la atención sanitaria. La higiene de las manos no es una opción o un asunto de sentido común o mera oportunidad, corresponde a indicaciones cuya formulación no deja lugar a dudas, sustentadas por una evidencia científica incuestionable.
A pesar de ello, en muchas ocasiones la inercia marca la actividad sanitaria, y la higiene de manos simplemente se olvida o se ve relegada por la inmediatez de otras actuaciones. Conceder la importancia debida a esta práctica tiene un importante efecto de contagio. Los profesionales sanitarios ejercen un importantísimo rol ejemplar, positivo o negativo: la realización de higiene de manos por parte de un profesional tiende a imitarse por los que le acompañan, en particular cuando se hace de forma ostensible. Deberíamos acostumbrarnos a incluir la higiene de manos entre las preguntas básicas que nos hacemos antes de proceder a cualquier maniobra asistencial.
La participación activa del paciente en todos los aspectos de los cuidados sanitarios, y en particular en las facetas que atañen a su calidad y seguridad es una demanda creciente de la sociedad. Las recomendaciones de la OMS incluyen el estímulo de la colaboración entre pacientes, familiares y personal sanitario para promocionar la higiene de manos en el entorno sanitario a través de actividades de “empoderamiento de los pacientes” que favorezcan la adquisición de conocimientos y habilidades y, con ellas, el fomento del diálogo y la colaboración. Esto implica la necesidad de extender las actividades de formación a pacientes y familiares, incluirlos entre los destinatarios de los mensajes recordatorios, y estimularlos para que asuman su propio protagonismo en la exigencia a los profesionales sanitarios de una higiene de manos correcta en cada momento indicado.
Objetivos
- Destacar la importancia de los profesionales de Enfermería en la estrategia de higiene de manos.
- Describir los pasos para una correcta higiene de manos.
- Resumir la evidencia científica referida por la OMS en los 5 pasos para la correcta higiene de manos.
- Conocer las situaciones en las que debemos usar guantes para la correcta prevención de las infecciones nosocomiales.
¿Cómo debe hacerse la higiene de manos?
Deben lavarse las manos con agua y jabón cuando estén visiblemente sucias o después de la exposición a fluidos orgánicos o después de utilizar el servicio. El lavado debe durar 40-60 segundos, humedecer las manos con agua y aplicar la cantidad de jabón necesaria para cubrir toda la superficie de las manos, posteriormente enjuagar con agua y secar cuidadosamente con una toalla de un sólo uso, utilizando el papel de secado para cerrar el grifo, tal como muestra la figura
(http://www.juntadeandalucia.es/agenciadecalidadsanitaria/observatorioseguridadpaciente/gestor/sites/PortalObservatorio/higienedemanos/documentacion/materiales_adaptados_OMS_agua_jabon.pdf).
Es preferible evitar el agua caliente: las exposiciones repetidas a ella aumentan el riesgo de dermatitis.
Si se sospecha exposición a patógenos esporulados, incluyendo brotes de Clostridium difficile, es preferible el lavado con agua y jabón.
En todas las demás situaciones clínicas la fricción de las manos con un preparado de base alcohólica es la técnica más adecuada. Es más rápido, más efectivo y mejor tolerado. Para reducir eficazmente el crecimiento de los microorganismos de las manos, la fricción debe durar 20-30 segundos (o hasta su total secado); se aplicará una dosis de producto suficiente para friccionar todas las superficies de la mano, siguiendo de forma sistemática todos los pasos que se muestran en la figura
(http://www.juntadeandalucia.es/agenciadecalidadsanitaria/observatorioseguridadpaciente/gestor/sites/PortalObservatorio/higienedemanos/documentacion/materiales_adaptados_OMS_solucion_hidroalcoholica.pdf).
IMPORTANTE: No se puede realizar una higiene de manos correcta llevando anillos, pulseras, uñas postizas o demasiado largas.
¿Cuándo debe hacerse la higiene de manos?
Debe realizar higiene de manos en el punto de atención al paciente en todos y cada uno de los 5 momentos recomendados por la OMS.
- Antes del contacto directo con el paciente. Por ejemplo:
- Dar la mano al paciente, tocar la frente a un niño.
- Ayudar al paciente a levantarse, a moverse, darle un masaje.
- Poner la máscara de oxígeno.
- Tomar el pulso, la presión arterial, auscultar el pecho, hacer una palpación abdominal, un ECG.

Antes de realizar una tarea limpia o aséptica, como:
- Realizar higiene bucal.
- Poner gotas en los ojos.
- Hacer una cura de la piel o de heridas.
- Poner inyecciones.
- Insertar catéteres, desconectar un acceso vascular, aspirar secreciones.
- Preparar medicación, productos farmacéuticos o material estéril.
- Realizar una medición de la glucemia.
Después del riesgo de exposición a fluidos corporales. Por ejemplo tras:
- Realizar una higiene bucal, poner gotas en los ojos o aspirar secreciones.
- Hacer una cura de la piel o de heridas, poner una inyección subcutánea.
- Insertar catéteres, desconectar un acceso vascular.
- Drenar o manipular cualquier fluido, abrir un sistema de drenaje, retirar un tubo endotraqueal.
- Retirar orina, heces, vómitos, manejar residuos, limpiar materiales y áreas contaminadas o visiblemente sucias (ropa de cama, inodoro, cuñas, instrumentos médicos).
Después del contacto con el paciente, como por ejemplo:
- Dar la mano al paciente, tocar la frente a un niño.
- Ayudar al paciente a levantarse, a moverse, darle un masaje.
- Poner la máscara de oxígeno.
- Tomar el pulso, la presión arterial, auscultar el pecho, hacer una palpación abdominal, un ECG.
Después del contacto con el entorno del paciente. Por ejemplo:
- Cambiar la ropa de la cama sin que esté el paciente.
- Regular o ajustar el ritmo de la perfusión venosa.