Estudios recientes en EE.UU, aseguran que un niño en la escuela hasta el bachillerato, han presenciado solo 11 mil horas de clases y 25 mil de TV. En nuestro país los jóvenes entre 5 y 15 años han dedicado 6 mil horas más a la TV que a la escuela. (p. 173)
Por otro lado, y atendiendo a esta realidad es importante conocer que según el Censo de 2011, en el cual se midió el uso de internet y televisión, para el 2001 era usada por el 4,4 % de los y las venezolanos; y en el 2011 aumento a 23,7%. Al igual que la tenencia de una computadora creció de 13,4% en 2001, a 31,6 en 2011. La televisión por cable o satélite ascendió de 24,8% a 48,0% mientras que en la telefonía fija por línea o enchufada subió de 35,6% a 50,3%. Estas estadísticas reflejan el empoderamiento de los medios en la aceptación en los hogares venezolanos.
Ahora bien, es importante responder a los desafíos que representa la Televisión, la cual tiene influencia en los jóvenes, ya que a través de ellos reciben mensajes subliminales relativos a la moda, al poder, a los aspectos económicos y en especial lo referido a la sexualidad y el embarazo. En otras palabras se puede decir que, dicha influencia acaban condicionando nuestra conducta. A menudo, la televisión, sumado a eso las últimas tendencias tecnológicas, perpetúan una serie de estereotipos que tradicionalmente se han adjudicado a los hombres, las mujeres, los niños o los ancianos. La misma, impone un modelo idealizado perfecto en cuanto a la imagen física, estilo de vida, propone llegar a la “felicidad” consumiendo los mensajes que difunde, lo que hace que todo aquel que se vea influenciado por la televisión intente alcanzar el ideal alejándolo de su propia realidad.
Una propuesta de acción relacionada al tema, en cuanto la influencia o definición de la conducta de los individuos, ejercida por los mensajes ya sean de entretenimiento, cultural o noticioso de medios la expresa: Rebeil, M (2008) “No se trata de una relación automática y determinista, el reto mayor de los individuos es formarse como procesadores expertos de la información. Interviene la labor y el gran valor de la familia”. (p. 184).
En ese sentido, es difícil delimitar los valores o antivalores transmitidos constantemente por los medios de comunicación, como medios masivos de información, entretenimiento, haciendo contraste con el resto de la información en la familia, cuando existe una familia funcional, vigilante de los contenidos que están viendo los más jóvenes, la escuela, las iglesias, o asociaciones culturales, donde reino el tabú o mitificación, cuando se trata de orientar a los jóvenes respetando su concepción, la educación sexual y las enfermedades de transmisión sexual.
Partiendo de este hecho, la orientación acerca del conocimiento en primer lugar, de la sexualidad y en consecuencia del embarazo, constituyen unas de las tareas que deben ser abordadas por los adultos a manera de concienciar a los y las adolescentes en las responsabilidades que significan traer un niño al mundo, por cuanto ello, genera, en algunos casos poner en riesgo la salud tanto del hijo(a) como de la madre, ya que el primero pudiese nacer prematuro y la segunda biológicamente no está preparada para la situación.
Tal como lo refiere González, (2013) en el Manual para la Formación Integral de la Sexualidad, del Fondo de Población de la Naciones Unidas.
La maternidad y la paternidad a cualquier edad
significa establecer vínculo indisoluble con el hijo
o la hija, asumir responsabilidades compartidas entre
ambos progenitores.(p. 83)
Esta situación, tal y como lo plantea el autor, no solamente debe ser abordada por la familia y la escuela, también los medios comunicación deben asumirla de manera científica, con la asesoría de expertos en el área del desarrollo humano, sociólogos, psicólogos, psiquiatras. Por tanto es relevante indagar los mensajes relacionados con la educación de la sexualidad y en la prevención del embarazo en adolescentes, transmitidos por los medios de comunicación. Con ello evitar distorsiones en el mensaje transmitido, ya que esto constituye un motivo de preocupación para los organismos mundiales y nacionales involucrados en el bienestar de la humanidad, dada sus competencias en los ámbitos sociales, culturales, políticos, económicos y jurídicos.
En un informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA 2012), señala que en Venezuela durante los últimos años se ha observado un incremento del embarazo adolescente que la sitúa en el primer lugar de América Latina y el tercero en todo el continente, sólo por detrás de Nicaragua y República Dominicana, 101 de cada 1000 gestantes tiene menos de 18 años. Se presume que la edad de iniciación sexual en el país es entre los 11 y 15 años.
De igual manera, en el mismo informe dado por la (UNFPA 2012), se reconocen los aspectos que expresan las desigualdades internas, uno es la fecundidad adolescente, que es alta en Venezuela cuando es comparada con otros países de la región. Se estima que el 21% del total de los nacimientos corresponde a madres adolescentes. De acuerdo con el censo efectuado en el país en el 2001, se determinó que la probabilidad de una adolescente pobre de dar a luz, es 5 veces mayor que la de una adolescente con niveles socio-económicos y educativos más aventajados.
Desde este punto de análisis cabe resaltar entonces que el embarazo adolescente debe ser estudiado, atendiendo a las múltiples relaciones que se establecen con los problemas socio-familiares, estereotipos socio-culturales entre otros, tal como señalan, Montenegro y Guajardo (2000)
Recientemente, según González (2012),representante auxiliar del Fondo de Población de las Naciones Unidas al conmemorarse el Día mundial de la Población, revela que la República venezolana sigue liderando la cifra más alta de embarazos adolescentes en América latina, expresó que los adolescentes alcanzan la fertilidad aproximadamente 4 o 5 años antes de ser emocionalmente maduros. El inicio de la actividad sexual sin promoción de salud sexual y reproductiva para este grupo poblacional, propicia comportamientos de riesgo los cuales pueden acarrear embarazos no deseados o no planificados.
Para Beltrán (2006) Es de