Invaginación Intestinal Aguda en Niños: Una Revisión Actualizada
Autora principal: Mary Joe Esquivel Romero
Vol. XX; nº 05; 197
Acute Intestinal Intussusception in Children: An Updated Review
Fecha de recepción: 13/02/2025
Fecha de aceptación: 11/03/2025
Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XX. Número 05 Primera quincena de Marzo de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 05; 197
Autora principal:
Dra. Mary Joe Esquivel Romero, Medico General, Investigador Independiente, Alajuela, Costa Rica. https://orcid.org/0009-0002-1918-6696
Email de persona encargada:
Dra. Katherine Blandón Carmona, Medico General, Investigador Independiente, San José, Costa Rica. https://orcid.org/0009-0000-7666-934X
Dr. Brasly Marcelo Solano Rojas, Medico General, Investigador Independiente, San José, Costa Rica. https://orcid.org/0009-0001-1819-6561
Dr. Oscar Raúl Matamoros Alvarado, Medico General, Investigador Independiente, Limón, Costa Rica. https://orcid.org/0009-0000-3248-1679
RESUMEN:
La invaginación intestinal, caracterizada por el telescopamiento de una porción del intestino dentro de sí misma, constituye una emergencia quirúrgica pediátrica frecuente, afectando principalmente a niños entre 4 y 36 meses, con predominio en varones y siendo la forma ileocólica la más común (80% de los casos). Se asocia frecuentemente con infecciones virales previas, especialmente adenovirus, y el 75% de los casos son idiopáticos. El diagnóstico se basa en la presentación clínica (dolor abdominal intermitente, masa abdominal palpable y heces sanguinolentas) y se confirma mediante ultrasonido (sensibilidad 97.9%, especificidad 97.8%), siendo el tratamiento de primera línea en pacientes estables la reducción no quirúrgica mediante enema (tasas de éxito 80-95%), mientras que la cirugía se reserva para casos complicados o cuando falla la reducción no quirúrgica, con un pronóstico favorable cuando se diagnostica y trata tempranamente.
PALABRAS CLAVE:
Intususcepción, invaginación, obstrucción intestinal, lactantes, clínica, diagnóstico, isquemia intestinal, hiperplasia linfoide, etiología multifactorial.
ABSTRACT:
Intestinal intussusception, characterized by the telescoping of one portion of the intestine into itself, is a common pediatric surgical emergency primarily affecting children between 4 and 36 months of age, with male predominance and the ileocolic form being the most common (80% of cases). It is frequently associated with prior viral infections, particularly adenovirus, and 75% of cases are idiopathic. Diagnosis is based on clinical presentation (intermittent abdominal pain, palpable abdominal mass, and bloody stools) and confirmed through ultrasound (sensitivity 97.9%, specificity 97.8%), with first-line treatment in stable patients being non-surgical reduction through enema (success rates 80-95%), while surgery is reserved for complicated cases or when non-surgical reduction fails, showing favorable prognosis when diagnosed and treated early.
KEYWORDS:
Intussusception, intestinal invagination, bowel obstruction, infants, clinical presentation, diagnosis, intestinal ischemia, lymphoid hyperplasia, multifactorial etiology.
DECLARACIONES: Los autores de este manuscrito declaran que: Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses. La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS). El manuscrito es original y no contiene plagio. El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista. Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados. Han preservado las identidades de los pacientes.
