Desprendimiento de retina: diagnóstico, tratamientos y avances en la investigación
Autora principal: Marjorie Stefany Rojas Núñez
Vol. XX; nº 08; 413
Topic Review: Skin Hyperpigmentation: Types, Common Causes, and Treatments
Fecha de recepción: 14 de marzo de 2025
Fecha de aceptación: 23 de abril de 2025
Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XX. Número 08 Segunda quincena de abril de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 08; 413
Autores:
Dra. Marjorie Stefany Rojas Núñez.
Médico general, Hospital Dr. Fernando Escalante Pradilla, Pérez Zeledón, San José, Costa Rica.
ORCID: 0009-0003-4958-0712
Código médico: 16572
Dr. Eduardo Arturo Gutiérrez Ramírez
Médico general, Hospital Dr. Fernando Escalante Pradilla, Pérez Zeledón, San José, Costa Rica.
ORCID: 0009-0007-0737-7344
Código médico: 17042
Dr. Camilo José Gómez Díaz
Médico general, hospital Dr. Fernando Escalante Pradilla , Pérez Zeledón , San José, Costa Rica
Orcid 0009-0006-4213- 3081
Código médico: 16115
María celeste Argüello Carvajal
Investigadora independiente, Pérez Zeledón, San José, Costa Rica
Orcid 0009-0001-9146-7623
Los autores de este manuscrito declaran que:
Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El manuscrito es original y no contiene plagio.
El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.
Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.
Han preservado las identidades de los pacientes.
Resumen:
El desprendimiento de retina es una condición ocular grave que implica la separación de la retina neurosensorial del epitelio pigmentario, lo que puede provocar pérdida de visión irreversible si no se trata de manera urgente. Este trastorno se clasifica en tres tipos: regmatógeno, traccional y exudativo, cada uno con características y tratamientos específicos. El desprendimiento de retina es una emergencia oftalmológica que, si no se detecta y trata a tiempo, puede causar morbilidad significativa. La prevalencia varía entre adultos mayores y niños, siendo los factores de riesgo más comunes la edad avanzada, la miopía, los antecedentes de trauma ocular y las enfermedades retinianas preexistentes.
El tratamiento del desprendimiento de retina generalmente requiere cirugía, con opciones como la vitrectomía, la esclerotomía y la fotocoagulación con láser. La vitrectomía, en particular, es eficaz en casos complejos, aunque puede generar efectos secundarios como la progresión de cataratas. En ciertos casos de desprendimiento de retina exudativo, los tratamientos no quirúrgicos como la observación o la retinopexia neumática pueden ser alternativas. El diagnóstico temprano es crucial y se basa en el examen de fondo de ojo, ecografía ocular y tomografía de coherencia óptica.
Las complicaciones postoperatorias, aunque raras, pueden incluir infecciones y complicaciones sistémicas, y el pronóstico visual es generalmente favorable en la mayoría de los casos. Sin embargo, las opciones quirúrgicas pueden implicar mayores riesgos, mientras que los tratamientos no quirúrgicos, aunque más seguros, ofrecen mejoras menos notorias. El manejo adecuado depende de una evaluación cuidadosa de cada caso, con énfasis en la detección temprana y las nuevas terapias.
Palabras clave: Desprendimiento de retina, vitrectomía, fotopsias, miodesopsias, cirugía ocular, angiografía.
Abstract:
Retinal detachment is a serious eye condition that involves the separation of the neurosensory retina from the retinal pigment epithelium, which can lead to irreversible vision loss if not treated urgently. This disorder is classified into three types: rhegmatogenous, tractional and exudative, each with specific characteristics and treatments. Retinal detachment is an ophthalmologic emergency that, if not detected and treated early, can cause significant morbidity. Prevalence varies between older adults and children, with the most common risk factors being advanced age, myopia, history of ocular trauma and pre-existing retinal diseases.
Treatment of retinal detachment usually requires surgery, with options including vitrectomy, sclerotomy and laser photocoagulation. Vitrectomy, in particular, is effective in complex cases, although it can lead to side effects such as cataract progression. In certain cases of exudative retinal detachment, nonsurgical treatments such as observation or pneumatic retinopexy may be alternatives. Early diagnosis is crucial and is based on fundus examination, ocular ultrasound, and optical coherence tomography.
