sirena de una ambulancia que pasa que oir las voces de los vecinos. El ruido proveniente de los vecinos tiene un contenido de información muy elevado que puede capturar la atención de quien escucha, independientemente de su intensidad. En otro ejemplo, susurrar el nombre de la persona la despertará más fácilmente que un ruido neutro emocionalmente. En el contexto de los ruidos domésticos, lo que más importa es la actitud hacia la fuente del ruido, más que las características físicas del sonido (20).
Los factores como la edad, el sexo, las características de personalidad y la autoestimación de la sensibilidad al ruido también influyen en sus efectos. La edad juega un papel muy importante: los niños son muchos menos sensibles a los ruidos durante la noche y es mucho más difícil que se despierten; por el contrario, una persona mayor se queja más y tiene un mayor número de despertares espontáneos por causa del ruido (11). Tras investigaciones evidencian la importancia de la sensibilidad individual al ruido, ya que ésta media entre la intensidad del ruido y sus efectos psicológicos; es decir, la percepción subjetiva de calidad de sueño, la irritación, la capacidad de concentrarse y la capacidad de dormirse estará determinada por la tolerancia a la contaminación acústica (21).
El medio ambiente y la sociología.
Dada la obviedad de las relaciones recíprocas que se comentan, y que se producen entre los factores físico-biológicos y los socioculturales, podría resultar redundante volver a manifestar el interés sociológico en las cuestiones medioambientales. No obstante, la sociología, hasta hace pocos años, basaba su desarrollo, como las demás ciencias, en la consideración de lo social como una variable independiente del resto del entorno. En otras palabras, la tradición sociológica había obviado, en términos generales, los factores ambientales como elementos explicativos de los procesos y fenómenos sociales.
Es aquí donde describo a lo mencionado por Parsons, que describe en su obra un doble posicionamiento al respecto de la importancia de las variables ambientales en lo social. Por un lado, parece creer en esa importancia en cuanto que aboga por la necesidad de que «alguien» interesado en ello integre en la teoría de la acción social dichas variables. Pero al mismo tiempo, afirma que las variables ambientales «no se refieren a la acción», o lo que es lo mismo, son tangenciales a ella y su influencia, por tanto, limitada. En su discurso encontramos meridianamente clara la separación entre cuestiones ambientales y cuestiones sociales, lo cual provoca que, desde el punto de vista de la sociología contemporánea, puedan percibirse como contradictorias las dos posiciones que encontramos en el discurso parsoniano al respecto de la cuestión ambiental en lo social. (22).
Se hallan referencias breves a cuestiones ambientales, físicas o biológicas, por ejemplo, al subrayar la capacidad de adaptación del hombre a las circunstancias cambiantes. Esta afirmación la realiza en el contexto explicativo de la acción social, dándole importancia al adjetivo, en cuanto que se demuestra que la naturaleza humana manifiesta un escaso condicionamiento genético en lo que a comportamiento se refiere; el condicionamiento social completa la formación del hábito de conducta, y la propia escasez de condicionamiento biológico facilita el aprendizaje de las pautas, cualesquiera que éstas sean.
Y en lo referente a cuestiones de carácter físico, parece querer afirmar que el medio ambiente supone un límite, una cuestión a tener en cuenta, en el desarrollo de la acción social. En su teoría del sistema social afirma que éste «no puede estar estructurado de manera que sea radicalmente incompatible con las condiciones de funcionamiento de sus actores individuales, en cuanto organismos biológicos y en cuanto a personalidades, o con la integración relativamente estable de un sistema cultural». (22). Parece clara la relativización que ejerce el propio autor a través del adverbio «radicalmente». No observamos, pues, en Parsons una integración de la cuestión ambiental en el análisis sociológico, aunque se puedan descubrir ejemplos como los citados, que no dejan de ser referencias puntuales respecto al discurso troncal sobre el sistema y la acción social y su funcionamiento. Así parece aclararlo cuando, al hablar de los tres focos que integran los sistemas de acción, «el actor individual, el sistema interactivo y un sistema de pautas culturales», nos indica a pié de página «Y también en un sentido diferente en torno al medio que no es acción, es decir, los aspectos físicos de la situación»
MÉTODO.
En la presente investigación, se ha tomado en cuenta diferentes fuentes bibliográficas (documental), como referentes teóricos, desde la visión holística del hombre y una teoría social ecológica. Haciendo énfasis en los efectos que produce el ruido sobre el sueño de las personas.
REFLEXIÓN FINAL:
El ser humano es el mayor responsable ante el problema ambiental. La vida sobre el planeta agoniza, sobre todo la de los pueblos y ecosistemas ubicados al margen del desarrollo técnico-científico, lo que amerita de un dialogo de saberes que considere la dimensión compleja de lo existente y que haga comprender que el humano es parte integrante de la naturaleza y no su amo y señor.
En conclusión, el ruido durante el sueño tiene efectos auditivos y extrauditivos sobre las personas. En investigaciones realizadas se muestra como estos efectos tienen un impacto perjudicial sobre la salud y la calidad de vida. Dado que la mayoría de los ruidos provienen de fuera del domicilio, es prioritario buscar sistemas de reducción de los niveles sonoros dentro de los dominios, de esta manera, se estará invirtiendo a corto y largo plazo en la mejora del sueño y, en definitiva, de la salud de las personas.
El ruido influye negativamente sobre el sueño de tres formas diferentes que se dan, en mayor o menor grado según peculiaridades individuales, a partir de los 30 decibelios: Mediante la dificultad o imposibilidad de dormirse. Causando interrupciones del sueño que, si son repetidas, pueden llevar al insomnio. La probabilidad de despertar depende no solamente de la intensidad del suceso ruidoso sino también de la diferencia entre ésta y el nivel previo de ruido estable. A partir de 45 dBA la probabilidad de despertar es grande. Disminuyendo la calidad del sueño, volviéndose éste menos tranquilo y acortándose sus fases más profundas, tanto las de sueño paradójico (los sueños) como las no-paradójicas. Aumentan la presión arterial y el ritmo cardiaco, hay vasoconstricción y cambios en la respiración.
Como consecuencia de todo ello, la persona no habrá descansado bien y será incapaz de realizar adecuadamente al día siguiente sus tareas cotidianas. Si la situación se prolonga, el