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La Leishmaniasis cutánea en América Latina: estado actual

La Leishmaniasis cutánea en América Latina: estado actual

Autora principal: Eimy Sophia Rodríguez Vega

Vol. XIX; nº 20; 920

Cutaneous leishmaniasis in Latin America: current status  

Fecha de recepción: 09/09/2024

Fecha de aceptación: 21/10/2024

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XIX. Número 20 Segunda quincena de Octubre de 2024 – Página inicial: Vol. XIX; nº 20; 920

Autores:

Eimy Sophia Rodríguez Vega

Clínica Dr. Vega S.A, San José, Costa Rica

Fiorella Franchesca Mendoza Rodríguez

Servicios de Salud Empresarial del Oeste FLV S.A,

San José, Costa Rica

Brandon Antonio Venegas Bolaños

Servicios de Salud Empresarial del Oeste FLV S.A,

San José, Costa Rica

⁠Carlos Javier Elizondo Ramos

Investigador Independiente, San José, Costa Rica

RESUMEN

Este artículo representa una revisión narrativa sobre la situación actual de la leishmaniasis en América Latina, una enfermedad transmitida por vectores causada por parásitos protozoarios del género Leishmania. Es una condición zoonótica, transmitida por la picadura de flebótomo contagiado. Se manifiesta principalmente por la formación de lesiones cutáneas que suelen aparecer en el rotros, los brazos o el torso. Suele afectar principalmente a niños o personas inmunodeprimidas, sin embargo, aparece a cualquier edad y los trabajadores del campo de sexo masculino tienen mayor propensión a contraerla. Se ha detectado reservorio de la misma en perros lo que incrementa el riesgo de transmisión a humanos por medio de estos animales domésticos. En América Latina es endémica en 19 países, principalmente aquellos con hábitats rurales con climas muy húmedos como los de la cuenca amazónica u otras zonas similares del continente. Tiene impacto importante en países como Brasil, Colombia, Perú y Ecuador, en sus zonas selváticas. En Centroamérica genera gran impacto en países como Guatemala, Honduras y Nicaragua. En México igualmente existe un incremento reciente de los casos producto de los movimientos migratorios y las condiciones endémicas de algunas regiones, principalmente al sur del país.

Palabras clave: Leishmaniasis, epidemiología de la Leishmaniasis, Leishmaniasis en América Latina.

ABSTRACT

This article represents a narrative review of the current situation of leishmaniasis in Latin America, a vector-borne disease caused by protozoan parasites of the genus Leishmania. It is a zoonotic condition transmitted by the bite of an infected sandfly. It manifests itself mainly by the formation of skin lesions that usually appear on the face, arms or torso. It usually affects mainly children or immunosuppressed people; however, it appears at any age and male field workers are more prone to contract it. A reservoir of the disease has been detected in dogs, which increases the risk of transmission to humans through these domestic animals. In Latin America, it is endemic in 19 countries, mainly those with rural habitats with very humid climates such as those in the Amazon basin or other similar areas of the continent. It has a significant impact in countries such as Brazil, Colombia, Peru and Ecuador, in their jungle areas. In Central America, it has a great impact in countries such as Guatemala, Honduras and Nicaragua. In Mexico, there has also been a recent increase in cases due to migratory movements and endemic conditions in some regions, mainly in the south of the country.

Keywords: Leishmaniasis, epidemiology of Leishmaniasis, Leishmaniasis in Latin America.

Los autores de este manuscrito declaran que:

Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El manuscrito es original y no contiene plagio.
El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.
Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.
Han preservado las identidades de los pacientes.

INTRODUCCIÓN

La leishmaniasis, una enfermedad transmitida por vectores causada por parásitos protozoarios del género Leishmania, plantea un importante desafío de salud pública en América Latina. La enfermedad se manifiesta en varias formas, principalmente leishmaniasis visceral (LV) y leishmaniasis cutánea (LC), cada una asociada con distintas especies de Leishmania y dinámicas de transmisión. En América Latina, la LV es causada predominantemente por Leishmania infantum, transmitida a través de la picadura de flebótomos infectados, en particular Lutzomyia longipalpis. Esta enfermedad no solo afecta a los humanos, sino que también tiene un reservorio canino, lo que complica las medidas de control y aumenta el riesgo de transmisión a los humanos (1). La propagación geográfica de la leishmaniasis en la región se ha visto exacerbada por factores como la urbanización, la deforestación y la migración masiva, que crean nuevos hábitats para los flebótomos vectores y facilitan el movimiento de las poblaciones infectadas.