Postoperative complications, although rare, may include infections and systemic complications, and the visual prognosis is generally favorable in most cases. However, surgical options may involve greater risks, while nonsurgical treatments, although safer, offer less noticeable improvements. Adequate management depends on careful evaluation of each case, with emphasis on early detection and new therapies.
Keywords: Retinal detachment, vitrectomy, photopsia, floaters, eye surgery, angiography.
Introducción:
El desprendimiento de retina (DR) es una condición oftalmológica crítica que se caracteriza por la separación de la retina neurosensorial del epitelio pigmentario de la retina (EPR), lo que puede llevar a una pérdida visual significativa si no se trata de manera oportuna. Esta separación interrumpe el acceso de la retina a nutrientes esenciales y oxígeno, lo que provoca degeneración tisular e isquemia. Según su mecanismo fisiopatológico, el DR se clasifica en tres tipos: regmatógeno, traccional y exudativo, cada uno con características y enfoques terapéuticos específicos (1; 2; 3).
Desde el punto de vista clínico, el DR constituye una emergencia oftalmológica que puede ocasionar pérdida visual irreversible si no se trata con rapidez (4). Los síntomas iniciales, como la fotopsia (destellos de luz) y las miodesopsias (percepción de cuerpos flotantes), pueden preceder al desprendimiento, lo que brinda la oportunidad de intervenir tempranamente (4). Un diagnóstico y tratamiento inmediato son esenciales para evitar la morbilidad significativa asociada con esta afección (2).
En cuanto a la prevalencia, la incidencia del DR es de aproximadamente 10 casos por cada 100,000 personas. Se ha observado una mayor frecuencia en poblaciones de alto nivel socioeconómico y en el sexo masculino (Williamson, 2020). Aunque generalmente afecta a adultos mayores, también puede presentarse en niños, con una prevalencia que varía entre el 0.5% y el 8% en casos pediátricos (3). Los principales factores de riesgo incluyen la edad avanzada, la miopía, los antecedentes de trauma ocular y la presencia de degeneraciones retinianas preexistentes (Ibrar et al., 2021).
El tratamiento del DR se basa principalmente en intervenciones quirúrgicas. Entre los procedimientos más comunes se encuentran la vitrectomía pars plana, el uso de agentes tamponadores y la colocación de una banda escleral de silicona (4). La retinopexia profiláctica de orificios y desgarros retinianos desempeña un papel fundamental en la prevención del desprendimiento (4). Por otro lado, en ciertos casos de desprendimiento exudativo, el manejo no quirúrgico puede ser una alternativa viable (3).
El objetivo de este artículo de revisión es analizar el desprendimiento de retina, destacando su clasificación, factores de riesgo, diagnóstico y tratamientos actuales. Además, se abordan avances recientes y perspectivas futuras para mejorar su manejo y prevención, enfatizando la importancia de la detección temprana y las nuevas terapias.
Metodología:
Para el desarrollo de esta revisión sobre el desprendimiento de retina, se realizó una búsqueda bibliográfica exhaustiva enfocada en su definición, clasificación, factores de riesgo, diagnóstico y tratamientos actuales, así como en los avances recientes y perspectivas futuras en su manejo. Se consultaron bases de datos científicas reconocidas, como PubMed, Scopus y Web ofScience, seleccionadas por su relevancia y calidad en el ámbito de la oftalmología y la investigación biomédica.
Se aplicaron criterios de inclusión y exclusión rigurosos para garantizar la pertinencia y calidad de la información recopilada. Los criterios de inclusión consideraron estudios publicados entre 2020 y 2025, en inglés o español, que presentaran evidencia científica sólida sobre el desprendimiento de retina, incluyendo sus características clínicas, modalidades de diagnóstico y tratamientos disponibles. Se excluyeron estudios con datos incompletos, publicaciones duplicadas o aquellas que no contaran con revisión por pares. Las palabras clave utilizadas en la búsqueda fueron:Desprendimiento de retina, vitrectomía, fotopsias, miodesopsias, cirugía ocular, angiografía.
La búsqueda inicial identificó 21 fuentes relevantes, incluyendo artículos originales, revisiones sistemáticas y metaanálisis. Estas fuentes fueron analizadas exhaustivamente para extraer información clave sobre la fisiopatología del desprendimiento de retina, las diferencias clínicas entre sus tipos y las estrategias terapéuticas más utilizadas, así como sobre los avances tecnológicos recientes en diagnóstico y tratamiento.