INTRODUCCIÓN:
La invaginación intestinal constituye una emergencia quirúrgica pediátrica caracterizada por la introducción (telescopamiento) de una porción del intestino dentro de sí mismo, específicamente cuando un segmento proximal (intussusceptum) se introduce dentro de un segmento distal (intussuscipiens), representando una de las causas más frecuentes de obstrucción intestinal en lactantes y niños pequeños.1,2 Esta patología afecta predominantemente a niños entre 4 y 36 meses de edad, con predilección por el sexo masculino, y su incidencia varía según la región geográfica, alcanzando hasta 5 casos por cada 1,000 nacimientos en países en desarrollo. 3
La fisiopatología implica el arrastre del mesenterio junto con el intussusceptum, lo que desencadena obstrucción venosa y linfática, pudiendo progresar a isquemia y perforación. Esta secuencia se manifiesta mediante la tríada clásica: dolor abdominal intenso e intermitente, masa abdominal palpable en forma de «salchicha» y heces sanguinolentas con aspecto de «jalea de grosella». 2,4
Aproximadamente el 75% de los casos son idiopáticos, frecuentemente asociados con infecciones virales previas, particularmente por adenovirus. La variante ileocólica predomina en el 80% de los casos, mientras que el 25% restante presenta causas específicas como divertículo de Meckel, pólipos, quistes de duplicación y alteraciones linfoides.1,4 El pronóstico depende crucialmente de la rapidez del diagnóstico y tratamiento, siendo la reducción por enema de contraste el método preferido, aunque algunos casos requieren intervención quirúrgica. La evidencia demuestra una correlación directa entre la duración de la intususcepción y el incremento en la morbilidad y mortalidad. 5
MÉTODOS:
Se realizó una revisión bibliográfica sistemática sobre la intususcepción intestinal en población pediátrica, utilizando bases de datos médicas especializadas para identificar publicaciones relevantes entre 2017 y 2025. Las fuentes principales incluyeron tratados médicos de referencia (Nelson Textbook of Pediatrics, Sabiston, Schwartz’s Principles of Surgery), bases de datos electrónicas (UpToDate, PubMed) y revistas especializadas en pediatría y cirugía. La búsqueda se centró en artículos en inglés y español, priorizando revisiones sistemáticas, estudios observacionales y guías de práctica clínica. Se seleccionaron 22 referencias bibliográficas que cumplían con los criterios de inclusión, abarcando aspectos epidemiológicos, fisiopatológicos, clínicos, diagnósticos y terapéuticos de la patología. La información fue analizada y sintetizada para proporcionar una visión actualizada y comprehensiva de la intususcepción intestinal en pediatría, con especial énfasis en los avances diagnósticos y terapéuticos recientes.
EPIDEMIOLOGÍA:
La frecuencia de la invaginación intestinal aguda varía según el país. En naciones en desarrollo, se ha registrado que puede manifestarse en hasta 5 de cada 1,000 nacimientos. 3 La intususcepción es una causa frecuente de obstrucción intestinal en lactantes y niños pequeños, con mayor incidencia entre los 4 y 36 meses. Se ha evidenciado un leve predominio masculino, con una proporción aproximada de 3:2 entre varones y mujeres, especialmente durante el primer año de vida. Este predominio se manifiesta con mayor frecuencia entre los 6 y 9 meses de edad.1,3 En menores de tres meses, su incidencia es rara (aproximadamente 1%), mientras que el 30% de los casos ocurre entre los 3 y 12 meses, el 20% entre uno y dos años, el 25% entre dos y tres años y el 10% entre tres y cuatro años.1
Aunque esta patología se observa principalmente en lactantes, también puede presentarse en niños mayores. Aproximadamente el 10% de los casos afecta a menores mayores de cinco años, y entre el 3 y el 4% a adolescentes mayores de 10 años. En estos grupos de edad, es más probable que la invaginación esté asociada a un punto de avance patológico, como hiperplasia linfoide reactiva.1
El tipo de invaginación más común es el ileocólico, que representa aproximadamente el 80% de los casos. En esta variante, la porción terminal del íleo se introduce en el colon ascendente o el ciego a través de la válvula ileocecal.5 Sin embargo, es relevante destacar que una invaginación intestinal puede ocurrir en cualquier parte del tracto gastrointestinal, incluyendo segmentos del intestino delgado exclusivamente.6
