masculina] es una versión abreviada del IIEF [Índice internacional de la función eréctil] del que se han seleccionado 5 preguntas, y explora los últimos seis meses. Es útil como herramienta de cribado para detectar disfunción eréctil en grupos de riesgo (sensibilidad= 0.98, especificidad=0.88); considerándose disfunción eréctil cuando la puntuación es igual o inferior a 21.
El examen físico incluye datos de los sistemas vascular (TA, pulsos periféricos, soplos inguinales), neurológico (reflejos anal, cremastérico y bulbocavernoso) y endocrino (ginecomastia), al mismo tiempo que se explora al aparato genital para descartar la presencia de problemas en el pene, como la enfermedad de Peyronie o la alteración del tamaño de los testículos.
Las pruebas de laboratorio se orientan a la sospecha clínica, es recomendable medir la glucemia, la HbA1c, el colesterol, la función renal y la TSH. Existe la recomendación de realizar determinaciones de testosterona y prolactina aunque no hay acuerdo sobre la necesidad de hacerlo de manera rutinaria. Se desconoce el nivel necesario de testosterona para mantener la erección ya que está en relación con otros factores como los niveles de LH. Es razonable solicitar niveles de testosterona matutina en los pacientes con alteración de los caracteres sexuales secundarios o en un varón mayor de 50 años que presenta disfunción eréctil y pérdida de la libido. Si la testosterona está disminuida se pensará en hipogonadismo de inicio tardío y se valorará la necesidad de solicitar la determinación de prolactina y de PSA.
Hay una serie de pruebas complementarias que no forman parte de la evaluación básica, que se solicitarán para completar el estudio en casos seleccionados como valoración vascular (Test de inyección intracavernosa de fármacos vasoactivos, Eco Doppler peneano dinámico, cavernosometría dinámica y arteriografía selectiva pudenda interna), valoración neurológica (Biotensiometría peneana, potenciales evocados somatosensoriales, velocidad de conducción del nervio dorsal, reflejo bulbocavernoso y electromiografía cavernosa), monitorización de la erección (registro de la rigidez y tumescencia nocturna y test de estimulación visual) y valoración psicológica especializada.
DISFUNCIÓN ERÉCTIL Y CARDIOPATÍA
En la evaluación de los pacientes con cardiopatía que consultan por disfunción eréctil es preciso conocer el riesgo que supone la actividad sexual y el uso de fármacos destinados a mejorar la respuesta eréctil. Las recomendaciones sobre el manejo de la disfunción eréctil son objeto de revisión frecuente en la medida en la que se conocen cada vez mejor las propiedades farmacológicas de estos medicamentos y sus efectos sobre la actividad muscular cardiaca y la seguridad cardiovascular global
Riesgo Bajo
- Asintomático desde el punto de vista cardiovascular.
- Menos de tres factores de riesgo de enfermedad arterial coronaria (excluido género)
- Angina estable.
- Infarto de miocardio antiguo no complicado.
- Clase I NYHA (New York Health Association).
- Revascularización coronaria con éxito.
- Hipertensión arterial (HTA) bien controlada.
- Enfermedad valvular leve.
Este grupo de pacientes son de bajo riesgo y no necesitan una evaluación especial antes de iniciar o reanudar la actividad sexual o utilizar fármacos con este fin.
Riesgo intermedio o indeterminado
- Más de tres factores de riesgo de enfermedad arterial coronaria (excluido género).
- Angina estable moderada.
- Infarto de miocardio reciente (>2 y <6 semanas).
- Clase II NYHA.
- Secuelas no cardíacas de enfermedad arterioesclerótica (como Ictus o enfermedad vascular periférica).
- Hipertensión arterial (HTA) controlada de manera irregular.
- Enfermedad valvular leve moderada.
En estos pacientes no se conoce bien el grado de riesgo y es necesario realizar estudios para clasificarlos en el grupo de riesgo bajo o riesgo alto. Puede ser necesario consultar con cardiología antes de iniciar o reanudar la actividad sexual.
Riesgo Alto
- Arritmia de alto riesgo.
- Angina inestable o refractaria.
- Infarto de miocardio reciente (menos de dos semanas).
- Clase III/IV de la NYHA.
- Miocardiopatía hipertrófica obstructiva u otras miocardiopatías.
- Hipertensión arterial (HTA) mal controlada.
- Enfermedad valvular moderada/grave.
Los pacientes en este grupo se encuentran sintomáticos, la actividad sexual supone un riesgo. Es necesario que sean evaluados y tratados por el cardiólogo, no es recomendable la actividad sexual hasta conseguir la estabilidad desde el punto de vista cardiológico.
¿CUÁNDO DERIVAR A SEGUNDO NIVEL?
1. Patología urológica que lo requiera o duda diagnóstica.
2. Patología endocrinológica.
3. Pacientes a los que es preciso realizar estudio vascular o neurológico.
4. Patología psiquiátrica que precise tratamiento en segundo nivel.
5. Cardiopatía de moderado y alto riesgo para la actividad sexual.
6. Cuando el paciente o su médico desean realizar estudios adicionales.
7. Fallo de tratamiento de primera línea.
TRATAMIENTO
El tratamiento debe ser etiológico siempre que sea posible y no sólo tratar los síntomas.
Si la causa de disfunción eréctil se atribuye a enfermedad orgánica crónica buscaremos un buen control de la enfermedad además de insistir en la modificación de factores de riesgo. La disponibilidad de fármacos que tratan con éxito la disfunción eréctil no quiere decir que exista un tratamiento curativo.
Sin embargo sí que podemos hablar de posible curación cuando la disfunción eréctil se debe a causa psicógena, cuando está ocasionada por lesiones traumáticas arteriales en varones jóvenes y en algunos casos de etiología endocrinológica
La deficiencia de testosterona puede estar ocasionada por insuficiencia testicular o por insuficiencia hipotálamo/ hipofisaria, y por tanto es conveniente que sea estudiada en el segundo nivel. En los casos en los que se han