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Interacciones entre la microbiota intestinal y las enfermedades sistémicas

Interacciones entre la microbiota intestinal y las enfermedades sistémicas

Autora principal: Verónica Isabel Sandoval Espinoza

Vol. XX; nº 05; 148

Interactions between intestinal microbiota and systemic diseases

Fecha de recepción: 06/01/2025

Fecha de aceptación: 27/02/2025

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XX. Número 05 Primera quincena de Marzo de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 05; 148

Autores:

Dr. Verónica Isabel Sandoval Espinoza

Médico general, investigadora Independiente. San José, Costa Rica.

Orcid: https://orcid.org/0000-0001-7891-314X

Código Medico MED16985

Dr. José Alberto Antúnez Oliva

Médico general, investigador Independiente. San José, Costa Rica.

Orcid: https://orcid.org/0000-0002-6776-3008

Código Medico MED16686

Dr. Adipp Sallón Arroyo

Médico general, investigador Independiente. San José, Costa Rica.

Orcid: https://orcid.org/0009-0002-1385-6900

Código Medico MED9704

Dr. Kenneth Ramírez Salas

Médico general, investigador Independiente. San José, Costa Rica.

Orcid: https://orcid.org/0009-0003-2892-6905

Código Medico MED17117

Los autores de este manuscrito declaran que:

Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El manuscrito es original y no contiene plagio.
El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.
Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.
Han preservado las identidades de los pacientes.

Resumen:

La microbiota intestinal, compuesta por trillones de microorganismos, desempeña un papel fundamental en la salud general del organismo, influyendo en funciones esenciales como la digestión, la absorción de nutrientes, la regulación del sistema inmunológico y el metabolismo. Esta microbiota está compuesta principalmente por bacterias de los filos Firmicutes y Bacteroidetes, aunque también incluye arqueas, virus y hongos. La composición microbiana es influenciada por diversos factores, como la dieta, la genética, el estilo de vida y el uso de antibióticos.

La disbiosis, un desequilibrio en la microbiota intestinal, está asociada con una serie de enfermedades sistémicas, incluidas las enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2 y la obesidad, las enfermedades cardiovasculares, los trastornos autoinmunes como la artritis reumatoide y la esclerosis múltiple, y los trastornos mentales, como la depresión y la ansiedad. En particular, los metabolitos producidos por la microbiota, como los ácidos grasos de cadena corta y los lipopolisacáridos, tienen un impacto significativo en la inflamación sistémica, la resistencia a la insulina y el equilibrio de la función inmunológica, lo que favorece la aparición de estas patologías.

A medida que la investigación sobre la microbiota intestinal avanza, emergen terapias dirigidas a restaurar el equilibrio microbiano, como el uso de probióticos, prebióticos, postbióticos y el trasplante de microbiota fecal. Aunque los resultados son prometedores, especialmente en el tratamiento de infecciones recurrentes y trastornos metabólicos, se requiere mayor investigación para comprender mejor los mecanismos subyacentes y optimizar estas terapias. La medicina personalizada, adaptada a los perfiles microbiológicos individuales, podría representar el futuro del tratamiento de enfermedades sistémicas, mejorando los resultados clínicos y promoviendo un enfoque más integral de la salud.

Palabras clave: Microbiota intestinal, disbiosis, enfermedades sistémicas, probióticos, prebióticos, metabolismo.

Abstract:

The gut microbiota, made up of trillions of microorganisms, plays a fundamental role in the overall health of the body, influencing essential functions such as digestion, nutrient absorption, immune system regulation, and metabolism. This microbiota is composed primarily of bacteria from the Firmicutes and Bacteroidetes phyla, but also includes archaea, viruses, and fungi. Microbial composition is influenced by a variety of factors, including diet, genetics, lifestyle, and antibiotic use.

Dysbiosis, an imbalance in the gut microbiota, is associated with a number of systemic diseases, including metabolic diseases such as type 2 diabetes and obesity, cardiovascular disease, autoimmune disorders such as rheumatoid arthritis and multiple sclerosis, and mental disorders such as depression and anxiety. In particular, metabolites produced by the microbiota, such as short-chain fatty acids and lipopolysaccharides, have a significant impact on systemic inflammation, insulin resistance and the balance of immune function, which favors the appearance of these pathologies.

