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Probióticos y prebióticos en la prevención y tratamiento de enfermedades gastrointestinales

Probióticos y prebióticos en la prevención y tratamiento de enfermedades gastrointestinales

Autora principal: Karla Robleto López

Vol. XX; nº 06; 221

Probiotics and prebiotics in the prevention and treatment of gastrointestinal diseases

Fecha de recepción: 16/02/2025

Fecha de aceptación: 19/03/2025

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XX. Número 06 Segunda quincena de Marzo de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 06; 221

Autores:

Dra. Karla Robleto López

Microbióloga, investigadora Independiente. San José, Costa Rica.

Orcid: 0009-0005-6807-9485

Dra. Paola Sánchez Traña

Microbióloga, investigadora Independiente. San José, Costa Rica.

Orcid: 0009-0003-9628-8845

Dr. Raúl Zeledón Mayorga

Microbiólogo, investigador Independiente. San José, Costa Rica.

Orcid: 0000-0002-3196-4932

Dra. Yendri Ramírez Alpízar

Microbióloga, investigadora Independiente. San José, Costa Rica.

Orcid: 0009-0001-2778-519X

Dra. María José Alfaro Vellanero

Microbióloga, investigadora Independiente. San José, Costa Rica.

Orcid: 0000-0002-9738-7103

Dra. María Gabriela Gutiérrez Obando 

Microbióloga, investigadora Independiente. San José, Costa Rica.

Orcid: 0009-0001-9470-5137

Los autores de este manuscrito declaran que:

Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El manuscrito es original y no contiene plagio.
El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.
Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.
Han preservado las identidades de los pacientes.

Resumen:

Los probióticos y prebióticos son fundamentales para la prevención y tratamiento de enfermedades gastrointestinales, al modular la microbiota intestinal, que es crucial para la salud digestiva. Los probióticos, que son microorganismos vivos beneficiosos, y los prebióticos, que son carbohidratos no digeribles que favorecen el crecimiento de bacterias beneficiosas, actúan de manera sinérgica para mejorar la salud intestinal. Juntos, pueden prevenir la disbiosis, un desequilibrio microbiano asociado a trastornos como la enfermedad inflamatoria intestinal, el síndrome del intestino irritable y la infección por Clostridioides difficile.

La microbiota intestinal desempeña funciones clave en la digestión y el sistema inmunológico, produciendo ácidos grasos de cadena corta que tienen efectos antiinflamatorios y metabólicos. Sin embargo, factores como la dieta, el uso de antibióticos o infecciones pueden alterar este equilibrio, favoreciendo el crecimiento de patógenos.

Los probióticos, como Lactobacillus spp. y Bifidobacterium spp., mejoran la salud intestinal y la función inmunitaria, siendo eficaces en el tratamiento de diarrea, enfermedad inflamatoria intestinal y síndrome del intestino irritable. Saccharomyces boulardii es útil en la diarrea asociada a antibióticos. Los prebióticos, como los fructooligosacáridos y la inulina, estimulan el crecimiento de bacterias beneficiosas y la producción de ácidos grasos de cadena corta, promoviendo la salud intestinal y metabólica.

El uso de simbióticos, que combinan probióticos y prebióticos, ofrece beneficios adicionales al potenciar el efecto de ambos. Estos han mostrado resultados prometedores en el tratamiento de diversas enfermedades digestivas y en la mejora del estado nutricional. Sin embargo, el uso clínico de estos componentes enfrenta desafíos debido a la variabilidad de las cepas y la falta de protocolos estandarizados.

Palabras clave: Probióticos, prebióticos, microbiota intestinal, disbiosis, salud gastrointestinal, simbióticos.

Abstract:

Probiotics and prebiotics are essential for the prevention and treatment of gastrointestinal diseases by modulating the intestinal microbiota, which is crucial for digestive health. Probiotics, which are beneficial live microorganisms, and prebiotics, which are non-digestible carbohydrates that promote the growth of beneficial bacteria, act synergistically to improve intestinal health. Together, they can prevent dysbiosis, a microbial imbalance associated with disorders such as inflammatory bowel disease, irritable bowel syndrome, and Clostridioides difficile infection.

The intestinal microbiota plays key roles in digestion and the immune system, producing short-chain fatty acids that have anti-inflammatory and metabolic effects. However, factors such as diet, antibiotic use, or infections can alter this balance, favoring the growth of pathogens.