En cuanto a la mortalidad, esta varía considerablemente según el contexto. En países desarrollados, las tasas oscilan entre el 0,02% y el 1%, mientras que, en regiones con menos recursos, como algunos países subdesarrollados, puede alcanzar hasta un 10%. Factores como el acceso a servicios especializados y la calidad del manejo son determinantes clave en estas diferencias.3,5
PATOGENIA:
La invaginación intestinal ocurre cuando un segmento proximal del intestino (intussusceptum) se introduce en un segmento distal (intussuscipiens), arrastrando consigo el mesenterio hacia la luz intestinal.7 Al desarrollarse este proceso, provoca congestión venosa y linfática, con edema intestinal consecuente. Si no se trata, puede llevar a isquemia, perforación y peritonitis.1
El tipo más común de invaginación es el ileocólico, donde la porción terminal del íleo se introduce en el ciego o colon ascendente a través de la válvula ileocecal.7 Aproximadamente el 90% de los casos de invaginaciones involucran la región ileocólica, ocurriendo predominantemente en niños entre 3 meses y 5 años, con alrededor del 75% de los casos siendo idiopáticos.1 En la intususcepción idiopática, se observa una marcada tumefacción del tejido linfático en la región de la válvula ileocecal, siendo este un hallazgo característico de la unión ileocecal.8
Los factores virales juegan un papel crucial en el desarrollo de la intususcepción. Se ha identificado una fuerte asociación con infecciones por adenovirus, que estimulan el tejido linfático en el íleon terminal y provocan hipertrofia, predisponiendo a la invaginación ileocólica.1 En el 30-40% de los casos, se evidencia infección reciente con especies entéricas y no entéricas de adenovirus, incluyendo el adenovirus respiratorio tipo C.1,9
Aproximadamente el 30% de los pacientes experimentan enfermedades virales previas al inicio de la intususcepción, como infecciones del tracto respiratorio superior, otitis media o síntomas gripales. Estas infecciones pueden complicar condiciones como gastroenteritis o púrpura de Henoch-Schönlein.9 Los picos estacionales de incidencia coinciden con brotes de gastroenteritis viral, especialmente durante los meses de otoño e invierno.1,9
Las infecciones virales y gastrointestinales, o incluso la introducción de nuevas proteínas alimentarias, pueden provocar inflamación de las placas de Peyer en el íleon terminal. La hiperplasia nodular linfoide resultante actúa como factor de riesgo, donde los montículos prominentes de tejido linfático provocan un prolapso de la mucosa del íleon hacia el colon.9
Además de las infecciones virales, la enteritis bacteriana también se asocia con la intususcepción. Se han observado casos relacionados con infecciones por Salmonella, Escherichia coli, Shigella y Campylobacter, principalmente dentro del primer mes después de la enteritis.1 En niños mayores, hasta un 12% de los casos presentan un punto de avance patológico, siendo el divertículo de Meckel la causa más frecuente de invaginación.8
Por otra parte, La intususcepción ha mostrado una asociación con algunas vacunas contra el rotavirus. Una versión temprana de la vacuna (RRV-TV: Rotashield) fue retirada del mercado debido a un aumento significativo de casos de intususcepción entre bebés vacunados, con un incremento de 22 veces en la incidencia.1 No obstante, las vacunas actuales presentan un riesgo muy bajo, observándose solo un ligero aumento dentro de las 3 semanas posteriores a la vacunación, especialmente después de la primera dosis.9
Trastornos Subyacentes en la Intususcepción Intestinal: Finalmente, en aproximadamente el 25% de los casos de intususcepción, enfermedades subyacentes generan un punto patológico principal.1 Esta condición presenta mayor prevalencia en niños menores de tres meses o mayores de cinco años, con una incidencia de punto patológico que alcanza hasta el 12% en niños mayores, siendo el divertículo de Meckel la causa más frecuente.8
Etiologías Principales: El divertículo de Meckel representa el punto de inicio más frecuente en la intususcepción, seguido por pólipos, quistes de duplicación y alteraciones linfoides.1 Entre las causas adicionales se encuentran el linfoma de intestino delgado, vasculitis por inmunoglobulina A, púrpura de Henoch-Schönlein, fibrosis quística y coagulopatías.8
Estas condiciones pueden generar alteraciones estructurales o funcionales que predisponen a la invaginación intestinal, actuando como puntos de inicio o modificando la dinámica del peristaltismo. La diversidad etiológica subraya la complejidad de los mecanismos subyacentes en la patogénesis de esta condición.1
