La inflamación crónica subclínica como factor de riesgo para enfermedades cardiovasculares: Nuevas estrategias diagnósticas y terapéuticas
Autor principal: Dr. Ronald Chavarría Álvarez
Vol. XX; nº 08; 344
Subclinical chronic inflammation as a risk factor for cardiovascular diseases: New diagnostic and therapeutic strategies
Fecha de recepción: 10 de marzo de 2025
Fecha de aceptación: 4 de abril de 2025
Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XX. Número 08 Segunda quincena de abril de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 08; 344
Autores:
Dr. Ronald Chavarría Álvarez
Médico General asistente del HMS, Puntarenas, Costa Rica.
Código: 17364
Orcid: https://orcid.org/0009-0006-5191-8745
Dr. Diego Andrés Alvarez Ramírez.
Médico general asistente del SEM del Hospital Monseñor Sanabria, Puntarenas, Costa Rica.
Codigo: 18820
Orcid: https://orcid.org/0009-0004-0594-696X
Dra. Alejandra López Quirós
Médico general, investigadora independiente. San José, Costa Rica.
Código: 15146
Orcid: https://orcid.org/0000-0003-1610-937X
Dr. Julio Adrián Ducca Castillo
Médico general, médico de Empresa, Heredia, Costa Rica.
Código: 17202
Orcid: https://orcid.org/0009-0003-0184-0773
Dr: Jossué Arturo Ruiz Valle
Médico general en Hospital Dr. Enrique Baltodano Briceño, Liberia, Guanacaste.
Código: 18556
Orcid: https://orcid.org/0009-0004-5297-9000
Dra. Verónica Andrea Barrientos Valerio
Médico general en Hospital San Carlos, Alajuela, Costa Rica.
Código: 18500
Orcid: https://orcid.org/0009-0002-2450-568X
Los autores de este manuscrito declaran que:
Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El manuscrito es original y no contiene plagio.
El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.
Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.
Han preservado las identidades de los pacientes.
Palabras clave: Inflamación crónica, subclínica, enfermedades cardiovasculares, aterosclerosis, biomarcadores, proteína C reactiva.
Key words: Chronic inflammation, subclinical, cardiovascular diseases, atherosclerosis, biomarkers, C-reactive protein.
Resumen:
La inflamación crónica subclínica desempeña un papel crucial en la progresión de las enfermedades cardiovasculares, siendo un proceso multifactorial que involucra diversas vías fisiopatológicas. En enfermedades como la aterosclerosis, las lipoproteínas de baja densidad oxidadas y las citocinas proinflamatorias, como la interleucina 6 y el factor de necrosis tumoral alfa, activan las células inmunitarias y favorecen el engrosamiento de las paredes arteriales, lo que agrava el riesgo cardiovascular. Además, en condiciones como la miocardiopatía diabética, los productos finales de glicación avanzada inducen una respuesta inflamatoria que daña la función cardíaca y microvascular. La inflamación crónica de bajo grado, asociada con el envejecimiento, contribuye también a la disfunción endotelial y al desarrollo acelerado de aterosclerosis.
Los biomarcadores inflamatorios, como la proteína C reactiva de alta sensibilidad, han sido fundamentales en la evaluación del riesgo cardiovascular, mostrando una relación significativa con la enfermedad coronaria prematura. Además, interleucinas y otras relaciones de células inmunitarias también son indicadores importantes de eventos cardiovasculares graves. Estos biomarcadores han permitido mejorar la estratificación del riesgo y promover intervenciones más precisas en pacientes con enfermedades cardiovasculares.
En cuanto a los enfoques terapéuticos, las estrategias convencionales han incluido el uso de fármacos antiinflamatorios como las estatinas y los inhibidores de interleucina-1, que si bien son efectivos, presentan limitaciones. Se están explorando nuevas alternativas, como la medicina personalizada, terapias génicas y vacunas terapéuticas, con el objetivo de ofrecer tratamientos más dirigidos y menos invasivos. Sin embargo, el tratamiento de la inflamación crónica sigue enfrentando desafíos, entre los que se incluyen la falta de consenso sobre su definición y los umbrales de intervención, lo que dificulta el desarrollo de enfoques terapéuticos efectivos y accesibles.
