Inicio > Enfermería > Percepción de los Estudiantes del Cuarto Semestre del Programa de Enfermería > Página 2

Percepción de los Estudiantes del Cuarto Semestre del Programa de Enfermería

estímulos, implica la actividad no sólo de los órganos sensoriales, sino también del cerebro. La percepción es una experiencia sensorial consciente, que tiene como propósito ayudarnos a actuar en relación con el ambiente según lo expresado por Goldstein (2005). Asimismo, Araya (2000) define la percepción, como el proceso de interpretar le realidad que nos rodea, de modo que sea posible reconocer los estímulos como un todo significativo. Con base en ello, menciona la percepción como uno de los factores cognitivos que intervienen en el aprendizaje.

Con respecto a la formación en el área de Enfermería, el CIE (2004) expresa que: “las enfermeras precisan una formación y capacitación inicial y continua adecuadas, además de un aprendizaje a lo largo de toda la vida, para ejercer su profesión de manera competente dentro del ámbito de la práctica profesional”. En el mismo sentido, Gutiérrez y La Torre (2002) mencionan, que debido a que los planes de estudio de Enfermería estructuran sus enseñanzas en materias teóricas y prácticas, en la docencia intervienen profesores y profesionales procedentes de dos contextos diferentes: la Universidad y las Instituciones Sanitarias. Además agrega, que las enseñanzas prácticas han de proporcionar una experiencia clínica adecuada, ya que el conocimiento práctico se construye paso a paso, sobre la base de lo que se va encontrando en la realidad.

Es por ello que en algunos países como España, las Enfermeras asistenciales desarrollan funciones de asociados clínicos, es decir son enfermeros asistenciales que participan en la docencia en áreas clínicas. Así, para Ferrer y otros (2002) es recomendable que los profesores realicen tutorías y dirijan las prácticas del alumnado en colaboración con profesionales enfermeros de diversas unidades clínicas.

Lo antes expuesto se apoya en las afirmaciones de Crespo y González (2003), quienes consideran que la universidad está en un contexto socioeconómico en constante transformación por lo cual las instituciones de Educación Superior, están obligadas a realizar un análisis de sus propios fines, metas y funciones para adecuar su capacidad productiva y dar respuestas a los efectos de los cambios. Tal adaptación requiere el diseño y desarrollo de un currículo innovador y por ende su repercusión en los planes de estudio de las diversas disciplinas, entre las que se encuentra Enfermería.

Ahora bien, el profesional que ejerce actividades de docencia en ambientes clínicos debe poseer unas características específicas que le permitan facilitar el aprendizaje de sus alumnos. Entre estas características o rasgos, Navarro y otros (2000) afirman que un docente de prácticas clínicas debe incluir, el poseer Diplomado en Enfermería, tener estabilidad laboral, con conocimientos sobre pedagogía y además, poseer experiencia docente. Asimismo, debe reunir los siguientes valores: eficiente, responsable, abierto y liberal, inteligente lógica y racionalmente, creativo y flexible, que le guste la docencia y tenga clara las características y funciones de su profesión.

Asimismo, según Delgado y otros (2004) algunos planes de estudios de escuelas de Enfermería, establecen que la enseñanza práctica debe proporcionar una experiencia clínica adecuada, la cual deberá adquirirse bajo la supervisión de profesionales de Enfermería cualificados. Además agrega que los lugares donde los equipos de salud realizan la enseñanza, deben ser apropiados para los cuidados de Enfermería que hayan de dispensarse, destacando la importancia de la preparación de enfermeras asistenciales que asumen la responsabilidad en el aprendizaje del estudiante. No obstante, en la Evaluación Curricular de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (2000), se reportaron fallas importantes relacionadas con el proceso enseñanza-aprendizaje en el Programa de Enfermería. Entre estas fallas se destacan: contenidos programáticos excesivos, repetición y superficialidad de objetivos y diversidad de criterios. Además se encontró que la relación alumno-profesor resultó por debajo del rango aceptado para asegurar la atención ideal de los alumnos por los profesores.

Lo indicado en el párrafo anterior es importante, si se tiene en cuenta que la enseñanza en ambientes clínicos está enfocada al abordaje de problemas reales y es ejecutada en el contexto de la práctica profesional. Es por ello que Spencer (2003) llama la atención sobre algunos desafíos que podrían afectar el desarrollo de la misma. Entre los que destaca la presión del tiempo, las demandas de competencia, y el incremento en el número de estudiantes. Asimismo Spencer afirma que el ambiente clínico no es un «ambiente de enseñanza amigable». Esto debido a que en muchos casos existe carencia de objetivos y expectativas claras, la observación pasiva esta presente más que la participación activa de los aprendices, la carencia de congruencia con el resto del currículo, y la inadecuada supervisión y provisión de realimentación. Sin embargo Gordon (2003), expresa que las salas de hospital, los teatros operativos, y la práctica clínica en general, proveen el contexto para el aprendizaje activo.

Por otra parte, según Delgado y otros (2004), la educación clínica de Enfermería, tiene lugar en un complejo entorno, en el que las enfermeras asistenciales controlan las necesidades, tanto de los pacientes como de los estudiantes. Además menciona que este entorno laboral-educacional puede facilitar la aparición de factores estresantes, en el cual los alumnos pueden sentir que no están capacitados para afrontar con seguridad su práctica profesional, argumentando alteración de sus necesidades de seguridad e información. En relación a esto, Ferrer y otros (2002) expresa que las prácticas enfrentan a los alumnos a situaciones difíciles generadoras a estrés y que se realizan en un entorno no siempre favorecedor. Específicamente en el área de Enfermería, en muchas ocasiones los alumnos durante sus prácticas se encuentran solos, en medio de una realidad no coincidente del todo (e incluso a veces demasiado alejada) con la enseñanza y modelos que se imparten en sus respectivas escuelas. (Gutiérrez y La Torre, 2002).

Lo antes expuesto coincide con las afirmaciones de Pérez y otros (2002), quien expresa que en las escuelas de Enfermería el contraste entre lo que se enseña en las aulas y lo que se práctica en los centros asistenciales, suele provocar en los alumnos una gran confusión. Por lo cual, precisamente estos son elementos de la práctica clínica que los docentes deben tener en