Nada reseñable aparece hasta la ventana de tiempo comprendida entre 1700 y 1950 cuando el Barón Dominique Jean Larrey, doctor militar en jefe de Napoleón reconoce la necesidad de un cuidado prehospitalario rápido en los heridos de guerra. Existe registro de la siguiente afirmación de Larrey en 1797: “…las lejanías de nuestras ambulancias privan a los heridos de la atención requerida. Se le autorizó a construir un carruaje al cual llamó “ambulancias voladoras”. Larrey no solo dio importancia al transporte rápido de los heridos desde al campo de batalla a los hospitales de campaña, sino que insistió en que el personal que conducía estas carretas tenía que estar entrenado en los cuidados vitales básicos de le época. Probablemente el primer momento de la historia en el que se habla de los primitivos paramédicos que tanto peso tendrán en nuestros días en los sistemas sanitarios de Estados Unidos y los mejores servicios de emergencia de Europa (5). Es en este marco donde el Barón Larrey implanta ya en 1800 los siguientes estándares básicos de asistencia sanitaria extrahospitalaria: necesidad de un vehículos de trasporte de enfermos adaptado (“ambulancia voladora”), entrenamiento adecuado del personal médico, movimiento del vehículo dentro del campo de batalla, control de hemorragias, transporte a hospital cercano, provisión de cuidados en ruta y desarrollo de hospitales especializados en trauma (6).
En 1864 se crea la Cruz Roja Internacional en la Primera Convención de Ginebra reconociendo la neutralidad del personal y vehículo que portaban su símbolo.
En 1868 se crea el primer servicio privado de ambulancias en Sincinnati (Ohio). Desde 1868 hasta 1950 se crean diversos servicios de ambulancias en estados unidos siempre operados por hospitales, el ejército o morgues (7).
En nuestro país existe muy poca literatura que atestigüe la historia de la asistencia sanitaria extrahospitalaria. Durante el siglo XIX las urgencias médicas se asistían por dispositivos extrahospitalarios no móviles como las “casas de socorro” o “los equipos quirúrgicos”. Este tipo de pequeñas clínicas de urgencias sólo estaba disponibles en capitales de provincia y eran de gestión municipal. Zaragoza disponía de la Casa de Socorros, situada en el Paseo de la Mina con calle José Canalejas que desde 1933 prestaba servicio médico. Comenzó como punto de asistencia a los más necesitados. En 1977 se convierte en punto de referencia para urgencias de funcionarios del ayuntamiento. En 2010 se decide el cese de sus funciones asistenciales para pasar a convertirse en centro de prevención y vigilancia de la salud laboral de los funcionarios municipales (8).
En España, durante finales del XIX y primera mitad del XX aquellos pacientes en situación de riesgo vital eran trasladados a los centro de socorro u hospitales en vehículos particulares o taxis determinando la alta mortalidad y la irreversibilidad de las secuelas de los afectados (9). Ni si quiera los hospitales estaba preparados en sus salas de urgencia para atender a paciente críticos desde el punto de vista cardiorrespiratorio. No podemos olvidar que los padres de la reanimación cardiopulmonar y del control de la vía aérea, James Jude, Guy Knickerbocker y Peter Safar, no descubren el masaje cardiaco y su incidencia en la supervivencia hasta 1962 (10), cuando difunde su famoso vídeo Pulse o Life (11). Es a partir de ese momento cuando empieza a tomarse conciencia de la importancia de adaptar las salas de urgencias al peor escenario posible, la parada cardiorespiratoria.
En España la Entidad Gestora de la Seguridad Social crea, en 1948, el servicio nocturno de urgencias, como primer ente sanitario organizado por el Estado. No será hasta 1968 cuando se creen los Servicios Especiales de Urgencias, dotados de recursos móviles para acudir al lugar de emergencia. En 1974 se aprueba la Ley General de la Seguridad Social en la que se establecieron las bases de los servicios de urgencias que nunca llegaron a ejecutarse (12). En esta ley, en su Sección 4ª de Normas Comunes, artículo 122 de Servicios de Urgencia, establece:
“Progresivamente, y en la medida y extensión que permita la estabilidad financiera de este Régimen General, se organizarán servicios de Medicina de Urgencia debidamente coordinados con los de igual tipo de la Sanidad Nacional, Provincial o Local. Tales servicios estarán dotados de los medios complementarios de personal auxiliar técnico-sanitario y de los medios de desplazamiento y transporte necesarios para garantizar a los beneficiarios de los núcleos urbanos y de los medios rurales una inmediata asistencia facultativa en aquellos estados y situaciones que por su índole y gravedad así lo requieran.”
En estos momentos, nuestros protagonistas comenzaban su andadura enfermera y todavía en España no existía una red pública organizada de asistencia extrahospitalaria de urgencias (9). Se legisló pero llegaría poco más tarde. De momento, en el entorno rural, el médico de la Asistencia Pública Domiciliaria era el que acudía a los domicilios con exiguos medios, a cambio el pueblo ponía a su disposición una casa en la que debía residir para prestar servicio 24 horas.
