Consecuencias laborales. Los cuidadores que trabajan suelen experimentar un conflicto entre las tareas de cuidado y las obligaciones laborales. La sensación de estar incumpliendo tanto en el trabajo (por absentismo, falta de puntualidad, etc.) como en el cuidado del familiar (por no poderle dedicar más tiempo).
Dificultades económicas. Son frecuentes las dificultades económicas, tanto porque disminuyen los ingresos (al disminuir la dedicación laboral) como porque aumentan los gastos derivados del cuidado del familiar (adaptaciones en el hogar, etc.).
Disminución de las actividades de tiempo libre La situación de cuidador, provoca una disminución del número de actividades sociales y de ocio que anteriormente realizaban, lo que puede producir sentimientos de aislamiento social y soledad.
Sentimientos de culpabilidad. Ante el dilema de ingresar a un familiar dependiente en una residencia, aparece un conflicto decisional intenso con ideas de culpa, siendo ésta una de las decisiones más difíciles de tomar ya que por claudicación e imposibilidad de seguir dando cuidados, el cuidador debe trasladar al la persona que cuida a una residencia.
Señales de alarma frente al estrés del cuidador
Es muy importante detectar las señales de alarma que preceden a las alteraciones emocionales de la sobrecarga del cuidador, para poder intervenir con la suficiente antelación y no esperar a que se cronifiquen y lleguen a convertirse en irreversibles.
Como cuidador conviene estar atentos si se presenta uno o varios de los siguientes síntomas:
Cansancio, pérdida de energía y vitalidad.
Sueño excesivo.
Aislamiento.
Aumento en el consumo de bebidas alcohólica, tabaco y/o fármacos ansiolíticos o hipnóticos.
Problemas de memoria, dificultad para concentrarse.
Desinterés por las actividades y personas.
Aumento o disminución del apetito.
Irritabilidad y enfados frecuentes y sin motivo aparente.
Cambios frecuentes de humor o de estado de ánimo, nerviosismo, tristeza, frustración
Problemas en el lugar de trabajo.
Problemas económicos.
Castigos desproporcionados, trato despectivo o vejatorio hacia la persona que se cuida.
Cómo cuidarse a sí mismo
Valoración individual, información para el cuidador.
No espere a “no puedo más”. Sepa pedir ayuda, va en ello su salud y la de los suyos:
Si necesita ayuda pídala abiertamente, no espere a que los demás la vean agotada o a que lo adivinen.
Uno solo a veces no lo puede llevar.
Diga de forma clara y concreta el tipo de ayuda que necesita.
Es mucho más fácil saber lo que uno necesita si se expresa claramente.
Pida consejo a su médico o a su enfermera o la trabajadora social de su Centro de Salud o Ayuntamiento, le informará sobre centros de ayuda y estimulación. A veces uno piensa que en otro sitio no le van a cuidar mejor que usted.
Cuídese llevando una vida sana:
Duerma lo suficiente. La falta de sueño va socavando lentamente y sin darnos cuenta nuestra salud. Utilice algunos momentos para descansar por el día como la siesta, si por la noche no duerme suficientemente.
Haga ejercicio con regularidad. El ejercicio físico, es una forma excelente para combatir tanto la depresión como la tensión emocional y tiene un gesto directo favorable sobre la salud.
Mantenga su red social con los amigos y familiares. No se aisle como consecuencia de los cuidados.
Dese algunos momentos al día para usted. Pida ayuda para ello.
Salga de casa y que le substituyan los familiares o amigos.
Mantenga sus aficiones. La lectura, el cine etc.
Piense en los demás miembros de su familia y no los descuide
Organice su tiempo:
Anticípese a los contratiempos que puedan surgirle.
Llevar una vida ordenada le permitirá asignar los recursos que disponga.
No asuma más de lo que pueda llevar: Una tendencia frecuente es hacer tareas que la propia persona a la que cuidamos puede hacer de forma autónoma, como vestirse , comer etc.
No lo haga ya que esa persona dejará de hacerlas y aumentará su carga.
Aplíquese los derechos asertivos del cuidador:
Derecho a dedicar tiempo y actividades a nosotros mismos, sin sentimientos de culpa.
Derecho a resolver por nosotros mismos aquello que seamos capaces y derecho a preguntar sobre aquello que no comprendamos.
Derecho a ser tratados con respeto por aquellos de quienes solicitamos consejo y ayuda
Una investigación que mide la relación entre las características de los cuidadores familiares de pacientes con discapacidad y la percepción de su estado de salud, cuyo propósito fue establecer la relación que existe entre la percepción de la salud física, emocional y los estresores del cuidado y las características de un grupo de cuidadores de pacientes que se habían vinculado recientemente al programa de rehabilitación integral, los hallazgos revelan en, que los cuidadores en su mayoría identifican un compromiso ligero de su estado de salud física y emocional, los cuales no se correlacionan en forma significativa con su edad.
Llama la atención que se encuentra un compromiso importante en estresores del cuidado, como son las condiciones de salud del paciente, la modificación del trabajo y del rol habitual, la falta de actividades recreativas y trastornos del sueño.
Lo que muestra la necesidad de establecer programas de promoción y prevención dirigidos a los cuidadores, que deben iniciarse simultáneamente con el programa de rehabilitación del paciente, para evitar los sentimientos de sobrecarga y alteración de la salud que puedan sobrevenir más adelante, Moreno, M. E., Náder, A., & de Mesa, C. L. (2004).
De Herrera, S. E. M. C. (2004). En su estudio comparativo indican los dos grupos de cuidadores se encuentran afectados en todas las dimensiones de la calidad de vida, significativamente el bienestar físico y psicológico, medianamente el social, y con menor alteración el espiritual.
Confirmando que la calidad de vida de los cuidadores de personas en situación de cronicidad es afectada por la vivencia. El tipo de apoyo y el valor espiritual de los cuidadores es fundamental para no afectar su bienestar.
La mayor fuente de apoyo social y personal la constituye la familia, en donde el rol de cuidador es desempeñado por mujeres adultas que dedican la mayor parte del tiempo al cuidado, dejando en segundo plano su propia vida y sus proyectos personales, y esto representa un riesgo debido a que el cuidado tiene exigencias complejas que inciden directamente en su calidad de vida.
Bibliografía
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