Abstract:
Subclinical chronic inflammation plays a crucial role in the progression of cardiovascular diseases, being a multifactorial process involving various pathophysiological pathways. In diseases such as atherosclerosis, oxidized low-density lipoproteins and proinflammatory cytokines, such as interleukin 6 and tumor necrosis factor alpha, activate immune cells and promote thickening of arterial walls, which aggravates cardiovascular risk. Furthermore, in conditions such as diabetic cardiomyopathy, advanced glycation end products induce an inflammatory response that damages cardiac and microvascular function. Chronic low-grade inflammation, associated with aging, also contributes to endothelial dysfunction and the accelerated development of atherosclerosis.
Inflammatory biomarkers, such as high-sensitivity C-reactive protein, have been fundamental in the assessment of cardiovascular risk, showing a significant relationship with premature coronary disease. Furthermore, interleukins and other immune cell relationships are also important indicators of serious cardiovascular events. These biomarkers have allowed for improved risk stratification and promoted more precise interventions in patients with cardiovascular diseases.
Regarding therapeutic approaches, conventional strategies have included the use of anti-inflammatory drugs such as statins and interleukin-1 inhibitors, which, while effective, have limitations. New alternatives, such as personalized medicine, gene therapies, and therapeutic vaccines, are being explored with the aim of offering more targeted and less invasive treatments. However, the treatment of chronic inflammation continues to face challenges, including a lack of consensus on its definition and intervention thresholds, which hinders the development of effective and accessible therapeutic approaches.
Introducción:
La inflamación crónica subclínica ha emergido como un factor de riesgo clave para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares (ECV), un área de creciente interés en la medicina cardiovascular. Este tipo de inflamación se caracteriza por respuestas inflamatorias persistentes y de bajo grado que, aunque no generan síntomas evidentes, pueden tener un impacto significativo en la salud a largo plazo, contribuyendo al desarrollo de diversas patologías crónicas, incluida la ECV (1).
La inflamación subclínica crónica es un estado inflamatorio persistente de bajo nivel que no es clínicamente evidente, pero que puede ser detectado mediante biomarcadores específicos, como la proteína C reactiva (PCR) y otros marcadores inflamatorios. Estos biomarcadores permiten identificar cambios mínimos en los niveles de inflamación, lo cual es crucial para evaluar el estado inflamatorio de una persona incluso cuando los síntomas clínicos no son evidentes. La medición precisa de estos marcadores, utilizando ensayos de alta sensibilidad, proporciona una herramienta importante para monitorear la inflamación en pacientes sin signos evidentes de enfermedad, pero con un riesgo potencial de desarrollar enfermedades crónicas, incluidas las enfermedades cardiovasculares (1; 2).
Diversos estudios han demostrado que los niveles elevados de PCR monomérica están fuertemente asociados con la enfermedad arterial coronaria prematura, un indicador temprano de riesgo cardiovascular, incluso en ausencia de factores de riesgo tradicionales como la hipertensión o la diabetes. Esto resalta el papel crucial de la inflamación subclínica en el desarrollo de la ECV. Además, se ha observado que la inflamación altera la relación entre los niveles de lípidos y el riesgo de mortalidad en pacientes con infarto agudo de miocardio, sugiriendo que los procesos inflamatorios tienen un impacto directo sobre los resultados cardiovasculares a largo plazo (3).
Otro hallazgo relevante es la relación entre enfermedades como la enfermedad periodontal, caracterizada por inflamación crónica localizada, y un mayor riesgo de ECV. Este vínculo evidencia el impacto sistémico de las afecciones inflamatorias localizadas, demostrando que la inflamación no solo afecta los tejidos directamente involucrados, sino que también tiene repercusiones a nivel global, aumentando el riesgo de complicaciones cardiovasculares (4).