Probiotics, such as Lactobacillus spp. and Bifidobacterium spp., improve intestinal health and immune function, being effective in the treatment of diarrhea, inflammatory bowel disease and irritable bowel syndrome. Saccharomyces boulardii is useful in antibiotic-associated diarrhea. Prebiotics, such as fructooligosaccharides and inulin, stimulate the growth of beneficial bacteria and the production of short-chain fatty acids, promoting intestinal and metabolic health.

The use of synbiotics, which combine probiotics and prebiotics, offers additional benefits by enhancing the effect of both. These have shown promising results in the treatment of various digestive diseases and in improving nutritional status. However, the clinical use of these components faces challenges due to the variability of the strains and the lack of standardized protocols.

Keywords: Probiotics, prebiotics, intestinal microbiota, dysbiosis, gastrointestinal health, synbiotics.

Introducción:

Los probióticos y prebióticos desempeñan un papel fundamental en la prevención y tratamiento de enfermedades gastrointestinales al modular la microbiota intestinal, un componente clave para el mantenimiento de la salud digestiva. Los probióticos son microorganismos vivos que, cuando se consumen en cantidades adecuadas, aportan beneficios para la salud. Por su parte, los prebióticos son carbohidratos no digestibles que estimulan el crecimiento de bacterias beneficiosas en el intestino. Juntos, pueden mejorar la salud intestinal y prevenir la disbiosis, una alteración del equilibrio microbiano asociada con diversos trastornos gastrointestinales. Este artículo tiene como objetivo explorar las definiciones, mecanismos y aplicaciones clínicas de los probióticos y prebióticos en la salud gastrointestinal (1; 2)

La microbiota intestinal está compuesta por billones de microorganismos, principalmente bacterias, que desempeñan un papel crucial en la digestión, la regulación del sistema inmunitario y la salud general (1; 2). Estos microorganismos ayudan en la degradación de carbohidratos complejos, generando ácidos grasos de cadena corta (AGCC), que tienen propiedades antiinflamatorias y beneficios metabólicos (2).

La disbiosis intestinal, entendida como el desequilibrio en la composición de la microbiota, puede ser causada por factores como la dieta, el uso de antibióticos o infecciones (2). Este desequilibrio puede favorecer el sobrecrecimiento de bacterias patógenas, contribuyendo al desarrollo de enfermedades como la enfermedad inflamatoria intestinal (EII) y el síndrome del intestino irritable (SII) (Wang et al., 2024). Entre las afecciones más comúnmente asociadas con la disbiosis destacan la EII, el SII y la infección por Clostridioides difficile (3; 4).

Los probióticos se clasifican según sus cepas, destacando las pertenecientes a los géneros Lactobacillus spp, Bifidobacterium spp y Saccharomyces boulardii (3). Su mecanismo de acción incluye la competencia por nutrientes, la modulación del sistema inmunitario y la producción de metabolitos beneficiosos como los AGCC (1; 2). Las cepas de Lactobacillus spp. y Bifidobacterium spp. han demostrado ser efectivas en el manejo de la diarrea y la EII, mientras que Saccharomyces boulardii es particularmente útil en la prevención y tratamiento de la diarrea asociada a antibióticos y en la infección por C. difficile (3).

En el contexto clínico, los probióticos se utilizan para tratar diversas enfermedades gastrointestinales, incluidas la diarrea asociada a antibióticos, la EII, el SII y la infección por C. difficile (3; 4). Por otro lado, los prebióticos son fibras no digestibles que estimulan selectivamente el crecimiento de bacterias beneficiosas en el intestino (1). Promueven la producción de AGCC, mejorando la salud intestinal y previniendo el crecimiento de patógenos (2).

Entre los prebióticos más comunes se encuentran los fructooligosacáridos (FOS), los galactooligosacáridos (GOS) y la inulina (1). Su uso clínico se asocia con la mejora de la función digestiva, la prevención del cáncer colorrectal y la regulación del tránsito intestinal (5).

La combinación de probióticos y prebióticos, conocida como simbióticos, proporciona beneficios adicionales al potenciar el efecto de ambos componentes. Los simbióticos mejoran la salud intestinal y refuerzan la respuesta inmunitaria, mostrando aplicaciones prometedoras en el tratamiento de enfermedades digestivas y en la mejora del estado nutricional (1).

