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Estrategia educativa a gestantes adolescentes

de los estudios al momento de criar al hijo, lo que reduce su futura oportunidad de lograr buenos empleos y sus posibilidades de realización personal, al no cursar carreras de su elección. También le será difícil lograr empleos permanentes con beneficios sociales (46). En Montevideo, Uruguay, en el sector público, uno de cada cinco nacidos vivos es hijo de una madre adolescente (45).

En Argentina, el número de embarazos en adolescentes crece proporcionalmente con la falta de educación general y empleo (36). Algunas investigaciones son categóricas al hablar de tal abultado tema: en Venezuela en los últimos cinco años, en forma reiterada, se aprecia que uno de cada cuatro partos atendidos corresponde a una mujer menor de 19 años. Esto es consecuencia directa de la importancia numérica de la población adolescente en la variante demográfica, siendo casi el 24% de la población total, y de que estos jóvenes son protagonistas de una realidad social, cultural y económica que caracteriza al país y que hace proclive este tipo de embarazo(38).

Tabla # 3 (al final del artículo):

Cuando una familia no satisface a los hijos e hijas con cariño, confianza y comprensión que como seres humanos necesitan, lo que con mayor seguridad ocurrirá, es que busquen esta satisfacción en otra parte y una de las vías para obtenerla es el inicio de las relaciones sexuales tempranas sin la suficiente preparación (27). En nuestro estudio sobresalen las familias moderadamente disfuncional con 36 para un 58%, seguida de las funcionales con 19 para un 31% y las severamente disfuncionales con 7 para un 11%. Es una época en que se inician pautas de comportamiento y relaciones que van a repercutir en el individuo, la familia y la sociedad a lo largo de su vida.

Es además esta etapa una de las más vulnerables de la vida, por lo que los jóvenes pueden verse influidos por el medio social en que viven y se desarrollan (17), coincidiendo con nuestro estudio. En estudios realizados se ha podido comprobar que en edades muy tempranas de las adolescentes embarazadas ha incidido la insatisfacción de afecto en sus hogares y la ausencia del contacto emocional con sus padres; carencia de cariño, con palabras, con gestos y/o acciones, afirman diversos autores que los padres de los adolescentes deben formar en ellos desde pequeños conceptos de responsabilidad sexual, con una información precisa que le permita tener un nivel de conocimiento adecuado para enfrentar la sexualidad y la capacidad de tomar decisiones por sí mismos, que le permitan rechazar la manipulación del grupo o la insistencia de la pareja a tener relaciones no deseadas, además, evitar que tengan la primera relación sexual sin protección y se produzca un embarazo no deseado (28).

Las dificultades de la dinámica familiar están muy relacionadas con el inicio precoz de las relaciones sexuales. Romero MI, en su Curso de salud y desarrollo, hace amplia referencia a este tema, y concluye que un mal funcionamiento familiar puede predisponer a una actividad sexual prematura (14). Otros estudios realizados en Ciudad de La Habana y Santiago de Cuba también han demostrado cómo la presencia de factores biopsicosociales y familiares, como pertenecer a familias disfuncionales y tener una integración social inadecuada, han influido en las actitudes y comportamientos de los adolescentes, otros estudios han demostrado que de forma general, el 76,5% de las adolescentes embarazadas presentaron alteraciones del funcionamiento familiar: en primer lugar, predominaron los problemas de permeabilidad, por la incapacidad de la familia de brindar y recibir experiencias de otras familias e instituciones, y en segundo, en igual medida, la habilidad demostrada por la familia para cambiar de estructura de poder, relación de roles y reglas ante una situación que lo requiera, y la incapacidad de estas para comunicarse, en función de transmitir sus experiencias de forma clara y directa (31), coincidiendo con nuestro estudio.

Tabla # 4 (al final del artículo):

Las necesidades nutricionales de los adolescentes vienen marcadas por los procesos de maduración sexual, aumento de talla y de peso, característicos de esta etapa de la vida (2). Estos procesos requieren una elevada cantidad de energía y nutrientes, hay que tener en cuenta que en esta etapa el niño gana aproximadamente el 20% de la talla que va a tener como adulto y el 50% del peso. Estos incrementos se corresponden con aumento de masa muscular, y masa ósea.

Toda esta situación se ve directamente afectada por la alimentación que debe estar dirigida y diseñada para cubrir el gasto que se origina (4). En nuestro estudio predominó el bajo peso materno con 22 para un 35%, seguido de las normopeso con 19 para un 31%, las obesas con 11 para un 18% y las sobrepeso con 10 para un 16%. Estudios realizados plantean que la dieta debe aportar diariamente porciones adecuadas y suficientes de varios tipos de alimentos que favorezcan toda la energía requerida y los nutrientes, que permitan obtener el máximo crecimiento (9).

Otros autores plantean que lo más importante a esta edad es prevenir un desbalance en el aporte energético que puede llevar al exceso o al déficit de peso y que favorecerá el desarrollo, ya sea de sobrepeso o enflaquecimiento respectivamente (6). Varios autores explican que en la adolescencia los requerimientos calóricos y nutricionales son mayores que en la infancia o en la vida adulta, se recomiendan seleccionar alimentos saludables, es decir, que tengan una alta densidad de nutrientes (que sean buena fuente de proteínas, vitaminas, minerales) y que además sean bajos en grasas y azúcares (11).

Estudio realizado en Venezuela por la Misión Barrio Adentro arrojó que la atención nutricional diferenciada a la gestante adolescente y el cumplimiento estricto de su seguimiento integral, contribuyó al estado nutricional de estas, lo cual garantizó un producto con mayor peso y mejor calidad de vida, el trabajo