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Herpes zóster y neuralgia postherpética

Herpes zóster y neuralgia postherpética

Autora principal: Laura Palomar Gimeno

Vol. XV; nº 16; 854

Herpes zoster and postherpetic neuralgia

Fecha de recepción: 15/07/2020

Fecha de aceptación: 06/08/2020

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XV. Número 16 –  Segunda quincena de Agosto de 2020 – Página inicial: Vol. XV; nº 16; 854

Autores:

Laura Palomar Gimeno. Graduada en Enfermería. Trabajo actual en: Laboratorio del Hospital Royo Villanova, Zaragoza, España.

Raquel Turón Monroy. Graduada en Enfermería. Trabajo actual en: Urgencias del Hospital Universitario Miguel Servet. Zaragoza, España.

Adrián Palomar Gimeno. Graduado en Enfermería. Trabajo actual en: Centro de Salud Seminario. Zaragoza, España.

RESUMEN

Introducción. El Virus de la Varicela Zóster es el principal causante de dos patologías altamente infecciosas: la varicela y el Herpes Zóster (el cual se manifiesta al reactivarse el virus que está latente, tras la infección primaria por varicela, en el interior de ganglios y raíces nerviosas). En los últimos años, se ha observado que la incidencia de HZ ha aumentado progresivamente. El cuadro clínico típico se presenta con gran cantidad de dolor y una erupción de vesículas en la trayectoria del nervio afectado. El diagnóstico del HZ, generalmente, se basa en la apariencia de la lesión cutánea que presenta el afectado. Aunque la prueba gold standard es la PCR. El tratamiento es principalmente con antivirales y analgésicos. La prevención tendrá un papel decisivo en esta enfermedad, la vacuna recombinante es la mejor elección. Objetivo. Actualizar los conocimientos sobre el Herpes Zóster y su principal complicación, la Neuralgia Postherpética, así como su epidemiología, manifestaciones clínicas, prevención, diagnóstico y tratamiento. Metodología. Se han realizado búsquedas bibliográficas en diferentes buscadores y bases de datos para encontrar la literatura con mayor evidencia científica actual. Conclusiones. Será decisivo, que se diagnostique de manera precoz así como instaurar el adecuado tratamiento con la mayor prontitud. Pero sin duda, como hemos visto anteriormente, la vacuna frente al HZ puede resolver todos los graves problemas que lo rodean, por ello, sería de gran importancia su investigación y desarrollo.

PALABRAS CLAVE: Herpes Zóster, Neuralgia Postherpética, incidencia, prevención.

ABSTRACT

Introduction. The Varicella Zoster Virus is the main cause of two highly infectious pathologies: varicella and Herpes Zoster (which manifests itself by the reactivation of the virus that is latent, after the primary infection by varicella, inside the nodes and nerve roots). In the recent years, it has been observed that the incidence of HZ has progressively increased. The typical clinical profile is characterized by a high amount of pain and a rash of vesicles in the area of the affected nerve. The diagnosis of HZ is usually based on the appearance of the skin lesion. Although the gold standard test is PCR. Treatment is fundamentally antiviral and analgesic. Prevention have a decisive role in this disease, the recombinant vaccine is the best choice. Objective. To update knowledge about Herpes Zoster and its main complication, Postherpetic Neuralgia, as well as its epidemiology, clinical manifestations, prevention, diagnosis and treatment. Methodology. Bibliographic searches have been made in different search engines and databases to find the literature with the most current scientific evidence. Conclusions. It will be crucial that it’s diagnosed early and that appropriate treatment is put in place as soon as possible. But undoubtedly, as we have seen before, the vaccine against HZ can solve all the serious problems surrounding it, so its investigation and development would be of great importance.

KEY WORDS: Herpes Zoster, Postherpetic Neuralgia, incidence, prevention.

INTRODUCCIÓN

El Virus de la Varicela Zóster es el principal causante de dos patologías altamente infecciosas: la varicela (la primo infección de este virus) y el Herpes Zóster (el cual se manifiesta al reactivarse el virus que está latente, tras la infección primaria por varicela, en el interior de ganglios y raíces nerviosas) (1). Para que se transmita el virus, debe haber contacto directo a través de gotas respiratorias y/o líquido de las vesículas, entre un infectado y una persona sana, pero no ocurrirá si se encuentra el virus en estado latente (2, 3).