As research on the intestinal microbiota advances, therapies aimed at restoring microbial balance are emerging, such as the use of probiotics, prebiotics, postbiotics and fecal microbiota transplantation. Although the results are promising, especially in the treatment of recurrent infections and metabolic disorders, further research is required to better understand the underlying mechanisms and optimize these therapies. Personalized medicine, tailored to individual microbiological profiles, could represent the future of the treatment of systemic diseases, improving clinical outcomes and promoting a more comprehensive approach to health.

Keywords: Intestinal microbiota, dysbiosis, systemic diseases, probiotics, prebiotics, metabolism.

Introducción:

La microbiota intestinal, una comunidad diversa de microorganismos que reside en el tracto gastrointestinal, desempeña un papel fundamental en la salud humana al ayudar en la digestión, la producción de nutrientes y la regulación del sistema inmunológico. El desequilibrio microbiano, conocido como disbiosis, está vinculado a diversas enfermedades sistémicas, lo que subraya la importancia de la microbiota en la prevención y el manejo de enfermedades (1; 2).

La microbiota intestinal está estrechamente asociada con enfermedades gastrointestinales como los cánceres gástrico y colorrectal. Las tecnologías de secuenciación de alto rendimiento han identificado cambios microbianos específicos relacionados con estos cánceres, sugiriendo posibles objetivos moleculares para la prevención y el tratamiento (1). Los estudios de randomización mendeliana han establecido relaciones causales entre la microbiota intestinal y las enfermedades del sistema digestivo, incluyendo la gastritis crónica y el síndrome del intestino irritable, destacando el papel de la microbiota en la patogénesis de estas enfermedades (2).

El eje intestino-cerebro ilustra la influencia de la microbiota en los trastornos neurológicos. La disbiosis está vinculada a condiciones como la epilepsia, la esclerosis múltiple y la enfermedad de Alzheimer, donde exacerba la gravedad de la enfermedad y la neuroinflamación. El impacto de la microbiota en la salud neurológica subraya la necesidad de una mayor investigación en terapias dirigidas a la microbiota para estos trastornos (3).

La microbiota intestinal es crucial para moldear la inmunidad mucosal intestinal, interactuando con diversas células inmunitarias para mantener la homeostasis y defenderse contra patógenos. La disbiosis puede alterar estas interacciones, llevando a enfermedades intestinales relacionadas con el sistema inmunológico, lo que resalta el potencial de las terapias microbianas para restaurar el equilibrio (4).

Aunque el papel de la microbiota intestinal en las enfermedades sistémicas está bien documentado, persisten desafíos en la traducción de estos hallazgos en intervenciones clínicas. La complejidad del microbioma y sus interacciones con los sistemas del huésped requieren una mayor investigación, particularmente ensayos controlados aleatorizados, para desarrollar terapias efectivas dirigidas a la microbiota. Además, deben abordarse las consideraciones éticas en la medicina personalizada para garantizar opciones de tratamiento seguras y equitativas (3; 5).

El objetivo de esta revisión es explorar la relación entre la microbiota intestinal y diversas enfermedades sistémicas, destacando los mecanismos subyacentes que vinculan su alteración con condiciones metabólicas, cardiovasculares, autoinmunes y mentales. También se analizarán las implicaciones clínicas y las posibles terapias basadas en la modulación de la microbiota, como probióticos, prebióticos y trasplante fecal.

Metodología:

Este documento expone un análisis bibliográfico descriptivo basado en una selección de 33 investigaciones que cumplen con los criterios de inclusión predefinidos. Los estudios elegidos, publicados entre 2020 y 2025, están redactados en inglés o español. La recopilación de estos trabajos se llevó a cabo a través de diversas plataformas digitales, como Elsevier, PubMed y Google Scholar, e incluye artículos de revistas académicas, metaanálisis y revisiones sistemáticas. Para la búsqueda se utilizaron términos clave específicos como: Microbiota intestinal, disbiosis, enfermedades sistémicas, probióticos, prebióticos, metabolismo.

