. Es esencial la disponibilidad de un equipo eficaz de comunicaciones por radio o por