El objetivo de este artículo es revisar y analizar el papel de los probióticos y prebióticos en la prevención y tratamiento de enfermedades gastrointestinales, destacando su importancia en la salud digestiva y metabólica. Se busca proporcionar una comprensión integral sobre cómo estos microorganismos y sus componentes interactúan con la microbiota intestinal, modulan el sistema inmunológico y mejoran el equilibrio microbiano. Además, se examinarán los efectos clínicos de su aplicación en diversas patologías gastrointestinales, como la diarrea asociada a antibióticos, el síndrome del intestino irritable y la enfermedad inflamatoria intestinal. El artículo también explorará la sinergia entre probióticos y prebióticos en la formulación de productos simbióticos, y revisará la evidencia científica actual, los avances en la industria alimentaria, y las implicaciones para la salud pública.

Metodología:

Para el diseño de esta investigación sobre el papel de los probióticos y prebióticos en la prevención y tratamiento de enfermedades gastrointestinales, se realizó una revisión bibliográfica exhaustiva. Esta revisión incluyó aspectos clave como la definición y relevancia de los probióticos y prebióticos en el contexto de la salud gastrointestinal, las principales especies y tipos de microorganismos beneficiosos involucrados, sus mecanismos de acción y las estrategias terapéuticas actuales. Se consultaron bases de datos científicas reconocidas, tales como PubMed, Scopus y Web of Science, debido a su alta calidad y relevancia en temas de microbiota intestinal, salud digestiva, y terapias complementarias.

Se aplicaron rigurosos criterios de inclusión y exclusión para garantizar la calidad y pertinencia de la información seleccionada. Los criterios de inclusión consideraron estudios publicados entre 2020 y 2025, escritos en inglés o español, que presentaran datos sobre los efectos de los probióticos y prebióticos en enfermedades gastrointestinales, con énfasis en sus mecanismos de acción y aplicaciones clínicas. Se excluyeron estudios con datos incompletos, publicaciones duplicadas o aquellas que no contaran con revisión por pares. Las palabras clave utilizadas incluyeron: Probióticos, prebióticos, microbiota intestinal, disbiosis, salud gastrointestinal, simbióticos.

La búsqueda inicial arrojó 23 fuentes relevantes, que incluyeron artículos originales, revisiones sistemáticas, estudios clínicos y documentos oficiales sobre el uso de probióticos y prebióticos en enfermedades como el SII, EII, y la diarrea asociada a antibióticos. A partir de estas fuentes, se realizó un análisis exhaustivo para extraer datos sobre los efectos terapéuticos, los beneficios metabólicos, la mejora de la microbiota intestinal y las posibles complicaciones asociadas al uso de estos tratamientos.

El análisis se llevó a cabo utilizando enfoques cualitativos y comparativos. Los hallazgos clave fueron sintetizados y organizados en categorías temáticas, lo que permitió identificar patrones de eficacia, posibles riesgos y las oportunidades para mejorar las estrategias terapéuticas relacionadas con el uso de probióticos y prebióticos en enfermedades gastrointestinales. Este enfoque integral proporciona una visión estructurada del estado actual de la investigación en este campo y sugiere áreas de mejora para futuros estudios y aplicaciones clínicas.

Microbiota intestinal y su papel en la salud:

La microbiota intestinal está compuesta por bacterias, virus, arqueas, hongos y otros microorganismos, siendo las bacterias el grupo más estudiado. Esta comunidad microbiana desempeña funciones esenciales en el organismo humano. Participa en la digestión de compuestos complejos, sintetiza nutrientes esenciales como algunas vitaminas y AGCC, y actúa como barrera protectora frente a patógenos (6). Además, la microbiota influye en funciones inmunológicas, endocrinas, neuronales y metabólicas, estableciendo una relación simbiótica con el huésped (6; 7).

La disbiosis intestinal se caracteriza por alteraciones cualitativas, cuantitativas o topográficas en la composición de la microbiota (6). Las causas de esta condición son diversas e incluyen cambios en la dieta, el uso de antibióticos y la debilidad de las funciones del huésped, lo que modifica el entorno intestinal (8). Estas alteraciones tienen consecuencias importantes, como la inflamación crónica, la disfunción del sistema inmunitario y una mayor susceptibilidad a infecciones (9; 10).

