Acosta Hernández et al (2008) (21) con 120 pacientes enfermos renales crónicos sometidos a hemodiálisis, diálisis peritoneal y trasplante de riñón; se concluye que los pacientes trasplantados en comparación con los pacientes en hemodiálisis y diálisis peritoneal tienden a emplear estrategias orientada al problema a través de búsqueda de la mejor alternativa para mejorar los síntomas y utilización de la reevaluación de la experiencia pasada vivida. Si tenemos en cuenta la comparación realizada, se puede decir que el trasplante renal tiene una mejor calidad de vida global, y aunque mantenga una estricta medicación y supervisión médica, posee una mayor autonomía propia parecida a la experiencia de antes de la enfermedad. Parte del mayor uso del estilo enfocado en
la emoción también es reforzado por el tipo de tratamiento que reciben los sujetos de esta muestra. Ellos, en su gran mayoría (80%), reciben el tratamiento de hemodiálisis, lo cual implica aceptar el tratamiento brindado por personal médico cualificado, en donde se espera que más allá de que el paciente asista a sus consultas con puntualidad asuma un rol pasivo ante el procedimiento, dependa de las condiciones brindadas por el centro médico sin que sea responsable directo por la adecuada administración de su tratamiento, como es el caso de la diálisis peritoneal. De acuerdo con Christensen (2000) (22), los pacientes que reciben el tratamiento de hemodiálisis tienen una percepción de control sobre su enfermedad y tratamiento casi inexistente, lo que los motivaría a concentrar sus recursos en la expresión y regulación de las emociones que derivan del mismo, sobre todo aquellas que involucran sentimientos negativos como frustración, ansiedad, temor, depresión y desolación, en vez de concentrar dichos recursos en resolver y controlar los problemas que derivan de él.
En relación con la hipertensión arterial los autores Rosen y Kostis (1985) (23) afirman que el interés ha estado relacionado predominantemente con el tipo de medicación que han de llevar estos enfermos y los importantes efectos secundarios que ésta causa. A pesar de ello, el principal tratamiento para la hipertensión es la terapia farmacológica, de la que existen diversos tipos que, en principio, parecen ser efectivos a la hora de reducir la presión sanguínea, aunque los pacientes frecuentemente experimentan efectos secundarios molestos. Por ejemplo, los diuréticos, tienen como efecto colateral el incremento del colesterol en sangre que contrarresta algunos de los efectos reductores de riesgo; los betabloqueantes afectan al sistema nervioso simpático y producen sentimientos persistentes de letargo y a menudo también causan impotencia secundaria en el hombre; los inhibidores del calcio son fármacos más modernos que no tienen los efectos colaterales de los anteriores, pero que resultan excesivamente caros y promueven un incremento en tasa cardíaca y vasodilatación periférica. Estos efectos secundarios hacen que la no adherencia a los tratamientos prescritos sea muy alta añaden
En una investigación de Kolhman y cols. (1996) (24) los sujetos que puntuaron alto en evitación mostraron una mayor puntuación en la presión sistólica. También el autor Clark (1997) (25) afirma que los sujetos que usaban estilos de afrontamiento centrado en el problema tenían una mejor salud física y calidad de vida. En cambio, los que usaban estilos de afrontamiento centrados en la emoción sufrían más problemas cardiovasculares y los valores de tensión arterial eran mayores. El siguiente estudio llevado a cabo por Cea Ugarte et al (1997)
(26) se pretende corroborar la afirmación del autor Clark sobre sujetos diagnosticados de hipertensión esencial. En el estudio se utiliza una muestra de 15 sujetos con edades comprendidas entre los 44 y 55 años. Para realizar la evaluación se utilizó el cuestionario de
Estrategias de Afrontamientos (Fernández-Abascal, 1997) y como resultado del estudio se muestra que existe una relación negativa entre la hipertensión arterial y estrategias de afrontamiento centrado en el problema, es decir, cuanto más centrado esté el sujeto en estrategias de afrontamiento enfocado al problema menor tensión arterial tiene. El estilo de afrontamiento centrado en el problema en la muestra de hipertensos mantiene una relación negativa y significativa con la presión arterial, r= -0,549*, la utilización de este estilo se relaciona con una menor presión sistólica.
Se puede comprobar que los resultados corresponden con la afirmación del autor Clark (1997), en el cual, estilos de afrontamiento centrado en el problema se asocia a una menor presión arterial sistólica.
Un trabajo llevado a cabo por los autores Dunkel-Schetter, Feinstein, Taylor y Falke (1988) (27), en el que se pedía a enfermos oncológicos que señalaran el problema más importante que tenían. Los problemas más citados fueron miedo e incertidumbre sobre el futuro, limitaciones en capacidad física, cambio en el estilo de vida y manejo del dolor. En un trabajo reciente por el autor Pelechano (1999) (28) se ha realizado un gran bloque de categorías que se refieren a los efectos de los tratamientos terapéuticos oncológicos (quimioterapia, efectos secundarios, quedar deforme y dolor), y otro bloque importante tiene que ver más con aspectos sociales (dependencia de la familia, pérdida de trabajo y de actividades de ocio, así como miedo a las relaciones sexuales).
A continuación, se muestra un estudio llevado a cabo por Oliveros et al (2010) (29) de tipo descriptivo con una muestra de 31 individuos, de ambos géneros, con diagnósticos de diferentes tipos de cáncer en el cual el estudio tuvo como objetivo evaluar los estilos de afrontamiento más utilizados en estos pacientes. Los datos indican que el 83.8% de la muestra se ubica en la categoría orientada al problema, mientras el 9.7% se sitúa en la categoría orientada a la emoción, y el 6.5% restante está compuesto por individuos que puntúan de igual forma ante las dos categorías, lo cual impide su adecuada ubicación en alguna de estas, demostrando que emplearon estrategias tales como la resolución de problemas, la búsqueda de apoyo social y la variación del nivel de aspiraciones, entre otras.
En lo que respecta a estilo de afrontamiento y calidad de vida en enfermos de cáncer, en un estudio realizado por el autor Martín Llul et al (2003) (30) con 79 pacientes de cáncer del Hospital Interzonal de Mar de Plata (Argentina) tiene como objetivo que estilo de afrontamiento se relaciona con una mejor calidad de vida. Este autor para evaluar la calidad de vida utilizó la
adaptación castellana del “Functional Assesment of Cancer Therapy Scale” (Cella & col, 1993) y para evaluar las estrategias de afrontamiento se utilizó la adaptación castellana del “Inventario de Respuestas de Afrontamiento” (CRI) (Moss, 1990). Como resultado, el autor muestra que las estrategias de evitación hacia la enfermedad correlacionan negativamente con la percepción de la calidad de vida. Estos resultados coincidirían con varios estudios realizados donde se encontró que las estrategias de aceptación estoica y desesperanza, que serían estrategias de evitación, implican consecuencias desfavorables en los pacientes, de tal forma que el fatalismo y la desesperanza se asoció a una disminución de la calidad de vida global, y las estrategias de resignación y catarsis (evitación cognitiva y conductual respectivamente) se correlacionó con mayor