ámbito participan, en cuanto a su quehacer y relaciones con sus compañeros y pacientes.
Existen exigencias morales comunes a todas las profesiones, pero hay determinadas profesiones como la del médico, psicólogos, fisioterapeutas, etcétera, que requieren algunas exigencias morales de acuerdo con el conjunto de condiciones concretas que caracterizan su trabajo y la repercusión social que tiene su labor; por eso es importante enfatizar que lo que necesita la sociedad del médico es su condición humana, de su sentido ético y de su alta calificación científico-técnica. La Ética no es un factor limitante de la innovación, de la investigación, de la formación o de la actuación profesional, sino una decidida apuesta por el ser humano y su dignidad.
Sólo hay una cirugía éticamente correcta: aquella que siendo realmente necesaria y desde el dominio de la técnica quirúrgica, se asienta para su práctica en fundamentos biológicos y en el reconocimiento de la agresión que provocamos. (10)
No cabe duda de que la bioética ocupa hoy la atención de los diferentes medios de comunicación, por la espectacularidad de sus casos y la relevancia pública de sus consecuencias. La ciencia y la tecnología médica nos pone frente a nuevos hechos para los cuales no se tienen respuestas o cuyas consecuencias cuestionan nuestras más caras convicciones morales y espirituales; otras veces el conflicto se plantea porque quienes manejan nuevas técnicas disponen de un poder que se hace cada vez mayor, y se requiere que de alguna manera se adopten regulaciones para limitar este poder en defensa de los derechos de los afectados. (9).
Aspectos éticos en la cirugía:
En el marco del 57º Congreso Nacional de la Sociedad Española de Angiología y Cirugía Vascular (SEACV), celebrado en Valladolid, los expertos han analizado los aspectos éticos en torno a la Especialidad. Según el doctor Fernández- Samos, “en cirugía, el error técnico es la mayor causa de eventos adversos prevenibles y, dado que el manejo del paciente quirúrgico requiere la participación de un equipo multidisciplinario e interdisciplinario, generalmente el error no es el resultado de acciones individuales sino la consecuencia predecible de una serie de acciones y factores que abarcan el proceso del diagnóstico o del tratamiento en un sistema de salud”. Con el fin de prevenir nuevos errores, este experto afirma que “se debe realizar el análisis ético de los mismos, adoptando una cultura de análisis del error en forma abierta, inquisitiva y permanente”.
Por otra parte, para analizar los aspectos éticos en la cirugía, es inevitable tener en cuenta los avances que se han sucedido en la Especialidad en los últimos años. A este respecto, el doctor Fernández-Samos explica que “hoy en día, los aspectos éticos de la innovación quirúrgica deben contar, inexcusablemente, con información exhaustiva al paciente del tipo de tratamiento que se propone, completa discusión con él de los riesgos potenciales con protocolos de Consentimiento Informado adaptados y validados en cada caso, libertad del paciente para elegir entre la intervención más innovadora o la convencional, y aceptación y conformidad por la mayor parte de miembros del servicio o unidad asistencial para emplear esas técnicas”. Para ello, en cualquier caso, es fundamental la formación continuada del cirujano para el conocimiento de las técnicas quirúrgicas más modernas.
Respecto a la innovación, se añade que “la ética quirúrgica tiene que ser flexible y abierta a cambios y ajustes, pero que se deben mantener los principios básicos, en especial los valores de compasión, competencia y autonomía, además de la preocupación por los derechos humanos fundamentales. En el inevitable proceso de transición a la cirugía tecnológica, hay que evitar que ésta se convierta en una competición entre consorcios de tecnologías y cirujanos, con una proyección mediática desmedida, y desarrollada, al fin y al cabo, en la geografía corporal de los pacientes”. En conclusión, sólo puede haber una cirugía éticamente correcta: “aquella que siendo realmente necesaria y desde el dominio de la técnica quirúrgica, se asienta para su práctica en fundamentos biológicos y en el reconocimiento de la agresión que provocamos”.
En este punto, asimismo, cabe destacar que la cirugía innecesaria, la que se efectúa sin beneficio del paciente, va en contra del principio de no-maleficencia (al no considerar las consecuencias de los daños y agresiones), va en contra del principio de justicia (al incurrir en uso inadecuado de recursos) y violenta muchas veces las normas del Consentimiento Informado, incluyendo la veracidad. “Se deben evitar los procedimientos terapéuticos y actos intervencionistas que puedan ser calificados como innecesarios. La cirugía innecesaria debe ser considerada como un ejemplo de error médico”, destaca el doctor Fernández-Samos.
En la expresión del cirujano sólo cabe la perfección, que resulta del conocimiento, de la capacitación, de la habilidad y de la experiencia. Este conjunto se denomina Idoneidad. “La curva de aprendizaje individual demuestra que las personas hacen mejor sus cometidos a medida que estos se van repitiendo, adquiriendo habilidad, eficiencia o practicidad a partir de su propia experiencia” –explica el doctor Fernández-
Relación médico-paciente. Dilemas éticos que se presentan:
“La relación médico-paciente es una relación interpersonal de tipo profesional que sirve de base a la gestión de salud.” Es la piedra angular de la gestión médica asistencial y está predeterminada por la necesidad del enfermo de ser atendido y la atención obligada del médico. En esta relación intervienen varios factores: la enfermedad del individuo, que lo convierte en paciente, la capacidad y competencia del médico, la personalidad de uno y otro, y los papeles que desempeñan.
El médico al informarle al paciente sobre las características de su enfermedad, de los procedimientos diagnósticos y tratamientos que en su entender deben realizarse, para que el paciente a la luz de los conocimientos puestos a su disposición sea capaz de determinar si acepta o no lo propuesto, debe hacerlo sin utilizar un lenguaje técnico, sino con un lenguaje coloquial, para conseguir que lo entienda y asegurarse de que así ha sido, mediante la repetición por parte del enfermo de lo que él ha comprendido.
Enfatizando en la necesidad de reconocer al paciente como un sujeto autónomo, que tiene derecho a saber, opinar y decidir sobre la conducta que pretenden asumir los profesionales de la salud en la intención de promoverle su salud, evitarle o diagnosticarle enfermedades, tratar y rehabilitar en caso necesario.
El derecho a la autonomía se expresa en la exigencia del paciente de ser tratado como un agente moral independiente en su