Microbiota intestinal; composición y función:

Los principales grupos de microorganismos que componen la microbiota intestinal están dominados por bacterias, especialmente aquellas pertenecientes a los filos Firmicutes y Bacteroidetes. Dentro de estos grupos, se encuentran géneros beneficiosos como Bifidobacterium y Akkermansia, además de anaerobios facultativos como Escherichia coli (6). Sin embargo, además de las bacterias, la microbiota también incluye arqueas, virus y hongos, los cuales, aunque menos estudiados, tienen un impacto importante en la diversidad genética del microbioma intestinal (7). Esta compleja comunidad microbiana trabaja en conjunto para mantener un equilibrio funcional dentro del intestino, lo que subraya la importancia de todos sus componentes.

La composición de la microbiota intestinal está influenciada por diversos factores. La dieta es uno de los factores clave, ya que los patrones alimentarios, incluida la ingesta de carbohidratos y fibra prebiótica, tienen un impacto considerable en la microbiota intestinal (6). Además, la predisposición genética juega un papel relevante, al igual que los factores ambientales, como la ubicación geográfica y el uso de antibióticos, que pueden alterar la composición microbiana (7; 8). A lo largo de la vida, la microbiota también experimenta cambios, y el estilo de vida, incluido el ejercicio, influye de manera significativa en su estructura (7).

La microbiota intestinal no solo participa en la digestión, sino que también cumple funciones esenciales en la salud general. Facilita la fermentación de fibras dietéticas, lo que produce ácidos grasos de cadena corta (AGCC) que son fundamentales para mantener la homeostasis lipídica (6). Además, las bacterias intestinales contribuyen a la producción de vitaminas esenciales y AGCC, que poseen propiedades antiinflamatorias. La microbiota también desempeña un papel clave en la modulación del sistema inmunológico, siendo esencial para el desarrollo y funcionamiento adecuado de este, al mantener la integridad de la barrera intestinal y proteger al organismo contra patógenos (8; 9).

A pesar de la importancia de la microbiota intestinal para la salud, su alteración, o disbiosis, puede llevar al desarrollo de diversas enfermedades, como obesidad, diabetes y trastornos gastrointestinales. Comprender la microbiota como un sistema dinámico, influenciado por una variedad de factores, es crucial para desarrollar estrategias terapéuticas que puedan restaurar su equilibrio y, por ende, mejorar la salud general (10).

Relación entre la microbiota intestinal y enfermedades metabólicas:

La disrupción de la microbiota intestinal está estrechamente vinculada al desarrollo de la diabetes tipo 2, ya que perfiles microbianos específicos pueden actuar como biomarcadores para la progresión de la enfermedad (11; 12). La microbiota intestinal produce metabolitos como los ácidos grasos de cadena corta y los lipopolisacáridos, los cuales tienen un impacto directo sobre la resistencia a la insulina y la inflamación, factores clave en el desarrollo de la diabetes tipo 2 (12; 13). En este contexto, intervenciones como el trasplante de microbiota fecal y las modificaciones dietéticas han mostrado un potencial significativo para modular la microbiota y mejorar el control metabólico en pacientes diabéticos (11; 12). Estas opciones terapéuticas subrayan la importancia de la microbiota intestinal en el tratamiento y manejo de la diabetes.

Además, la microbiota intestinal también juega un papel fundamental en la obesidad. Las personas obesas presentan composiciones microbianas distintas en comparación con las personas delgadas, con ciertas especies clave subrepresentadas en los primeros (14). Esta alteración en la microbiota se asocia con una mayor eficiencia en la extracción de energía de los carbohidratos no digeribles, lo que contribuye a un aumento en la ingesta calórica y el almacenamiento de grasa (13). Modificar la microbiota intestinal mediante prebióticos y probióticos puede representar una estrategia efectiva para gestionar la obesidad y las alteraciones metabólicas asociadas (14).

La influencia de la microbiota intestinal en el metabolismo energético y el almacenamiento de grasa es clave en este proceso. La microbiota modula la producción de metabolitos que afectan diversos sistemas biológicos, y cuando la composición microbiana se altera, puede producirse un aumento en la permeabilidad intestinal y en la inflamación sistémica. Estos factores son precursores de trastornos metabólicos que alteran la homeostasis de la glucosa y los lípidos, lo que contribuye al desarrollo de enfermedades metabólicas (13).

