con sangrado del tubo digestivo, diarrea prolongada y vómito en proyectil, a menudo con la gravedad suficiente para producir deshidratación (46); aunque la mayoría, pierde la sensibilidad alérgica a los 5 años (8). Además, también puede ocasionar hipocalcemia, híperfosfatemia, y, más adelante, desarrollo de diabetes mellitus tipo 1. La razón de esto último, es que la caseína gama es capaz de inducir anticuerpos que se cruzan con proteínas estructurales de las células beta del páncreas, dado el mimetismo molecular existente entre un péptido de la albúmina plasmática bovina de 17 aminoácidos y el antígeno 69 del islote de Langerhans (5,7).
2. Intolerancia a la lactosa: El contenido de lactosa varía entre los diferentes productos lácteos, lo cual explica en parte su diferente tolerancia, como se aprecia en la tabla
«Contenido de lactosa en productos lácteos» (4):
Ver: Tablas – Leche animal y algunas enfermedades humanas. ¿Relación causal? – Al final del artículo
La aparición de síntomas gastrointestinales tales como eructos, flatulencia, distensión abdominal, cólicos y borborigmos, como consecuencia de una dosis oral de lactosa, se define como intolerancia a la lactosa (4). En México, se ha encontrado en el 7% de los casos (9), sin embargo, si se estudia la mala digestión de lactosa, definida como la hidrólisis deficiente de una dosis oral de lactosa, dejando cantidades residuales del azúcar que pasan del intestino delgado al grueso (4), la frecuencia de casos aumenta hasta el 30%, en los sujetos del centro del país, observándose también que dicha alteración es mayor, conforme se incrementa la edad, siendo de 32.9% en los mayores de 18 años (10). Se ha explicado la mala digestión de lactosa por cuestiones hereditarias (11), habiendo variaciones de tipo racial, también debidas a los hábitos alimentarios (4), como se aprecia en la siguiente tabla
«Distribución racial de la mala digestión de lactosa» (adaptado de 12):
Europeos del norte 5-15%
Caucásicos estadounidenses 10-25%
Mexicanoestadounidenses 40-75%
Afroestadounidenses 45-80%
Amerindios estadounidenses 50-95%
Judíos estadounidenses 60%
Mediterráneos 60-85%
Negros africanos 85-100%
Asiáticos 90-100%
La persistencia o no de la actividad de la lactasa se asocia con un polimorfismo nucleótido simple C/T–13910 que se encuentra en el gen de la lactasa en el locus cromosómico 2q21-22. La hipolactasia se asocia al genotipo CC–13910 (13). El hecho de que la deficiencia de lactasa se incremente con la edad, para algunos, es señal de que la Naturaleza programa la eliminación de la leche como alimento después del destete y la ablactación; por lo anterior, el bioquímico T. Colin Campbell, con respecto a la ingesta de leche de vaca por los adultos humanos se pregunta «¿No resulta extraño que seamos la única especie que toma leche de otra especie?» (13); sin embargo, ésta aparente aberración tiene su explicación en la práctica del ordeño de animales domésticos por razones evolutivo culturales.
La intolerancia a la lactosa también puede ser de origen adquirido y secundaria a: cirugía bariátrica, infecciones, parasitosis, radioterapia, desuso prolongado del tubo digestivo – nutrición parenteral – (14).
La intolerancia a la lactosa se ha aprovechado como efecto terapéutico en el tratamiento de la encefalopatía hepática habiéndose obtenido resultados comparables, medidos por el índice de encefalopatía porto sistémica, al uso de disacáridos no absorbibles tales como lactulosa (beta-galactósido-fructuosa o 2-galactósido-fructuosa) y lactitol (beta-galactósido-sorbitol o 4-galactosil-sorbitol) (15).
- Cáncer de hígado: Según el citado bioquímico Campbell, durante su estancia en Filipinas en 1965, encontró que la incidencia de cáncer de hígado era más alta entre los niños mejor alimentados, cuyas dietas incluían un suplemento de leche en polvo, hecho que después de tres décadas de experimentos llevados a cabo en Cornell y en la Universidad Técnica de Virginia, lo ha llevado a plantear la posibilidad de que la aflatoxina, un carcinógeno producido por el moho, presente en los cacahuates (manís), «estimulado» por la ingesta de caseína, derive en la aparición del cáncer hepático (13).
- Cáncer de vesícula: En un estudio de cohorte realizado en 120 hombres y mujeres entre 55 y 69 años no se encontró ninguna asociación con el consumo de queso, calcio, lactosa y productos lácteos no fermentados. . Los resultados proveen una débil evidencia de que el riesgo de cáncer de vesícula está inversamente asociado con el bajo consumo de productos lácteos fermentados y sugiere una asociación positiva con el consumo de mantequilla en mujeres (43).
- Cáncer de mama: Campbell también encuentra que la incidencia de cáncer de mama es más baja en Asia, en donde la mayoría de las mujeres no beben leche, en comparación con la incidencia del mismo mal entre las estadounidenses (8.7 × 100,000 frente a 44 × 100,000, en mujeres de 35 a 64 años, respectivamente) (13).
Un grupo de investigadores de la Universidad de Harvard reunió y analizó los datos de más de 350,000 mujeres participantes en diferentes estudios en «The Pooling Project». El Pooling Project es el resultado de la fusión de los datos de ocho estudios prospectivos con al menos 200 casos de cáncer de mama cada uno, en los cuales se recogieron variables dietéticas mediante un cuestionario de frecuencia de consumo que había sido validado previamente. Estos 8 estudios aportaron en conjunto datos de 351,041 mujeres sanas y de 7,379 mujeres con cáncer