y en miras de una personalidad pacifista; en este sentido Morín (1999), nos dice,
El conocimiento pertinente es el que es capaz de situar toda información en su contexto y si es posible, en el conjunto en el que ésta se inscribe. Inclusive, es posible decir que el conocimiento progresa principalmente no por sofisticación, formalización y abstracción sino por la capacidad para contextualizar y totalizar (p.15)
Esto quiere decir, adoptar una postura compleja y reconocer que hay unidad en la diversidad y diversidad en la unidad, el ser en sí ya es complejo esto hace que su contexto y en consecuencia el mundo, donde habita, también lo sea. Es de esta manera, como debe concebir las “lecturas del mundo” esto permitirá una compresión y aceptación de las mismas a su vez que dotará al individuo de capacidades mentales y habilidades en la disertación, reflexión, dialogo y solución de conflictos ya sea de índole individual o colectiva. En este sentido, Morín (2000), plantea la concepción compleja del género humano, la cual comprende la tríada individuo – sociedad – especie y sostiene que: “se conservan en sentido completo: se sostienen, se retroalimentan y se religan” (p.113). De allí que, son inseparables y coproductores el uno del otro.
De acuerdo con lo anterior, se vive en una sociedad humana, todos forman parte de una familia, un grupo cercano, un grupo de allegados, lo cual proporciona seguridad, similitud de costumbres, ideales y valores, por eso los individuos que pertenecen a un grupo se comportan de acuerdo a los valores, aceptando la imagen que surge, producto de la educación. De tal manera que, el creciente proceso de liberación de los pueblos y su interdependencia hacen necesaria, una educación que lo forme en libertad individual, social y para la convivencia.
Como resultado de esto, ya no basta que el hombre forje un mundo propio, deberá edificar el de todos, en donde se reconozcan los derechos comunes, la aceptación de los valores: justicia, igualdad, solidaridad y la diversidad. Este destino deberá forjarse en común. Y en este sentido, la educación invita a la acción, a fin de participar activamente en la obra común de edificación de una sociedad pacífica: darle al estudiante un “útil nuevo”, que le permita comprender, conducirse y estimular en él un pensamiento lo suficientemente crítico y creativo.
En consecuencia, la educación debe ser capaz de dar respuestas y asumir participación en la creación de un orden social más justo, más desarrollado y equitativo para todos. Recordando que la llave que abre las puertas es indudablemente el educador; de su habilidad, idoneidad, interés, actitud y una profunda renovación dependerá el éxito de la labor; la cual será: enseñar a convivir. En este sentido, Pérez (2005), señala.
Enseñar a convivir exige que uno conviva al enseñar, es decir, que convierta su clase en una vivencia permanente y un ejercicio cotidiano de democracia genuina. Por otra parte, solo enseñará realmente a aprender el que aprende en su enseñar, es decir, el que somete a reflexión y crítica permanentes su ejercicio de enseñanza para convertirlo también en ejercicio de aprendizaje”. (p.159)
En definitiva, generar la paz desde la pedagogía requiere de un cambio de pensamiento tanto del docente como del educando, además de una preparación y capacitación por parte del docente en cuanto al manejo de estrategias de enseñanza aprendizaje que desarrollen el pensamiento crítico y participativo del estudiante, reconociendo las capacidades cognitivas y el aprendizaje previo que trae el estudiante para sacar provecho de este en la construcción y comprensión del conocimiento y del mundo donde habita.
Asimismo, la pedagogía debe fortalecer las capacidades cognitivas en pro de un individuo preparado para la vida no solo en las artes y oficios sino como ser en esencia, en sus afectos y sensibilidad por los otros. Entonces, desde una pedagogía para generar la paz debe enseñar a valorar la humanidad; por cuanto, es la vía para perpetuar la misma en el universo. Esto no es solo tarea de docentes; es tarea de todos los habitantes que formamos parte del planeta tierra al que desde nuestra parte afectiva como seres llamamos “hogar”.
Hogar sin el que no puede existir nuestra humanidad y allí la educación tiene que tomar partido fomentando el desarrollo sostenible y sustentable como forma de conservar el planeta y por ende nuestra humanidad. En este sentido, la educación debe integrar los saberes construidos a la cotidianidad de la vida en comunidad para así ir evaluando los comportamientos de los grupos humanos con la finalidad de sugerir opciones y alternativas de solución que nos conduzcan a ser “verdaderamente humanos”.
Para finalizar, nos detuvimos a pensar… ¿cómo cerrar?… y nos ha venido a la mente una frase que consideramos tiene un gran significado, invitamos a recordar un mandamiento de la ley de Dios. El cual no es fácil de cumplir para el ser humano; sin embargo, estamos conscientes, sea cual sea la religión profesada por las personas de la dimensión ontológica y teleológica que esta tiene para el ser en cuanto al camino de conservar su esencia y existencia en el mundo.
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”
Levítico (19,18)
Conclusiones y Recomendaciones Finales
La educación es la vía para la comprensión de las comunidades societales, pero al mismo tiempo, no es la única para lograr esta meta y además requiere de un gran esfuerzo de las partes involucradas en tan loable labor, por cuanto, estas son no solamente inseparables sino coproductoras la una de la otra.
Se vive en una sociedad humana, todos forman parte de una familia, un grupo cercano, un grupo de allegados, lo cual proporciona seguridad, similitud de costumbres, ideales y valores, por eso los individuos que pertenecen a un grupo se comportan de acuerdo a los valores, aceptando la imagen que surge, producto de la educación.
La concepción de la educación para la paz deberá alcanzar los niveles de la conducta humana y enseñar al hombre a comportarse pacíficamente y para tal fin, deberá no solo entenderse a sí mismo, sino a los demás.
Generar paz desde la pedagogía, no es solamente responsabilidad de las instituciones educativas; esto significa que, el estado la sociedad civil y la escuela deben unir esfuerzos y trabajar en conjunto en la construcción de instituciones educativas pacíficas donde se genere una transformación que trascienda más allá de los limites escolares. Esta transformación debe ir de lo personal a los demás, una persona transforma a otra cuando ella ha alcanzado su propia transformación.
La educación se concibe como un