El panorama epidemiológico de la leishmaniasis en América Latina se caracteriza por una compleja interacción de factores ecológicos, socioeconómicos y del sistema de salud. La incidencia de LV y LC varía significativamente en toda la región, y en ciertas áreas se producen brotes endémicos. Por ejemplo, países como Brasil y Ecuador notifican miles de casos nuevos cada año, con una parte sustancial de la población en riesgo. La falta de sistemas integrales de vigilancia y de estrategias de salud pública eficaces complica aún más el manejo de la leishmaniasis, lo que lleva a una subnotificación y a medidas de respuesta inadecuadas (2).

El control de la leishmaniasis en América Latina enfrenta numerosos desafíos, incluidas las implicaciones éticas del sacrificio de perros infectados, la eficacia limitada de las vacunas existentes y los altos costos asociados con el tratamiento y las medidas de control de vectores. La dependencia de los métodos tradicionales, como los collares insecticidas para perros, ha demostrado ser prometedora, pero sigue siendo una carga financiera para muchas comunidades. Además, la controversia en torno al manejo de la leishmaniasis canina complica las iniciativas de salud pública, ya que muchas partes interesadas debaten los mejores enfoques para mitigar el impacto de la enfermedad al tiempo que se considera el bienestar animal (3). En vista de estos desafíos, se promueve cada vez más la adopción de un enfoque de «Una Salud» que integre las estrategias de salud humana, animal y ambiental. Esta revisión plantea analizar la situación de la Leishmaniasis en América Latina, para ello se dispone el estudio de diversas publicaciones sobre el estado actual de esta enfermedad desde la perspectiva epidemiológica.

METODOLOGÍA

El estudio comprende una revisión de literatura científica. Esta revisión de literatura se centra en el análisis de información científica. Se realizó una búsqueda en plataformas de difusión científica tales como PubMed, ScienceDirect, Cochrane, Scielo, CINHAL. La búsqueda se realizó en idiomas inglés, español y portugués.

Los documentos revisados son principalmente artículos científicos de reciente publicación. También se abordaron informes técnicos epidemiológicos de distintos países o emitidos por organismos de salud regional como la OPS.

RESULTADOS

Definición y breve historia de la Leishmaniasis

La leishmaniasis tiene una historia rica y compleja que se remonta a miles de años, con evidencia que sugiere su existencia ya en el año 2500 a. C. Textos antiguos y hallazgos arqueológicos indican que la leishmaniasis se reconocía en diversas formas en Oriente Medio y Asia. La enfermedad se conocía con diferentes nombres, como «fiebre negra» y «llaga oriental», lo que refleja sus diversas manifestaciones y las percepciones culturales que la rodeaban. Cabe destacar que el Papiro de Ebers, un antiguo documento médico egipcio de alrededor del año 1500 a. C., describe una afección cutánea que se cree que es leishmaniasis. Este contexto histórico destaca el impacto duradero de la enfermedad en las poblaciones humanas y la comprensión cambiante de sus síntomas y causas (4).

La identificación de los parásitos Leishmania como agentes causantes de la leishmaniasis comenzó a principios del siglo XX. En 1901, los médicos británicos William Boog Leishman y Charles Donovan descubrieron de forma independiente los parásitos protozoarios dentro de las células de individuos infectados, lo que llevó a la clasificación de Leishmania donovani como el agente etiológico de la leishmaniasis visceral. Esto marcó un hito importante en la historia de la leishmaniasis, ya que cambió la comprensión de la enfermedad de una afección misteriosa a una con agentes biológicos identificables. Después de este descubrimiento, investigaciones posteriores identificaron múltiples especies de Leishmania y sus respectivos vectores, principalmente flebótomos, que son cruciales para la transmisión de la enfermedad (5).

En la era contemporánea, la leishmaniasis sigue planteando un desafío de salud pública, en particular en las regiones tropicales y subtropicales. La epidemiología de la enfermedad se ha visto influenciada por varios factores, incluidos los cambios ambientales, la urbanización y los conflictos, que han llevado al resurgimiento de la leishmaniasis en áreas que anteriormente no se veían afectadas. Los acontecimientos recientes, como la guerra civil siria, han demostrado que los conflictos pueden exacerbar la propagación de la leishmaniasis y provocar nuevos brotes en las poblaciones de refugiados (6). A medida que avanza la investigación, la comprensión del contexto histórico de la leishmaniasis sigue siendo esencial para desarrollar estrategias eficaces de prevención y control, lo que pone de relieve la necesidad de un enfoque integral para abordar esta enfermedad antigua pero persistente.