Aunque el papel de la microbiota intestinal en las enfermedades metabólicas es claro, los mecanismos causativos y el potencial terapéutico de la manipulación microbiana aún requieren mayor elucidación. La complejidad de las interacciones microbianas y sus efectos sistémicos implica que se necesite más investigación para comprender completamente estas relaciones y poder aprovecharlas para el beneficio clínico (13).

 Microbiota intestinal y enfermedades cardiovasculares:

La microbiota intestinal juega un papel crucial en la formación de enfermedades cardiovasculares al metabolizar nutrientes dietéticos, como la colina y la carnitina, en óxido de trimetilamina (TMAO). Este metabolito está asociado con un aumento en la formación de placas ateroscleróticas, ya que el TMAO promueve la acumulación de colesterol en los macrófagos y favorece la formación de células espumosas, contribuyendo así a la progresión de la aterosclerosis (15; 16). Además, el lipopolisacárido (LPS), un componente de la membrana externa de las bacterias Gram-negativas, puede translocarse al torrente sanguíneo, lo que desencadena una inflamación sistémica. Esta inflamación crónica es un factor clave en el desarrollo de la aterosclerosis (18; 17), subrayando la influencia de la microbiota en la salud cardiovascular.

Además de su rol en la aterosclerosis, la microbiota intestinal también influye en la hipertensión a través de su impacto sobre la inflamación sistémica. La inflamación es un conocido contribuyente al desarrollo de la hipertensión, y la microbiota intestinal puede modular las vías inflamatorias que regulan la presión arterial (16; 17). Asimismo, la microbiota tiene la capacidad de influir en el sistema renina-angiotensina, que es un regulador crítico de la presión arterial. Alteraciones en la composición microbiana pueden modificar la producción de metabolitos que afectan este sistema, lo que a su vez podría influir en la regulación de la presión arterial y potencialmente contribuir a la hipertensión (15; 17).

Aunque el papel de la microbiota intestinal en las enfermedades cardiovasculares está bien documentado, es crucial considerar la naturaleza bidireccional de esta relación. Factores del huésped, como la dieta, el estilo de vida y las condiciones de salud preexistentes, tienen un impacto significativo en la composición y función de la microbiota intestinal, lo que afecta directamente los resultados cardiovasculares. Esta interacción dinámica sugiere que las intervenciones dirigidas a la microbiota, como las modificaciones dietéticas y el uso de probióticos, podrían ofrecer estrategias prometedoras para el manejo de las enfermedades cardiovasculares (18).

Microbiota intestinal y enfermedades autoinmunes:

La disbiosis intestinal se caracteriza por una disminución en la diversidad microbiana y un desequilibrio en las poblaciones bacterianas específicas, lo que está estrechamente relacionado con un aumento de la inflamación y la degradación articular. Este trastorno de la microbiota está asociado con la secreción de citoquinas proinflamatorias y otras moléculas por parte de las células inmunes y articulares. En pacientes con artritis reumatoide, la disbiosis afecta la homeostasis inmunológica, exacerbando los procesos inflamatorios y contribuyendo al daño articular (19; 20). Este desequilibrio microbiano en la microbiota intestinal, por tanto, juega un papel central en la patogénesis de la artritis reumatoide, al influir directamente en la respuesta inflamatoria.

Diversos estudios, tanto en humanos como en modelos animales, han demostrado que los pacientes con artritis reumatoide presentan una menor diversidad alfa en su microbiota intestinal en comparación con los controles sanos, especialmente en aquellos que no han recibido tratamiento previo (19). Los modelos animales han proporcionado resultados adicionales, mostrando que las alteraciones en la microbiota intestinal pueden empeorar la inflamación articular, lo que sugiere que la microbiota tiene un papel crucial en la modulación de la respuesta inflamatoria asociada con esta enfermedad (21). Estos hallazgos refuerzan la idea de que la microbiota intestinal no solo está involucrada en la inflamación local, sino también en la exacerbación de trastornos autoinmunitarios como la artritis reumatoide.