El análisis de la información se llevó a cabo utilizando un enfoque cualitativo y comparativo. Los hallazgos se organizaron en categorías temáticas, lo que permitió identificar patrones en la práctica clínica y avances significativos en el manejo del desprendimiento de retina. Este enfoque estructurado proporciona una visión clara y actualizada del estado del conocimiento, destacando la importancia de la detección precoz y las nuevas opciones terapéuticas en el pronóstico visual y la calidad de vida del paciente.
Anatomía y fisiología de la retina:
La retina es una extensión del cerebro que está formada por la neuroretina y el EPR (5; 6). La neuroretina está constituida por siete capas que contienen cuerpos celulares, sinapsis y fibras nerviosas. Está integrada por seis tipos de células neuronales: bastones, conos, células horizontales, bipolares, amacrinas y ganglionares (5; 6). Además de las células neuronales, las células gliales, como las células de Müller, los astrocitos y las microglías, proporcionan soporte estructural y funcional a la neuroretina (6).
El EPR se encuentra íntimamente relacionado con la membrana de Bruch y cumple un papel esencial en el mantenimiento y soporte de la neuroretina. Esta estructura garantiza la correcta funcionalidad de la retina al facilitar el intercambio de nutrientes y la eliminación de desechos metabólicos, asegurando así su homeostasis (7).
En condiciones normales, la función principal de la neuroretina es convertir la luz en impulsos nerviosos, proceso fundamental para la visión (6). Los fotorreceptores, que incluyen los bastones y los conos, detectan la luz y el color, y posteriormente transmiten las señales visuales a través de las células bipolares y ganglionares hacia el cerebro (5). La mácula, y en particular la fóvea, está especializada en proporcionar una agudeza visual elevada, siendo responsable de la visión central y de alta resolución (6).
El DRse produce cuando la neuroretina se separa del EPR, lo que interrumpe la barrera hematorretiniana y el intercambio de nutrientes esenciales. Esta condición compromete la estructura y función de la retina, pudiendo conducir a la pérdida de visión si no se aborda de manera oportuna. La integridad estructural de la retina es, por tanto, crucial para preservar la función visual y prevenir el deterioro irreversible (6).
Clasificación del desprendimiento de retina:
El desprendimiento de retina regmatógeno (DRR) se caracteriza por la presencia de un desgarro o rotura en la retina, lo que permite que el líquido del vítreo se filtre por debajo y separe la retina del tejido subyacente (1; 8). Este tipo de desprendimiento es el más común, con una incidencia aproximada de 10 casos por cada 100,000 personas, siendo más frecuente en poblaciones de alto nivel socioeconómico y, posiblemente, más común en hombres (8). Clínicamente, los pacientes con DRR suelen presentar síntomas como fotopsias (destellos de luz), miodesopsias (percepción de cuerpos flotantes) y la aparición de una sombra o cortina que afecta el campo visual (9).
Por otro lado, el desprendimiento de retina traccional (DRT) ocurre debido a la tracción ejercida por tejido fibroso o fibrovascular sobre la retina, lo que genera su separación sin que exista una rotura retiniana (1). Este tipo de desprendimiento está frecuentemente relacionado con la retinopatía diabética proliferativa, donde las modificaciones en el cuerpo vítreo generan fuerzas de tracción sobre la retina (10). A diferencia del DRR, el DRT suele manifestarse con una pérdida gradual de visión y es menos probable que los pacientes refieran síntomas agudos como destellos o cuerpos flotantes (1).
Finalmente, el desprendimiento de retina exudativo (DRE) se produce por la acumulación de líquido debajo de la retina sin que existan desgarros o rupturas. Este tipo de desprendimiento está asociado con procesos inflamatorios, tumores o anomalías vasculares. Desde el punto de vista fisiopatológico, el líquido se filtra desde los vasos sanguíneos coroideos o retinianos, lo que lleva a la separación de la retina. Los síntomas del DRE pueden variar dependiendo de la causa subyacente, aunque con frecuencia los pacientes refieren visión borrosa y defectos en el campo visual (1).
Factores de riesgo y causas:
El envejecimiento es uno de los factores de riesgo más importantes para el DR, ya que con el paso del tiempo el gel vítreo del ojo sufre un proceso de licuefacción progresiva, lo que favorece la formación de desgarros retinianos (4). Estudios recientes también han demostrado que el género masculino presenta una mayor predisposición al DR en comparación con el femenino. Esta diferencia podría explicarse por la mayor exposición a actividades físicas intensas y riesgos ocupacionales en hombres (11; 12).