El estudio y la identificación temprana de la inflamación subclínica como un factor de riesgo de ECV son cruciales para una mejor estratificación del riesgo en las poblaciones vulnerables. Comprender estos procesos podría conducir a intervenciones más específicas y personalizadas, orientadas a reducir el riesgo cardiovascular antes de que se manifiesten síntomas clínicos. La detección temprana de la inflamación subclínica permitiría implementar estrategias preventivas más efectivas, lo que podría retrasar o incluso evitar el desarrollo de enfermedades cardiovasculares en individuos con mayor riesgo (1; 4).
Asimismo, la evidencia sugiere que modificar factores de estilo de vida, como la dieta y la actividad física, que reducen la inflamación, podría disminuir de manera significativa el riesgo cardiovascular. Estudios recientes han asociado dietas proinflamatorias con peores resultados cardiometabólicos, lo que subraya la importancia de abordar la inflamación a través de cambios en los hábitos alimenticios y de vida como una forma eficaz de mitigar el riesgo cardiovascular (5).
El objetivo de este artículo es revisar la inflamación crónica subclínica como un factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, analizando su impacto en la salud cardiovascular y explorando las nuevas estrategias diagnósticas y terapéuticas para su manejo. Se pretende proporcionar una visión integral de la relación entre la inflamación de bajo grado y las enfermedades cardiovasculares, destacando la importancia de la identificación temprana mediante biomarcadores y la implementación de intervenciones basadas en cambios en el estilo de vida, como modificaciones dietéticas y actividad física, para reducir el riesgo cardiovascular en poblaciones vulnerables.
Metodología:
Para el desarrollo de esta investigación sobre la inflamación crónica subclínica como factor de riesgo para enfermedades cardiovasculares, se realizó una revisión bibliográfica exhaustiva con el objetivo de analizar la relación entre la inflamación crónica de bajo grado, los mecanismos fisiopatológicos asociados con las ECV y las estrategias diagnósticas y terapéuticas emergentes para su manejo. Se incluyeron aspectos clave como los biomarcadores de inflamación subclínica, su papel en el desarrollo y progresión de enfermedades cardiovasculares, los mecanismos celulares implicados y las posibles intervenciones terapéuticas.
Para garantizar la calidad y relevancia de la información seleccionada, se consultaron bases de datos científicas reconocidas, tales como PubMed, Scopus y Web of Science, debido a su prestigio y cobertura en temas de cardiología, inmunología y enfermedades crónicas. Se establecieron rigurosos criterios de inclusión y exclusión, seleccionando estudios publicados entre 2020 y 2025, en inglés o español, que abordaran la relación entre inflamación crónica subclínica y enfermedades cardiovasculares, los biomarcadores asociados y las nuevas estrategias de diagnóstico y tratamiento. Se excluyeron investigaciones con datos incompletos, publicaciones duplicadas o aquellas sin revisión por pares. La búsqueda se realizó utilizando términos clave como: Inflamación crónica, subclínica, enfermedades cardiovasculares, aterosclerosis, biomarcadores, proteína C reactiva.
La búsqueda inicial identificó 27 fuentes relevantes, entre las que se incluyeron artículos originales, revisiones sistemáticas, estudios clínicos y documentos de organismos especializados en cardiología y enfermedades inflamatorias. A partir de estas fuentes, se extrajo información sobre los biomarcadores de inflamación crónica, su papel en la patogenia de enfermedades cardiovasculares y las intervenciones terapéuticas emergentes basadas en la modulación de la inflamación.
El análisis se llevó a cabo utilizando enfoques cualitativos y comparativos, organizando los hallazgos en categorías temáticas para identificar las correlaciones entre la inflamación subclínica y las diversas enfermedades cardiovasculares, así como los enfoques terapéuticos innovadores. Este enfoque integral proporciona una visión estructurada del estado actual del conocimiento sobre la inflamación crónica subclínica y sus implicaciones en las enfermedades cardiovasculares, destacando áreas para futuras investigaciones y el desarrollo de estrategias diagnósticas y terapéuticas más eficaces.