Se cree que la leishmaniasis llegó al continente americano a través de múltiples vías, principalmente vinculadas a la migración humana y el comercio. Se considera que la introducción de especies de Leishmania en América ocurrió durante la era precolombina. La evidencia de la paleoparasitología y los hallazgos arqueológicos, como las deformidades en cerámicas precolombinas indicativas de leishmaniasis mucosa, respalda la idea de que la enfermedad estaba presente en América mucho antes de la colonización europea. Además, las condiciones ecológicas en las regiones andina y amazónica probablemente facilitaron el establecimiento y la propagación de especies de Leishmania, lo que contribuyó a la endemicidad observada hoy en día en varios países de América Latina (7).

Tipos de Leishmaniasis

La leishmaniasis se clasifica en tres tipos principales según las manifestaciones clínicas y los sistemas corporales afectados: leishmaniasis cutánea (LC), leishmaniasis mucocutánea (ML) y leishmaniasis visceral (LV). Cada tipo está asociado con diferentes especies de Leishmania y presenta desafíos únicos en términos de diagnóstico y tratamiento (8).

La leishmaniasis cutánea es la forma más común de la enfermedad, caracterizada por úlceras cutáneas que pueden desarrollarse en el lugar de la picadura del flebótomo. Estas lesiones pueden ser dolorosas y pueden tardar meses en sanar, dejando a menudo cicatrices permanentes. La LC es causada principalmente por especies como Leishmania major y Leishmania braziliensis. La enfermedad es prevalente en áreas rurales de regiones tropicales y subtropicales, y afecta a personas con acceso limitado a la atención médica. Si bien la LC rara vez es mortal, puede provocar una morbilidad significativa y estigma social debido a la desfiguración (5) .

La leishmaniasis mucocutánea se produce cuando los parásitos de Leishmania invaden las membranas mucosas de la nariz, la boca y la garganta, lo que provoca una destrucción grave de los tejidos. Esta forma se asocia más comúnmente con Leishmania braziliensis y puede provocar una morbilidad significativa, que incluye dificultad para respirar y tragar. Las lesiones pueden desarrollarse meses o años después de la infección cutánea inicial, lo que complica el diagnóstico y el tratamiento (6).

La leishmaniasis visceral, también conocida como kala-azar, es la forma más grave y potencialmente mortal de leishmaniasis. Afecta órganos internos como el hígado, el bazo y la médula ósea, y produce síntomas como fiebre, pérdida de peso, anemia e hinchazón del bazo y el hígado. Este tipo es causado principalmente por Leishmania donovani y Leishmania infantum. Si no se trata, la LV puede ser mortal, por lo que el diagnóstico y el tratamiento tempranos son fundamentales. La carga mundial de leishmaniasis visceral es significativa, y la mayor incidencia se registra en regiones de la India, Bangladesh, Sudán y Brasil (2).

Fisiopatología de la Leishmaniasis

Las lesiones de leishmaniasis presentan características distintivas que varían según el tipo de enfermedad. En la leishmaniasis cutánea (LC), las lesiones suelen comenzar como pequeñas pápulas eritematosas en el lugar de la picadura de un flebótomo, que pueden convertirse en formaciones nodulares o similares a placas en el transcurso de varias semanas. Estas lesiones suelen ulcerarse, lo que da lugar a un aspecto «volcánico», con una úlcera central rodeada de bordes eritematosos elevados. Las lesiones suelen ser indoloras y pueden encontrarse en zonas expuestas del cuerpo, como la cara, los brazos y las piernas. Pueden persistir durante meses o años y pueden provocar cicatrices importantes al sanar. En algunos casos, la LC puede presentarse como leishmaniasis cutánea difusa, caracterizada por múltiples pápulas no ulcerosas que se extienden por todo el cuerpo (9).

La leishmaniasis mucocutánea (LM) se caracteriza por lesiones destructivas que afectan a las membranas mucosas de la nariz, la boca y la garganta. Estas lesiones pueden causar graves daños en los tejidos, lo que lleva a la obstrucción nasal, la perforación del tabique nasal y una desfiguración significativa. Las lesiones pueden aparecer inicialmente como úlceras o tejido de granulación y, a medida que progresan, pueden erosionar las estructuras circundantes, incluido el cartílago, lo que da lugar a cambios en la apariencia externa de la nariz, a menudo denominados «pico de loro». Los síntomas pueden incluir ronquera y dificultad para tragar si están afectadas la laringe o la faringe (10).