Intususcepción Postoperatoria: La intususcepción del intestino delgado representa una causa poco común pero insidiosa de obstrucción intestinal postoperatoria, observándose en hasta el 5% de los casos pediátricos en ausencia de un punto de invaginación evidente.1,8
Su origen se asocia principalmente con cirugías abdominales abiertas, especialmente nefrectomías, y puede presentarse tras procedimientos no abdominales. El mecanismo patogénico se relaciona con peristaltismo descoordinado, tracción de suturas quirúrgicas o presencia de dispositivos como sondas de alimentación gastroyeyunal.1
CLÍNICA:
Presentación Típica: La invaginación intestinal aguda se caracteriza por un dolor abdominal intenso, episódico y progresivo, que suele ser la razón principal por la que los padres buscan atención médica. La presentación clásica ocurre en lactantes o niños pequeños, quienes experimentan un inicio repentino de este dolor, acompañado de llanto inconsolable, flexión de las piernas hacia el abdomen y, con frecuencia, palidez.1,3 Estos episodios dolorosos, que ocurren típicamente en intervalos de 15-20 minutos, se alternan con períodos de calma donde el niño muestra astenia, hipotonía y ocasionalmente letargo.3
El dolor abdominal, presente en aproximadamente el 85-95% de los casos, presenta características distintivas: inicio súbito, naturaleza cólica, intermitencia e irradiación hacia las piernas. Sin embargo, durante las fases iniciales de la patología, el dolor puede ser el único síntoma presentado.10 Durante los episodios de crisis dolorosa, el niño puede presentar manifestaciones neurovegetativas, tal como signos de letargo. Esto puede dificultar el diagnóstico inicial, requiriendo descartar otras condiciones como meningitis. 3,11
Otros síntomas característicos incluyen vómitos no biliosos que pueden volverse biliosos en 12-48 horas, y deposiciones sanguinolentas, presentes en menos del 25% de los casos.12 Un hallazgo abdominal clave es la detección de una masa en forma de «salchicha», aunque esta se vuelve menos evidente después de 24 horas debido a la obstrucción intestinal y distensión por gas.13
En casos complicados, el dolor abdominal se intensifica, acompañándose de rigidez de la pared abdominal, disminución de ruidos hidroaéreos y distensión. Las deposiciones pueden presentarse como rojizas, con moco, semejantes a jalea de grosellas. La diarrea asociada suele ser breve y de pequeño volumen, diferenciándose de la gastroenteritis.10,13
Presentación Atípica: La clínica más atípica de la invaginación intestinal incluye la tríada clásica de dolor abdominal, masa palpable y rectorragia, aunque esta combinación solo se presenta en menos del 15 % de los casos, lo que dificulta el diagnóstico inicial.3 Cerca del 20 % de los lactantes pequeños no manifiestan un dolor claro, y alrededor de un tercio de los casos no presentan sangre, moco ni una masa abdominal palpable.1
En algunos casos, el letargo o la alteración del estado de conciencia son los únicos signos iniciales, sin dolor, sangrado rectal u otros síntomas que sugieran un problema intraabdominal.1 Estas manifestaciones, presentes en más del 50 % de los pacientes incluso en las primeras horas, son comunes en lactantes y a menudo se confunden con sepsis.11 Aunque es una de las causas más frecuentes de abdomen agudo, su diagnóstico sigue siendo un desafío debido a síntomas inespecíficos y variables, lo que puede retrasar su detección. Por ello, debe incluirse en el diagnóstico diferencial de letargo inexplicado, especialmente en lactantes.13
DIAGNÓSTICO:
A pesar de ser una de las causas más comunes de abdomen agudo en lactantes y niños pequeños, la invaginación intestinal representa un desafío diagnóstico en su presentación inicial debido a la naturaleza inespecífica y variable de los síntomas.7 Esto puede ocasionar retrasos en el diagnóstico adecuado, especialmente porque los síntomas suelen superponerse con otras patologías y la incapacidad de los niños pequeños para expresar sus molestias complica aún más el panorama clínico.2,7
Afortunadamente, los avances en el diagnóstico por imágenes han permitido una mayor precisión enla identificación de la invaginación intestinal.7 En los últimos años, los avances en el diagnóstico por imágenes han permitido una mayor precisión en la identificación de la invaginación intestinal. Los algoritmos de manejo han evolucionado considerablemente, sustituyendo la radiografía abdominal simple por la ultrasonografía como herramienta principal de diagnóstico. La ecografía se ha consolidado como una técnica más confiable y precisa en comparación con la radiología convencional. Cabe señalar que la detección de una obstrucción intestinal en la radiografía no contraindica la reducción mediante enema, y la presencia de neumoperitoneo antes de este procedimiento es prácticamente inexistente en países desarrollados. Asimismo, la radiografía abdominal simple tiene un valor diagnóstico limitado en casos de invaginación neonatal. 2,13,14