La disbiosis está asociada con una amplia variedad de enfermedades. Entre las más relevantes se encuentran los trastornos metabólicos, como la obesidad y la diabetes, así como las enfermedades inflamatorias intestinales, las patologías cardiovasculares y los trastornos neurodegenerativos, como el Alzheimer y el Parkinson (6; 9; 10). Asimismo, se ha establecido una relación entre la disbiosis y enfermedades autoinmunes, así como con alergias, lo que subraya el papel clave de la microbiota en la modulación del sistema inmunitario (7; 10).

Probióticos:

Los probióticos se definen como microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades adecuadas, confieren beneficios para la salud del huésped (11; 12). Entre los géneros más comunes utilizados como probióticos se encuentran Lactobacillus spp., Bifidobacterium spp. y Saccharomyces boulardii (13)

Los mecanismos de acción de los probióticos son diversos y complejos. Uno de ellos es la competencia por nutrientes y sitios de adhesión en la mucosa intestinal, lo que impide la colonización de bacterias patógenas y reduce la posibilidad de infecciones (14). Asimismo, los probióticos modulan el sistema inmunitario mediante la mejora de la integridad de la barrera intestinal y la regulación de las respuestas inmunológicas, lo que contribuye a prevenir procesos inflamatorios y diversas infecciones (12; 14). Otra acción fundamental es la producción de compuestos antimicrobianos y metabolitos beneficiosos, como los AGCC, que promueven la salud intestinal al inhibir el crecimiento de microorganismos patógenos (11).

Cada cepa probiótica presenta efectos específicos que las hacen útiles en diferentes contextos clínicos. Por ejemplo, Lactobacillus spp. es conocido por mejorar la salud intestinal y fortalecer la función inmunitaria (13). Por su parte, Bifidobacterium spp. es efectivo para mantener el equilibrio de la microbiota intestinal y reducir la inflamación, siendo especialmente útil en trastornos intestinales crónicos (13). Saccharomyces boulardii destaca por su eficacia en la prevención y tratamiento de la diarrea asociada al uso de antibióticos, una condición frecuente en pacientes sometidos a tratamientos antimicrobianos prolongados (15).

El uso clínico de probióticos en enfermedades gastrointestinales ha sido ampliamente estudiado, demostrando su efectividad en diversas patologías. En el caso de la diarrea asociada a antibióticos, Saccharomyces boulardii ha mostrado reducir significativamente su incidencia, actuando como una opción preventiva y terapéutica segura (15). En pacientes con EII, como la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa, los probióticos contribuyen a manejar los síntomas al modular la respuesta inmunitaria y mantener la integridad de la barrera intestinal (12).

En el SII, los probióticos ayudan a aliviar los síntomas al restaurar el equilibrio de la microbiota intestinal y reducir los procesos inflamatorios subyacentes. Finalmente, en la infección por Clostridioides difficile, el uso de probióticos ha demostrado ser una herramienta eficaz para prevenir la recurrencia de la infección, al competir con los patógenos y potenciar la respuesta inmunitaria del huésped (15).

Prebióticos:

Los prebióticos actúan mediante diversos mecanismos que contribuyen a la mejora de la salud intestinal y metabólica. Uno de sus principales efectos es la estimulación selectiva del crecimiento de bacterias beneficiosas, como Bifidobacterium spp y Lactobacillus spp. Sustancias como la inulina y los FOS favorecen el desarrollo de estas bacterias, ayudándolas a competir con microorganismos patógenos y a mantener el equilibrio del microbioma intestinal (2; 16).

Otro mecanismo clave de los prebióticos es la producción de AGCC, como el acetato, propionato y butirato, a partir de la fermentación de estas fibras por las bacterias intestinales. Estos AGCC tienen un impacto significativo en la salud metabólica, ya que mejoran el metabolismo de la glucosa, reducen la inflamación sistémica y potencian la función inmunológica (1; 16).

Entre los principales tipos de prebióticos se encuentran los FOS, los GOS y la inulina. Los FOS son fructanos de cadena corta que mejoran la salud intestinal al potenciar el crecimiento de bacterias beneficiosas. Por su parte, los GOS destacan por su capacidad para estimular estas bacterias y son comúnmente utilizados en fórmulas infantiles, ya que imitan el efecto prebiótico de la leche materna (17). La inulina, ampliamente estudiada, es especialmente efectiva para mejorar la salud metabólica al promover la producción de AGCC y favorecer el desarrollo de una microbiota equilibrada (16).

