humillaciones, manipulación de la información y negación al tratamiento, sin referir a otros servicios para recibir asistencia oportuna, aplazamiento de la atención médica urgente, indiferencia frente a sus solicitudes o reclamos, no consultarlas o informarlas sobre las decisiones que se van tomando en el curso del trabajo de parto, utilizarlas como recurso didáctico sin ningún respeto a su dignidad humana, para obtener su “consentimiento”, hasta formas en las que es posible constatar que se ha causado daño deliberado a la salud de la afectada.(7)
El patrón de la medicalización de los ciclos de vida de la mujer tiene diversas manifestaciones en la atención a la gestación y parto. Por ejemplo: a través del uso de oxitócicos para apresurar el parto y que este no interfiera con sus posibles actividades o con la carga de trabajo que tienen, la planificación de cesáreas sin respeto a las indicaciones médicas precisas en algunas ocasiones mentalizando a la madre en que el parto seria doloroso y traumático para él bebé sin contemplar ni explicar los beneficios de este proceso, así como el beneficio económico que se obtiene de las cesáreas en el ejercicio privado. La instrucción de anestesia epidural para aliviar dolores, a veces excesivamente. En contraposición a la práctica pública de esperar hasta el último momento para indicar la cesárea o inducir la anestesia esto con el objetivo de esperar a que le parto se realice, sin preguntar a la madre de su sentir o resistencia o inclusive sin monitorizar al producto para saber cómo se encuentra en este lapso de tiempo, así como el uso contraproducente de los fórceps.
Para comprender el punto de vista de las parteras y sus procedimientos utilizados para recibir un neonato, de igual manera se busca ver por medio de estos procedimientos las mujeres sufren de violencia obstétrica.
Objetivo
Identificar las prácticas de las parteras que puedan ser consideradas como violencia obstétrica.
Materiales y métodos
Se realizó una investigación bibliográfica para conocer el contexto teórico y empírico del quehacer de las parteras. De igual manera se realizaron tres entrevistas a mujeres que ejercen o ejercieron la partería en comunidades rurales siendo una de estas en la localidad de Huiloapan, en el municipio de Huiloapan, otra en la localidad Dos Ríos, y por último una en la localidad de Campo Chico, ambas pertenecientes al municipio Ixtaczoquitlán; la recolección de la información se llevó a cabo mediante una entrevista guiada en la cual las preguntas fueron dirigidas hacia los procedimientos que realizaban durante el trabajo de parto y parto.
Resultados
El principal incidente de esta práctica es el difícil acceso entre las comunidades y los centros de salud u hospitales, de igual modo cuando se realizó un alcance, al integrar centros de salud en las comunidades, la principal barrera era la confianza ya establecida con las parteras para ser atendidas y la desconfianza o malos tratos hacia las madres por lo cual prefieren asistir con parteras.
Aun al contar con la confianza de las mujeres hubo prácticas y procedimientos que realizaban las cuales son claramente un equivalente a la violencia obstétrica como el hecho de oprimir el vientre de la madre a la hora de la expulsión, sacar la placenta tirando de ella, estas prácticas refieren ellas, hacerlas porque así lo aprendieron y querían ayudar a la mujer en el parto y alumbramiento, todo esto sin una conciencia clara de que este tipo de acciones se consideran violencia obstétrica. La primera entrevistada al respecto comento “cuando llegaba el momento del nacimiento le apretaba el vientre para ayudar a salir a la criatura más rápido” y la segunda entrevistada en cuanto al alumbramiento comentó “cuando la placenta no quería salir se la jalaba fuerte y si aun así no salía le metía la mano rodeando la pared del útero para que pudiera salir la placenta”.
Las madres buscaban a las parteras porque ya sabían que a eso se dedicaban y sin dificultad para pedir su ayuda en las comunidades pues eran reconocidas por su labor. El apoyo que las parteras otorgaban a las mujeres era muy cercano, ellas refieren que no había problema si las mujeres gritaban o lloraban, siempre dejaron que las madres se expresaran de la manera que quisieran y se sintieran cómodas lo importante era que el parto se llevara a cabo de la mejor manera posible y el bebé “saliera lo más rápido posible” refiere la primera entrevistada. Al nacimiento recibían al producto y lo primero que hacían era limpiar boca y nariz con una perilla para que pudieran respirar adecuadamente, revisar apertura del ano para posteriormente limpiar y envolver en una sábana limpia.
Las parteras refieren que ellas recomendaban descanso a las mujeres, no cargar objetos pesados, cuidar su alimentación comiendo a sus horas y cantidades considerables para que pudiera desarrollarse el bebé de manera sana, al mismo tiempo refieren que le comendaban después de los siete meses no tener relaciones sexuales por temor a que pudiera surgir un parto prematuro como consecuencia de estas.
Todas estas actividades estaban respaldadas por los cursos que tomaron a lo largo de su vida desde el inicio de su práctica, todas ellas tenían por lo menos una mínima noción de Enfermería de este modo para manejar el dolor o los malestares ellas le recetaban a las madres pastillas como paracetamol, de este modo ante la presencia de una complicación les envían al hospital de manera inmediata para que con atención medica pudiera salir adelante teniendo el personal y equipo médico a la mano.
En la actualidad las parteras que fueron entrevistadas ya están certificadas por Secretaria de Salud y solo hacen revisiones para llevar el equivalente a un control prenatal y de este modo no tener que desplazarse al centro de salud. En caso de alguna emergencia ellas atienden los partos en sus hogares como lo hacían antes de certificarse. Algo que llamó mucho la atención es que mediante esta certificación prácticamente ellas renuncian a atender un parto en casa o al menos eso es lo que ellas refieren. La tercera entrevistada comentó “La certificación en muy difícil nos ponen a todas formadas y no empiezan a preguntar cosas, ponen un muñecos para que nosotros hagamos las actividades que hacemos cuando estamos en un parto ahora entiendo a los maestros por que unos e pone bien nervioso cuando nos califican”.
La forma de pago que ellas recibían iban desde dinero hasta animales, ya que si las madres que no tenían dinero les daban a las parteras como acto de agradecimiento ya que ellas en si no pedían pago en especie sino en dinero cuando era posible, otra facilidad era que en ocasiones las madres pagan por partes el parto que ya había sido atendido por la partera, las cuotas de pago iban desde los doscientos pesos y la máxima cantidad que llegaron a cobrar por un parto fue de 1500, lo más importante para ellas era apoyar a su comunidad, que las madres tuvieran un parto y nacimiento exitoso. Cada una a lo largo de su partica atendido alrededor de 2500 partos refiriendo que nunca tuvieron alguna muerte perinatal. La primera entrevistada cuenta “a veces ya venían con la criatura casi saliéndose por que se adelantaba el parto y no tenían el dinero pero yo les daba chance de que me fueran pagando en partes lo importante era que el parto saliera bien”, la segunda “pues cobraba poco pero a veces las mujeres no tenían ni con que pagar, aquí antes éramos más pobres y de todos modos ya había atendido el parto, además luego me traigan un gallina o un cerdito un vez me trajeron un borrego y me lo tuve que comer porque siempre se andaba escapando”.
En las tres entrevistas se encontró que la violencia obstétrica ha existido desde hace muchos años, se podría decir que desde que se inició con esta práctica, sin embargo en los últimos tiempos es cuando se ha conceptualizado este término y se han puesto al descubierto las actividades que son consideradas violencia obstétrica.
Solo una de las entrevistadas refirió que cuando estaba en el proceso de aprendizaje se acercó a otra partera de más antigüedad, la cual nunca había