Entre las enfermedades oculares preexistentes, la miopía, especialmente en su forma severa, constituye un factor de riesgo bien documentado para el DR. En estos pacientes, el alargamiento del globo ocular produce un adelgazamiento de la retina, lo que incrementa la probabilidad de desgarros (11). Asimismo, las cirugías oculares previas, como la cirugía de cataratas, aumentan el riesgo de DR. Diversos estudios reportan una mayor incidencia de desprendimiento en pacientes intervenidos quirúrgicamente, con una prevalencia más alta en hombres tras la cirugía (12; 13).
El trauma ocular es otro factor importante que puede desencadenar un DR traumático, el cual constituye una causa frecuente de deterioro visual. Este tipo de desprendimiento suele estar relacionado con accidentes laborales, actividades deportivas y traumatismos vehiculares. En estos casos, una historia clínica detallada sobre el antecedente de trauma es fundamental para el diagnóstico (14).
Finalmente, diversas enfermedades sistémicas también están vinculadas con un mayor riesgo de DR. La diabetes, en particular, aumenta la susceptibilidad debido a las complicaciones asociadas, como la retinopatía diabética y otras alteraciones vasculares oculares (11).
Diagnóstico:
La historia clínica detallada y la presentación del paciente son aspectos clave para el diagnóstico del DR. En algunos casos, esta patología puede estar relacionada con condiciones congénitas, como la fóvea colobomatosa del nervio óptico, que se asocia a una incidencia de DR en el 25-75% de los pacientes (15). Por otro lado, el DR traumático suele estar precedido por un antecedente de trauma ocular, que puede originarse en accidentes laborales, lesiones deportivas o siniestros de tráfico (14).
Los síntomas iniciales más comunes incluyen la aparición de fotopsias (destellos de luz) y miodesopsias (puntos flotantes), los cuales pueden preceder al desprendimiento, especialmente en pacientes con degeneraciones retinianas preexistentes (4). La identificación oportuna de estos signos puede facilitar el diagnóstico temprano y evitar complicaciones graves.
El examen clínico se fundamenta en diversas pruebas diagnósticas, comenzando con el examen de fondo de ojo, esencial para visualizar directamente la retina y detectar posibles desgarros o zonas de desprendimiento. Esta prueba es clave para diferenciar entre los distintos tipos de DR (1). En situaciones donde la visualización del fondo de ojo está limitada, como en presencia de hemorragia vítrea, la ecografía ocular en modo B (B-scan) resulta indispensable para evaluar el grado de desprendimiento y las posibles alteraciones del vítreo (4).
Por su parte, la tomografía de coherencia óptica (TCO) permite obtener imágenes detalladas y se ha consolidado como una herramienta crucial para identificar desprendimientos sutiles y diferenciar entre diversas presentaciones clínicas, como el desprendimiento seroso central vinculado a anomalías del disco óptico (4; 15).
Las técnicas avanzadas de diagnóstico han mejorado significativamente la precisión en la evaluación del DR. El TCO de dominio espectral ofrece imágenes de alta resolución, lo que facilita la localización exacta de desgarros retinianos y la evaluación de las alteraciones en la interfaz vitreorretiniana (4). Además, la angiografía con fluoresceína es útil para evaluar la circulación retiniana e identificar posibles anomalías vasculares que puedan contribuir al DR (15).
Tratamientos quirúrgicos y no quirúrgicos:
Dentro de los tratamientos quirúrgicos, la vitrectomía es uno de los más comunes. Consiste en la remoción del gel vítreo para aliviar la tracción sobre la retina. Esta técnica se emplea principalmente en casos de desprendimientos complejos y ha demostrado altas tasas de éxito en la reanexión de la retina. Sin embargo, puede tener efectos secundarios, como el riesgo de progresión de cataratas, lo que debe ser considerado durante la planificación del tratamiento (16; 17).
La esclerotomía (scleralbuckling) es otra técnica quirúrgica que implica la induración de la pared ocular para aliviar la tracción vítrea. Es especialmente eficaz en casos sin desprendimiento vítreo posterior y se asocia con mejores resultados en cuanto a agudeza visual y menor progresión de cataratas en comparación con la vitrectomía. Esta opción es preferida en muchos casos debido a sus beneficios a largo plazo (17; 18).