La influencia de la microbiota intestinal no se limita solo a enfermedades articulares. En el caso de la esclerosis múltiple, la microbiota también desempeña un papel importante en su patogénesis, modulando las respuestas inmunológicas. La disbiosis puede provocar un aumento de microorganismos patógenos y una disminución de microorganismos beneficiosos, como Bifidobacterium y Lactobacillus, que son esenciales para mantener la homeostasis inmune (22; 23). Este cambio en la composición microbiana favorece un entorno proinflamatorio, lo cual contribuye al desarrollo y progresión de la esclerosis múltiple.

Además, la microbiota intestinal puede influir en la integridad de la barrera hematoencefálica, un componente fundamental en la protección del sistema nervioso central. Alteraciones en la microbiota pueden facilitar la entrada de células inmunitarias en el cerebro y la médula espinal, lo que contribuye al avance de la esclerosis múltiple (23). De esta manera, la interacción entre la microbiota intestinal y la barrera hematoencefálica refuerza la idea de que el desequilibrio microbiano puede tener consecuencias de largo alcance en enfermedades autoinmunitarias y neurodegenerativas.

Microbiota intestinal y salud mental:

El eje microbiota-intestino-cerebro (MGB) desempeña un papel fundamental en la regulación del estado de ánimo y el comportamiento, al influir en la producción de neurotransmisores como la serotonina, que se produce principalmente en el intestino (24; 25). Este sistema complejo está estrechamente relacionado con la salud mental, ya que una alteración en la microbiota intestinal, conocida como disbiosis, se asocia con un aumento de la susceptibilidad a trastornos mentales como el trastorno depresivo mayor y la ansiedad. Estas alteraciones en la diversidad y la riqueza microbiana pueden contribuir a los desequilibrios emocionales y psicológicos, afectando la salud mental de manera significativa (25; 26).

Afortunadamente, las intervenciones dietéticas y el uso de productos naturales dirigidos a este eje microbiota-intestino-cerebro muestran un potencial prometedor. Estas estrategias pueden modular la microbiota intestinal para aliviar los síntomas de la depresión y la ansiedad, lo que abre nuevas posibilidades terapéuticas (26; 27). A medida que la investigación avanza, se reconoce cada vez más la importancia de la microbiota intestinal como un objetivo terapéutico para el tratamiento de trastornos del estado de ánimo.

Además de su impacto en los trastornos emocionales, las alteraciones microbianas también se observan en trastornos del neurodesarrollo, como el trastorno del espectro autista (TEA). Las personas con este trastorno exhiben perfiles microbianos distintivos, con niveles elevados de Prevotellaceae spp.  y Parabacteroides spp., y niveles reducidos de Bifidobacterium spp. y Collinsella spp. Estas alteraciones en la microbiota pueden contribuir a los síntomas conductuales y cognitivos observados en los individuos con TEA, lo que resalta el potencial de las terapias dirigidas a la microbiota para tratar estos trastornos de manera más eficaz (24).

Por otro lado, los prebióticos y postbióticos han demostrado efectos protectores sobre la salud mental, lo que sugiere que podrían aliviar los efectos secundarios de los tratamientos psiquiátricos tradicionales (26). La modulación de la microbiota intestinal a través de la dieta y los productos naturales representa un enfoque prometedor para mejorar los resultados en la salud mental, al restaurar el equilibrio microbiano y favorecer una mejor función cognitiva y emocional (27; 28). No obstante, a pesar de la sólida conexión entre la microbiota intestinal y la salud mental, la complejidad del eje microbiota-intestino-cerebro requiere más investigaciones. Los estudios longitudinales son esenciales para comprender completamente las relaciones causales y desarrollar intervenciones efectivas basadas en la microbiota para el tratamiento de trastornos mentales (28).

Terapias basadas en la microbiota:

Los probióticos son microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades adecuadas, proporcionan beneficios para la salud al mejorar la microbiota intestinal. Estos microorganismos son utilizados para restaurar el equilibrio del microbioma intestinal y han mostrado un gran potencial en el tratamiento de condiciones como el síndrome del intestino irritable y las enfermedades inflamatorias del intestino (29). Al promover la colonización de microorganismos beneficiosos en el intestino, los probióticos ayudan a mejorar la salud digestiva y a prevenir o tratar diversos trastornos gastrointestinales.

