Patria Grande en la América Latina, según la soñaron los héroes de nuestras luchas emancipadoras (5).
Si bien esta realidad impone, a su vez un análisis serio y un compromiso moral profundo para la utilización de los nuevos descubrimientos en aras de una vida más plena de las futuras generaciones. Ya la humanidad ha tenido y tiene experiencias negativas del uso de grandes avances tecnológicos en favor de intereses contrarios al bienestar social como han sido intereses de dominación de grandes potencias económicas sobre el resto del mundo con la aplicación, por ejemplo, de la energía nuclear con fines militares y de los avances de la cosmonáutica en una llamada “guerra de las galaxias”. También se suman como experiencia negativa la falta de equidad en uso de los descubrimientos científicos y tecnológicos. Cuestiones económicas y falta de voluntad política hacen que no siempre los actuales avances sean dirigidos al mejoramiento del nivel de vida del hombre para lo que deberían ser siempre creados (6).
Sin embargo, estos problemas no deben en ningún caso obstruir el avance de las ciencias y la técnica y su aplicación en el bienestar del hombre. Los esfuerzos deberán concentrarse entonces en la formación de una conciencia social acorde al momento y una generación de profesionales capaces de comprender y actuar a la altura de los retos a que se enfrenta la sociedad actual.
Dentro de la Revolución Científico Técnica se abre camino también el desarrollo de la tecnología con la aparición de instrumentos como medios diagnósticos en el campo de la oftalmología. Esto ha cambiado la historia natural de numerosas enfermedades diagnosticadas precozmente y con mayor precisión, que ya pueden, además evolucionar más favorablemente con el tratamiento.
Comprender las complejas interrelaciones ciencia – tecnología – sociedad – desarrollo en una perspectiva histórica, nos obliga a referir como se alcanzan a través de las políticas y los programas de salud el beneficio de estos avances tecnológicos para las grandes masas de la población, para lo cual vamos a partir de la experiencia cubana en la esfera de la medicina y la salud pública (7).
DESARROLLO. VISIÓN DE LA CIENCIA.
Para comenzar que el concepto de ciencia se suele definir por oposición al de técnica, según las diferentes funciones que ellas realizan. En principio la función de la ciencia se vincula a la adquisición de conocimientos, al proceso de conocer, cuyo ideal más tradicional es la verdad, en particular la teoría científica verdadera. La objetividad y el rigor son atributos de ese conocimiento.
Se le puede analizar como sistema de conocimientos que modifica nuestra visión del mundo real y enriquece nuestro imaginario y nuestra cultura; se le puede comprender como proceso de investigación que permite obtener nuevos conocimientos, los que a su vez ofrecen posibilidades nuevas de manipulación de los fenómenos; es posible atender a sus impactos prácticos y productivos, caracterizándola como fuerza productiva que propicia la transformación del mundo y es fuente de riqueza; la ciencia también se nos presenta como una profesión debidamente institucionalizada portadora de su propia cultura y con funciones sociales bien identificadas (8).
La función de la técnica se vincula a la realización de procedimientos y productos, al hacer cuyo ideal es la utilidad. La técnica se refiere a procedimientos operativos útiles desde el punto de vista práctico para determinados fines. Constituye un saber cómo, sin exigir necesariamente un saber por qué. Ese por qué, es decir, la capacidad de ofrecer explicaciones, es propia de la ciencia.
Pero la ciencia no es sólo el conocimiento por ella creado y que circula en publicaciones. Ella también puede ser vista desde el ángulo de los procesos de profesionalización e institucionalización que genera. Barnes (1995) introduce esos ángulos de análisis. Para ello fija su atención en el proceso de transformación de las ideas científicas y su impacto en la cultura que tuvo lugar entre 1540 y 1700 aproximadamente, plazo en el que ocurre una gran revolución científica que cambió considerablemente el panorama de la ciencia y su proyección en la cultura (9).
Se hizo cada vez más claro que la ciencia y la tecnología son procesos sociales profundamente marcados por la civilización donde han crecido; el desarrollo científico y tecnológico requiere de una estimación cuidadosa de sus fuerzas motrices e impactos, un conocimiento profundo de sus interrelaciones con la sociedad.
Todo ello determinó un auge extraordinario de los estudios CTS y su institucionalización creciente a través de programas de estudio e investigación en numerosas universidades, sobre todo de los países desarrollados.
A los factores sociales aludidos se sumó la crisis teórica de aquellas perspectivas de raíz positivista que ignoraban o subestimaban el papel de los factores sociales en el desarrollo científico – técnico. El paradigma lógico positivista proyectaba una imagen formalista y abstracta de la ciencia que a mediados de los años 50 recibió una crítica severa en la obra de diferentes autores, en particular de T.S. Kuhn cuyo libro La Estructura de las revoluciones científicas aparecido en 1962 hizo evidente la crisis lógico positivista y la necesidad de desarrollar una imagen social de la ciencia. Las discusiones que le siguieron marcaron considerablemente el rumbo de la reflexión filosófica, sociológica e histórica de la ciencia en el pensamiento occidental (10).
En resumen, el impulso a los estudios CTS a partir de los años 60 debe entenderse como una respuesta a los desafíos sociales e intelectuales que se han hecho evidentes en la segunda mitad de este siglo.
La misión central de estos estudios ha sido definida así: «Exponer una interpretación de la ciencia y la tecnología como procesos sociales, es decir, como complejas empresas en las que los valores culturales, políticos y económicos ayudan a configurar el proceso que, a su vez, incide sobre dichos valores y sobre la sociedad que los mantiene» (Cutcliffe, 1990, pp.23-24).
Hoy en día los estudios CTS constituyen una importante área de trabajo en investigación académica, política pública y educación. En este campo se trata de entender los aspectos sociales del fenómeno científico y tecnológico, tanto en lo que respecta a sus condicionantes sociales como en lo que atañe a sus consecuencias sociales y ambientales. Su enfoque general es de carácter crítico (respecto a las visiones clásicas de ciencia y tecnología donde sus dimensiones sociales son ocultadas) e interdisciplinar, donde concurren disciplinas como la Filosofía, la Historia, la Sociología de la Ciencia y la Tecnología, entre otras. CTS define hoy un campo bien consolidado institucionalmente en