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Diagnóstico del infarto agudo del miocardio. Valor y limitación de la clínica y de los exámenes complementarios

infarto depende de la extensión del mismo (es decir, la cantidad de músculo cardíaco perdido como consecuencia de la falta de irrigación sanguínea) y la rapidez de la atención recibida. Es la causa más frecuente, pero no la única, de muerte súbita cardiaca, mediante las referidas arritmias. El cuadro es de un paro cardíaco. Sin embargo, en la mayor parte de los casos hay actividad eléctrica en el corazón, cuyo paro que puede revertirse con una desfibrilación precoz.

OBJETIVOS

GENERAL:

Explicar las principales evidencias diagnósticas del infarto agudo de miocardio; teniendo en cuenta los resultados obtenidas en las mismas y sus limitaciones.

ESPECÍFICOS:

  1. Describir las manifestaciones clínicas en el infarto agudo de miocardio
  2. Detallar los aportes de los métodos más utilizados en el diagnóstico del infarto agudo de miocardio
  3. Describir los diferentes tratamientos del infarto agudo de miocardio
  4. Enunciar las medidas de prevención para el infarto agudo de miocardio.

DESARROLLO

El

diagnóstico de la cardiopatía isquémica debe formularse con bases eminentemente clínicas. Por esta razón la semiología que el clínico debe aplicar ante la presencia de un dolor precordial (por sus características y por su duración) le debe obligar a proponer el diagnóstico de infarto agudo del miocardio (IAM) con suficiente premura ya que el retraso en el planteamiento se traduce en la pérdida de un tiempo valioso necesario para instituir el método de reperfusión disponible con la idea de recuperar la mayor extensión de miocardio ya que, como es bien sabido existe una relación inversa entre el tiempo transcurrido para iniciar el procedimiento y la cantidad de músculo “salvado”. El diagnóstico clínico del infarto agudo de miocardio (IAM) se debe basar, entonces, en la conjunción de los tres siguientes datos: dolor característico, cambios electrocardiográficos sugestivos y elevación de las enzimas, debiendo tener presente que esta última puede no presentarse en forma oportuna por lo que los dos primeros cambios deberán de tomarse en cuenta para iniciar la reperfusión a la brevedad posible.

Manifestaciones clínicas

El síntoma que suele presentarse en el infarto agudo de miocardio (IAM) es un dolor opresivo en la región medio esternal que puede irradiar al cuello, al dorso o a ambos brazos. Generalmente, no disminuye con el reposo, con la administración de analgésicos comunes o inclusive con nitratos. Frecuentemente se asocia a diaforesis, a náuseas, a debilidad, y a una sensación de inquietud y temor de una “muerte inminente” que le dificulta la respiración al paciente. El dolor aumenta su intensidad conforme transcurren los siguientes minutos y, es precisamente esta característica, la que permite plantear el diagnóstico diferencial entre el infarto agudo de miocardio (IAM) y otros padecimientos, tales como la disección aórtica, la tromboembolia pulmonar o la perforación de una úlcera péptica, padecimientos en los que la máxima intensidad del dolor es usualmente instantánea. En los pacientes que han presentado con anterioridad ángor pectoris el dolor que provoca el infarto agudo de miocardio (IAM) se diferencia del anterior por su mayor duración.

Se sabe que hasta en 12% de los pacientes con infarto del miocardio no se formula el diagnóstico clínico, ya que los síntomas no son característicos, especialmente en los ancianos, tales síntomas pueden tener amplias variaciones en su presentación especialmente en los subgrupos de pacientes mayores de 65 años.

El dolor del infarto agudo de miocardio (IAM) es habitualmente menos intenso en el anciano, en pacientes con diabetes mellitus, y en pacientes postoperados que reciben analgésicos. En ocasiones el infarto agudo de miocardio (IAM) se diagnostica en forma retrospectiva, en base a la presencia de una complicación, tal como el embolismo periférico de un trombo mural o, ante el desarrollo y empeoramiento de la insuficiencia cardíaca, ante la presencia de una sorpresiva e inesperada insuficiencia mitral, o bien por la aparición de un síncope causado por una arritmia. La exploración física frecuentemente es normal en casos de infarto agudo de miocardio (IAM) no complicado. Algunos pacientes muestran signos que sugieren hiperlipidemia, tales como el arco corneal, el xantelasma y los xantomas tendinosos. El reconocimiento de un cuarto ruido cardíaco es importante, ya que puede presentarse en algunos enfermos con disfunción ventricular izquierda significativa, y además presentan taquicardia, estertores crepitantes, taquipnea y un tercer ruido cardíaco. La aparición de un soplo de insuficiencia mitral traduce la disfunción de un músculo papilar o bien su ruptura parcial; situación que es afortunadamente rara.

La aparición de regurgitación aórtica debe sugerir la presencia de una disección aórtica en pacientes sin antecedentes conocidos de cardiopatía isquémica y que se presentan con dolor precordial súbito; en apoyo de este diagnóstico se suele encontrar diferencia en las cifras de presión arterial en ambos brazos, y una clara diferencia en la amplitud del pulso en las extremidades. En aquellos enfermos con infarto agudo de miocardio (IAM) extendido al ventrículo derecho (VD), se deberá buscar el signo de Kussmaull y en ocasiones se ausculta un tercer ruido “derecho”. Tales pacientes, siempre tienen un infarto agudo de miocardio (IAM) de localización inferior, y evolucionan sin evidencia de insuficiencia cardíaca izquierda. Además, suelen presentar una respuesta exagerada a los nitratos que se traducen en hipotensión. En los pacientes que presentan un severo daño del ventrículo izquierdo (VI), se manifiesta el colapso circulatorio por signos de choque cardíaco con hipotensión, diaforesis, piel fría, hipoperfusión de extremidades, palidez, oliguria y confusión mental.

Estos pacientes tienen elevada mortalidad y su pronóstico puede estimarse desde la presentación mediante la clasificación de Killip y Kimball. Sin embargo, una estratificación más adecuada se hace a través de los parámetros hemodinámicos. En resumen, el primer método diagnóstico del infarto agudo de miocardio (IAM) es clínico; el diagnóstico diferencial deberá hacerse con la: disección aórtica, la pericarditis, la miocarditis, la tromboembolia pulmonar, la neuralgia intercostal, la costocondritis, los trastornos viscerales abdominales tales como úlcera péptica, pancreatitis y cólico biliar. La exploración física ofrece una adecuada diferenciación con otras entidades, así como el electrocardiograma y otras pruebas de laboratorio y gabinete. De acuerdo a los criterios de la Organización Mundial de la Salud se requieren tres criterios para asegurar el