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La familia, el niño y la alimentación complementaria

consecuencias que tiene este proceso en la salud del niño. (Jacome Viera, 2013)

La nutrición humana adecuada durante la infancia y niñez temprana es muy importante para el desarrollo adecuado y completo de cada niño. Muchos autores refieren un periodo crítico desde el nacimiento hasta los dos primeros años de vida donde se da el desarrollo opimo del ser humano. En diversos estudios longitudinales se ha comprobado que esta es la edad pico en la que ocurren fallas de crecimiento, deficiencias de ciertos micronutrientes y enfermedades comunes de la niñez como la diarrea, desnutrición, y después de este periodo es muy difícil revertir en la falla de crecimiento ocurrida anteriormente. A largo plazo, las deficiencias nutricionales están asociadas a impedimentos en el rendimiento intelectual, la capacidad de trabajo, la salud reproductiva y la salud general durante la adolescencia y la edad adulta. Como consecuencia, de la desnutrición crónica, se hace un factor de riego para que la niña en la adultez tenga mayores posibilidades de dar a luz a un niño desnutrido de bajo peso al nacer.

Las prácticas deficientes de lactancia materna y alimentación complementaria, junto con un índice elevado de enfermedades infecciosas, son las causas principales de desnutrición en los primeros dos años de vida. Por esta razón, es esencial asegurar que las personas encargadas del cuidado y salud de los niños reciban orientación apropiada en cuanto a la alimentación óptima de lactantes y niños pequeños. De acuerdo con la OMS, la alimentación complementaria debería ser oportuna, es decir, que todos los niños deberían iniciar el consumo de alimentos a partir de los 6 meses, y continuar recibiendo lactancia materna hasta los 2 años; debería ser adecuada, y debe brindar los nutrientes necesarios para cubrir las necesidades nutricionales de un niño en rápido crecimiento; debería ser apropiada, es decir, variada, con la textura adecuada y en suficiente cantidad, y debería ser segura, es decir que se deben manejar buenas prácticas de higiene en la preparación y manejo de los alimentos (OMS/UNICEF, 2003).

Es evidente que la lactancia materna adecuada y la introducción de los alimentos complementarios en forma oportuna asegurarán un crecimiento óptimo de los niños y los protegerá de todos los riegos asociados a una mala alimentación.

La ENSANUT-ECU 2014 también reporta el consumo de alimentos naturales o fortificados, ricos en hierro y suplementos de hierro por parte de los niños de 6 a 23 meses. De esta información se concluye que más del 65% de los niños consumían este tipo de alimentos y más de un tercio consumen suplementos de hierro. Pero esta información no reporta ni las cantidades en el consumo de alimentos ni la frecuencia de los suplementos, por lo que posiblemente los datos reflejan una sobreestimación en relación con los datos obtenidos de la prevalencia de anemia, que reportan que está sobre el 32.4% de los niños menores de 24 meses.

Se ha visto complicaciones en un inicio inadecuado de a ablactación como la prevalencia de sobrepeso y obesidad en los preescolares ha registrado un ascenso a lo largo del tiempo. Actualmente, se estima que aproximadamente 137 y 395 niños/as entre 0 y 60 meses de edad presentan sobrepeso u obesidad, y otros/as 348 534 se encuentran en riesgo de desencadenar exceso de peso, en Ecuador existe un alto riesgo de sobrepeso (21.6%) en este grupo de edad. La OMS ha definido como “riesgo de sobrepeso” al rango entre +1DE y hasta +2DE en el indicador IMC/edad, cuyo objetivo es prevenir el sobrepeso y hacer evidente la necesidad de tomar medidas correspondientes a fin de prevenirlo. Este riesgo tan elevado explica el salto que presenta la prevalencia de sobrepeso y obesidad de los preescolares a los escolares, como se observará más adelante.

Al estratificar esta información por sexo, se estima que los niños (23.4%) tienen mayor riesgo de presentar sobrepeso que las niñas (19.7%). Se observa además en el mismo cuadro que el riesgo de sobrepeso es aproximadamente el doble en los indígenas (30.0%), con respecto a los afroecuatorianos (15.1%), montubios (15.7%) y el resto del país (21.4%). Este comportamiento refleja que los indígenas son el grupo étnico que en mayor proporción presenta simultáneamente retardo en talla (40%) y riesgo de sobrepeso (30%). (Freire, 2014)

El sobrepeso y obesidad (IMC/E >+2DE) en la población preescolar, en las diferentes provincias del país. Los resultados muestran que la provincia más afectada por el exceso de peso es Carchi (14.9%), seguida por Imbabura (13.5%), Galápagos (12.7%) y Zamora Chinchipe (11.5%). Las menos afectadas por el sobrepeso y la obesidad son Orellana (4.1%), Bolívar (5.0%), Napo (5.0%) y Sucumbíos (5.2%).

Se debe destacar que las provincias de Carchi (14.9%), Imbabura (13.5%) y Azuay (11.1%) presentan elevadas prevalencias de sobrepeso y obesidad, pero al mismo tiempo presentan elevadas prevalencias de retardo en talla (33.2%, 34.6% y 29.9%, respectivamente). Esto no sucede en las provincias de Chimborazo, Bolívar y Santa Elena, donde también se registran grandes prevalencias de retardo en talla (48.8%, 40.8% y 35.0%, respectivamente), pero no de sobrepeso y obesidad (9.1%, 5.0% y 6.5%, respectivamente). En Loja se puede evidenciar que entre las edades comprendidas de 0 a 60 meses existe una prevalencia de sobrepeso y obesidad de 9,8%.

DESNUTRICIÓN

Prevalencia de retardo en talla, emaciación y bajo peso en la población preescolar (0 a 60 meses) a escala nacional, por grupos de edad, sexo y etnia. En el Ecuador la talla baja para la edad o desnutrición crónica (25.2%) continúa siendo un importante problema de salud pública en los niños y niñas de 0 a 60 meses, mientras que la emaciación (bajo peso para la talla) o desnutrición aguda (2.3%), y el bajo peso para la edad o desnutrición global (6.4%) ya no constituyen un problema de gran magnitud en el ámbito nacional. Del mismo cuadro se desprende que en los primeros 5 meses de vida el porcentaje de retraso en crecimiento lineal es bajo (9.5%). A los 6 meses este porcentaje aumenta dramáticamente (19.9%), con un pico en los 12 a 23 meses de edad (32.6%), a partir del cual comienza a descender.

Es evidente que esto muestra un proceso de retardo en talla que ocurre en la infancia temprana (antes de los 24 meses de edad) y el resultado son niños con baja talla para la edad. La baja talla no se recupera posteriormente, como puede apreciarse al