 Características del paciente con Leishmaniasis

La leishmaniasis afecta a personas de todas las edades, géneros y niveles socioeconómicos, pero afecta de manera desproporcionada a ciertas poblaciones. Los niños son particularmente vulnerables, ya que la enfermedad puede provocar una morbilidad significativa, que incluye desfiguración y estigmatización, lo que perpetúa el ciclo de pobreza. Las personas con sistemas inmunológicos debilitados, como las que tienen VIH/SIDA, también corren un mayor riesgo de desarrollar formas graves de leishmaniasis. La pobreza, la malnutrición y el acceso limitado a la atención médica son factores de riesgo importantes, ya que aumentan la susceptibilidad a la infección y reducen la capacidad de buscar tratamiento oportuno(11). La exposición ocupacional, como en el caso de los trabajadores forestales, y factores ambientales como la deforestación y la urbanización también contribuyen a la carga de enfermedad. En última instancia, la leishmaniasis afecta de manera desproporcionada a las poblaciones marginadas que viven en regiones del mundo con recursos limitados, lo que pone de relieve la necesidad de intervenciones de salud pública específicas y un mejor acceso al diagnóstico y al tratamiento (12). Para detallar características de las lesiones cutáneas de la Leishmaniasis ver figura 1.

Principal Vector

Los flebótomos son los vectores primarios de la leishmaniasis, que transmiten la enfermedad a través de la picadura de flebótomos hembra infectados. Más de 70 especies de flebótomos han sido incriminadas como vectores de parásitos de Leishmania, y 28 especies han demostrado ser vectores competentes que apoyan el desarrollo completo del parásito y pueden transmitirlo a huéspedes susceptibles. En el Viejo Mundo, la Leishmania es transmitida por flebótomos del género Phlebotomus, mientras que, en el Nuevo Mundo, el género Lutzomyia es responsable de la transmisión. Los flebótomos muestran diversos grados de especificidad en las especies de Leishmania que pueden transmitir, siendo algunos vectores restrictivos que solo pueden transmitir una sola especie, mientras que otros son permisivos y pueden apoyar el desarrollo de múltiples especies de Leishmania. Comprender las complejas interacciones entre los flebótomos y los parásitos de Leishmania es crucial para desarrollar estrategias efectivas de control de vectores para reducir la transmisión de la leishmaniasis (13). Para detallar ver figura 2.

Manejo dermatológico de las lesiones por leishmaniasis cutánea

En los casos de infecciones localizadas que no se encuentran en zonas de importancia cosmética, la observación y el cuidado adecuado de la herida pueden ser suficientes, ya que la curación espontánea se produce en el 70-88% de los casos en un plazo de 3-4 meses (11). En el caso de lesiones más extensas o que afectan a la piel, suele ser necesario un tratamiento sistémico. Las terapias de primera línea más utilizadas en los son:

Antimoniales pentavalentes (estibogluconato de sodio o antimoniato de meglumina): se administran en forma de dolorosas inyecciones intramusculares durante 21 días. La eficacia puede ser tan baja como el 50% en algunas regiones y existe el riesgo de efectos secundarios graves como cardiotoxicidad (14).

Anfotericina B liposomal: una formulación parenteral que se tolera mejor que la anfotericina B convencional. La experiencia clínica en leishmaniasis cutánea es limitada (14).

Miltefosina oral: tratamiento oral de 28 días, dos veces al día. La eficacia varía según la especie infectante. Los efectos secundarios y la duración del tratamiento pueden provocar una mala adherencia. No está disponible en muchos países (14).

Otras terapias utilizadas en algunas regiones incluyen paromomicina tópica, crioterapia, termoterapia y varios antimicóticos azólicos. La terapia combinada que utiliza antimoniales más otro agente como miltefosina o crioterapia puede ser más eficaz que la monoterapia en algunos casos (6).

Los objetivos del tratamiento son acelerar la curación, reducir las cicatrices y prevenir complicaciones como la afectación de las mucosas. Sin embargo, los resultados del tratamiento pueden ser inconsistentes y dependen de factores como la especie infectante y la región geográfica. Existe una necesidad urgente de tratamientos orales o tópicos más seguros, más cortos y más eficaces para la leishmaniasis cutánea.