Radiografías: En alrededor del 50% de los casos, es posible sospechar el diagnóstico de invaginación ileocólica en las radiografías simples de abdomen que pueden mostrar una densidad en el área de la intususcepción. por la presencia de una masa, escaso gas colónico u obstrucción completa del intestino delgado distal. 8,9
Ultrasonido: En la actualidad, la ecografía abdominal se ha consolidado como la prueba diagnóstica inicial para la intususcepción, debido a su alta sensibilidad (97,9%) y especificidad (97,8%), así como a su elevado valor predictivo negativo (99,7%).8,15 El uso de este estudio no solo aumenta la eficacia de los enemas diagnósticos o terapéuticos, sino que también reduce la exposición innecesaria a la radiación en los niños cuyos exámenes ecográficos son negativos. 4,13
Los hallazgos ecográficos típicos incluyen el «signo de la diana», que refleja las capas invaginadas del intestino en una vista transversal, y el «signo del pseudorriñón», observado en la vista longitudinal. 11,16 Estas características permiten una identificación precisa de la intususcepción, lo que refuerza el papel del ultrasonido como una herramienta confiable en el manejo de emergencias pediátricas de tipo abdominal, especialmente en el contexto del POCUS (ultrasonido en el punto de atención). 17
El ultrasonido Doppler desempeña un papel clave en el diagnóstico de la intususcepción, ya que la ausencia de flujo sanguíneo se asocia con isquemia, necrosis intestinal y una menor probabilidad de éxito en la reducción por enema. Este hallazgo, junto con el estado clínico del niño, es esencial para determinar el tratamiento adecuado.16 Además, otros indicadores, como líquido intraperitoneal libre, neumatosis, líquido atrapado dentro de la intususcepción y obstrucción del intestino delgado pueden sugerir una intususcepción encarcelada y ayudar a predecir el éxito de la reducción por enema. 7,18
El POCUS (ultrasonido en el punto de atención), realizado según los estándares establecidos por médicos de emergencias pediátricas, permite la detección temprana de intususcepción incluso en casos con síntomas inespecíficos, destacando su utilidad en el manejo inicial.4,18
Enemas de contraste de aire: Los enemas de contraste de aire, solución salina y, en menor medida, medios solubles en agua han reemplazado al bario en el diagnóstico y tratamiento de la intususcepción. Estos procedimientos permiten visualizar un defecto de llenado donde el intussusceptum obstruye el avance del medio de contraste.9 Puede observarse una columna lineal central de medio de contraste dentro de la luz comprimida del intussusceptum, así como un fino borde de contraste atrapado alrededor del intestino invaginado en los pliegues de la mucosa dentro del intussuscipiens, lo que da lugar al característico «signo del resorte en espiral», especialmente tras la evacuación. La reducción de la intususcepción, observada mediante radiografía o ultrasonido, confirma el éxito del procedimiento, siendo el enema de aire preferido por su menor tasa de complicaciones y menor exposición a la radiación.11
El enema de contraste, además de ser diagnóstico, puede convertirse en una intervención terapéutica inmediata. Sin embargo, presenta limitaciones, como la baja sensibilidad para intususcepciones de intestino delgado, su carácter invasivo y la exposición a radiación ionizante.1 Además, su uso está contraindicado en neonatos debido al alto riesgo de perforación intestinal.9
TAC y resonancia magnética: Tanto la tomografía computarizada como la Resonancia magnética también son funcionales para visualizar una intususcepción. Excepto en casos complicados. Rara vez es necesario recurrir a estos estudios de diagnóstico por imágenes más complicados. Sin embargo, el uso de estos estudios es cada vez mayor. En algunas situaciones ha revelado invaginaciones del intestino delgado asintomáticas, transitorias. Estas invaginaciones esporádicas normalmente resuelven solas ocurren y no requieren tratamiento, únicamente observación.2
TRATAMIENTO:
El abordaje terapéutico de la invaginación intestinal ha evolucionado en gran manera ya que este depende de su clasificación específica y las condiciones clínicas del paciente. Actualmente las opciones terapéuticas se dividen en dos principales: manejo quirúrgico y no quirúrgico.20
