(Rodríguez, 1995). La calidad de vida relacionada con la salud (CVRS) se ha convertido en una importante medida del resultado del cuidado a los pacientes con enfermedades crónicas en las últimas dos décadas. Incluso se ha encontrado que es predictiva de la utilización de los servicios de salud y de la mortalidad. El cuestionario de salud SF–36 versión 2 fue desarrollado, validado y normalizado por Ware, Kosinski y Dewey (2000). Contiene 36 ítems que evalúan los componentes físico y mental a través de ocho subescalas:
• Función Física: grado en que la salud limita las actividades físicas tales como el autocuidado, coger o llevar pesos y los esfuerzos moderados e intensos.
• Rol Físico: grado en que la salud física interfiere en el trabajo y otras actividades diarias, incluyendo rendimiento menor que el deseado, limitación en el tipo de actividades realizadas o dificultad en la realización de actividades.
• Dolor Corporal: intensidad del dolor y su efecto en el trabajo habitual, tanto fuera de casa como en el hogar.
• Salud General: valoración personal de la salud que incluye la salud actual, las perspectivas de salud en el futuro y la resistencia a enfermar.
• Vitalidad: sentimiento de energía y vitalidad, frente al sentimiento de cansancio y agotamiento.
Subescalas del componente mental:
• Función Social: grado en que los problemas de salud física o emocional interfieren en la vida social habitual.
• Rol Emocional: grado en que los problemas emocionales interfieren en el trabajo u otras actividades diarias.
• Salud Mental: salud mental general, incluyendo depresión, ansiedad, control de la conducta y bienestar general.
Los componentes y subescalas puntúan de 0 a 100, puntajes que se estandarizan para obtener una media de 50 y una desviación estándar de 10, lo que permite compararlas. Si se asume que los puntajes en la población se ajustan a una distribución normal de probabilidades, a tres desviaciones estándar hacia arriba de la media estarán los percentiles que indican los mayores niveles de calidad de vida, y a tres desviaciones hacia abajo se ubican los menores niveles de calidad de vida. El grado de disminución en términos de calidad, se refleja al pasar de una cantidad de desviaciones estándar menor hacia una mayor, cuando la variable se mueve hacia la izquierda en el eje X, y la relación es inversa cuando la variable aumenta (se mueve hacia la derecha).
El cuestionario fue aplicado en su forma estándar (período recordatorio de 4 semanas), de forma grupal y autoadministrada bajo la guía de una facilitador. Las propiedades psicométricas del SF-36 han sido extensamente evaluadas, reportándose su validez y confiabilidad, así como su pertinencia para la evaluación de la calidad de vida en diferentes enfermedades crónicas, entre ellas la hipertensión arterial.
Para evaluar el estrés diario de los asistentes se utilizó un Inventario de estrés diario. A cada persona se le pedía que rellenara durante siete días del taller dicho inventario, así como durante tres días de cada semana una de las sesiones adicionales.
De esa manera se pudo obtener una muestra válida de los niveles de estrés, los cuales se evalúan a través de tres parámetros:
1) La frecuencia de acontecimientos estresantes (este parámetro se refiere a la cantidad de acontecimientos de su vida cotidiana que una persona percibe como estresantes. Una alta puntuación sugiere distorsiones en el procesamiento de la información, es decir, una apreciable cantidad de errores en el estilo atribucional de la persona, que la conducen a evaluar como estresantes muchos acontecimientos cotidianos;
2) La intensidad del estrés (esta puntuación refleja la magnitud de la perturbación emocional y física que la persona experimenta como reacción a la eventos estresantes. Se ha sugerido que este parámetro constituye el principal indicador en la evolución del estrés. A las personas con altas puntuaciones en esta variable se les sugiere prestar especial atención tanto a la modificación de su estilo atribucional como a la práctica de los procedimientos de autocontrol autónomo, tipo de relajación muscular ó técnicas de meditación; y
3) La puntuación relativa.
Se clasificó a la población estudiada en fumadora, exfumadora y no fumadora. Son considerados como fumadores los que responden afirmativamente a “¿fuma en la actualidad?”. Los exfumadores se obtuvieron filtrando a los fumadores y seleccionando a los que respondían afirmativamente a “¿ha fumado alguna vez?”. El resto se clasificaron como no fumadores.
También se pasó un cuestionario de frecuencia semicuantitativo para evaluar el consumo de alcohol y café.
Otra encuesta utilizada fue la encuesta diagnóstica para identificar conocimientos, creencias y prácticas de los hipertensos sobre la adherencia terapéutica en relación con los estilos de vida saludables (Tabla 5).
Insistiendo en este aspecto, que me parecía especialmente importante, se usó también el Cuestionario de Creencias de Hipertensión Arterial (CCH), en cuya elaboración se tomó como base la estructura de preguntas utilizada por Meyer et al. (1985) y se añadieron algunos ítems necesarios para completar la búsqueda de datos de acuerdo a los objetivos del estudio.
El Cuestionario de Creencias de Hipertensión Arterial (CCH) contiene preguntas orientadas a la obtención de datos sobre la adherencia a las prescripciones farmacológicas y, lo que es objeto de nuestro estudio, a las no farmacológicas (esto es, seguimiento de la dieta establecida, cumplimiento del plan de ejercicios, recomendaciones sobre control emocional/estrés, etc.). Igualmente otras preguntas estaban orientadas a detectar la información recibida sobre consecuencias o problemas derivados de la hipertensión arterial (HTA) y las creencias sostenidas sobre las mismas, así como la consideración de la enfermedad como crónica ó aguda, y los cambios llevados a cabo tras el diagnóstico de la hipertensión arterial (HTA) y las recomendaciones terapéuticas (en tanto que pueden tomarse como una medida indirecta de la adherencia inicial, por cuanto deberían representar el ajuste del paciente a las prescripciones y recomendaciones del tratamiento antihipertensivo y de los consejos sobre cambio en el estilo de vida, que recibieron en el momento del diagnóstico de acuerdo al protocolo de actuación en hipertensión).
Finalmente, se recogieron los datos sobre la dieta especial para el paciente hipertenso. En revisiones previas se ha visto que no existe una única aproximación dietética para la prevención y tratamiento de la hipertensión arterial (HTA). Sin embargo, la iniciativa más interesante fue la realizada con el modelo DASH (Dietary Approaches to Stop Hypertension), demostrando que las intervenciones nutricionales previenen la hipertensión arterial (HTA) ó disminuyen los niveles de tensión arterial en pacientes hipertensos. Este modelo de dieta parte de los investigadores del