El HZ se produce más frecuentemente en personas: con edades avanzadas o con el sistema inmunitario disminuido (4). De esta manera, encontramos una serie de factores de riesgo, en los adultos, que favorecerán la reactivación del virus:

  • Es el factor principal. Son los cambios producidos en el sistema inmune de acuerdo a la edad de las personas, y que provocarán una respuesta celular menor a la necesaria frente al virus de la varicela zóster.
  • Inmunosupresión.
  • Patologías crónicas como la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), la Enfermedad Renal Crónica (ERC), la Artritis reumatoide, Diabetes Mellitus 1 y 2 (DM), la Enfermedad péptica ulcerosa, el VIH positivo, el cáncer (más concretamente con Linfoma), los pacientes trasplantados, las personas con tratamiento crónico de esteroides, y la depresión.
  • Mayor número de casos en mujeres que en hombres.
  • Los caucásicos tienen más riesgo en comparación con los afroamericanos.
  • Estrés psicológico.
  • Traumatismos físicos recientes, es decir, menos de 6 meses (5).

En los últimos años, se ha observado que la incidencia de HZ ha aumentado progresivamente. Existen varios factores, de los nombrados anteriormente, que están relacionados con esta premisa, como son: el envejecimiento poblacional en los países desarrollados, el desarrollo de gran variedad de terapias inmunosupresoras y la mayor esperanza de vida de pacientes con pluripatología crónica (6). Cerca del 30% de la población, es decir, 1 de cada 3 personas, es susceptible de padecer HZ a lo largo de su vida (1). En edades superiores a los 85 años, la cifra asciende hasta el 50%. La incidencia anual en la población general se estima, aproximadamente, en 4 casos por cada 1000 habitantes. Sin embargo, en mayores de 65 años, asciende hasta los 7 casos por cada 1000 habitantes. Cuando hablamos de las tasas de ingresos anuales, provocados por complicaciones del virus, se estiman en 3 casos por 100000 habitantes (6).

En personas de edades tempranas, el curso clínico del HZ suele ser benigno y sin complicaciones. Sin embargo, si se desarrolla en adultos, y sobre todo en mayores de 60 años, puede suponer un importante impacto en su calidad de vida (4).

Durante el periodo prodrómico del HZ, los síntomas que padece la persona afectada son desconcertantes (como dolor, picazón, hormigueo…), despistando a los profesionales sanitarios en su diagnóstico. Pero podría saberse, previa aparición del HZ en la piel, por la hiperestesia en la zona del nervio afectado (2).

Cuando la reactivación del virus de la varicela zóster alcanza la dermis, puede observarse la lesión cutánea denominada dermatoma vesicular, la cual resulta muy dolorosa (7, 8).

El cuadro clínico típico se presenta con gran cantidad de dolor y una erupción de vesículas en la trayectoria del nervio afectado. Suele aparecen en las siguientes zonas: cara, tronco o extremidades (nunca cruza la línea media del cuerpo, es decir, unilateral). Las lesiones cutáneas tienen una duración aproximada de 7 a 10 días, aunque a veces pueden alargarse en el tiempo y llegar hasta un mes. Durante este período, podemos ver su progreso desde pápulas hasta agrupaciones vesiculares, que tras su curarse dejan cicatrices antiestéticas, cambios en el color de la piel y dolor. Este último síntoma es el más invalidante, dadas sus características: picante y/o punzante, profundo, parestesias, disestesias o alodinia (respuesta exagerada a estímulos que no producen dolor normalmente. Un ejemplo de ello sería el roce de una camiseta en la zona del dermatoma) (5, 9).

El diagnóstico del HZ, generalmente, se basa en la apariencia de la lesión cutánea que presenta el afectado. Esto se debe, a que la clínica es muy específica, permitiendo que sea fácilmente reconocible (8).

Cuando hay sospecha de afectación orgánica y/o se presenta de manera atípica, se requerirá la utilización de técnicas de laboratorio para obtener un diagnóstico definitivo. La prueba por excelencia es la reacción en cadena de la polimerasa (PCR). Para realizarla, se tomarán muestras del líquido vesicular. En caso de carecer de éste, se analizará el tejido resultante de raspaduras de lesiones y costras. También están indicadas las biopsias (2).

En cuanto al tratamiento, existen 4 principales líneas de actuación:

  • Antiviral.

Es el principal. Su uso a nivel sistémico reduce y limita la gravedad de la lesión cutánea y el dolor agudo. Se incluyen el Aciclovir, el Valaciclovir, el Famciclovir y la Brivudina. Este último es el antiviral de elección por su alta eficacia en el manejo del dolor (7).

  • Con corticoesteroides.

Si son administrados en las 72h primeras horas, junto a los antivirales, demuestran beneficios en cuanto al control del dolor agudo.

  • Analgésico.

Antes de pautarlo habrá que tener en cuenta los medicamentos que toma el afectado, la comorbilidad y la intensidad del dolor causada por el dermatoma. Se comenzará administrando, para el dolor leve, Paracetamol. Los AINES o antiinflamatorios no esteroideos se reservará para usos en periodos de tiempo limitados (pueden producir lesiones gastrointestinales y/o nefrotoxicidad).