Mecanismos fisiopatológicos de la inflamación crónica subclínica:
Los mecanismos fisiopatológicos involucrados en la inflamación crónica subclínica y su relación con las enfermedades cardiovasculares son complejos y multifactoriales. En el caso de la aterosclerosis, se observa que las lipoproteínas de baja densidad oxidadas y las citocinas proinflamatorias, como la interleucina 6 (IL-6) y el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α), juegan un papel crucial. Estas sustancias activan las células inmunitarias, lo que lleva a la formación de células espumosas y al engrosamiento de las paredes arteriales, favoreciendo la progresión de la aterosclerosis. Este proceso se ve amplificado en condiciones como la miocardiopatía diabética, donde los altos niveles de glucosa inducen la acumulación de productos finales de glicación avanzada. Estos productos finales de glicación avanzada activan la vía del receptor para productos de glicación avanzada, lo que desencadena una respuesta inflamatoria que daña la función cardíaca y microvascular, exacerbando el daño cardiovascular (6).
La inflamación crónica de bajo grado, que está asociada con el envejecimiento, también contribuye a la disfunción endotelial, un factor clave en la aceleración de la aterosclerosis (7). Las citocinas proinflamatorias, como la IL-6 y el TNF-α, desempeñan un papel fundamental en este proceso, ya que no solo promueven la activación de las células inmunitarias, sino que también favorecen la inflamación vascular, que es crucial para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares (6; 8). Además, los ejes de las quimiocinas, como el CCR4 y el CXCR4, se han relacionado con la inflamación vascular y las anomalías metabólicas en la diabetes inducida por obesidad, lo que agrava el riesgo cardiovascular en estas condiciones (9).
La inflamación crónica tiene un impacto directo sobre la función endotelial y la aterogénesis. Este proceso es un precursor importante de la aterosclerosis, ya que la inflamación crónica promueve la formación de placas ateroscleróticas y agrava la inflamación vascular (8). En la enfermedad microvascular coronaria, la inflamación provoca lesiones en las células endoteliales, lo que contribuye a la aparición de anomalías y disfunciones estructurales en las arterias, facilitando el desarrollo de enfermedades cardiovasculares (10).
Entre los factores de riesgo que favorecen la inflamación crónica, la obesidad y la diabetes juegan roles predominantes. La obesidad, en particular, no solo contribuye a la inflamación crónica, sino que también promueve el desarrollo de la diabetes y el cáncer a través de vías inflamatorias que generan un círculo vicioso de deterioro en la salud cardiovascular (9). Además, la hipertensión, al afectar el sistema renina-angiotensina y al generar estrés oxidativo, también favorece la disfunción endotelial e incrementa la inflamación local, lo que agrava aún más el riesgo de enfermedades cardiovasculares (6).
Evidencia clínica sobre la inflamación crónica subclínica y enfermedades cardiovasculares:
La evaluación de biomarcadores inflamatorios ha emergido como una herramienta clave para el manejo y pronóstico del riesgo cardiovascular. Entre los biomarcadores más utilizados, la proteína C reactiva de alta sensibilidad destaca por su capacidad para reflejar el riesgo inflamatorio subyacente. Este marcador es ampliamente empleado en la evaluación de pacientes con riesgo cardiovascular, ya que los niveles elevados de PCR monomérica se han asociado de forma independiente con la enfermedad coronaria prematura, incluso en presencia de niveles bajos de proteína C reactiva de alta sensibilidad. Esto sugiere que la inflamación persistente de bajo grado podría no ser completamente detectada por los métodos tradicionales, lo que resalta la importancia de este biomarcador en la identificación del riesgo inflamatorio residual, que puede ser determinante en el pronóstico de los pacientes (1).
A lo largo de la investigación, también se ha observado que otras interleucinas y marcadores inflamatorios, como la relación monocitos/HDL-C y la relación neutrófilos/HDL-C, desempeñan un papel relevante en la predicción de eventos cardiovasculares. Estos indicadores han mostrado una relación significativa con la gravedad de las lesiones en las arterias coronarias y con los eventos cardiovasculares adversos graves a largo plazo en pacientes mayores con enfermedad coronaria. De este modo, estos biomarcadores contribuyen no solo a evaluar el riesgo, sino también a establecer una mejor estratificación del pronóstico cardiovascular, permitiendo una intervención más precisa en pacientes con ECV (11).
