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Esquizofrenia. Un posicionamiento subjetivo

que algunos piensan lo que se establece es “un lazo social” frágil, realizado con líneas traslúcidas, desplegándose tenues variaciones afectivas, con movimientos enmarcados en  una dinámica reticente y explosiva, al recordar los delirios de quienes escuchamos nos percatamos que están invadidos de realidad. Son perseguidos, dañados, visitados, increpados, juzgados y demás por los otros, no se trata entonces de  una no-relación, es una relación mortífera la que se despliega, por ejemplo los delirios referentes a la invasión de otros seres es factible vislumbrarlos a la luz del coloniaje cultural.

Un mundo caótico, lleva a que los sujetos se posicionen subjetivamente, caóticamente, la presentación del sujeto deviene entonces extraña, extravagante y excéntrica (Bisbanger).

La ominosa sensación de no ser ya uno mismo, -la impresión de estar cambiando- se liga a la incertidumbre de ser-en-si tanto para el otro como para uno mismo y por supuesto que son los otros-para-mi; la cristalización de esta discordancia es lo que denominamos el síntoma del espejo que encuentra su punto disparador en  el estadio ya referido por Lacan.

Es en este punto que la palabra cobra su valor de puente entre los mundos que se han escindido, una palabra que no fulmina, que no resta valor a lo enunciado sino que le da peso a la experiencia, aun cuando “la situación analítica es sentida como peligrosa porque es vivida por el sujeto en términos de alternativa” (Mannoni, 1987, p.113), también es tranquilizadora pues en un sitio delimitado se suscita un encuentro real “pleno de tensiones persecutorias y depresivas”. Sin embargo no basta con la escucha de esta palabra con núcleos de verdad, se requiere de la escucha del deseo mortífero de los padres, de la negación la insistencia del sujeto.

En concordancia, la aproximación terapéutica no puede estar basada en la confrontación con la realidad en medida que justamente dicha confrontación es parte esencial del problema y además cualquier realidad es inaprensible en su totalidad.

Basados en las premisas fenoménico-analíticas expuestas con anterioridad, es factible considerar que no se tratará de estandarizar una intervención encaminada a encontrar el punto originario de la condición esquizofrénica, sean las relaciones vinculares con las figuras primarias, las vivencias desamparo, los dobles mensajes de carácter esquizofrenizante o las distorsiones cognitivas. No se encamina a eso, pues todo ello en mayor o menor medida existe; se trata de acompañar en el proceso de reorganización del ser y del yo.

El punto para el abordaje se recarga en “darse cuenta de lo que aún vive y sigue intacto”, es decir, en apreciar no las áreas libres de conflicto, pues sabemos que dicha condición afecta enteramente al sujeto, sino en apuntalar lo basal al sujeto mismo, a saber, la relación con lo exterior como relación vital y el contacto consigo mismo como ser en proceso (Sullivan) constante ligado al “armazón del mundo” (Minkowsky, 1973, p.393).

Desde este punto no debe pensarse solamente en una re-educación pues no es mal educado o des-educado y basta con la re-inserción psicosocial debido a que su vínculo con los otros no está perdido tan solo atenuado. Ciertamente están trastocados estos dos aspectos y merecen nuestra atención, pero no se puede en aras de cumplir con ello el abandonar al sujeto y la vivencia de su padecer, de allí que la psicoterapia como tal sea tanto posible como indispensable, señalara el profesor Jean Delay “la psicoterapia es un tiempo esencial de la terapéutica de las psicosis” (Leclaire, 2001, p17)

Si la psicoterapia es posible, ello no indica que sea realizable por cualquiera, se requiere estar preparado pues una vez que el sujeto ha aceptado al terapeuta su dependencia es mayor que la del psiconeurótico, y es más sensible respecto a ella, a raíz de su hondamente arraigada inseguridad” (Fromm-Reichmann, 1981, p. 9). La psicoterapia se torna posible solo en medida que el analista ha perdido el miedo que llega al pánico de no entender, o al temor de ser considerado impropio por el resto de intervinientes, “aquel que no puede tolerar las excepciones ocasionales, no es apto para la psicoterapia con psicóticos” (Fromm-Reichmann, 1981, p. 42), debe de producir un acercamiento a la realidad exterior sin demeritar la vivencia significativa.

Queda claro que muchos de los denominados mitos y sus consecuencias están ligados a la manera en que nos aproximamos al otro, está determinado por nuestros prejuicios, por ello que no es lanzar la mirada a la sociedad en primera instancia sino mirarnos a nosotros para re-entender de una vez por todas, como señalaba Sullivan desde hace tiempo, “todos somos simplemente seres humanos, más que otra cosa”.

Bibliografía.

Bleuler E, 1960. La demencia precox o el grupo de las esquizofrenias, España, Horme.

Bisbanger L, 2004. Tres formas de la existencia frustrada, España, Amorrortu.

Freud S, .2002. De un caso de paranoia descrito autobiográficamente, Obras completas, Argentina, Amorrortu.

Freud S, .2002. El proceso de escisión del Yo, Obras completas, Argentina, Amorrortu.

Fromm-Reichmann F, 1981. Psicoterapia intensiva en los esquizofrénicos y en los maniaco-depresivos, Argentina, Horme

Kierkegaard S, 1980. La enfermedad mortal, España, Planeta.

Lacan J, 2001. El estadio del espejo y su papel en la formación del yo tal como nos lo revela la experiencia psicoanalítica, Escritos 1, México, Siglo XXI

Leclaire S, 2001. Principios de una psicoterapia de las psicosis, España, Editorial Síntesis.

Mannoni M, 1987. El niño su enfermedad y los otros, Argentina, Nueva visión.

Minkowsky E, (1973) El tiempo vivido, México, FCE.

Patiño J, (1976) 26 lecciones de psiquiatría clínica, México, Prensa mexicana.

Sullivan H, (1972) La esquizofrenia como un proceso humano, España, Horme.