La fotocoagulación con láser, por su parte, se utiliza con frecuencia como complemento de las intervenciones quirúrgicas para sellar los desgarros retinianos y evitar que el líquido pase a través de ellos, estabilizando así la retina y previniendo el avance del desprendimiento (16).
En cuanto a los tratamientos no quirúrgicos, la observación es una opción en aquellos casos donde el desprendimiento es pequeño y no presenta síntomas significativos. En estos casos, se realiza un monitoreo cercano para detectar cualquier cambio que indique progresión, aunque esta opción es menos común debido al riesgo de que el desprendimiento avance (19).
La terapia con láser, similar a la fotocoagulación, también puede ser utilizada de manera independiente en casos donde el desprendimiento es temprano y limitado, siendo una opción menos invasiva que las intervenciones quirúrgicas más complejas (16).
Otra alternativa no quirúrgica es la retinopexia neumática, un procedimiento menos invasivo que consiste en la inyección de una burbuja de gas en el ojo para presionar la retina de vuelta a su lugar. Esta técnica, aunque efectiva en ciertos casos, depende de la localización del desprendimiento y la respuesta del paciente al tratamiento (17).
Complicaciones y pronóstico:
Las complicaciones postoperatorias y el pronóstico visual son factores clave a considerar en el tratamiento del desprendimiento de retina, especialmente cuando se emplean enfoques quirúrgicos. Aunque las infecciones postoperatorias y las complicaciones sistémicas, como los eventos cardiovasculares, son relativamente raras, pueden presentarse, con una tasa de incidencia de alrededor del 0.4% en cirugías oftálmicas. Los factores de riesgo para estas complicaciones incluyen antecedentes de enfermedades como la diabetes mellitus y la insuficiencia cardíaca crónica, condiciones que pueden complicar la recuperación postoperatoria y afectar la salud general del paciente (20).
En cuanto al pronóstico visual tras la cirugía, los resultados tienden a ser bastante favorables, especialmente en casos de cirugía de cataratas en pacientes con uveítis asociada a artritis idiopática juvenil. En estos casos, se observa una mejora significativa en la agudeza visual corregida (AVC) en aproximadamente el 80% de los pacientes. Sin embargo, las complicaciones postoperatorias, como la opacificación de la cápsula posterior y el glaucoma secundario, son comunes y deben ser monitoreadas de cerca durante el seguimiento (21).
Cuando se comparan los enfoques quirúrgicos y no quirúrgicos, es importante evaluar tanto la efectividad como los riesgos asociados. Las intervenciones quirúrgicas suelen ofrecer mejoras más inmediatas y significativas en la agudeza visual, pero conllevan un mayor riesgo de complicaciones (21). Por otro lado, las opciones no quirúrgicas, aunque generalmente más seguras, pueden ofrecer mejoras menos dramáticas, y su eficacia depende en gran medida del tipo y la extensión del desprendimiento (20).
Conclusiones:
El DR es una condición ocular grave que puede provocar pérdida de visión irreversible si no se diagnostica y trata a tiempo. Los síntomas iniciales, como fotopsias y miodesopsias, ofrecen una oportunidad para intervenir tempranamente. La identificación precisa y rápida del tipo de desprendimiento es clave para prevenir complicaciones y mejorar el pronóstico visual.
El tratamiento del DR varía según su tipo, siendo las intervenciones quirúrgicas, como la vitrectomía y la esclerotomía, las más comunes para casos complejos, mientras que los tratamientos no quirúrgicos, como la retinopexia neumática y la observación, son opciones viables en casos menos graves. Cada enfoque tiene sus beneficios y riesgos, lo que requiere una evaluación clínica cuidadosa para elegir la mejor opción terapéutica.
Aunque las complicaciones postoperatorias son poco frecuentes, los pacientes deben ser monitoreados de cerca para detectar posibles efectos secundarios como la progresión de cataratas o glaucoma secundario. A pesar de estos riesgos, los resultados visuales son generalmente favorables, con una mejora significativa en la agudeza visual de los pacientes que reciben tratamiento adecuado. Las opciones no quirúrgicas ofrecen menor riesgo, pero sus mejoras visuales son menos notorias comparadas con los tratamientos quirúrgicos.
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