La inflamación crónica, considerada un factor de riesgo independiente para la progresión de la enfermedad coronaria, también ha sido el foco de investigaciones que sugieren que intervenir en las vías inflamatorias podría ser una estrategia eficaz en la prevención secundaria de eventos cardiovasculares. Los estudios han demostrado que reducir la inflamación sistémica podría mitigar el riesgo de complicaciones graves, lo que hace que el control de los biomarcadores inflamatorios sea una herramienta clave para la toma de decisiones clínicas en pacientes con riesgo cardiovascular elevado. En este sentido, la relación entre los biomarcadores y la incidencia de enfermedades cardiovasculares se amplía al considerar la inflamación crónica como un factor subyacente en muchas patologías cardiovasculares (12).
Un ejemplo claro de este fenómeno es la enfermedad relacionada con la inflamación crónica, que comparte numerosos factores de riesgo con la ECV. La enfermedad relacionada con la inflamación crónica no solo está asociada con un aumento de la mortalidad, sino que también muestra una relación bidireccional con la enfermedad cardiovascular, lo que implica que la inflamación crónica puede agravar la progresión de las afecciones cardiovasculares y viceversa (13). En este contexto, los ensayos clínicos sobre el uso de tratamientos antiinflamatorios han arrojado resultados dispares. Sin embargo, la colchicina ha surgido como el único agente antiinflamatorio aprobado para la prevención de eventos cardiovasculares, como la cardiopatía arterial coronaria, lo que subraya el potencial terapéutico de intervenir en los mecanismos inflamatorios para mejorar los resultados clínicos de los pacientes con riesgo cardiovascular (13; 14).
Nuevas estrategias diagnósticas para la inflamación crónica subclínica:
En los últimos años, los avances en la detección temprana de enfermedades relacionadas con la inflamación crónica han abierto nuevas posibilidades para el diagnóstico y tratamiento más efectivo de diversas patologías cardiovasculares. Un área innovadora en este campo es el desarrollo de biomarcadores basados en la metilación del ADN. Estos biomarcadores, como el sustituto de metilación variable latente de la inflamación, ofrecen una alternativa sólida a las tradicionales medidas bioquímicas sanguíneas. La metilación del ADN proporciona una visión más profunda de los procesos biológicos subyacentes y ha demostrado ser capaz de predecir resultados asociados con la edad, tales como la multimorbilidad y la mortalidad. Este enfoque no solo permite evaluar la inflamación sistémica, sino también entender mejor su papel en el envejecimiento y la salud, lo que lo convierte en una herramienta prometedora para la medicina preventiva (2).
Aparte de estos biomarcadores basados en la metilación, se han desarrollado modelos predictivos que permiten la evaluación temprana de la inflamación en diversas condiciones patológicas, como la hepatitis B crónica. En este contexto, se ha diseñado un modelo que utiliza indicadores como el ADN de la edad, la AST, el PT, el ALB y el VHB para identificar la inflamación hepática significativa. Este modelo predictivo facilita la intervención temprana y permite realizar evaluaciones sin la necesidad de realizar biopsias hepáticas invasivas, lo que reduce el riesgo y el sufrimiento del paciente (15).
En el ámbito de las tecnologías emergentes, las imágenes por resonancia magnética (RM) han sido mejoradas con el desarrollo de nuevos agentes de contraste. Estos agentes son capaces de detectar el óxido nítrico, un marcador crucial de inflamación, lo que permite la detección temprana de enfermedades inflamatorias. En modelos animales, la RM con estos agentes ha demostrado ser eficaz para identificar la inflamación del miocardio, lo que abre nuevas puertas para la evaluación de enfermedades cardiovasculares inflamatorias de forma no invasiva (16).
Además de la RM, las nanopartículas superparamagnéticas de óxido de hierro están ganando terreno como agentes diagnósticos y terapéuticos duales. Estos materiales avanzados permiten no solo obtener imágenes detalladas de la inflamación arterial y neuronal, sino también ser funcionalizados para administrar fármacos de forma dirigida. Esta capacidad de proporcionar diagnóstico y tratamiento simultáneamente mejora enormemente su utilidad en el manejo de trastornos inflamatorios crónicos, convirtiéndolos en una herramienta valiosa tanto para la evaluación como para la terapia de enfermedades cardiovasculares (17).