Los pacientes que presenten una alta sospecha clínica y/o evidencia radiológica de intususcepción ileocólica, mantengan signos vitales dentro de la normalidad y no muestran indicios de perforación intestinal pueden recibir tratamiento mediante reducción no quirúrgica, siempre y cuando se realice en un centro especializado y con alta experiencia en estos casos.21
Por otro lado, la intervención quirúrgica se indica en pacientes inestables, casos con evidencia de peritonitis o perforación, y situaciones donde la reducción por enema no ha sido exitosa. Este enfoque terapéutico refleja una evolución en el manejo de la condición, priorizando métodos menos invasivos cuando las condiciones del paciente lo permiten.20
Manejo no quirúrgico:
La invaginación ileocólica es la más común en la edad pediátrica y, en la mayoría de los casos (85-90%), se puede resolver con un manejo no quirúrgico.15,20 Actualmente, este enfoque conservador es el estándar de tratamiento para la invaginación intestinal en pacientes pediátricos.20
Reducción no operatoria de la intususcepción
La reducción no operatoria mediante enema ya sea con presión hidrostática o neumática, es el tratamiento de primera línea para la intususcepción ileocólica en lactantes y niños clínicamente estables, siempre que se disponga de instalaciones radiológicas adecuadas.20 Antes de proceder con el enema, es esencial estabilizar al paciente y administrar líquidos intravenosos en casos de depleción de volumen.1
El procedimiento se realiza bajo guía fluoroscópica o ecográfica, ambas con tasas de éxito comparables, generalmente entre el 80 y el 95 %.1 La ecografía ha ganado popularidad debido a su capacidad para evitar la radiación ionizante y mejorar la identificación de puntos patológicos en comparación con la fluoroscopia.21 La elección entre una técnica hidrostática o neumática depende de la experiencia del radiólogo y la disponibilidad del equipo, ya que ambas son aceptables en pacientes hemodinámicamente estables.1
La reducción se considera exitosa cuando se observa un flujo libre de contraste o aire hacia el intestino delgado, lo que confirma la resolución del cuadro y descarta una intususcepción íleo-ileal. Otros signos de reducción efectiva incluyen la desaparición de la masa abdominal y la resolución de los síntomas clínicos.20.21
El uso de tratamiento farmacológico adyuvante sigue siendo controvertido, ya que su eficacia no está completamente demostrada. Entre los fármacos utilizados se encuentran el glucagón y los antibióticos.22 El glucagón, al reducir el tono muscular del colon y proporcionar analgesia, ha sido considerado un posible coadyuvante, aunque estudios recientes sugieren que no aumenta la tasa de éxito del procedimiento.22 Por otro lado, la administración profiláctica de antibióticos intravenosos no es necesaria antes ni durante la reducción no operatoria, excepto en casos de inestabilidad hemodinámica o enfermedad crítica. Dado el bajo riesgo de bacteriemia asociado con la reducción con aire guiada por fluoroscopia, no se recomienda el uso rutinario de antibióticos.1,22
Dado que la reducción no operatoria conlleva riesgos como perforación y neumoperitoneo por tensión, es fundamental notificar con antelación al equipo quirúrgico y asegurar su disponibilidad inmediata en caso de algún imprevisto.1,20 Asimismo, se recomienda una observación del paciente tras el tratamiento inicial, ya que existe probabilidad de recurrencia en las primeras 24 horas.20
Manejo Quirúrgico:
La cirugía sería la segunda opción de tratamiento en caso de que el enfoque radiológico falle o surjan complicaciones, como perforación.11 Sin embargo, se indica como primera línea en las siguientes situaciones:
- Ineficacia de la reducción no quirúrgica aun tras repetidos enemas.3,11
- Cuando el niño presenta un estado general comprometido debido a sepsis o deshidratación grave, posiblemente asociadas con un estado de shock.3
- Cuando se observan signos evidentes de gravedad en la ecografía, como oclusión con indicadores de sufrimiento digestivo o presencia de peritonitis.11,21
La cirugía también está indicada en casos donde los estudios de imágenes muestran un defecto de llenado focal persistente que sugiera una lesión tumoral.1,3 Sin embargo, si el defecto de llenado es compatible con una válvula ileocecal edematosa tras una reducción exitosa, se puede optar por observación y reevaluación en 12-24 horas. Por otra parte, si el defecto es difuso y tiene una causa conocida, como la púrpura de Schönlein-Henoch, pueden intentarse reducciones no operatorias repetidas si son exitosas. 1