En el ámbito clínico, los prebióticos han demostrado ser útiles en diversas afecciones gastrointestinales. Una de sus principales aplicaciones es la mejora de la función digestiva, ya que optimizan la composición y función de la microbiota intestinal, favoreciendo procesos digestivos más eficientes (1; 18). También desempeñan un papel en la prevención del cáncer colorrectal, dado que los AGCC generados por la fermentación prebiótica poseen propiedades anticancerígenas, que podrían reducir el riesgo de desarrollo de este tipo de cáncer (2).

Otra de las funciones destacadas de los prebióticos es la regulación del tránsito intestinal. Su capacidad para mejorar la motilidad intestinal y aliviar los síntomas del estreñimiento se debe a su acción moduladora sobre la microbiota intestinal, lo que favorece una mayor regularidad intestinal (1).

Sinergia entre probióticos y prebióticos; simbióticos:

Los simbióticos se definen como la combinación de probióticos y prebióticos que actúan de manera sinérgica para proporcionar beneficios a la salud del hospedador, mejorando la supervivencia y colonización de microorganismos beneficiosos en el tracto gastrointestinal (1; 19). Esta combinación potencia los efectos de ambos componentes, permitiendo una modulación más efectiva de la microbiota intestinal y ofreciendo una estrategia integral para el mantenimiento de la salud intestinal y metabólica. Entre sus beneficios más destacados se encuentra la mejora de la composición de la microbiota intestinal, el incremento en la producción de AGCC y la modulación del sistema inmunológico, lo que contribuye a la reducción de la inflamación y a la mejora del estado metabólico (1; 19).

Desde una perspectiva clínica, los simbióticos han demostrado su eficacia en diversas aplicaciones, especialmente en el manejo de enfermedades digestivas. Una de sus principales acciones es la mejora de la integridad de la barrera intestinal y la reducción de bacterias patógenas. Por ejemplo, el uso combinado de Lactobacillus reuteri KUB-AC5 y Ulva rigida ha mostrado efectos antipatógenos significativos contra Salmonella en modelos intestinales in vitro. Estos efectos no solo refuerzan la barrera intestinal, sino que también promueven el crecimiento de microorganismos beneficiosos como lactobacilos y Faecalibacterium, que son fundamentales para mantener un entorno intestinal saludable y equilibrado (19).

Otro campo de aplicación clínica relevante es la mejora del estado nutricional y metabólico, donde los simbióticos han mostrado resultados prometedores. En mujeres con síndrome de ovario poliquístico (SOP), su uso ha demostrado ser efectivo para mejorar la resistencia a la insulina y corregir desequilibrios hormonales, con efectos más pronunciados en comparación con el uso aislado de probióticos o prebióticos. Además, el consumo regular de simbióticos contribuye a la mejora del perfil lipídico y al equilibrio hormonal, aspectos clave para mantener una buena salud metabólica y prevenir enfermedades relacionadas con el síndrome metabólico (20).

Evidencia científica y estudios clínicos recientes:

Los estudios en humanos han evidenciado la eficacia de ciertos probióticos en el tratamiento de diversas afecciones gastrointestinales. Cepas como Saccharomyces boulardii, Lactobacillus reuteri y Lactobacillus rhamnosus GG han mostrado resultados positivos en el tratamiento de la gastroenteritis aguda y la diarrea asociada al uso de antibióticos en población pediátrica (3). Además, los probióticos se utilizan como terapia complementaria en infecciones por Helicobacter pylori y en pacientes con colitis ulcerosa, aunque su papel es principalmente auxiliar en combinación con la dieta y otros tratamientos estándar (3). En el caso del SII, se ha observado que los probióticos pueden aliviar los síntomas; sin embargo, los resultados son inconsistentes debido a las limitaciones metodológicas de algunos estudios (21).

Los estudios en modelos animales han sido clave para comprender mejor los mecanismos de acción de los probióticos y su potencial terapéutico. Estos estudios han demostrado que los probióticos pueden modular la microbiota intestinal, fortalecer la función de la barrera intestinal y regular la inmunidad de la mucosa, especialmente en el contexto de EII como la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa. Asimismo, se han explorado probióticos modificados genéticamente para mejorar su eficacia terapéutica en estas enfermedades, lo que abre nuevas posibilidades para futuras aplicaciones clínicas (22).

