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Enfermería ante el paciente con fibromialgia: medidas no farmacológicas

Otras patologías a considerar incluyen trastornos afectivos (como la depresión), la enfermedad celíaca (poco valorada y conocida, puede causar dolor generalizado y fatiga si no se diagnostica y no se trata; es preciso asumir la importante negatividad de los anticuerpos antitransglutaminasa, que dan falsos negativos hasta en cerca de 48% de los casos), la sensibilidad al gluten no celíaca (que con frecuencia esconde una enfermedad celíaca no reconocida ni diagnosticada), la costocondritis, la hepatitis C (más del 15% de los pacientes presentan criterios de fibromialgia, al inicio de la enfermedad hepática), hipofosfatemia (debida a laxantes o antiácidos; ocasiona debilidad muscular, pero raramente dolor muscular), compresión de alguna raíz lumbar (los síntomas solo ocurren en un miembro inferior y suelen empeorar con la maniobra de Valsalva), meningoencefalitis no virales (con secuelas crónicas, con cefalea y dolor difuso), la apnea del sueño (puede originar dolor y fatiga), enfermedades paraneoplásicas (los tumores de pulmón producen de forma significativa sintomatología neurológica, que suele aparecer bruscamente, y en varones fumadores y de mayor edad), las encefalitis y meningitis postvirales, la distrofia simpático refleja (el dolor se localiza en un miembro y existen síntomas vasomotores), estenosis espinal, trastornos de la articulación temporomandibular, enfermedades metabólicas óseas (osteomalacia/osteoporosis), coexistencia de varios reumatismos de partes blandas, miopatías metabólicas, infecciones virales (parvovirus B19, Epstein-Barr) y el síndrome de fatiga crónica.

Clínica:

Asociados al principal síntoma que es el dolor, encontramos frecuentemente una serie de alteraciones:

  • Dolor y Cansancio 81,4%.
  • Empeoramiento con el frío 79,3%.
  • Rigidez Matutina > 15 minutos 77%.
  • Trastornos del sueño 74,6%.
  • Parestesias (manos y pies) 62,8%.
  • Cefaleas fronto-occipitales 52,8%.
  • Ansiedad 47,8%.
  • Dismenorrea 40,6%.
  • Síndrome Seco 35,8%.
  • Antecedentes de depresión 31,5%.
  • Colon Irritable 29,6%.
  • Urgencia miccional 26,3%.
  • Fenómeno de Raynaud.

También se relaciona con acúfenos, disfunción de la articulación temporo-mandibular, intolerancia a estímulos auditivos u olfativos, alodinia (dolor producido por un estímulo que habitualmente no causa ningún tipo de dolor) e hiperalgesia (aumento de la respuesta a estímulos dolorosos).

  • Dolor:

El principal elemento caracterizador de la fibromialgia es el dolor musculo-esquelético difuso y generalizado o rigidez prominente que afecta al menos 3 localizaciones anatómicas por más de 3 meses, sin lo cual no se puede realizar el diagnóstico del trastorno. El dolor suele ser intenso y en muchas ocasiones difícil de describir, y en general, empeora con el ejercicio físico intenso, el frío y el estrés emocional.

Los sitios frecuentes en los cuales se presentan los síntomas de fibromialgia incluyen la región lumbar (espalda baja), cuello, tórax y muslos. La alteración de los músculos se refiere a un calambre doloroso y localizado que en ocasiones se asocia con otros problemas (embarazo, por ejemplo). En algunos casos se observa espasmo muscular localizado.

Otros síntomas adicionales pueden incluir incontinencia urinaria, dolor de cabeza, migrañas, movimientos periódicos anormales de las extremidades (movimientos paroxísticos), en especial de las piernas (síndrome de pierna de gatillo), dificultad de concentración y dificultad para recordar cosas (mala memoria); también es frecuente un aumento de la sensibilidad táctil, escozor generalizado, resequedad de ojos y boca, zumbidos y campanilleos en los oídos (acúfenos), alteraciones de la visión (fosfenos) y algunos síntomas neurológicos de incoordinación motora.

  • Trastornos psíquicos:

Entre el 70 y el 90% de quienes padecen fibromialgia refieren también trastornos del sueño, expresados como un sueño no reparador, ligero e inestable. Se suelen asociar además un grupo heterogéneo de síntomas incluyendo debilitamiento intenso (adinamia) y hasta incapacitante (astenia), alteraciones del ritmo intestinal, rigidez en las extremidades superiores o inferiores, y muy frecuentemente episodios depresivos acompañados de crisis de ansiedad. Los trastornos del sueño son muy frecuentes en pacientes con dicha patología. Estos trastornos consisten básicamente en abundantes pesadillas, sueño no reparador, que puede ser el causante de un trastorno conocido como hipersomnio diurno, y gran cantidad de descargas dolorosas en los músculos durante el sueño.

  • Enfermedades asociadas:

La fibromialgia se diagnostica más frecuentemente en individuos que padecen ciertas enfermedades, como la artritis reumatoide, el lupus eritematoso sistémico y la espondilitis anquilosante (artritis espinal). Asimismo, los pacientes con fibromialgia pertenecen a los denominados «grupos de riesgo» de padecer enfermedad celíaca. En un gran número de casos, existen hallazgos objetivos de otras enfermedades asociadas, en la mayoría de las ocasiones artrosis o un síndrome doloroso de partes blandas localizado.

