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Peritonitis aguda

A) Apariencia general o aspecto: El paciente generalmente se encuentra demacrado, postrado, inmóvil por el dolor con las piernas flexionadas en posición de gatillo o mahometana por el dolor.

B) Shock: Los signos de choque son frecuentes en perforaciones y luego por la toxemia y septicemia bacteriana. Signos de falla de perfusión tisular con hipotensión, presión venosa central disminuida, volumen urinario disminuido, hematocrito disminuido y presencia de ácido láctico aumentado y bicarbonato disminuido (acidosis metabólica).

C) Temperatura: Puede ser muy variable, al principio puede ser normal con tendencia a elevarse. Su caída es de grave significación.

D) Pulso: Frecuencia cardiaca aumentada, taquicardia, al principio lleno y saltón, luego débil y rápido cuando el proceso continúa.

E) Respiraciones: Pueden ser rápidas y superficiales (Taquipnea). De tipo torácico por inmovilidad de los músculos abdominales y del diafragma.

F) Apariencia de la Lengua: Saburral y húmeda al principio y luego seca y acartonada.

G) Ictericia

DIAGNÓSTICO

Se basa en la historia clínica, la exploración física, los datos de laboratorio y los estudios radiológicos. Es casi constante la leucocitosis con neutrofilia  y puede  haber  signos  analíticos  de  deshidratación  y hemoconcentración, como hematocrito aumentado. En pacientes inmunodeficientes y en gerontes,   la   leucocitosis   puede   no   ser   importante. La amilasemia puede elevarse sin implicar patología pancreática. Son útiles los gases en sangre para evaluar progresión de la sepsis.

Las  radiografías  abdominales  en  bipedestación, decúbito  supino  y  decúbito  lateral  pueden  mostrar dilatación de las asas intestinales y la presencia de aire libre si existe una perforación. En la peritonitis difusa el hallazgo más frecuente es el íleo paralítico con distensión  de  asas,  niveles  hidroaéreos  intraluminales  y separación de las asas por líquido peritoneal.

El diagnóstico bacteriológico surge a partir del líquido recolectado de la cavidad y si se sospecha compromiso séptico se recurrirá al hemocultivo o policultivos (sangre, orina, secreciones, etc.).

Punción abdominal (o paracentesis) y otras. No es un estudio   sistemático   pero   es   de   gran   utilidad   en   casos dudosos y cuando existe contenido liquido peritoneal. Generalmente se realiza a ciegas en fosa iliaca izquierda o con control ecográfico.

La ecografía es un método diagnóstico muy utilizado por su sensibilidad, disponibilidad y bajo costo, teniendo la ventaja de no requerir contraste y puede hacerse en la cama del paciente. Razones por lo que es usado frecuentemente en primer término y si quedan dudas se recurre a otros medios como la TAC.

La TAC es útil para evaluar colecciones y abscesos (zonas de densidad anormal, a veces con burbujas de gas que desplazan órganos vecinos) y eventualmente patología de base sobre todo en pacientes en los que el examen abdominal puede ser equívoco (trauma encefálico, consumo de corticoides). Tiene alta sensibilidad para peritonitis postoperatorias y en la pesquisa del foco séptico oculto

Gammagrafía: Los estudios con Galio 67, Indio 111 o Tecnecio no son utilizados en peritonitis aguda por su poca disponibilidad, demora en los resultados y al escaso aporte. Son más utilizados en las formas terciarias y en la detección de abscesos en donde la ecografía y la tomografía no resultaron satisfactorios.

La laparoscopia diagnóstica va en aumento. Permite a través de una pequeña incisión colocar el laparoscopio y explorar el abdomen y llegar al diagnóstico de la lesión y a proseguir con el tratamiento si se considera adecuada la vía. Evita mayores gastos en el preoperatorio al diagnosticar directamente la causa de la peritonitis y realizar el tratamiento.

TRATAMIENTO

En los pacientes cirróticos con PBE, antes de tener los  resultados  de  los  cultivos,  se  debe  iniciar  el  tratamiento empírico. Como la mayoría de las infecciones se deben a E.coli o a estreptococos, se suelen utilizar cefalosporinas de tercera generación, como la cefotaxima o ceftriaxona, u otros betalactámicos como la amoxicilina-ácido  clavulánico.  Las  pautas  clásicas  aconsejaban tratamientos  durante  10-14  días  pero  estudios  más recientes  han  demostrado  la  eficacia  de  tratamientos más cortos durante 5-7 días. También se utilizan las quinolonas con buenos resultados. Los amino-glicósidos  deben  evitarse  por  su  nefrotoxicidad.  Es aconsejable  repetir  la  paracentesis  a  las  48  horas  para controlar  si  el  recuento  celular  ha  disminuido  y  si  se han negativizado los cultivos. La peritonitis primaria neumocócica o estreptocócica se trata con cefalosporinas de 3ª generación o penicilina a dosis elevadas si la cepa es sensible. La  peritonitis  tuberculosa  debe  tratarse  con  las pautas  convencionales  (isoniacida/rifampicina/pirazinamida) durante seis o nueve meses. La peritonitis asociada a la diálisis peritoneal puede tratarse por vía general o por vía intraperitoneal. En las  infecciones  por Candida sp  o  por  P.  aeruginosa y siempre que la infección persista a pesar de los antibióticos debe retirarse el catéter de diálisis.