Por otro lado, los prebióticos son componentes alimentarios no digeribles que fomentan el crecimiento de microorganismos beneficiosos en los intestinos. Estos compuestos actúan de manera sinérgica con los probióticos para mejorar la colonización microbiana y aumentar los efectos terapéuticos, dando lugar a lo que se conoce como «sindióticos» (30). A través de este enfoque combinado, los prebióticos y los probióticos pueden potenciar el bienestar intestinal, optimizando el equilibrio microbiano y mejorando la respuesta inmune del organismo.

Otra estrategia terapéutica relacionada con la microbiota intestinal es el trasplante de microbiota fecal, que implica el traslado de material fecal de un donante saludable a un receptor, con el objetivo de restaurar el equilibrio de la microbiota intestinal del receptor. Este procedimiento se utiliza principalmente para tratar infecciones recurrentes por Clostridium difficile, y ha demostrado ser eficaz en estos casos (30; 31). En los últimos años, el trasplante de microbiota fecal ha generado interés para su aplicación en otras afecciones, como las enfermedades inflamatorias del intestino, el síndrome del intestino irritable y los trastornos metabólicos como la obesidad y la diabetes tipo 2. Sin embargo, su uso en estas condiciones aún está en fase de investigación, y los resultados son mixtos (31; 32).

El trasplante de microbiota fecal ha demostrado ser eficaz en la prevención de infecciones recurrentes por Clostridium difficile en pacientes seleccionados, especialmente cuando los tratamientos estándar con antibióticos no son efectivos. Sin embargo, su aplicación en otras enfermedades sigue limitada a ensayos clínicos debido a preocupaciones sobre la seguridad y la eficacia del tratamiento (31; 33). Si bien las terapias basadas en la microbiota tienen un gran potencial, aún existen desafíos importantes, como la estandarización de los tratamientos, la seguridad y la eficacia a largo plazo. El campo de la medicina basada en la microbiota avanza hacia un enfoque de medicina de precisión, en el cual los tratamientos se adaptan a los perfiles microbiomicos individuales, ofreciendo una manera más personalizada de manejar las enfermedades (29; 32).

Conclusiones:

La microbiota intestinal desempeña un papel crucial en la regulación de la salud general del organismo, influyendo en funciones vitales como la digestión, la inmunidad y el metabolismo. Su alteración, conocida como disbiosis, está asociada con el desarrollo y la progresión de diversas enfermedades sistémicas, como la diabetes tipo 2, la obesidad, las enfermedades cardiovasculares, la artritis reumatoide, la esclerosis múltiple y los trastornos mentales. Estos trastornos pueden ser mediados por mecanismos como la inflamación crónica, la resistencia a la insulina, y el desequilibrio de metabolitos, lo que resalta la importancia de mantener un equilibrio microbiano saludable para prevenir enfermedades sistémicas.

El impacto de la microbiota intestinal en enfermedades sistémicas subraya la necesidad de intervenciones terapéuticas que modulen la composición microbiana para restaurar el equilibrio y mejorar la salud. Estrategias como el uso de probióticos, prebióticos, postbióticos y el trasplante de microbiota fecal se están explorando como opciones prometedoras para el tratamiento de enfermedades metabólicas, autoinmunes y cardiovasculares. Aunque los resultados preliminares son alentadores, se requiere mayor investigación para evaluar la eficacia, seguridad y viabilidad de estas terapias a largo plazo, especialmente en condiciones complejas como la artritis reumatoide y las enfermedades neurodegenerativas.

La interconexión entre la microbiota intestinal y las enfermedades sistémicas sugiere que la medicina personalizada, que adapte los tratamientos a los perfiles microbiológicos individuales, será fundamental en el futuro de la atención médica. La investigación continua sobre cómo la microbiota influye en la salud y las enfermedades podría llevar al desarrollo de terapias dirigidas específicamente a restaurar el equilibrio microbiano en pacientes, lo que abriría nuevas posibilidades para el tratamiento de enfermedades crónicas y complejas. Sin embargo, desafíos como la estandarización de tratamientos y la comprensión de los mecanismos subyacentes de la microbiota deben ser abordados para aprovechar su pleno potencial en la medicina.

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