(Hillsdon et al., 2004) existe mención de que la combinación de la orientación profesional y la autodirección más el apoyo profesional constante, da lugar a estimaciones del efecto más coherentes. No se establece la efectividad a largo plazo de los estudios incluidos, porque la mayoría de los estudios se interrumpió después de los doce meses, esto es, no hubo mediciones postest, después de doce meses para establecer el mantenimiento del efecto a largo plazo, como se mencionó.
Por otra parte, en la revisión titulada “Programas de actividad física para pacientes con demencia”, se incluyen dos estudios analizados en un metaanálisis. En esta revisión se definió la efectividad de los programas de actividad física sobre la cognición, función, comportamiento, depresión y mortalidad en personas mayores con demencia y no reveló pruebas suficientes del beneficio en adultos mayores con demencia. Esta falta de pruebas para la efectividad puede deberse a los defectos metodológicos en los ensayos publicados incluidos en la revisión, por ejemplo, pueden relacionarse con el tamaño pequeño de la muestra (n = 11) de uno de los ensayos; aunque el otro tuvo un adecuado tamaño de muestra (n = 134). Con relación al primero, los tamaños de la muestra pequeños contribuyen al poder estadístico insuficiente para detectar una diferencia significativa, si existe alguna. Los resultados no significativos también pueden relacionarse con el tipo de actividad física (p.ej. fortalecimiento muscular), frecuencia (tres veces por semana), duración (veinte minutos), y período de tiempo (siete semanas; es decir, se necesitan más tipos de ejercicios, una mayor frecuencia y duración (Forbes, Forbes, Morgan, Markle-Reid, Wood & Culum, 2008).
Por lo anterior, se puede deducir para el acercamiento empírico al problema, que si tres sesiones de ejercicio de fortalecimiento muscular a la semana (de un solo tipo de ejercicio), durante veinte minutos cada sesión por siete semanas, no mostraron un efecto positivo estadísticamente significativo en ninguna de las variables resultado de los dos estudios de esa revisión, se debe, por lo tanto, diversificar los tipos de ejercicios en el adulto mayor, en el caso del programa físico – educativo que se plantea, son cuatro tipos de ejercicios; se debe también aumentar la duración de las sesiones, así como el número de semanas de tratamiento.
El único aspecto concluyente, válido de esta revisión (Forbes, 2008), es que para los adultos mayores, en general, se puede afirmar que el ejercicio de tipo aeróbico tiene un beneficio claro sobre el entrenamiento de resistencia; ya que esta revisión incluyó estudios con ejercicios de resistencia de los que se pretendía probar su efecto sobre la demencia, pero al no encontrar elementos para poder obtener una conclusión válida sobre este aspecto, sólo se concluyó de manera muy corta que tienen un efecto positivo sobre la resistencia física en adultos mayores; así mismo que el ejercicio de intensidad moderada de al menos una hora al día, tres a cinco veces o más a la semana puede ser más efectivo para mejorar la cognición.
Por otra parte, en la revisión de “Intervenciones con ejercicios aeróbicos para adultos con VIH/SIDA”, de Nixon (2005), se incluyeron un total de diez estudios (seis de la búsqueda original, dos de la primera actualización de la búsqueda y dos de la segunda) que cumplieron los criterios de inclusión para su inclusión en la revisión. Los resultados principales indicaron que realizar ejercicios aeróbicos a intervalos constantes, o una combinación de ejercicios aeróbicos constantes y ejercicios progresivos de resistencia durante al menos 20 minutos, tres veces por semana mínimo, parecen ser seguros y, a partir de cuatro semanas, pueden llevar a reducciones significativas de los síntomas de depresión y así como a potenciales mejorías clínicamente importantes en el estado cardiopulmonar de los pacientes con VIH. Estos hallazgos se limitan a los participantes que continuaron con los ejercicios y para los que había datos de seguimiento adecuados, ya que hubo tamaños pequeños de la muestra y las grandes tasas de retiro de los estudios incluidos.
Así, esta revisión de estudios de pacientes con VIH, refiere que la investigación futura puede verse beneficiada si se brinda mayor atención al seguimiento de los participantes y al análisis del tipo intención de tratar (intention – to – treat analysis). Se requiere investigación adicional para determinar los parámetros óptimos del ejercicio aeróbico y el estadio de la enfermedad en el cual el ejercicio aeróbico puede ser más beneficioso para los adultos con VIH. Los resultados deben interpretarse con cautela por varias razones. Primero, esta revisión con pacientes adultos mayores de VIH, se basa en un número reducido de ensayos. Además, los ensayos incluidos en esta revisión presentaron relativamente un escaso número de participantes, una variedad de intervenciones con ejercicios y un cumplimiento por parte de los participantes generalmente deficiente con estas intervenciones, según lo que menciona el autor.
Así mismo, se refiere en esta revisión de estudios con pacientes de VIH que la gran mayoría de los participantes de los estudios de esta revisión fue masculina; por lo tanto, los hallazgos deben interpretarse con cautela en lo que se refiere a las mujeres. Teniendo en cuenta estas limitaciones, de esta revisión se concluyó finalmente lo siguiente: los ejercicios aeróbicos pueden mejorar los síntomas de depresión entre los que realizan ejercicios en comparación con los que no los realizan. Los siete estudios de esta revisión, que midieron el estado psicológico hallaron mejorías estadísticamente significativas en los parámetros psicológicos para los grupos de intervención con ejercicios en comparación con los grupos control que no realizaban ejercicios.
En el caso de otra de las revisiones seleccionadas, la titulada como “Actividad física y optimización del estado físico para mejorar la función cognitiva en personas mayores sin deterioro cognitivo comprobado” (Angevaren Maaike, Aufdemkampe Geert, Verhaar, Aleman & Vanhees, 2008) se examinó el efecto de la actividad física, dirigida a mejorar el buen estado cardiorrespiratorio, y la función cognitiva de las personas mayores sanas sin deterioro cognitivo comprobado. Ocho de cada 11 estudios informaron que los estudios con ejercicios aeróbicos resultaron en un mejor estado cardiorrespiratorio del grupo de intervención, de aproximadamente el 14%, es decir, una mejoría en la prueba de captación máxima