  • Otras técnicas terapéuticas.

Todavía requieren un estudio más intenso que demuestre su eficacia. Técnicas invasivas (como bloqueos nerviosos o administración intratecal de anestésicos locales o glucocorticoides), toxina botulínica, cirugías (como estimulación eléctrica, cordotomía o electrocoagulación), estimulación nerviosa eléctrica transcutánea, frío local, acupuntura, terapia psicológica… (2, 5, 9).

Podemos agrupar las complicaciones en 4 grupos:

  • Cutáneas.

La más frecuente en ancianos es la sobreinfección bacteriana.

  • Viscerales.

Al diseminarse se puede detectar: hepatitis, artritis, miocarditis y/o pericarditis.

  • Neurológicas.

Son las de mayor gravedad. Destaca la Neuralgia Postherpética (NPH) en personas de edad avanzada. Además, puede producirse: meningitis aséptica, meningoencefalitis, mielitis transversa, parálisis de nervios y disfunción vestibular. Con menos frecuencia podrán producirse eventos vasculares cerebrales. La NPH se da entre el 10 y el 20% de los casos. Para tratarla, pueden utilizarse: antidepresivos tricíclicos (destaca la Amitriptilina. Su uso está limitado por sus efectos adversos), anticonvulsionantes (como la Gabapentina, que disminuye el dolor y es bien tolerada), y analgésicos tópicos (como parches de lidocaína al 5%, frecuentemente prescritos).

  • Oculares.

Son las segundas más frecuentes en ancianos, tras las neurológicas. Se produce al reactivarse el virus los ganglios del nervio trigémino, comprometiendo así la rama oftálmica. Se observa una erupción de vesículas en el trayecto del dermatoma, acompañada de la siguiente clínica (en mayor o menor medida): conjuntivitis, queratitis, uveítis y/o parálisis de otros nervios craneales. Tras la resolución de la infección pueden quedar secuelas como inflamación ocular crónica, pérdida de visión y NHP (4, 5, 6).

La prevención tendrá un papel decisivo en esta enfermedad, dada sus altas cifras de incidencia y el importante impacto que conlleva tanto la NPH, así como el resto de complicaciones y sus manifestaciones clínicas (1).

Desde 2006, existe una vacuna de virus vivos atenuados que provienen de la misma cepa que la de la varicela, pero con una carga antigénica mayor. Está indicada en mayores de 50 años y sólo se requiere una única dosis. Aunque su eficacia es de 51% frente al HZ y del 67% para la NPH, su uso está limitado por contraindicarse en inmunodeprimidos, siendo una determinante condición para presentar esta enfermedad. La Agencia Europea de Medicamentos autorizó la comercialización, en 2017, de una nueva vacuna recombinante. Su eficacia frente al HZ alcanzaba cifras incluso mayores respecto a la anterior vacuna, e incluso, no se produjo, durante los estudios realizados, ningún caso de NPH. Además, al ser una vacuna inactivada, su uso en inmunodeprimidos estaría permitido (6).

OBJETIVO

Actualizar los conocimientos sobre el Herpes Zóster y su principal complicación, la Neuralgia Postherpética, así como su epidemiología, manifestaciones clínicas, prevención, diagnóstico y tratamiento.

METODOLOGÍA

Se han realizado búsquedas bibliográficas en diferentes buscadores y bases de datos para encontrar la literatura con mayor evidencia científica actual. Tras ello, se ha llevado a cabo una revisión bibliográfica que nos permitiera actualizar los conocimientos sobre el tema abordado dada su gran repercusión.

A continuación, se nombran los buscadores que hemos utilizado: Medigraphic, Pubmed, Dialnet plus, Google Académico, Scielo y las páginas web de los Manuales MSD, IntraMed y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).

Por último, se han usado para acotar los resultados que hemos obtenido, los siguientes criterios: los años escogidos son entre 2010 y 2020, los idiomas son español y/o inglés, y el operador booleano AND.

CONCLUSIONES

El Herpes Zóster es una enfermedad que sucede tras la primoinfección del Virus de la Varicela Zóster. Su reactivación en edades avanzadas supondrá un importante empeoramiento de la calidad de vida del afectado, así como un impacto desde el punto de vista funcional.

Será decisivo, que se diagnostique de manera precoz así como instaurar el adecuado tratamiento con la mayor prontitud. Pero sin duda, como hemos visto anteriormente, la vacuna frente al HZ puede resolver todos los graves problemas que lo rodean, por ello, sería de gran importancia su investigación y desarrollo.

BIBLIOGRAFÍA

  1. Salleras L, Salleras M, Soldevila N, Prat A, Garrido P, Domínguez A. Vacunas frente al virus de la varicela zóster. Enferm Infecc Microbiol Clin. 2015; 33 (6): 411 – 423.
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