A pesar de los resultados prometedores, el uso clínico de probióticos y prebióticos enfrenta importantes limitaciones y controversias. Una de las principales dificultades es que su eficacia suele ser específica de cada cepa, lo que hace que la extrapolación de resultados no siempre sea posible. Además, la falta de protocolos estandarizados y dosis definidas complica su aplicación clínica (21). Existen también preocupaciones sobre la seguridad, especialmente en poblaciones vulnerables, así como la resistencia de las cepas a diferentes condiciones ambientales y la dificultad para cuantificar su colonización después de la administración (4).

A pesar de estos desafíos, la investigación en este campo continúa avanzando. Estudios multicéntricos y ensayos clínicos aleatorizados bien diseñados son necesarios para validar el potencial terapéutico y la seguridad de los probióticos y prebióticos en el manejo de las enfermedades gastrointestinales (21).

Aplicaciones en la industria alimentaria:

Los alimentos funcionales enriquecidos con probióticos y prebióticos han cobrado gran relevancia debido a sus potenciales beneficios para la salud intestinal y general. En este contexto, los simbióticos, que combinan probióticos y prebióticos, están siendo estudiados por sus efectos sinérgicos en la salud intestinal. La combinación de ambos componentes podría ofrecer beneficios superiores en comparación con el uso individual de probióticos o prebióticos, mejorando la composición de la microbiota y potenciando la producción de metabolitos beneficiosos (1).

Sin embargo, la regulación de los productos enriquecidos con probióticos y prebióticos es un proceso complejo debido a la variabilidad existente en cuanto a las cepas utilizadas, las dosis recomendadas y la duración del tratamiento. Estas variaciones dificultan la formulación de recomendaciones claras para la salud pública (23). Además, muchas de las declaraciones de propiedades saludables asociadas a los probióticos carecen de una sólida base científica, lo que subraya la importancia de considerar los efectos específicos de cada cepa y sus posibles riesgos para garantizar su seguridad y eficacia (3).

La industria alimentaria está respondiendo a la creciente demanda de los consumidores por alimentos funcionales que contribuyan a la promoción de la salud y la prevención de enfermedades. Este interés ha impulsado el desarrollo de nuevos productos enriquecidos con probióticos y prebióticos, con un enfoque en la innovación y la mejora de las formulaciones existentes (1). No obstante, el desarrollo de estos productos presenta varios desafíos. Entre ellos, destaca la necesidad de garantizar la viabilidad de los probióticos durante el procesamiento y el almacenamiento, así como asegurar que las cepas administradas logren colonizar el intestino de manera efectiva (4).

Conclusiones:

Los probióticos y prebióticos desempeñan un papel crucial en la prevención y tratamiento de enfermedades gastrointestinales al restaurar y mantener el equilibrio de la microbiota intestinal, lo que contribuye a la mejora de la salud digestiva, metabólica e inmunológica. Su uso combinado en forma de simbióticos ofrece un enfoque integral que potencia los beneficios de ambos, mostrando un gran potencial para el manejo de trastornos como la disbiosis intestinal, el síndrome del intestino irritable y la enfermedad inflamatoria intestinal.

Las cepas probióticas y los prebióticos tienen efectos específicos sobre diferentes patologías gastrointestinales. Los probióticos, como Lactobacillus spp. y Bifidobacterium spp., han demostrado ser efectivos en el manejo de la diarrea, el síndrome del intestino irritable y la enfermedad inflamatoria intestinal, mientras que los prebióticos favorecen la salud intestinal y metabólica a través de la estimulación de bacterias beneficiosas. La combinación de ambos, en forma de simbióticos, refuerza sus efectos terapéuticos, mejorando la respuesta inmunitaria y reduciendo la inflamación.

A pesar de los avances en la investigación y las aplicaciones clínicas de los probióticos y prebióticos, existen desafíos importantes, como la variabilidad de las cepas utilizadas y la falta de protocolos estandarizados para su uso clínico. Se requiere más investigación para establecer recomendaciones claras y basadas en evidencia sobre su eficacia y seguridad, especialmente en poblaciones vulnerables. Además, el desarrollo de productos funcionales que incorporen probióticos y prebióticos debe superar obstáculos en cuanto a la viabilidad de los microorganismos durante el procesamiento y almacenamiento, garantizando su efectividad en el tracto gastrointestinal.

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