Incidencia en algunos países de América Latina

País 2021 2022
México 520 1281
Guatemala 836 114
Honduras 119 1580
El Salvador 50 39
Nicaragua 1251 2423
Costa Rica 563 492
Panamá 1286 1339
Colombia 6175 5685
Venezuela 1808 2030
Ecuador 1251 875
Perú 5201 5756
Paraguay 53 59
Bolivia 2166 2197
Argentina 337 117
Brasil 15023 12878
TOTAL 37786 37890

Fuente: OPS (15).

La leishmaniasis en México es un problema de salud pública que ha mostrado un aumento en los casos en los últimos años, especialmente en los estados de Chiapas y Oaxaca, donde se han reportado casos intermitentes de leishmaniasis visceral, afectando principalmente a niños menores de cinco años y adultos mayores de 50. En 2024, se registraron 225 casos de leishmaniasis cutánea, lo que indica una tendencia al alza en la incidencia de la enfermedad. La leishmaniasis es transmitida por flebótomos y su epidemiología está influenciada por factores como el cambio climático, que afecta la distribución de los vectores, y condiciones socioeconómicas que favorecen su propagación (16).

En el caso de Guatemala la leishmaniasis es endémica en cinco departamentos: Petén, Alta Verapaz, Izabal, Quiché y Huehuetenango. En estos lugares, se reportan aproximadamente 725 casos anuales, de los cuales alrededor del 75% son leishmaniasis cutánea.  En 2022, Guatemala enfrentó un aumento en los casos de leishmaniasis cutánea, especialmente entre trabajadores de la industria del chicle, quienes son más vulnerables debido a su exposición en áreas boscosas donde habitan los vectores (17).

Sobre Honduras, aunque los datos son limitados, se sabe que la leishmaniasis también es un problema de salud pública en este país, con reportes de casos concentrados en áreas rurales y boscosas. La epidemiología en Honduras refleja patrones similares a los de Guatemala, donde la pobreza y la falta de acceso a servicios de salud agravan la situación (18).

Nicaragua también reporta casos de leishmaniasis, aunque los datos recientes son escasos. La enfermedad se presenta principalmente en áreas rurales, y la vigilancia epidemiológica es crucial para su control. Nicaragua como se puede notar es uno de los territorios más afectados presentando en 2022 casi el doble de casos con respecto a 2021 (19).

En Salvador y Costa Rica, se describe una incidencia baja de casos, esto posiblemente se debe a mejores controles sanitarios, así como a una población más reducida. Sin embargo, estos países se ubican en zonas que son endémicas y que ameritan vigilancia constante (15).

En Panamá, la leishmaniasis cutánea es más frecuente en áreas rurales y forestales. Los datos indican que la enfermedad se ha mantenido en niveles relativamente estables, pero la vigilancia continua es necesaria para evitar un aumento en la incidencia (15).

La leishmaniasis sigue siendo un problema de salud pública en Colombia en 2023, con un total de 644 casos de leishmaniasis cutánea y 10 casos de leishmaniasis mucosa reportados hasta el tercer período epidemiológico. La incidencia acumulada nacional es de 6,57 casos por cada 100,000 habitantes en riesgo, afectando principalmente a hombres entre 20 y 29 años que viven en áreas rurales y pertenecen al régimen subsidiado de salud. Los departamentos con mayor incidencia son Antioquia, Norte de Santander, Santander y Tolima (20). Aunque se observa una disminución del 5% en el número de casos en comparación con el mismo período del año anterior, la leishmaniasis sigue representando una carga significativa para el sistema de salud colombiano, con factores como la pobreza, la urbanización y los cambios en el uso del suelo contribuyendo a su propagación (6).

La situación epidemiológica de la leishmaniasis en Venezuela es preocupante, con un total de 2030 casos de leishmaniasis cutánea reportados en 2022, lo que representa un aumento importante en comparación con el año anterior. La mayoría de los casos afectan a hombres (82%) y se concentran en áreas rurales, siendo el grupo etario más afectado el de 20 a 29 años. La incidencia nacional acumulada es de 6,57 casos por cada 100,000 habitantes en riesgo, con 10 casos de leishmaniasis mucosa notificados y sin reportes de leishmaniasis visceral (15). La enfermedad continúa siendo un reto para el sistema de salud, exacerbado por factores socioeconómicos y ambientales que facilitan su propagación.