Por último, los métodos no invasivos para la evaluación de la inflamación también están revolucionando el campo. Un claro ejemplo de esto es el modelo diagnóstico validado para predecir la inflamación hepática en pacientes con hepatitis B crónica. Este modelo no invasivo reduce la necesidad de realizar biopsias hepáticas, lo que permite intervenciones terapéuticas más tempranas y menos riesgosas para los pacientes. Con la incorporación de estos métodos no invasivos, se abre un camino para mejorar la precisión diagnóstica y la eficacia de los tratamientos, sin los inconvenientes de los procedimientos invasivos (15).
Enfoques terapéuticos actuales y emergentes:
El manejo de la inflamación crónica, particularmente en enfermedades cardiovasculares, ha sido tradicionalmente abordado con tratamientos antiinflamatorios convencionales. Entre los tratamientos más utilizados se encuentran las estatinas y los inhibidores de la interleucina-1, que se emplean principalmente para controlar la inflamación en afecciones como la artritis gotosa y la enfermedad inflamatoria intestinal (EII) (18). Estos fármacos son efectivos para reducir la inflamación sistémica, lo que se ha traducido en mejoras significativas en los resultados clínicos. Sin embargo, aunque son útiles, estos tratamientos también presentan limitaciones, como los efectos adversos y las interacciones medicamentosas, que pueden dificultar su uso prolongado o en pacientes con comorbilidades (19).
Dado el interés creciente por encontrar terapias más específicas y precisas, se están desarrollando nuevas estrategias para modular la inflamación. Un ejemplo de estas innovaciones son las vacunas terapéuticas y la terapia génica, las cuales están siendo estudiadas para el tratamiento de enfermedades como la artritis reumatoide y la enfermedad inflamatoria intestinal (20; 21). Estos enfoques buscan modular la respuesta inmunitaria de manera más precisa, con el objetivo de ofrecer tratamientos más dirigidos que reduzcan los efectos secundarios y mejoren los resultados a largo plazo (21).
Además de los tratamientos farmacológicos, las intervenciones no farmacológicas también juegan un papel crucial en la gestión de la inflamación crónica. Modificaciones del estilo de vida, como la adopción de dietas antiinflamatorias y el ejercicio físico, han demostrado ser eficaces en la reducción de los niveles de inflamación y en la mejora de la calidad de vida (19). Estas estrategias no solo ayudan a controlar los síntomas, sino que también contribuyen al bienestar general de los pacientes, reduciendo el riesgo de complicaciones asociadas con enfermedades inflamatorias crónicas. A su vez, las técnicas de reducción del estrés, como la meditación o el manejo del estrés emocional, son cada vez más reconocidas por su importancia en la gestión de condiciones inflamatorias, ya que el estrés puede agravar los procesos inflamatorios (19).
Un enfoque emergente y prometedor es la medicina personalizada, que está comenzando a integrarse en el tratamiento de las enfermedades inflamatorias crónicas. La medicina personalizada permite adaptar los tratamientos a los perfiles genéticos y fenotípicos individuales de los pacientes, lo que mejora la eficacia del tratamiento y reduce los efectos adversos (18). Este enfoque está revolucionando el tratamiento de enfermedades inflamatorias crónicas, pues al tener en cuenta las características particulares de cada paciente, se pueden desarrollar terapias más efectivas y menos invasivas, garantizando un manejo más preciso y eficiente (22).
Desafíos y controversias en el tratamiento de la inflamación crónica subclínica:
La detección temprana de las ECV, especialmente en contextos de enfermedades inflamatorias como la artritis reumatoide, enfrenta importantes desafíos debido a la inadecuación de los factores de riesgo y protocolos de detección tradicionales. En enfermedades como la artritis reumatoide, la inflamación sistémica juega un papel crucial en el desarrollo y la progresión de la enfermedad cardiovascular. Sin embargo, los métodos convencionales no logran captar de manera adecuada el riesgo asociado, lo que complica la identificación temprana de pacientes en riesgo (23).
