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Análisis de Intervenciones sobre programas de ejercicios en Adultos Mayores para mejoramiento de la marcha, equilibrio y disminución del miedo a caer

la actividad habitual en las personas mayores. Los ejercicios de las intervenciones que se reportan en las revisiones y que parecen tener mayor repercusión son la caminata, los ejercicios de equilibrio, de coordinación, las actividades funcionales y los ejercicios para el fortalecimiento muscular. Con este tipo de ejercicios se observan mejorías de la capacidad para permanecer parado en una pierna y en la inclinación hacia delante sin perder el equilibrio y al caminar, como se mencionó anteriormente. También, se observa tendencia hacia una mejoría notable en el equilibrio con el ejercicio en una bicicleta estática, por ejemplo. De acuerdo con Howe et al. (2008), todos los ejercicios mejoran la funcionalidad del adulto mayor de manera significativa.

Sin embargo, a pesar de las bondades y mejoras que ofrece al adulto mayor la práctica de la actividad física, regular y bien planificada, ha habido también escaso seguimiento de los participantes; como se menciona en muchos reportes de estudios de intervención de la revisión realizada para este enfoque; por esto, es importante considerar en este tipo de programas, cuál será el mantenimiento del efecto de la intervención a realizarse.

En el caso de ésta, que es físico – educativa para mejorar marcha y equilibrio en el adulto mayor, se debe considerar el mantenimiento del efecto tanto físico como educativo; en este sentido, en los estudios de la revisión, sólo se ha reportado una tendencia de que los resultados con mejorías por actividad física en el adulto mayor, tienden a perdurar más en los programas llevados a cabo en el domicilio, en comparación con las mejorías a corto plazo que se obtienen en los programas ejecutados en un centro sanitario, como lo refieren Ashworth et al. (2008). Por esto, se deduce que un programa regular de ejercicios puede desacelerar o prevenir la disminución funcional asociada con el envejecimiento y mejorar la salud en este grupo etáreo.

Los resultados principales indicaron que realizar ejercicios aeróbicos a intervalos constantes, o una combinación de ejercicios aeróbicos constantes y ejercicios progresivos de resistencia durante al menos veinte minutos, tres veces por semana mínimo, parecen ser seguros y a partir de cuatro semanas pueden llevar a reducciones significativas, entre otras, de los síntomas de depresión y así como a potenciales mejorías clínicamente importantes en el estado cardiopulmonar de los pacientes, por ejemplo.

La actividad física regular desempeña una función importante tanto en la prevención como en el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares (EC), la hipertensión, la diabetes mellitus no insulinodependiente, el accidente cerebrovascular, algunos cánceres, la osteoporosis, así como en el mejoramiento del perfil lipídico, según la revisión de Hillsdon et al. (2004). En ésta se refiere que en sus estudios analizados no hubo, por ejemplo, un aumento de los eventos cardíacos o lesiones relacionadas con el ejercicio entre los que se volvieron físicamente activos, en comparación con aquellos que permanecieron sedentarios. En este sentido, el metaanálisis de la relación entre la actividad física y la enfermedad coronaria o cardiovascular, informó un riesgo menor del 30% para el más activo físicamente versus el menos activo físicamente. También se mencionan en el reporte de los estudios relacionados, que existen ensayos aleatorios, controlados que evalúan los efectos de la actividad física en el tratamiento de enfermedades específicas, en particular, la hipertensión, la hiperlipidemia, el sobrepeso y la enfermedad cardiovascular.

Es así que, la actividad física regular puede reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, beneficio para la salud orgánica, pero también de disfuncionalidad física y de caídas al mejorar el equilibrio y, posiblemente la salud, mental. Sin embargo, la mayoría de los estudios incluidos en esta revisión sistemática que fundamenta el enfoque empírico para esta intervención, no duró más de un año. La mayoría de los estudios se interrumpió después de doce meses, así que en la literatura revisada, no hubo mediciones postest, después de doce meses para establecer el mantenimiento del efecto a largo plazo de las intervenciones con ejercicios para adultos mayores.

Sin embargo, específicamente, en relación a marcha y equilibrio para la prevención de caídas en el adulto mayor, en los estudios de la revisión sistemática, se observaron mejorías estadísticamente significativas de la capacidad para mantener el equilibrio, evaluada con diversas medidas de resultado de las intervenciones con ejercicios, comparadas con el grupo control (actividad habitual, recreacional o la atención asistencial). Estos beneficios que se mencionan, se desprenden del análisis sistemático de las siete revisiones seleccionadas; pero así mismo, también se determinaron a partir de éstas, otros aspectos importantes para la implementación de la presente intervención (aplicación de la evidencia científica). Otra revisión en Cochrane evaluó la efectividad de la rehabilitación basada en el ejercicio para los pacientes con cardiopatía coronaria, y encontró que la rehabilitación cardíaca basada en el ejercicio es eficaz en la reducción de las muertes cardíacas (Hillsdon et al., 2008). Existen pruebas de que la actividad física retrasa la aparición de demencia en adultos mayores sanos y desacelera el deterioro cognitivo para prevenir la aparición de discapacidad cognitiva.

Uno de los metanálisis de efectos del entrenamiento con actividades físicas en adultos mayores con deterioro cognitivo y demencia, incluido en la revisión de Forbes et al. (2008), reveló que el entrenamiento con ejercicios aumentaba el buen estado físico, la función física, la cognición y el comportamiento positivo en estos individuos. También reveló que un programa de actividad física que constaba de un entrenamiento de flexibilidad, equilibrio, fuerza, y caminata, una hora, dos veces a la semana, durante un año, produjo un deterioro significativamente más lento en la capacidad para realizar actividades de la vida diaria al compararse con la atención habitual, pero no se observó ningún efecto en los trastornos conductuales o la depresión, por ejemplo.

Otros estudios han examinado esto y el efecto de una combinación de actividades (aeróbicas) de resistencia, fuerza, equilibrio y entrenamiento de flexibilidad con otras estrategias, como el tratamiento conductual o con las actividades ambientales, mientras que otros se centran en una sola actividad, por ejemplo,