La leishmaniasis es un problema de salud pública significativo en otros países de Suramérica como Ecuador, Perú, Paraguay, Bolivia y Argentina, con una notable prevalencia de leishmaniasis cutánea y visceral. En Ecuador, la enfermedad se ha vinculado a condiciones en zonas rurales, con la mayor cantidad de casos reportados en las regiones tropicales y subtropicales. En 2016, se registraron 7,631 casos en la región Costa, 7,500 en la Sierra y 6,174 en la Amazonía (21). Por su parte, Perú y Bolivia son reconocidos por tener una alta carga de leishmaniasis mucosa, con el 90% de los casos de esta forma clínica concentrados en estos países. En Paraguay, la leishmaniasis cutánea se ha reportado en varias regiones, aunque la vigilancia epidemiológica es limitada (15).

En Argentina, la leishmaniasis visceral está presente y se ha registrado un aumento en los casos en las últimas décadas, especialmente en las provincias del norte. En general, se estima que en la región andina y en el Gran Chaco, la leishmaniasis afecta a poblaciones vulnerables, exacerbada por factores como la pobreza y la urbanización (22). A nivel regional, se reportan anualmente alrededor de 56,000 casos de leishmaniasis cutánea y mucosa, y 3,800 casos de leishmaniasis visceral, con una letalidad que puede alcanzar hasta el 7% en casos no tratados. La situación epidemiológica requiere atención continua y estrategias de control efectivas para mitigar el impacto de la enfermedad en estas naciones.

Para finalizar las estadísticas de Leishmaniasis en Brasil son de carácter importante. La leishmaniasis es un problema de salud pública significativo en Brasil, con una alta incidencia tanto de leishmaniasis cutánea como visceral. Un estudio ecológico analizó la tendencia temporal de las tasas de incidencia de leishmaniasis visceral en Brasil entre 2007 y 2020, encontrando una disminución en la tasa de incidencia con una variación porcentual media anual (AAPC) de -5% (IC95%: -9,1; -0,6), pasando de 1,69 casos por 100,000 habitantes en 2007 a 0,91 casos por 100,000 habitantes en 2020. Las regiones Centro-Oeste y Sudeste mostraron las mayores reducciones, con un AAPC de -9,1% y -8,7% respectivamente (23).

En cuanto a la leishmaniasis cutánea, un estudio analizó las tendencias espaciales y temporales en Brasil entre 2001 y 2020, encontrando una tasa de incidencia general de 226,41 casos por 100,000 habitantes. Todas las regiones mostraron tendencias de disminución en las tasas de incidencia, excepto el Sudeste donde aumentó desde 2014, especialmente en Minas Gerais. La enfermedad se concentró predominantemente en la región Norte, con el estado de Acre liderando el ranking de incidencia en todo el país. La forma cutánea fue predominante y los casos ocurrieron con mayor frecuencia en áreas rurales y entre hombres en edad laboral (24).

CONCLUSIONES

En conclusión, la leishmaniasis sigue siendo un problema de salud pública significativo en América Latina, con una alta incidencia tanto de la forma cutánea como visceral en varios países de la región.

Brasil es el país más afectado, reportando el 97% de los casos de leishmaniasis visceral en las Américas en 2020. Sin embargo, un estudio encontró una disminución en la tasa de incidencia de VL en Brasil entre 2007-2020, con una variación porcentual media anual (AAPC) de -5%.

Colombia también enfrenta una carga sustancial de leishmaniasis, especialmente de la forma cutánea, que representa el 95-98% de los casos. Entre 2004-2019 se reportaron 166,609 nuevos casos, con un promedio anual de 10,413 casos. Después de la firma del acuerdo de paz en 2016, hubo una disminución significativa en el número total de casos.

En general, la leishmaniasis afecta principalmente a poblaciones marginadas y vulnerables, a menudo en ubicaciones dispersas y aisladas. Factores como la pobreza, la urbanización descontrolada y los cambios en el uso de la tierra contribuyen a la propagación de la enfermedad en la región.

Los países han establecido prioridades y metas para el control y la eliminación de la leishmaniasis, como reducir las muertes por leishmaniasis visceral. Se requieren esfuerzos rigurosos de prevención y control a través del compromiso político, la acción intersectorial y las alianzas para reducir significativamente la carga de la enfermedad en América Latina

Ver anexo

LISTA DE REFERENCIAS

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