Además, la inflamación persistente, que es común en condiciones como el síndrome de inflamación crónica subclínica, carece de una definición estandarizada, lo que añade complejidad a las estrategias de diagnóstico y tratamiento. La falta de consenso sobre cómo definir y medir esta inflamación subclínica dificulta tanto la implementación de intervenciones preventivas como el desarrollo de enfoques terapéuticos dirigidos y efectivos. Esta variabilidad en la definición contribuye a que se pierda la oportunidad de identificar a los pacientes antes de que desarrollen complicaciones graves (24).
En términos de tratamientos, las terapias antiinflamatorias que están dirigidas a las vías de las citocinas han demostrado ser efectivas para reducir el riesgo de eventos cardiovasculares como el infarto de miocardio y el accidente cerebrovascular. No obstante, el uso de estas terapias también plantea riesgos, ya que pueden aumentar la susceptibilidad de los pacientes a infecciones, lo que representa un dilema en cuanto a su seguridad y efectividad a largo plazo. Esta preocupación resalta la necesidad de equilibrar los beneficios de la reducción de la inflamación con la protección frente a infecciones, lo que requiere una comprensión más profunda de los mecanismos que subyacen a estas terapias (25).
Por otro lado, las terapias que favorecen la resolución de la inflamación crónica representan una vía prometedora, ya que buscan limitar la inflamación sin comprometer las defensas del huésped. Sin embargo, la comprensión de los mecanismos de acción de estas terapias sigue siendo crítica para garantizar que se utilicen de manera efectiva y segura en el tratamiento de enfermedades inflamatorias crónicas (26).
Un aspecto clave en la evaluación y el tratamiento de la inflamación subclínica es la falta de consenso sobre su definición y los umbrales clínicos adecuados para iniciar un tratamiento. Aunque biomarcadores como la proteína C reactiva de alta sensibilidad se han propuesto como herramientas para identificar el riesgo residual de ECV, su implementación en la práctica clínica sigue siendo problemática. Las variaciones en los valores de referencia y la interpretación de estos biomarcadores dificultan su uso sistemático como guías de intervención en los pacientes (27).
Además de los retos clínicos, los tratamientos antiinflamatorios a largo plazo, especialmente en enfermedades crónicas, plantean preocupaciones en cuanto a su costo y sus implicaciones éticas. La necesidad de tratamientos prolongados para manejar la inflamación crónica en condiciones como la ECV o la artritis reumatoide genera preocupaciones sobre la sostenibilidad económica y la accesibilidad para los pacientes. En este contexto, se sugieren enfoques terapéuticos personalizados y multimodales, que permitan adaptar los tratamientos a las características individuales de los pacientes, optimizando los resultados y minimizando los costos y efectos secundarios (23; 24).
Conclusiones:
La inflamación crónica de bajo grado, aunque subclínica, desempeña un papel crucial en el desarrollo y la progresión de enfermedades cardiovasculares, como la aterosclerosis, miocardiopatía diabética y disfunción endotelial. La identificación temprana de la inflamación persistente mediante biomarcadores inflamatorios, como la proteína C reactiva de alta sensibilidad, es esencial para evaluar el riesgo cardiovascular y permitir intervenciones más precisas y oportunas.
Aunque las terapias antiinflamatorias convencionales, como las estatinas y los inhibidores de interleucina-1, han mostrado eficacia en el tratamiento de enfermedades cardiovasculares, las limitaciones relacionadas con efectos adversos y su uso a largo plazo destacan la necesidad de explorar enfoques más específicos y personalizados. Nuevas estrategias terapéuticas, como las vacunas terapéuticas y la medicina personalizada, ofrecen un camino prometedor para mejorar la eficacia del tratamiento y reducir los efectos secundarios.
El manejo de la inflamación crónica subclínica debe ser multifacético, incorporando tanto tratamientos farmacológicos como intervenciones no farmacológicas, como cambios en el estilo de vida y estrategias de reducción del estrés. Además, es esencial abordar los desafíos relacionados con la falta de consenso sobre la definición y los umbrales de intervención, lo que requiere un enfoque más homogéneo y accesible para mejorar los resultados a largo plazo en pacientes con riesgo cardiovascular elevado.
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