Según la edad se evidencio que el diabético adulto mayor presento 51,0% retinopatía, y el adulto maduro en un 36,4% presento retinopatía. Con un valor de OR 1,824, e IC con límites inferior 1,265 y superior 2,631 y una probabilidad estadística (X2 = 0,001) <0,05. Lo que indica que el factor edad es estadísticamente significativo, a mayor edad, mayor riesgo de desarrollar retinopatía (tabla 1).
En tiempo de diagnóstico de la diabetes, el grupo casos el 58,0% tuvo más de 10 años, y 33,3% de 1 a 10 años, a diferencia del grupo control que presentaron 66,7% de 1 a 10 años, y el 42,0% más de 10 años de diagnóstico de diabetes. Con un valor de OR 0,363, e IC con límites inferior 0,249 y superior 0,529 y una probabilidad estadística (X2 = 0,000) <0,05. Lo que significa que el factor tiempo de diagnóstico es significativo, mientras más tiempo de evolución tenga la diabetes mayor es el riesgo de presentar retinopatía (tabla 1).
En la funcionalidad familiar el grupo casos, el 43,1% presento funcionalidad, mientras que el 38,8% presento disfuncionalidad. A diferencia del grupo control que presento 56,9% funcionalidad familiar y el 61,2% disfuncionalidad. Con un valor de OR 0,835 e IC con límites inferior 0,554 y superior 1,257 y una probabilidad estadística (X2 = 0,387) >0,05. Lo que indica que la funcionalidad familiar no es significativa, no está asociada al desarrollo de retinopatía en las personas diabéticas de este estudio (tabla 1).
Los conocimientos que tenían los participantes acerca de la diabetes mellitus, se investigaron en relación con la alimentación recomendada, sintomatología, medidas de control necesarias en esta enfermedad, incluido el ejercicio físico, y complicaciones. El grupo casos el 42,2% no tenían conocimiento de su enfermedad, y el 40,1% si tuvieron conocimiento. Mientras que el grupo control el 55, 8% no tenían conocimiento y el 59,9% si conocían. Con un valor de OR 1,185 e IC con límites inferior 0,24 y superior 0,52 y una probabilidad estadística (X2 = 0,350) >0,05. Lo que indica que el nivel de conocimiento sobre diabetes y sus complicaciones no es significativa, sin embargo un buen porcentaje de los diabéticos que desarrollaron retinopatía no tenían conocimiento de la enfermedad y sus efectos lesivos, lo que refleja que la falta de conocimientos acelero el problema (tabla 1).
En los parámetros de laboratorio el grupo casos presento la HB glicosilada, los triglicéridos y el colesterol, mal controlados 43,8%, a diferencia del grupo control que presento un buen control de los mismos 59,6%. Con un valor de OR 1,152 e IC con límites inferior 0,807 y superior 1,645 y una probabilidad estadística (X2 = 0,435) >0,05. Lo que indica que los valores de control de hemoglobina glicosilada, colesterol y triglicéridos, no son significativos, por lo que no están asociados al desarrollo de retinopatía en las personas diabéticas de este estudio (tabla 1).
La tensión arterial en el grupo casos el 48,0% estuvo controlada, a diferencia del grupo control en donde el 63,1% tenía la presión arterial mal controlada. Con un valor de OR 0,633 e IC con límites inferior 0,442 y superior 0,905 y una probabilidad estadística (X2 = 0,012) <0,05. Lo que indica que el buen control de la presión arterial, está asociado a un menor riesgo de desarrollar retinopatía (tabla 1).
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
El grupo de edad de las personas estudiadas que presentaron complicaciones visuales por la diabetes son los adultos mayores que pone de manifiesto el impacto que esta enfermedad tiene en esta población por las implicaciones sociales y financieras que ello significa, dado que un buen número de adultos mayores tenía más de 10 años de evolución de la diabetes, tiempo en el que se estima que se incrementa el riesgo de complicaciones propias de ella como la retinopatía y demás complicaciones crónicas. Es evidente que la educación desempeña un papel fundamental en las enfermedades ya que el tener conocimientos básicos sobre lo que se padece, posibilita un mejor control de las mismas, con la adecuada colaboración de los pacientes y su familia.
Se tiene claro que los pacientes no siempre cumplen con las indicaciones y medidas preventivas que se les imparte, en gran parte debido a la falta de información relacionada con el riesgo de mala evolución de la enfermedad. En consecuencia, la contribución del equipo de los profesionales de salud y su equipo multidisciplinario estaría orientado en mejorar el control de la diabetes mellitus, concientizando a través de información educativa y asistencia médica periódica sobre el núcleo familiar del paciente.
Cada persona y núcleo familiar tiene sus propias creencias y experiencias que se cree influyen a que decidan o no seguir las recomendaciones del médico o modificar su estilo de vida. Al analizar en los pacientes el grado de control de su diabetes, se evidenció que un gran porcentaje de ellos cursan con cifras que corresponden a diabetes mal controlada, incrementando el riesgo para el desarrollo de complicaciones crónicas propias de la enfermedad.