TRATAMIENTO NO FARMACOLÓGICO

El tratamiento para pacientes con fibromialgia debe ser multidisciplinar, puesto que afecta a varias esferas de la vida del paciente (física, psíquica, social, laboral, etc.) con la educación para la salud como pilar básico. Se trata de una enfermedad de curso crónico, por lo que la implicación activa del paciente en la adopción de estilos de vida saludables es fundamental. La mayoría de tratamientos no han pasado control alguno, ni de eficacia, ni de seguridad, ni de calidad, ni de cantidad, ni de dosificación, etc. lo que supone un riesgo no conocido.

El hecho de no encontrar un tratamiento definitivo en la fibromialgia hace que médicos y enfermos prueben terapias de forma aleatoria (porque a uno le fue bien, porque si va bien para esto puede que vaya bien para lo otro. Antes de iniciar cualquier nuevo tratamiento debe realizarse una valoración de beneficio/riesgo, donde ha de estar incluido el coste. Muy pocos tratamientos complementarios tienen cierta evidencia.

  • Cuidados físico-rehabilitadores:
  • Ejercicio físico:

Está demostrado que debe constituir un componente fundamental en el abordaje del paciente con fibromialgia. Es considerado como la terapia no farmacológica más efectiva. Se debe educar al paciente en adquirir un estilo de vida basado en ejercicio físico de moderada intensidad y practicado al menos 2-3 veces por semana. Para aumentar su cumplimiento, puede ser necesario que al comienzo de la práctica de ejercicio se supervise su realización por parte de un profesional. Otra opción sería el ejercicio en grupo, que favorece la interacción social y la motivación. Existen diferentes tipos de ejercicio físico:

  • Ejercicio aeróbico:

Se basa en la utilización de grandes grupos musculares, con una Frecuencia Cardiaca (FC) no superior al 70-85 % de la FC máxima. Como norma general para calcular la FC máxima se debe de restar a 220 la edad del paciente. El margen terapéutico del ejercicio es estrecho: el sedentarismo y la hiperactividad pueden ser responsables de crisis o empeoramientos en la evolución de la fibromialgia. En la fase inicial, hay que comenzar a una FC máxima menor (60-75%) pero aumentando su frecuencia. En la fase de mantenimiento, se debe aumentar su intensidad disminuyendo la frecuencia de realización.

Se sugiere recomendar al paciente mantener el ritmo del ejercicio alcanzado para no mitigar la mejoría conseguida.

Ejemplos de ejercicio aeróbico: Natación, caminar, bailar, bicicleta; no están recomendadas actividades de impacto como carreras o saltos. No existe ningún tipo de evidencia de que un ejercicio sea superior a otro.

  • Ejercicio anaeróbico o de fortalecimiento muscular:

Mejoran la resistencia y fuerza muscular al contraer el músculo contra resistencias como pueden ser pesas, bandas elásticas o el propio cuerpo. No hay suficiente evidencia con respecto a estos ejercicios debido a los pocos estudios realizados, pero sugieren ser una buena alternativa al disminuir el dolor y mejorar la sensación de bienestar, depresión y sensibilidad dolorosa a la presión. Se recomienda a los pacientes con fibromialgia realizarlo dos veces a la semana, bien de forma aislada o terapia mixta (ejercicio aeróbico más ejercicios de fortalecimiento).

  • Ejercicio de estiramiento o flexibilidad:

Su función es mejorar la elasticidad corporal.

  • Pilates:

El Pilates previene la aparición de osteoporosis, evita fracturas en el caso de que esta enfermedad ya se haya instaurado, mejora patologías como la fibromialgia y puede ser un complemento inestimable para la fisioterapia en la rehabilitación de lesiones. Esta disciplina busca conseguir el equilibrio del cuerpo corrigiendo errores posturales y fortaleciendo la musculatura interna y externa. Esto se consigue trabajando, la musculatura interna del abdomen y el suelo pélvico, y a partir de ahí, todo lo demás. Los métodos para llegar a este objetivo son la contracción de los músculos y la respiración. Se debe tomar conciencia de partes del cuerpo que generalmente nos pasan desapercibidas. El resultado final es que toda la musculatura se fortalece de manera mucho más profunda y estable, lo que en una persona sana previene la aparición de lesiones y en una con una patología mejora muchos aspectos.

Entre sus beneficios, teniendo en cuenta que el Pilates mejora la circulación de todo el cuerpo, aumenta también la absorción del calcio y se disminuye el dolor por vicios posturales, con lo que se previene la osteoporosis, el dolor de espalda y la fibromialgia. El fortalecimiento de los músculos evita, además, fracturas si ya hay disminución de masa ósea. Se recomienda especialmente para quien padezca dolores en la espalda, tenga posturas viciadas, una hernia y, en general, para cualquier persona que quiera mejorar su tono muscular. Al trabajar fundamentalmente el abdomen, los músculos se tonifican y también se reduce volumen.