El tratamiento de la peritonitis secundaria requiere la corrección quirúrgica de la patología desencadenante combinado con el tratamiento de soporte y los antibióticos. En los pacientes con sepsis no se ha demostrado la eficacia de los tratamientos inmunomoduladores como  los  anticuerpos  anti  endotoxina,  anti  TNF  o  las interleuquinas. En  primer  lugar  se  debe  corregir  la  inestabilidad hemodinámica  y  los  trastornos  metabólicos  y  se  debe iniciar el tratamiento antimicrobiano. La  intervención  quirúrgica  debe  realizarse  lo  más pronto posible, una vez estabilizado el paciente y en condiciones de ser operado. Habitualmente se efectúa una laparotomía con desbridamiento de  colecciones  supuradas,  limpieza  de  los  esfacelos  y lavado peritoneal con suero salino.

Los  antibióticos,  si  se  administran  precozmente, controlan  la  bacteriemia,  reducen  las  complicaciones sépticas y evitan la diseminación local de la infección. Sin  embargo,  una  vez  está  instaurada  la  peritonitis  es muy  difícil  controlar  la  infección  solamente  con  antibióticos sin el drenaje quirúrgico. El tratamiento antibiótico empírico debe ser activo contra  las  enterobacterias  y  las  bacterias  anaerobias intestinales.  Los  protocolos  de  tratamiento  clásicos,  y que  a  menudo  se  utilizan  como  referencia,  recomiendan la combinación de metronidazol o clindamicina y un  aminoglicósido.

En  los  últimos  años  hay  una  tendencia a utilizar cada vez menos los aminoglucósidos, en parte por el riesgo de nefrotoxicidad particularmente en enfermos graves y también por su mala penetración tisular. La cefoxitina sola o asociada a un aminoglicósido  se  ha  utilizado  con  buenos  resultados  en pacientes con cuadros no muy graves, pero en la actualidad hay más tendencia a utilizar la asociación de una cefalosporina de 3ª generación y metronidazol.

En los pacientes  con  alergias  severas  a  los  betalactámicos,  se pueden utilizar las quinolonas asociadas a un antibiótico anaerobicida. La monoterapia con piperacilina-tazobactam o con carbapenems (imipenem o meropenem) ha demostrado su  eficacia  en  diversos  estudios.  Sin  embargo,  estos antibióticos, y particularmente los carbapenems, por su amplio  espectro  antimicrobiano  es  prudente  reservarlos  para  tratar  infecciones  complicadas  en  pacientes evolucionados o que ya han sido tratados previamente con antibióticos. Los estudios que comparan estos antibióticos  de  amplio  espectro  versus  las  combinaciones clásicas clindamicina/gentamicina no demuestran diferencias significativas y la eficacia global es del 80-85%.

En muchos de estos estudios es difícil valorar la eficacia  atribuible  al  tratamiento  antibiótico  ya  que  ésta depende  del  tipo  de  pacientes,  patología  de  base, comorbilidades, patógenos aislados y también del tratamiento quirúrgico. El  diagnóstico  precoz  y  el  inicio  rápido  del  tratamiento  antibiótico  adecuado  han  demostrado  que reducen la morbilidad y la mortalidad de las peritonitis.

En  una  serie  de  pacientes  con  peritonitis  post  cirugía electiva  abdominal,  el  tratamiento  antibiótico  inadecuado  se  asoció  a  una  mortalidad  del  45%  incluso  en los pacientes a los que se les cambió el tratamiento con los resultados de los cultivos. En cambio, en los pacientes  tratados  correctamente  la  mortalidad  se  redujo  al16%. La  duración  del  tratamiento  es  variable  entre  7  y 10 días después de la cirugía, pero en general se recomienda continuarlo hasta que los pacientes estén estables, sin fiebre y sin leucocitosis.

En  las  peritonitis  terciarias  si  se  aíslan  estafilococos o Candida sp se recomienda asociar al antibiótico de amplio espectro un glucopéptido o fluconazol. Si se aíslan especies distintas de Candida albicans debe utilizarse la anfotericina B.

 PRONÓSTICO

En  la  actualidad  la  mortalidad  de  la  peritonitis espontánea  del  cirrótico  es  inferior  al  30% pero con una recurrencia dentro del primer año es del 70%. La descontaminación  selectiva  intestinal  con  norfloxacina oral o cotrimoxazol a días alternos ó 5 días por semana disminuye la frecuencia de la peritonitis espontánea del cirrótico  (del  68-22%  al  20-3%).

El pronóstico depende de varios factores, como la edad del paciente, las comorbilidades, la duración de la contaminación  abdominal  y  los  microorganismos  responsables. A pesar de los avances diagnósticos y terapéuticos la  mortalidad  sigue  siendo  elevada  (10-40%)  particularmente en los ancianos y en los pacientes cuya peritonitis  tenga  una  evolución  superior  a  las  48  horas.

La evaluación y estratificación de los pacientes con la escala APACHE II se correlaciona con la evolución y la mortalidad de la peritonitis.

La utilización de la profilaxis quirúrgica en la cirugía  potencialmente  contaminada  o  en  la  cirugía sucia  o  contaminada  han  reducido  considerablemente las tasas de infección postoperatoria. En general se utiliza la cefazolina en la cirugía gastro-duodenal o de vías biliares  y  cefoxitina  o  cefazolina  +  metronidazol  en  la cirugía colorrectal.

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