La salud y enfermedad bucal son resultantes de sus condiciones especificas: Respuestas a la exposición a determinados agentes bacterianos, dieta rica o carente de carbohidratos, fluoruros, hábitos higiénicos bucales, accesos a servicios estomatológicos, capacitación en conocimientos sobre problemas buco – dentales, responsabilidad individual con su propia salud, asistencia sistemática a los servicios (7).
Los problemas bucodentales de la humanidad se remontan a tiempos muy lejanos, pudiéndose afirmar que han sido compañeros inseparables de nuestros antepasados desde hace millones de años (8), constituyen un importante problema sanitario por su alta prevalencia, demanda pública y fuerte impacto sobre las personas y la sociedad en términos de dolor, malestar, limitación y discapacidad social y funcional, así como también por sus repercusiones negativas sobre la calidad de vida de la población (9).
Las afecciones bucales más frecuentes en las poblaciones son: las caries dentales, las periodontopatías y las maloclusiones, que solo varían en su prevalencia y gravedad, y también entre diversos grupos de edades (10).
La caries dental, enfermedad transmisible, prevenible y asociada a estilos de vida, persiste como problema de salud bucal (11,12) y afecta al 98 % de la población del orbe (13). Algunos países muestran una tendencia a su disminución, (14,15) debido al constante estudio de sus causas y a las acciones preventivas implementadas (16,17).
De lo anterior se deslinda la necesidad de que cada área de salud posea una continua información epidemiológica sobre la caries dental y los factores relacionados con la probabilidad de padecerla, a fin de diseñar estrategias preventivas de acuerdo con los elementos del problema. El riesgo a caries dental es un indicador global de las condiciones de salud bucal de los países (18), ello se justifica pues el nivel de riesgo a la caries dental y sus secuelas a su vez son causales de otros problemas estomatológicos (19,20).
En la conferencia de diagnóstico y manejo de la caries dental a través de la vida del 2001(21) se expuso que el 20% de los niños de 2 y 3 años poseía caries dental, que el 80% de los menores de 18 años han tenido alguna cavidad o manifestación de caries dental, que más de las dos terceras partes de la población de 35 a 44 años ha perdido algún diente por caries dental.
La prevalencia y gravedad de la caries entre los años 1970 y 2000 en niños de cinco a seis y once a trece años ha mostrado una disminución significativa en el contexto latinoamericano (22).
En Cuba, los datos de la encuesta de salud bucal del MINSAP de 1998, mostraron que al elevarse la edad aumenta el número de personas afectadas y el índice de caries dental (13). Alrededor de 90% de la población ha tenido alguna experiencia de caries; a los 5 años de edad, en 2% existen y a partir de los 12 años se detecta la mayor afectación (13).
La enfermedad periodontal, como segundo problema de salud pública mundial, se inicia desde edades tempranas y se extiende durante toda la vida, si no la tratamos debidamente (23). Los resultados de numerosas encuestas epidemiológicas evidencian que la gingivitis es el hallazgo más frecuente en niños y adultos jóvenes y constituye un estadío anterior de la periodontitis, aunque no necesariamente tenga que avanzar a este (23). Comienza en edades tempranas de la vida a partir de los 5 años de edad con el cambio dentario, continúa hasta la pubertad, donde hace su mayor prevalencia producto a los cambios hormonales de esta etapa, luego decrece gradualmente hasta alrededor de los 35 años, que es cuando hay un aumento de la prevalencia de la enfermedad periodontal destructiva, convirtiéndose en la primera causa de perdida dentaria. En general la prevalencia de la gingivitis se mantiene alta durante la vida, con cifras de 90,1% (24).
Actualmente se considera que las enfermedades que afectan el periodonto son de origen multifactorial, factores bacterianos, genéticos, del huésped, sistémicos y ambientales. Conocer estos factores es determinante para el diagnóstico, pronóstico y plan de tratamiento de los pacientes y para que estos se puedan beneficiar de las pautas preventivas adecuadas a su perfil periodontal (25).
Las maloclusiones devienen la tercera de las enfermedades bucales como problema sanitario y se les considera factores de riesgo de gingivitis, periodontitis, caries y disfunción de la articulación temporomandibular (ATM), aparte de las alteraciones estéticas y funcionales que ocasionan de no ser tratadas. En muchos casos pueden ser corregidos durante la infancia y la pre -adolescencia por medio de la ortodoncia, aunque las más severas suelen requerir operaciones de cirugía ortognatica (26). A escala universal, las maloclusiones oscilan en rangos de 35 a 75%, con diferencias según sexo y edad. En nuestro país, la última encuesta realizada revela proporciones de afectados por maloclusiones de un 20; 44 y 35% en niños y adolescentes de 5; 12 y 15 años, en ese orden (13).
Resulta necesario vigilar constantemente el tesoro de una buena salud bucodental mediante hábitos preventivos personales y atención profesional periódica. Nunca es demasiado tarde para precaver y nunca demasiado temprano para comenzar (27).
Promover la salud bucodental a través de la creación de ambientes saludables y fomentando en los individuos la responsabilidad por su propia salud y la de los demás, constituye en la actualidad un reto de la Estomatología (28).
En la actualidad la prevención integral de las enfermedades bucales debe orientar a la práctica de hábitos higiénicos–alimentarios adecuados, para preservar sanos tanto los dientes temporales como los permanentes, uso de los fluoruros sistémicos y tópicos, ejecución de medidas de protección específica e inespecífica, diagnóstico precoz y oportuno, control de los riesgos y vigilancia epidemiológica del estado de salud.
El conocimiento del estado de salud de la población proporciona una base sólida para estimar las necesidades