Por ello vemos que estos resultados son parecidos a los de otros estudios previos de igual temática, por ejemplo el estudio de Pérez et al. (2012) y Rosillo (2002), quienes encontraron que en los diabéticos mayores de 40 años, la prevalencia más elevada para la retinopatía se presentó entre los 61 a 70 años (32%), seguida del grupo de mayores de 80 años (25%). En otro estudio hubo predominó de retinopatía diabética en el grupo de más de 60 años, donde el sexo femenino fue el más afectado (Perera et al., 2011); de igual forma, el estudio de Teruel en el que la distribución por edad mostró que la mayoría pertenecían a pacientes mayores de 66 años (Teruel, Fernández, Ricart, Valen, & Vallés, 2005). En este estudio la mayor frecuencia de pacientes con retinopatía, se encuentra entre las edades 65 y 79 años con un 51,0% del total de los casos, siendo el sexo femenino el más afectado (43,4%).8
En el estudio factores de riesgo asociados a la retinopatía diabética en pacientes diabéticos tipo II, (Lisis Osorio Illas, Wendy Miguel Paisán Rizo y Dora L. Hitchman Barada, 2006). Se concluyó que un tiempo de evolución de la diabetes de 10 años o más, un mal control de la glicemia, el perfil lipídico y la presión arterial, incrementó el riesgo de desarrollar retinopatía diabética en un 5,7 y un 8,5 número de veces, demostrándose asociación causal con una probabilidad estadística < 0,05. En este estudio el tiempo de evolución 58,0% fue mayor a 10 años, la HB glicosilada, los triglicéridos y el colesterol, estuvieron mal controlados en 43,8%. Así como la presión arterial tuvo un mal control 63,1%.9
La evidencia posibilita establecer que pacientes con enfermedades crónicas como la diabetes y la hipertensión requieren de cuidados y del apoyo familiar para un mejor control de sus patologías. Por consiguiente, pacientes con familias disfuncionales estarán más expuestos a descompensación.
En este mismo sentido, autores como Valadez (1993), Florenzano (1995), Mc Daniel (1998), Hidalgo (1999), Yurss (2001), Méndez et al. (2003), Ysern (2003), Lucero (2004), Villaseca (2004), Colunga (2009) constatan también la importancia que tiene el cumplimiento adecuado de las funciones familiares en el control o descontrol de pacientes con enfermedad crónica. Por otra parte, resultados distintos a los encontrados reporta un estudio realizado por Jiménez-Benavides (2005), en donde se observa que la disfunción familiar tiene poca importancia en la falta de control, específicamente, del paciente diabético tipo 2, ya que, aun con funcionalidad familiar adecuada, el índice de no control de su glucosa es alto. Así también en otro estudio con 25 pacientes diabéticos tipo 2 mayores de 40 años, Morales et al. (2001) Observaron que en las familias funcionales predominó el mal control metabólico con un 83,3%, mientras que en familias que presentaron disfunción moderada y severa, el mal control se encontró en 50% y 42,9% respectivamente. 10
En este estudio la disfunción familiar no fue significativa en la falta de control de pacientes con retinopatía, no así en la falta de control de la diabetes que presentaron 61,2% de disfuncionalidad familiar, que parece tener relación con la falta de conocimiento de la enfermedad y sus complicaciones, ya que tanto los diabéticos con y sin retinopatía presentaron un alto porcentaje de desconocimiento de la misma.
Con todo lo expuesto el presente estudio demuestra que la diabetes mellitus es un problema de salud de gravedad considerable, ya que el aspecto emocional y convivencia adecuada o inadecuada con la familia influye a disminuir el riesgo de complicaciones, y ello a su vez ayuda a mejorar el autocuidado en su enfermedad.
El tratamiento de la diabetes mellitus es muy amplio; y requiere el conocimiento de la enfermedad por parte del paciente y su familia en cuanto a aspectos relacionados con la dieta, complicaciones futuras, medidas preventivas, acudir a los controles médicos, cumplir con la toma de medicina sin olvido, cuyo cumplimiento mejorara la calidad y expectativa de vida. Es necesario explorar el ámbito familiar, situación evidente en este estudio ya que en el grupo de pacientes con disfunción familiar un porcentaje importante de diabéticos mostró un grado de conocimiento muy bajo, lo que puede estar relacionado con falta de apoyo del grupo familiar hacia el diabético.
Finalmente se hace necesario seguir investigando en este aspecto pues las alteraciones en la dinámica familiar desempeñan un papel importante en el control de los pacientes con enfermedades crónicas, por tanto es importante la educación en salud la cual debe incluir a la sociedad en general para poder incidir positivamente en los factores que contribuyen a que muchos pacientes con enfermedad crónica mantengan un mal control de la misma.
Anexos – Funcionalidad familiar en el control de pacientes diabéticos tipo dos con retinopatía
Anexos – Funcionalidad familiar en el control de pacientes diabéticos tipo dos con retinopatía
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