No es hasta la década de los 80 cuando la Sociedad Española de Medicina de Emergencias (SEMES) y la Sociedad Española de Medicina Intensiva y Unidades Coronarias (SEMICYUC), conscientes de la necesidad de un sistema de atención extrahospitalaria eficiente, comienzan a concienciar a la administración sanitaria y a la sociedad. El resultado de esas campañas es la creación del Plan de Actuación Sanitaria de Urgencias (PASU) por ambas sociedades, que dará lugar años después, en 1993, al documento “Definición de Modelo para los Servicios de Urgencia y Emergencia Extrahospitalarios”, elaborado por el INSALUD (13). La década de los 90 puede definirse como un periodo relativamente caótico y heterogéneo donde se probaron distintos sistemas de emergencias en cada comunidad, con distintos tipos de gestión y financiación (13). Finalmente se llegó al consenso de que el servicio del 061 de Madrid y Palma de Mallorca fueron los más satisfactorios, dirigidos desde la atención primaria. Los datos y resultados probados durante esta década por cada comunidad llevan a que en 1998, en unas jornadas sobre atención de urgencias y emergencias en Murcia, se llegue a las dos conclusiones que fundamentan los modelos de atención de urgencias extrahospitalarias que han llegado hasta nuestros días en cada comunidad autónoma: la dotación a cada Dirección Territorial del Insalud de un centro de gestión de urgencias y emergencias con un teléfono único (061) y, por otro lado, la creación de los centros coordinadores de urgencias y emergencias que gestionasen los recursos de la atención primaria y la atención especializada de las urgencias y emergencias (14).
Resultados
Nuestros protagonistas nacieron en Zaragoza, y ambos estudiaron Enfermería, por aquel entonces denominado Ayudante Técnico Sanitario (ATS). Juan Carlos Gasca cursó sus estudios en el periodo comprendido entre 1977-1980 en la Escuela Autónoma de Zaragoza, y Marisa Martínez en los años 1985-1988 en la Escuela Universitaria de Zaragoza. En sus inicios, ambos desarrollaron su carrera profesional dentro del entorno hospitalario y posteriormente se dedicaron al mundo de la asistencia extrahospitalaria. Marisa también dedicó parte de su vida profesional a la gestión de Enfermería con el cargo de Directora de Enfermería del 061 entre los años 2009 a 2011. Juan Carlos Gasca desde al año 1983 presta sus servicios como enfermero dentro del cuerpo de bomberos en una unidad de soporte vital avanzado.
Juan Carlos Gasca Gómez
Juan Carlos Gasca Gómez nace en Zaragoza el día 19 de agosto del año 1959, cursó los estudios de Enfermería en la Escuela Autónoma de ATS de Zaragoza desde 1977 a 1980. Fue el último año que se podía estudiar ATS con 4º de bachiller en aquella época, después ya se empezó a exigir el Curso de Orientación Universitaria (COU) y las Pruebas de Acceso (Selectividad). Obtuvo la diplomatura en Enfermería, mediante el curso de nivelación en los años 1983/84, en la primera convocatoria, a través de la Universidad Nacional de Educación a Distancia.
Después de realizar el servicio obligatorio por aquel entonces, se incorporó a la vida laboral. Su primer trabajo fue en los Centros Deportivos Municipales del Ayuntamiento de Zaragoza. Posteriormente se incorporó al Servicio de Urgencias de la Casa de Socorro de Zaragoza y trabajó también como A.T.S. de zona en la Mutua de Seguros de Aragón. En julio de 1983, entra a formar parte del equipo sanitario dentro del cuerpo de bomberos (Excmo. Ayuntamiento de Zaragoza. Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento) hasta la actualidad, donde sigue prestando servicio en sus unidades de soporte vital avanzado.
Decidió estudiar Enfermería porque “era una profesión que encajaba dentro de mis preferencias, tenía gran ilusión por desarrollar este tipo de trabajo”.
En los años en los que él decidió estudiar Enfermería (ATS), existía gran demanda en el desarrollo de esta formación, unas 500 personas se presentaron como aspirantes, y muchas quedaron fuera de la selección, Juan Carlos fue uno de ellos ya que las plazas ofertadas por la universidad eran 100, muy escasas para la cifra de solicitudes tan elevada. Fueron unos años de muchos cambios políticos y sociales que, también llegaron a la universidad. Los estudiantes solicitaban su sitio y sus derechos y “nos encerrábamos en la universidad solicitando que se ampliase el número de plazas de acceso”.
A lo largo de los años 70 se fundaron en España, 126 nuevas escuelas de ATS(15), por la creciente demanda de formación y la necesidad de enfermeras en los centros hospitalarios. Algunos ejemplos de estas escuelas, en Zaragoza, fueron la escuela de ATS femenina (1976) en el contexto de la Sanidad Militar, y la escuela autónoma de ATS (1977), donde Juan Carlos pudo por fin, cursar sus estudios de ATS. Ambas escuelas tuvieron sólo una promoción y se disolvieron después de ese tiempo.
La Escuela Autónoma de ATS fue creada con el apoyo del entonces presidente del Colegio oficial de ATS, Antonio Miñana. Su director era el doctor Gustavo Cimorra y el subdirector el enfermero Marcos Agón. La Escuela, en principio, se creó para 3 años, pero cuando terminó el curso académico por completo, desapareció. Los estudiantes que, en septiembre, no habían terminado sus estudios tuvieron que trasladarse a Barcelona para acabar los exámenes y terminar su formación.
Tras años de desarrollo profesional, Juan Carlos, terminó trabajando en el cuerpo de bomberos, formando parte del primer equipo sanitario de esta entidad. El Servicio de Asistencia Médica del Cuerpo de Bomberos, es el responsable de la asistencia sanitaria y laboral de los miembros del Servicio de Extinción de incendios y su principal cometido es la atención a las emergencias de la población en general, sea acompañando a los bomberos o solos. En España ya existía una relación de cuerpos de bomberos y de personal sanitario en ciudades como Barcelona, Valencia y Sevilla, y posteriormente se incorporó ya la comunidad autónoma de Madrid con el SERCAM. En nuestra ciudad el equipo de sanitarios en bomberos nació en el año 1983, como una reivindicación de los propios bomberos y una necesidad social para la atención sanitaria en emergencias. Estaba compuesto por un número reducido de sanitarios: 1 médico y 5 enfermeros.