El abordaje quirúrgico de la invaginación intestinal en pediatría ha evolucionado hacia técnicas mínimamente invasivas, siendo la laparoscopía el método preferido en la actualidad. Este enfoque permite un diagnóstico preciso, facilita la reducción de la intususcepción y, si es necesario, posibilita la resección y anastomosis intestinal.21,22 En la mayoría de los casos, se intenta primero una reducción manual durante la intervención; sin embargo, si esta no es factible o se identifica una lesión estructural subyacente, se procede con la resección y anastomosis primaria. 1
Tradicionalmente, la cirugía consistía en una laparotomía abierta mediante una incisión supraumbilical transversal derecha, con reducción manual de la invaginación y resección intestinal solo en casos de necrosis, perforación o imposibilidad de reducción.22 No obstante, la laparoscopía ha demostrado ser una alternativa segura y eficaz, asociada con menores tiempos de hospitalización y resultados comparables a la laparotomía.14 A pesar de sus ventajas, en casos de invaginación de larga evolución, intestino dilatado o necrosis intestinal, la laparoscopía puede verse limitada debido a la dificultad en la visualización quirúrgica y el mayor riesgo de conversión a laparotomía.22 Sin embargo, se recomienda intentar en primera instancia la reducción laparoscópica antes de optar por la cirugía abierta.1,22
PRONÓSTICO:
Actualmente el porcentaje de recurrencia para la invaginación intestinal es relativamente bajo.20 Tras una reducción no operatoria, la tasa de recurrencia es aproximadamente del 10 %, mientras que después de una reducción quirúrgica oscila entre el 2 % y el 5 %. La mayoría de las recurrencias se presentan dentro de las primeras 72 horas posteriores a la reducción.9
La invaginación ileocólica no tratada en lactantes suele ser mortal, y el pronóstico depende directamente del tiempo transcurrido antes de su reducción. La mayoría de los lactantes se recuperan si la reducción se logra dentro de las primeras 24 horas; sin embargo, la tasa de mortalidad aumenta significativamente después de este período, especialmente a partir del segundo día. En algunos casos, la reducción espontánea puede ocurrir durante la preparación para la cirugía.9
Los factores de riesgo para la recurrencia no están claramente definidos, y su manejo sigue siendo motivo de debate. No obstante, la invaginación intestinal tiene un buen pronóstico si se realiza un diagnóstico oportuno y se instaura un tratamiento adecuado.6
CONCLUSIÓN:
La intususcepción intestinal continúa siendo una causa importante de abdomen agudo en la población pediátrica, cuyo pronóstico depende fundamentalmente de la rapidez en su diagnóstico y el inicio oportuno del tratamiento.8 Los avances en las técnicas diagnósticas, particularmente la ultrasonografía, han revolucionado el abordaje inicial de esta patología, permitiendo una identificación más precisa y temprana de los casos.15
El manejo terapéutico ha evolucionado significativamente, estableciendo la reducción no quirúrgica mediante enema como el tratamiento de primera línea en pacientes estables, con tasas de éxito que oscilan entre el 80% y el 95%.20,21 La introducción de técnicas mínimamente invasivas, como la laparoscopía, ha mejorado los resultados en casos que requieren intervención quirúrgica.22
Las tasas de recurrencia se mantienen relativamente bajas, aproximadamente 10% después de la reducción no operatoria y entre 2-5% post reducción quirúrgica, con la mayoría de las recurrencias presentándose en las primeras 72 horas.9,20 La mortalidad ha disminuido significativamente en países desarrollados, aunque persisten disparidades importantes en regiones con recursos limitados, lo que subraya la necesidad de mejorar el acceso a servicios especializados en estas áreas.6,9,20
Es fundamental mantener un alto índice de sospecha clínica, especialmente en presentaciones atípicas, ya que el diagnóstico temprano y el tratamiento adecuado son determinantes en el pronóstico. La evolución en los protocolos de manejo, junto con la disponibilidad de mejores herramientas diagnósticas y terapéuticas, ha permitido optimizar los resultados en el tratamiento de esta patología. Sin embargo, persiste la necesidad de investigación continua para mejorar la identificación de factores de riesgo de recurrencia y establecer protocolos más efectivos de seguimiento.1,3
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